lunes, 2 de marzo de 2020

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL PODER

Desde hace tiempo, vengo sosteniendo que la izquierda institucionalizada (estatista) con su rendición al "realismo" capitalista y su definitivo abandono del horizonte emancipatorio viene actuando como tapón  de la contestación social, propiciando la desmovilización  social cuando accede al gobierno, habiendo instaurado así una cultura política esencialmente reaccionaria, que carece de iniciativa propia y que sólo se ve estimulada por reacción ante el monopolio de la iniciativa dejada a las derechas. De ahí que estas izquierdas utilicen el recurso al espantajo del viejo fascismo sin rigor y sin convicción, sin ver el real y nuevo fascismo que campea a su gusto en nuestras sociedades contemporáneas,  camuflado tras el parapeto de las democracias aparentes o representativas, sometidas al "realismo" de la globalización neoliberal, consiguiendo una sobresaliente contribución a la  naturalización de las estructuras del poder  totalitario -el tandem capitalismo/estado- que sustentan el orden dominante. Las izquierdas en el poder admiten la crítica de las derechas como natural, incluso les pone, pero toda crítica desde los movimientos sociales les incomoda, más aún, es acusada de colaboracionista, impidiendo así toda autocrítica y toda evolución. Así lo que tiene lugar es sólo una lucha interna, fratricida y estéril, entre las diversas facciones de la izquierda en su electoral competencia por el acceso al poder político, caricaturizado como asalto a los cielos. 
Afortunadamente, empieza a oírse la voz de algunos intelectuales-activistas, como Raúl Zibechi,  investigador y bien conocedor de los movimientos sociales europeos y americanos, que ve y expresa este fallo sistémico -más que estratégico- de las izquierdas, junto con su demoledor efecto ante la imperiosa y hasta dramática necesidad de remover y resetear el triste papel que están jugando las izquierdas, que las incapacita para abordar el alumbramiento de un nuevo paradigma realmente emancipatorio y necesariamente revolucionario. Hay que leer sus declaraciones en esta entrevista en la perspectiva del momento en que se realizó, en 2016, cuando todavía la crisis global en la que estamos inmersos era interpretada a partir de la directa relación entre capitalismo y cambio climático, no en su actual y más grave dimensión de crisis civilizatoria.  


Situación en Sudamérica,
entrevista a Raúl Zibechi, por Jacinto Ceacero
(Publicada en la revista LIBRE PENSAMIENTO, nº 88)
 

Acerca de la entrada de la izquierda política en las instituciones y su influencia en la (des)movilización social: la idea es reflexionar, a nivel internacional, sobre las relaciones de los movimientos sociales y el poder, y de forma más específica, en Sudamérica. ¿Estamos ante el final de un ciclo en Sudamérica, en Europa... en el que los movimientos sociales han servido para llevar hasta el poder a la izquierda que posteriormente se ha olvidado de ellos? ¿Ya no se rinden cuentas cuando se logra el poder? ¿Las subvenciones a los movimientos sociales condicionan su discurso...?



Presentación
Raúl Zibechi es un prolijo escritor, pensador, investigador y activista nacido en Montevideo en 1952, dedicado desde hace décadas al trabajo con los movimientos sociales en América Latina. Su activismo político y social surge desde su militancia en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER), organización vinculada al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros; prosiguiendo en la resistencia a la dictadura militar. Se exilia a Buenos Aires y posteriormente a España donde se integra en el movimiento antimilitarista contra la OTAN.
En la década de los ochenta comienza a publicar ingentemente artículos y libros, ganando el Premio José Martí de Periodismo por sus análisis del movimiento social argentino en el entorno de la insurrección de 2001.
Como investigador ha centrado su trabajo especialmente en la región andina, intentando comprender y defender los procesos organizativos de los movimientos sociales, colaborando en tareas de formación y difusión con movimientos urbanos argentinos, campesinos paraguayos, comunidades indígenas bolivianas, peruanas, mapuche y colombianas...
Posee una extensa bibliografía y a modo de ejemplo, una de sus últimas publicaciones de 2016 se titula “Latiendo Resistencia. Nuevos mundos y guerras del despojo”, editado por Zambra y Baladre con la colaboración de Libros en Acción y CGT

Contexto 
La izquierda política (más o menos radical) llegó al poder, hace ya varios años, en Sudamérica (en Brasil con Lula da Silva desde 2003; en Bolivia con Evo Morales en 2005; en Chile con Michelle Bachelet desde 2006; en Ecuador con Rafael Correa desde 2007; Pepe Mujica en Uruguay desde 2010; incluso en Venezuela con Chavez desde 1999; o en Argentina con Cristina Kirchner desde 2007...)

