Localización de los principales megasites de la cultura de
Tripilia-Cucuteni
En el artículo anterior descubrimos como las primeras economías en transición
hacia la agricultura y la sedentarización no escindieron la sociedad
en clases. Por el contrario, evolucionaron dentro del comunismo
primitivo creando el primer comunal agrario. Hoy nos acercaremos a la
evolución de esos modelos en Europa Oriental. Allí grandes ciudades
con decenas de miles de habitantes prosperaron durante siglos bajo
formas avanzadas de comunismo primitivo, con mayor bienestar que sus
contemporáneas basadas ya en economías de explotación y con un
urbanismo prácticamente opuesto hasta fechas relativamente
recientes, cuando Solón enunciaba las bases de la democracia
esclavista griega. ¿Qué fue de ellas? ¿Por qué perduraron tanto?
¿Por qué desaparecieron?
En los años 70, comenzaron los primeros descubrimientos
arqueológicos de lo que más tarde se llamó cultura de Tripilia-Cucuteni. En una vasta región de las actuales
Ucrania, Rumanía y Moldavia, se han descubierto desde entonces docenas de megasites, ciudades
neolíticas. Su apogeo estuvo entre el 4500 y el 3000 A.e.C. El
problema de los arqueólogos es que el número de casas de cada uno
de ellos resulta abrumador. En uno de los últimos megasites explorados, Nebelivka, durante más de seis años de trabajo de campo desde 2009, los
investigadores han excavado y mapeado estructuras ubicadas en más de
un kilómetro cuadrado. Fotos aéreas, imágenes satelitales y datos
geomagnéticos, complementados con excavaciones de 88 pozos de
prueba, identificaron 1.445 casas residenciales y 24 estructuras
comunales llamadas casas de asambleas.
Pero lo interesante es que los investigadores dicen que no hay signos de un gobierno
centralizado, una dinastía gobernante o disparidades de riqueza o
clase social en el antiguo asentamiento. Las casas eran en gran
medida similares en tamaño y diseño. Las excavaciones produjeron
pocos bienes de «prestigio», como artículos de cobre y adornos de
conchas. Aparecieron muchos ejemplos de cerámica pintada y figuras
de arcilla típicas de la cultura Tripilia, y más de 6.300 huesos de
animales desenterrados en el sitio sugieren que los residentes
comieron mucha carne de res y cordero. Esas pistas sugieren que la
vida diaria era muy parecida en los distintos barrios de Nebelivka.
La población de estos megasites no tenía nada que envidiar a las ciudades
mesopotámicas formadas ya bajo la división en clases. Los dos
mayores megasites investigados, Talianki y Maidanets
albergaron en su momento de máximo desarrollo a 26.000 y 46.000
personas respectivamente. Eso sí, bajo un urbanismo y unas
prioridades tan radicalmente diferentes como su ordenación social.
Una de las cosas que más ha llamado la atención de los
investigadores ha sido la diversidad y sofisticación de la dieta. En
los megasites se cultivaba trigo, avena, mijo, centeno y cebada
-además de cáñamo usado para textiles- pero también tenían zonas
de huertos y frutales donde se han encontrado restos de cultivo de
albaricoques, ciruelas, cerezas, uvas, guisantes y habas. La
ganadería, esencial para permitir la inclusión productiva de los
miembros físicamente más débiles, estaba muy desarrollada y parece
que la dieta era rica en proteínas provenientes de cerdos, cabras y
ovejas domesticados, pero también de caza y pesca. Y evidentemente,
se elaboraban fermentados de los granos -la cerveza antigua- y
posiblemente vino de uva.
Pero además del igualitarismo de las casas y la diversidad
dietética, en lo que estas ciudades del comunismo primitivo se
diferenciaron de las mesopotámicas en su baja densidad espacial.
Mientras Ur, en su máximo momento de esplendor ocupó 89 Hectáreas
y tuvo unos 60.000 habitantes, las 3.000 casas de Maidanets ocupaban
unas 270 Hectáreas y las 2.700 de Talianki nada más y nada menos
que 450 Hectáreas.
La alta densidad de las primeras ciudades clasistas frente a las
comunistas primitivas refleja evidentemente la explotación, pero
también la centralización del poder estatal que acaba de nacer para
«mediar» entre las clases sí, pero sobre todo para mantener el
sistema de explotación. Una población concentrada es más fácil de
controlar y contingentar con menos recursos. La estructura urbana de
las ciudades del comunismo primitivo no solo refleja una distribución
igualitaria del espacio y el acceso a los productos del trabajo
colectivo -como vimos en la dieta- sino la diferente naturaleza del
poder político en una sociedad sin estado.
En Nebelivka por ejemplo, las casas se agrupaban en 153
vecindarios, la mayoría de los cuales tenía entre tres y siete
casas, que se agrupaban a su vez formando 14 barrios, cada uno con
una o más casas de asambleas. Estos lugares para la coordinación y
decisión social, necesitaban, por su propia naturaleza, disponer de
un área abierta. La comunidad no escindida en clases necesita
espacio.
Hórreos y cultivo en el campo en la cultura tripilia-cucuteni
La proto-lucha de clases
Otra cosa que ha llamado la atención de los arqueólogos de los
megasites es la aparición de casas quemadas en distintas épocas. En
muchos casos no se reconstruían. Solo se dejaba el hueco con las
ruinas. Los investigadores en un principio lo achacaron a alguna
forma de ritual. Era uno de esos «misterios» arqueológicos. Pero
en realidad… no tanto.
Por todo el Este de Europa, al mismo tiempo y después de los
«megasitios» de Cucuteni aparecieron ciudades igualitarias más o
menos grandes pero muy parecidas. Se les conoce por la palabra latina
«oppida». Y existe evidencia arqueológica de que prosperaron hasta
el 580 AeC y que todavía hace poco más de 2000 años quedaban
algunas. Al aumentar el marco de comprensión de este tipo de
ciudades comunistas primitivas, han aparecido otras vías de interpretación mucho más interesantes que el «deus ex
machina» ritual.
Okolište in Bosnia, había sido fundada alrededor del
5200 AeC y contenía grupos familiares que, aparentemente,
desarrollaron distintos potenciales económicos y demográficos en su
desarrollo. Las casas de las familias más ricas, que ejercían una
creciente posición de poder dentro de la gran aldea, fueron quemadas
alrededor del 4900 AC. Después de este momento, mucho cambia en
Okolište: el tamaño de la aldea, que originalmente era muy grande
para las condiciones neolíticas con aproximadamente 3500 habitantes,
se reduce a un «tamaño estándar para el sudeste de Europa» de
100-200 habitantes. Además, las diferencias entre los hogares pasan
a no ser reconocibles y las funciones específicas de la centralidad
de Okolište dentro del asentamiento circundante son, del mismo modo,
indiscernibles. En este sentido, en el caso de Okolište podemos
asumir que estamos ante una rebelión interna contra las crecientes
diferencias sociales y las crecientes diferencias en la gestión de
los recursos.
En los tres ejemplos mencionados, las certezas e
incertidumbres en el manejo y la reconstrucción de los conflictos
sociales internos se hacen evidentes. Sin embargo, los procesos, por
ejemplo, en Heuneburg y Okolište pueden compararse. En ambos casos,
el desarrollo de los crecientes potenciales económicos de un grupo
de hogares dentro de la población total lleva a conflictos sociales
internos. Mientras que una concentración de actividades y poder
político en ciertos hogares es reconocible en la Okolište
neolítica, en Heuneburg existe un distrito entero -separado del
resto del asentamiento- en el que se concentran la artesanía y el
control político. En ambos casos, los conflictos sociales llevan a
un patrón de asentamiento más disperso y a una reducción de las
diferencias sociales dentro de sociedad. (Johannes Müller. Rebellion and Ineguality in Archaelogy, 2017).
Es decir, diferencias en el desarrollo demográfico de los
distintos grupos o tribus que convergían en la ciudad y la extensión
desigual dentro de la comunidad de determinadas actividades -dicho de
otro modo, el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el comunismo primitivo- habrían incitado
conflictos tendentes a la aparición de clases. Alcanzado ese punto,
el comunismo primitivo agrario solo podía reprimir el proceso
-debilitando el tejido y la capacidad productiva del conjunto social-
o transformarse en una sociedad de clases. El desarrollo de estas y
su extensión a base de guerras, pero también de intercambios que
extendieron nuevas tecnologías desarrolladas por ellas, sin duda
incrementaron los momentos de crisis de las ciudades igualitarias. De
ahí su desaparición o transformación en paralelo con el desarrollo
del modo de producción esclavista. La ciudad comunista primitiva no
desapareció sin lucha, pero su resistencia no dejaba de ser una
resistencia al desarrollo de las capacidades productivas de la Humanidad entera.
Casa de asambleas en Nebelivka
¿Qué podemos aprender de la ciudad comunista
primitiva?
Los descubrimientos de la cultura de Cucuteni están llevando a
los arqueólogos a revisar la historia de las primeras ciudades no
solo en Europa sino en Asia y América. Toda una tendencia está
siguiendo hoy discursos como el del arqueólogo David Wengrow del University College London, que argumentan que las ciudades igualitarias no fueron un fenómeno local. Wengrow
recuerda que los antiguos centros ceremoniales en China y Perú, por
ejemplo, eran ciudades con infraestructuras sofisticadas que existían
antes de cualquier indicio de control burocrático y que la
administración igualitaria, mediante asambleas y sin estado, podría
incluso haber caracterizado a las ciudades mesopotámicas durante sus
primeros siglos, un período que carece de evidencia arqueológica de
entierros reales, ejércitos o grandes burocracias típicas de los
primeros estados.
La importancia de todo este debate histórico y arqueológico es
su… actualidad. Nos demuestra como incluso con un grado de
desarrollo tecnológico muy primitivo, fue posible sostener sistemas
productivos complejos y no mercantilizados que ni destruían el medio
natural ni trituraban a grupos sociales enteros. Muestra que la
política puede ser la expresión organizada de la consciencia de una
comunidad humana masiva y no escindida en clases, en vez de la
batalla alrededor y contra un estado que pretende falsamente haber
estado siempre ahí y que se dice imprescindible para mantener la
producción más básica. Es decir, la Humanidad puede ser una
comunidad real, no rota por la fractura entre clases antagónicas.
Es más, no se ve por ningún lado cómo el desarrollo del
conocimiento y las capacidades productivas que nos legó el
capitalismo, contradiga lo anterior como afirman los neo-malthusianos
en todas sus versiones. Al revés, si el comunismo primitivo no es
opción hoy en día no es porque el desarrollo humano niegue la
posibilidad del comunismo, es porque este desarrollo hace posible un comunismo nuevo más allá de la escasez.
|