Jacinto Ceacero (JC): ¿Qué sucede en Sudamérica para que se produzca esta irrupción de la izquierda en el poder? ¿Cómo se explica este cambio generalizado en numerosos países?

R. Zibechi (RZ): Es la irrupción de los sectores populares urbanos y de los indígenas en el escenario político, a través de formas plebeyas de acción como los levantamientos, insurrecciones espontáneas como el propio Caracazo, que consiguieron derribar unos doce gobiernos en una década y poner en retirada a la clase política que impuso el neoliberalismo.
Esto sucedió por dos razones básicas. La agresión que sufrieron los sectores populares por las políticas del FMI fue brutal, un despojo de lo que habían construido a lo largo de década propia sino menos lavadoras, menos refrigeradores, menos acceso al agua potable y a otros servicios y, por supuesto, mucho menos empleo, como el que hubo durante el estado del bienestar. Ese robo fue respondido con furia, por eso en las insurrecciones hay saqueos y destrucción, porque se siente que todo eso es lo que a ellos les han quitado.
Lo segundo, es que los levantamientos se dan de ese modo, con algunas excepciones como el del Inti Raymi en Ecuador en 1990, organizado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE), porque el campo popular está desorganizado y sin direcciones legítimas.
Por un lado, por las propias políticas neoliberales de ajuste estructural y por otro por la cooptación del movimiento sindical y de los viejos movimientos. Entonces los sectores populares, sobre todo de las barriadas pobres, salen como pueden a enfrentar esta agresión.

JC: ¿Qué papel juegan los movimientos sociales en este ascenso de la izquierda al poder? ¿Ayudan, son su soporte, están al margen?

RZ: Si por movimientos sociales entendemos la gente común organizada, jugaron un papel muy relevante, porque fue su irrupción lo que permitió que las políticas del consenso de Washington fueran deslegitimadas.
Pero aquí se produce una situación bien interesante. Los movimientos lucharon contra el modelo neoliberal, para frenarlo, para destituirlo, pero no necesariamente para colocar a la izquierda en el gobierno. Por lo menos no fue en muchos lados el sentido común de la protesta sino una construcción posterior. En esa brecha que abrieron los movimientos, se colaron los partidos, pero en rigor ellos estaban también en la protesta, o sea intentaron reconducirla hacia la reconstitución de la gobernabilidad una vez que los neoliberales fueron derribados. Hay que tener en cuenta que en Venezuela, Ecuador, Argentina y Bolivia, los gobiernos cayeron por la acción de las masas en las calles, hundiendo buena parte del sistema de partidos. Las elecciones fueron el modo de reconstruir la gobernabilidad con líderes vinculados más o menos a las revueltas. Digo eso porque ni los Kirchner ni Correa participaron en modo alguno en las protestas, llegaron mucho después a subirse a una coyuntura que no contribuyeron a crear.
Los casos de Brasil y de Uruguay son bien distintos. El sistema político y de partidos nunca cimbró y lo que se produjo fue una lenta acumulación electoral del PT y del Frente Amplio basados en la fuerza de los sindicatos.

JC: ¿Qué evaluación podemos hacer de la experiencia de la izquierda en el poder? ¿Qué relación se establece entre los movimientos sociales y la izquierda una vez que se alcanza el poder? ¿Se han integrado los movimientos sociales, han modificado su discurso y su acción como consecuencia de subvenciones y apoyos institucionales?

RZ: Los gobiernos de izquierda no tocaron ni la estructura de la propiedad ni el modelo de acumulación que siguió centrado en la producción de materias primas (soja, minerales y petróleo) con lo que la matriz productiva se reprimarizó, perdiendo peso la industria en todos los casos. Por eso decimos que la izquierda fracasó al no poder salir de un modelo que funcionó mientras hubo altos precios de los productos de exportación y ahora que esos precios cayeron en picado, la crisis se instaló sin salidas a la vista.
Una vez que los gobiernos de izquierda se instalan, el campo popular sufre serias divisiones, ya que una parte de los movimientos se suman al proyecto gubernamental aportando sus dirigentes y hasta sus organizaciones,otra parte permanece en la oposición porque la continuidad del modelo económico los afecta. Diría que en todos los países hay un sector de los movimientos que es incondicional de los gobiernos y otro sector que se pasa a la oposición. Se rompe la unidad de acción.
En cuanto a las políticas sociales, hay dos niveles. Por un lado, son políticas muy masivas, el Programa Bolsa Familia de Brasil llega a 50 millones de personas, el 25% de la población, lo que demuestra que el modelo productivo no consigue incluir a una parte sustancial de la población. Pero esa masividad creó la ilusión de que se podía salir de la pobreza sin tocar la riqueza, y esta es la peor herencia que nos dejan los gobiernos de izquierda o progresistas, porque implica que la pobreza se supera no con la lucha sino con la capacidad de administrar bien el Estado, o sea se crea una ilusión tecnocrática entre la población. Los que reciben las subvenciones son “beneficiarios”, pero no ciudadanos con derechos, ya que un nuevo gobierno puede quitarles el beneficio.
El segundo nivel ha sido la cooptación de movimientos enteros, por la combinación de las subvenciones, como las que mencioné arriba, y la designación de dirigentes y cuadros de los movimientos en las instituciones estatales.
De ese modo, los movimientos perdieron su capacidad de acción y de crítica, lo que los deja en un lugar de gran vulnerabilidad justo cuando la crisis hace más necesaria que nunca su presencia en las calles.

JC: ¿Ha decepcionado la izquierda a los movimientos sociales?
RZ: Completamente. Porque además de no hacer cambios de fondo, estructurales, se corrompieron. Este es un punto de no retorno. ¿Cómo se recupera la credibilidad después que te corrompiste? Por eso insisten en el discurso del golpe, como en Brasil, porque es el modo de huir de un debate serio sobre qué sucedió.
Yo creo que la destitución de Dilma Rousseff es legal pero ilegítima, pero eso no impide considerar que una parte de los cuadros de dirección del PT han sido procesados por desvío de dinero, o sea por corrupción. No puedo saber si Lula es un corrupto, pero lo que puedo afirmar es que tuvo relaciones carnales con el gran empresariado brasileño, que es muy corrupto y con el cual el PT hizo alianzas a tal punto que financiaban las campañas electorales a cambio de la adjudicación de obras. Que me digan que eso es lo que hace la derecha y la socialdemocracia, no cambia nada, incluso empeora las cosas.

JC: ¿Qué papel están jugando ahora los movimientos sociales?
RZ: Creo que estamos abocados a la reconstrucción de nuevos movimientos y, en el mejor de los casos, algunos movimientos podrán reorientarse hacia una relación más autónoma con los estados. La situación es bien compleja, hay manifestaciones, algunas grandes, pero mi impresión es que son defensivas, que aún no están las condiciones para pasar a la ofensiva. La desmoralización en el campo popular es muy grande.
Pero también vemos que están naciendo nuevos grupos, como el Movimiento Pase Libre en Brasil que impulsó las manifestaciones de junio de 2013, o los Sin Techo que están teniendo un fuerte protagonismo en las ciudades.
Así en todos los sitios. Lo que es casi seguro es que los grupos que fueron cooptados por los gobiernos no van a jugar un papel importante y que el reacomodo va a demandar un tiempo antes de que se clarifiquen las cosas.

JC: Añade lo que consideres.
RZ: Sólo añadir que el progresismo generó una crisis muy fuerte del pensamiento crítico, porque subordinó incluso con jugosas rentas, a muchos intelectuales que habían jugado un papel importante en la década de 1990. Ahora el campo del pensamiento está mucho más confundido que antes, con análisis muy mentirosos que acomodan la realidad a los intereses que los escribas defienden, como acaba de suceder en Bolivia ante la crisis con los cooperativistas mineros. Hay todo un discurso que consiste en culpar de todo lo malo a la derecha y al imperio, llegando al colmo de acusar a los movimientos críticos de hacerles el juego.

No hay comentarios: