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martes, 16 de diciembre de 2025

MIRAR LA MIRADA, MANERAS DE MIRAR

 


La foto de la izquierda es una de las que están en la exposición del CAB (Museo de Arte Contemporáneo de Burgos) dedicada al fotógrafo Cristóbal Hara y que llamó especialmente  mi atención junto con la foto de la derecha.  La diferencia entre ambas imágenes no es su objeto, no son los diferentes niños o las diferentes  situaciones captadas en diferentes momentos por la mirada del fotógrafo, no, la diferencia consiste en que la de la derecha, la del niño dormido sobre el hombro de su padre,  es una foto mía y no del autor (obsérvese el detalle del reflejo de la sala en el cristal); es una foto de otra de las fotos colgadas en esa exposición. 

En estas fechas  pueden verse en el CAB, además, otras dos exposiciones de pintura: "Regard sur le regard" de Alain Urrutia y  "El color del ruido" de Virginia Rivas. Ninguna de éstas me conmovió lo más mínimo, a pesar de esforzarme en no poner resistencia. Me pasa con gran parte del arte contemporáneo, sobre todo cuando éste se empeña en epatarme a base de grandes tamaños y de obtusas abstracciones conceptuales, queriendo sorprenderme a toda costa,  como viendo en mí a ese espectador  tipo que parecen tener en su cabeza, uno más de la masa media, un individuo carente de historia y de criterio propio. 

Tengo que contar, además, que cuando entré en la sala dedicada a la exposición de Alain Urrutia titulada "Regard sur le regard" (algo así como "mirad la mirada"), allí estaba un grupo de gente joven que, por mi viejo olfato, me parecieron estudiantes de arte guiados por uno de sus profesores. Guardaron silencio al momento en que yo entraba en la sala y observé que el grupo al completo dirigía su mirada hacia mí, con cierto descaro..."mirad cómo mira la obra de arte ese señor mayor que acaba de entrar"... eso, estoy casi seguro, es lo que pienso que les decía aquel profesor mientras yo avanzaba por la sala mirando desde cierta distancia (no solo por imposición de su gran tamaño) los grandes cuadros en blanco y negro de Alain Urrutia; como por ejemplo, una inmensa cara de la momia de Nefertitis, que no sé qué demonios pinta ahí, no lo sé...como no sea que el misterio del arte contemporáneo consista en mirar la cara de pasmo que pone la gente cuando mira obras de arte como éstas...así lo pensé, incómodo, por sentirme utilizado,  a modo de performance, muy propia para una exposición titulada "mirad la mirada"...no sé, pero la verdad es que de entre mis muchas ignorancias, la que en concreto se refiere a estas formas de arte/conceptual/contemporáneo, me importa más bien poco. 

 

Otras fotografías de Cristóbal Hara, de su primera época, en blanco y negro.

 

El fotógrafo Cristóbal Hara junto a la foto de portada (el niño tamborilero) de su libro "An Imaginary Spaniard"

 

El propio CAB dice de esta exposición:  "Contar con Cristóbal Hara (Ma­drid, 1946) para la presentación de un nuevo proyecto en un centro de arte contemporáneo es, sin duda, un acontecimien­to en sí mismo. El Premio Nacional de Fotografía de 2022, uno de los auto­res más reconocidos en activo en nuestro país, y también uno de los más radicales y esquivos a la hora de ser encuadrado en cualquiera de los grupos y movimientos que han conformado la historia de la especiali­dad, comparece en el CAB con una obra que es tanto inédita y actual, como germinal y prepa­ratoria en su trayectoria".

"Si se pregunta a Cristóbal Hara qué distingue su forma de trabajar en color, responderá que quizá sea su falta de control sobre las imágenes. El patrimonio de este fotógrafo de tradición documental, Premio Nacional de Fotografía 2022, se enriquece aprovechando la intervención de la casualidad y el imprevisto. A partir del estudio de las alternativas en la construcción de imágenes, logra romper con la corrección de la composición tradicional en beneficio de la carga emocional de las obras".

En una entrevista, decía Cristóbal Hara:  

"Yo he sido siempre muy mal fotógrafo de prensa, porque me distraían las cosas formales de la fotografía, el cómo construir la imagen".                                                          (Quería ser fotoperiodista, pero su interés no era tanto por los temas como por el propio lenguaje fotográfico. El buen fotógrafo de prensa es como un perro de caza que va a cazar: va a por ello). "Pero yo me distraía: yo era el perro de caza que en vez de a buscar la pieza se distraía con el tiempo, con el sol, con la luz…El fotógrafo de prensa va a lo que tiene que ir. El bueno".

Leo en la presentación de uno de sus libros de fotografía - "An Imaginary Spaniard" (un español imaginario)- cuya portada la ocupa esa foto en color de un niño tamborilero, lo que ahí se dice de Cristóbal Hara y de su obra fotográfica: 

"¿Qué podría estar buscando la alegre mujer en medio de la multitud en ese ataúd? ¿Y qué tipo de obispo es ese con la belleza desnuda en su capa? Las fotografías de Cristóbal Hara muestran una España desconocida, lejos de las hermosas playas y los centros urbanos, llena de personas y animales completamente normales (y todas sus peculiaridades) que revelan lo extraordinario en lo ordinario. En procesiones y mercados, funerales y corridas de toros, o simplemente en la calle, Hara coloca su cámara para extraer detalles inesperados del ajetreo y el bullicio de las provincias. "Un español imaginario" contiene fotografías que hablan de alegría, tristeza, soledad y compañerismo, y crean su propio mundo de cuento de hadas a partir de una combinación de tristeza y encanto".

 

Jhon Berger junto a la portada de uno de sus libros de referencia

Jhon Berger experimentó y enseñó nuevos modos de mirar las obras de arte, en un modo de  mirada holística que confunde vida y arte. Nos ayudó a descubrir un significado oculto en la mirada cotidiana con la que contemplamos lo mismo un paisaje o una persona, que la pintura de un bodegón o un retrato. Así, en los lienzos de los grandes artistas, Berger evocaba una experiencia estética de proximidad, muy  cotidiana, acerca del misterio que rodea a la práctica del arte y a su contemplación, en una especie de  confusión perfecta con nuestra propia experiencia vital, que hace inseparable la mirada  de su objeto. En definitiva, lo que propuso J.Berger con sus "Modos de ver" es que "nunca vemos algo aisladamente, sino siempre en relación con nosotros mismos y nuestro contexto", de tal modo que estamos obligados a cuestionar toda ideología y circunstancia que pudiera condicionar nuestra percepción, tanto del arte como de la vida, como sucede con las ideologías políticas, de la publicidad, de la propiedad o del género, invitándonos a mirar las obras de arte, como a la vida, de forma más crítica y reflexiva: "nunca miramos solo una cosa; siempre miramos la relación entre las cosas y nosotros mismos". 

Respecto de la fotografía me parece muy interesante su apreciación: "la fotografía rompe el flujo continuo del tiempo, creando una relación entre el momento registrado y el momento de la mirada, alterando nuestra percepción"...ésto es lo que yo experimento al ver esas fotos en blanco y negro de Cristóbal Hara: que me veo dentro de la foto de sos dos niños que juegan al escondite y que siento los olores de esa cantina de barrio en la que un padre sostiene dormido a un niño que se parece mucho a cualquiera de los niños que fuimos. Así es como la mirada es contemporánea, con independencia del momento histórico en que el fotógrafo capturó esa imagen.

 

Vistas del exterior del Museo de Arte Contemporáneo (CAB) de Burgos

 

 

Las grandes puertas, obra de Antonio López, expuestas en la catedral de Burgos.

No puedo terminar esta entrada sin mencionar alguna de las circunstancias que envuelven lo que antecede: un hermosísimo día soleado de invierno y un edificio que me gusta más cada día que vengo a Burgos y miro su maravillosa catedral desde la terraza de este museo...por cierto, también aprovechamos la mañana para visitar otro magnífico museo que está al lado del CAB: el Museo del Retablo, ubicado en la magnífica iglesia gótica de San Esteban. 

Y al precio de 5 euros por persona, por fin pudimos ver en la Catedral, de cuerpo presente, las monumentales puertas de  la discordia, hechas en bronce y diseñadas por  Antonio López, esas que costaron 1,25 millones de euros.

sábado, 13 de diciembre de 2025

2026...¿EL AÑO DE LA GUERRA CON RUSIA?

Mark Rutte, secretario general de la OTAN, conferencia del 11-12-2025. (Foto de Michael Kappeler)
 

El pasado día 12 de diciembre, la prestigiosa revista europea "Le Grand Continent" (1) (con ediciones en francés, alemán, italiano, polaco y castellano) publicaba una traducción del discurso que pronunciara el día anterior, en Berlín, el actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en la sesión de apertura de una Conferencia de Seguridad organizada por el Estado de Baviera.

Conviene no olvidar las advertencias contenidas en ese discurso, pronunciado a mayor gloria de la OTAN y en el que junto a un críptico aviso de alarma bélica, Mark Rutte deja muy claro -por si no nos hubiéramos enterado todavía- que el actual jefe de la OTAN es un tal Donald Trump, el trastornado y peligroso presidente de los EEUU de América del Norte, el mismo que por muy poco no ha recibido el premio Nobel de la Paz de este año. 

Pues bien, este "peculiar" presidente nunca ha ocultado su coincidencia estratégica con el de la Federación Rusa, Vladimir Putin (otro que tal baila), respecto de su común interés en debilitar a la Unión Europea. Trump incluso ha anunciado su ayuda económica directa a los partidos europeos de  ultraderecha a los que denomina "partidos patrióticos", porque sabe que una próxima mayoría de gobiernos nacionales en manos de esos partidos significaría una rápida disolución de la UE (Trump no sabe que la UE es capaz de autodestruirse por sí misma, sin su ayuda).

Pero si la disolución es el destino que tanto Trump como Putin le tienen reservado a la Unión Europea, ya me diréis cómo se mastica esta alianza estratégica de ambos en un momento en el que se  negocia y ultima la paz en Ucrania, al mismo tiempo que el secretario general de la OTAN lanza una grave alarma anunciando la altísima probabilidad de un inminente ataque del ejército ruso que significaría el comienzo de una larga guerra entre Rusia y una Unión Europea defendida por una OTAN  bajo el mando de alguien -como Donald Trump- que más bien está interesado en su derrota....no, no hay quien lo entienda y, probablemente, de eso se trata.

Incluso, en otro artículo de esa misma revista (2), titulado "¿Por dónde atacará Putin a Europa?" se concreta que será por la pequeña ciudad de Zilupe, en Letonia, por donde los ejércitos de Putin tendrían más posibilidades de abrirse paso en 2026.

Lo que es bien seguro es que la gente joven ya puede hacerse a la idea de ser reclutados en 2027, si no es en 2026.

 * * *

Esta es la reproducción del mencionado discurso de Mark Rutte:

«Somos el próximo objetivo de Rusia y ya estamos en peligro»
"Buenos días, querido Johann, querido Detlef, querido Wolfgang, buenos días a todos. Gracias por esta cálida bienvenida, siempre es un placer estar en Berlín.

Hace poco más de 36 años, en una noche de noviembre que ahora es famosa, el entonces secretario general de la OTAN, Manfred Wörner, se subió a su coche y condujo toda la noche hasta Berlín. En su prisa, se olvidó de informar a su equipo en Bruselas de su destino. Manfred regresaba a su hogar en Alemania para unirse a la multitud que celebraba la caída del Muro de Berlín.

Hoy en día, una parte del muro se encuentra en la sede de la OTAN. Se trataba de una barrera destinada a retener a las personas en el interior e impedir el paso de las ideas; ahora es un monumento a la fuerza de la libertad, un recordatorio del poder de la unidad y una lección que nos enseña que debemos mantenernos fuertes, confiados y decididos. Porque las oscuras fuerzas de la opresión están de nuevo en marcha. Hoy estoy aquí para decirles cuál es la posición de la OTAN y qué debemos hacer para evitar una guerra antes de que comience.

Debemos ser muy claros sobre la amenaza: somos el próximo objetivo de Rusia y ya estamos en peligro.

Cuando asumí el cargo de secretario general de la OTAN el año pasado, advertí que lo que estaba sucediendo en Ucrania también podía suceder en los países aliados y que debíamos adoptar una mentalidad de guerra. Este año hemos tomado decisiones importantes para reforzar la OTAN. En la cumbre de La Haya, los aliados acordaron invertir el 5 % del PIB anual en defensa de aquí a 2035, aumentar la producción de defensa en toda la Alianza y seguir apoyando a Ucrania. Pero no es momento de felicitarnos.

Me temo que hay mucha gente que se duerme en sus laureles, que no siente la urgencia de la situación, que piensa que el tiempo juega a nuestro favor. No es así: hay que actuar ahora.

El gasto y la producción de equipamiento de defensa de los países aliados deben aumentar rápidamente, nuestras fuerzas armadas deben disponer de lo necesario para garantizar nuestra seguridad, y Ucrania debe disponer de lo necesario para defenderse, ahora mismo.

Nuestros gobiernos, nuestros parlamentos y nuestros ciudadanos deben estar unidos en esta lucha, para que podamos seguir protegiendo la paz, la libertad y la prosperidad, nuestras sociedades abiertas, nuestras elecciones libres y nuestra prensa libre. Todos debemos aceptar que tenemos que actuar ahora mismo para defender nuestro modo de vida.

Porque este año, Rusia se ha vuelto aún más descarada, imprudente y despiadada con la OTAN y Ucrania.

Durante la Guerra Fría, el presidente Reagan advirtió contra los «impulsos agresivos de un imperio del mal». Hoy, el presidente Putin se ha propuesto construir un nuevo imperio. Está lanzando todas sus fuerzas contra Ucrania, matando a soldados y civiles, destruyendo los refugios de la humanidad: casas, escuelas y hospitales.

Desde principios de año, Rusia ha lanzado más de 46.000 drones y misiles contra Ucrania. Probablemente produce 2.900 drones de ataque al mes, así como un número similar de señuelos destinados a distraer la atención de las defensas aéreas. En 2025, Rusia produjo alrededor de 2.000 misiles de crucero y balísticos terrestres, lo que la acerca a su pico de producción.

Mientras Putin intenta destruir Ucrania, también está devastando su propio país. Desde el inicio de la guerra en 2022, se han registrado más de 1,1 millones de víctimas rusas. Este año, Rusia ha perdido una media de 1.200 soldados al día. Piénsenlo: más de un millón de víctimas hasta la fecha y 1.200 al día, muertos o heridos, solo este año.

Putin está pagando su orgullo con la sangre de su propio pueblo: si está dispuesto a sacrificar así a los rusos de a pie, ¿qué estará dispuesto a hacernos a nosotros? En su visión distorsionada de la historia y del mundo, Putin cree que nuestra libertad amenaza su control del poder y que queremos destruir Rusia. Pero Putin se encarga muy bien de ello por sí mismo.

La economía rusa se centra ahora en la guerra, y no en la prosperidad de su pueblo. Rusia dedica casi el 40 % de su presupuesto a la agresión, y alrededor del 70 % de todas las máquinas herramienta de Rusia se utilizan en la producción militar. Los impuestos aumentan, la inflación se ha disparado y la gasolina está racionada.

El próximo eslogan de la campaña presidencial de Putin debería ser: «Make Russia Weak Again». 1 Por supuesto, no es que le molesten las elecciones libres y justas.

¿Cómo puede Putin continuar su guerra contra Ucrania?...La respuesta es sencilla: China. China es el salvavidas de Rusia. Quiere evitar que su aliado pierda en Ucrania. Sin su apoyo, Rusia no podría seguir librando esta guerra. Por ejemplo, alrededor del 80 % de los componentes electrónicos esenciales de los drones rusos y otros sistemas se fabrican en China. Cuando mueren civiles en Kiev o Járkov, la tecnología china suele estar presente en las armas que los han matado.

Tampoco olvidemos que Rusia también cuenta con Corea del Norte e Irán en su lucha contra la libertad, para obtener municiones y equipo militar. Hasta ahora, Putin solo ha desempeñado el papel de pacificador cuando le ha convenido, con el fin de ganar tiempo para continuar su guerra.

El presidente Trump quiere poner fin al derramamiento de sangre ahora mismo, y es el único que puede llevar a Putin a la mesa de negociaciones. Pongamos a prueba a Putin: veamos si realmente quiere la paz o si prefiere que continúe la masacre. Es esencial que todos sigamos presionando a Rusia y apoyando los esfuerzos sinceros para poner fin a esta guerra.

Gracias al apoyo de la OTAN, Ucrania puede ahora defenderse, estar en posición de fuerza para garantizar una paz justa y duradera, y ser capaz de disuadir cualquier agresión rusa en el futuro. Miles de millones de dólares en material militar esencial están llegando a Ucrania, procedentes de Estados Unidos y financiados por los aliados y socios.

Se trata de una potencia de fuego que solo Estados Unidos puede proporcionar; lo hacemos en el marco de una iniciativa de la OTAN denominada PURL. Desde su lanzamiento este verano, PURL ha suministrado aproximadamente el 75 % de todos los misiles destinados a las baterías Patriot de Ucrania y el 90 % de la munición utilizada en sus otros sistemas de defensa aérea.

Quiero dar las gracias a Alemania y a los demás aliados por su apoyo. El programa PURL permite a Ucrania seguir luchando y protege a su población. Espero que más aliados contribuyan a él y refuercen su apoyo a Ucrania de muchas otras maneras. Porque debemos fortalecer a Ucrania para que pueda detener el avance de Putin.

Imaginemos por un momento que Putin logra su objetivo: Ucrania bajo el yugo de la ocupación rusa, sus fuerzas presionando contra una frontera más larga con la OTAN y un riesgo considerablemente mayor de un ataque armado contra nosotros. Esto requeriría un cambio verdaderamente gigantesco en nuestra disuasión y defensa.

La OTAN tendría que aumentar considerablemente su presencia militar a lo largo de su flanco oriental, y los aliados tendrían que ir mucho más lejos y más rápido en materia de gasto y producción de defensa. En tal escenario, echaríamos de menos los tiempos en que nos parecía suficiente dedicar el 3,5 % del PIB a la defensa. Esta cifra aumentaría considerablemente y, ante esta amenaza inminente, tendríamos que actuar con rapidez. Habría presupuestos de emergencia, recortes en el gasto público, perturbaciones económicas y una presión financiera adicional.

En este escenario, serían inevitables compromisos dolorosos, pero absolutamente necesarios para proteger a nuestras poblaciones. Por lo tanto, no lo olvidemos: la seguridad de Ucrania es nuestra seguridad. Las defensas de la OTAN pueden resistir por ahora. Pero con su economía dedicada a la guerra, Rusia podría estar lista para utilizar la fuerza militar contra la OTAN en un plazo de cinco años. Ya está intensificando su campaña secreta contra nuestras sociedades.

La lista de objetivos de sabotaje de Rusia no se limita a las infraestructuras críticas, la industria de defensa y las instalaciones militares. Se han perpetrado ataques contra almacenes y centros comerciales, se han ocultado explosivos en paquetes y Polonia está investigando actualmente actos de sabotaje contra su red ferroviaria. Este año hemos sido testigos de flagrantes violaciones del espacio aéreo por parte de Rusia.

Ya se trate de drones sobre Polonia y Rumanía o de aviones de combate sobre Estonia, este tipo de incidentes ponen en peligro vidas humanas y aumentan el riesgo de escalada. Aunque a menudo pensamos en el riesgo principalmente en términos del flanco oriental, el radio de acción de Rusia no se limita a tierra firme. El Ártico y el Atlántico son vías adicionales, que nos recuerdan una vez más por qué esta Alianza es tan crucial desde hace tantos años, a ambos lados del Atlántico.

Por lo tanto, trabajamos juntos para garantizar la seguridad de todos los Aliados, en tierra, mar y aire. Hemos reforzado nuestra vigilancia, disuasión y defensa a lo largo del flanco oriental con Eastern Sentry, y seguimos protegiendo nuestras infraestructuras críticas en el mar con Baltic Sentry.

La respuesta de la OTAN a las provocaciones de Rusia ha sido tranquila, decisiva y proporcionada, pero debemos prepararnos para una nueva escalada y una nueva confrontación. Nuestro compromiso inquebrantable con el artículo 5 del Tratado, según el cual un ataque contra uno es un ataque contra todos, envía un mensaje contundente. Cualquier agresor debe saber que podemos responder con fuerza, y que lo haremos. Por eso hemos tomado decisiones cruciales en La Haya: en materia de gasto en defensa, producción y apoyo a Ucrania.

Estamos observando avances importantes. Tomemos como ejemplo la producción de municiones: la producción europea de proyectiles de artillería de 155 milímetros se ha multiplicado por seis en comparación con hace dos años. Este año visité una nueva fábrica en Alemania, en Unterlüß, que tiene previsto producir 350.000 proyectiles de artillería al año.

Alemania está modificando profundamente su enfoque de la defensa y la industria con el fin de aumentar la producción, y las inversiones que destina a sus fuerzas armadas son extraordinarias. Se han previsto alrededor de 152.000 millones de euros para defensa hasta 2029, lo que representa el 3,5 % de su PIB hasta 2029. Alemania es una potencia líder en Europa y una fuerza motriz dentro de la OTAN. El liderazgo alemán es esencial para nuestra defensa colectiva. Su compromiso de asumir la parte que le corresponde en nuestra seguridad es un ejemplo para todos los aliados.

Debemos estar preparados. Porque, ahora que el primer cuarto del siglo XXI llega a su fin, los conflictos ya no se libran a distancia: están a nuestras puertas. Rusia ha traído de vuelta la guerra a Europa y debemos prepararnos para una guerra de una magnitud comparable a la que vivieron nuestros abuelos o bisabuelos.

Imaginemos un conflicto que afecte a todos los hogares, a todos los lugares de trabajo, que provoque destrucción, movilización masiva, millones de personas desplazadas, sufrimiento por todas partes y pérdidas extremas.

Es una idea terrible. Pero si cumplimos nuestros compromisos, es una tragedia que podemos evitar. La OTAN está ahí para proteger a mil millones de personas a ambos lados del Atlántico. Nuestra misión es protegerlos a ustedes, a sus familias, a sus amigos y a su futuro. No podemos bajar la guardia, y no lo haremos. Cuento con que nuestros gobiernos cumplan sus compromisos y vayan más allá y más rápido, porque no podemos flaquear ni fracasar.

Escuchen las sirenas que suenan en toda Ucrania, vean los cadáveres que se retiran de los escombros y piensen en los ucranianos que podrían acostarse esta noche y no despertarse mañana. ¿Qué diferencia hay entre lo que les está pasando a ellos y lo que nos podría pasar a nosotros?

Solo la OTAN. Como secretario general, es mi deber decirles lo que nos espera si no actuamos más rápidamente, si no invertimos en defensa y si no seguimos apoyando a Ucrania. Sé que este mensaje es difícil de escuchar ahora que se acercan las fiestas de fin de año, cuando nuestros pensamientos se dirigen hacia la esperanza, la luz y la paz. Pero podemos sacar valor y fuerza del hecho de que estamos unidos en la OTAN, decididos y conscientes de estar en el lado correcto de la historia.

Tenemos un plan, sabemos lo que hay que hacer, así que actuemos. Debemos hacerlo. Gracias".

 

Notas:

(1) Le Grand Continent se autodefine como "una revista nueva, fundada en mayo de 2019 en París, en pleno desarrollo y construcción. Constituye el primer proyecto serio capaz de producir una revista escrita en los principales idiomas del debate europeo. A partir de marzo de 2022, el Grand Continent se redactará y publicará integralmente en español. En los próximos meses se lanzarán también ediciones en italiano, alemán y polaco. La revista es una publicación del Groupe d’études géopolitiques, un centro de investigación independiente con sede en la École normale supérieure y reconocido como de interés general". 
 
(2) Texto del artículo"¿Por dónde atacará Putin a Europa?" en este enlace:   

miércoles, 26 de noviembre de 2025

LA NACIONALIDAD DE LOS ANIMALES QUE HABLAN

 

 

Composición propia, con un fragmento de la portada del libro "La España que tanto quisimos. Cuándo y por qué se quebró el sentimiento de arraigo de los españoles", de Victor Gómez Pin.

 

Nuestra singularidad como especie humana consiste en que somos “el animal que habla”. Y la lengua que aprendemos desde el nacimiento es la transmitida por nuestros padres, sobre todo por nuestras madres, porque son ellas las que llevan el peso mayor de la crianza en los años en que el habla se aprende y se convierte en nuestro principal vínculo social. 

Pensemos lo mal que soportan los Estados modernos la existencia de lenguas  diferentes a la "oficial” o nacional del Estado -caso del catalán, del euskera y del gallego- que son vistos como potencial amenaza nacionalista, generadora de otros "estados".

Por tanto, a la altura del conocimiento y experiencia histórica que acumulan nuestras sociedades, entiendo que la nacionalidad es en esencia una relación pre-política y cultural, que depende de la lengua materna y no del "territorio estatal” de nacimiento. Al interior de cualquier Estado, la comunidad real, convivencial, es la de los hablantes de la misma lengua materna, siendo artificial e impuesta la "comunidad" política que los Estados denominan “nacional”. La primera es fija y para toda la vida, además de ampliable y compartida con quienes hablen la misma lengua materna en cualquier parte del mundo donde hayan nacido o residan. La otra, la estatal, es una comunidad artificial y coyuntural, variable, que puede perderse o ganarse en cualquiera de los avatares históricos en los que se meten los Estados: por las guerras en las que se pierden o conquistan territorios, como también por pactos de conveniencia o por matrimonios entre familias reales.

Por ejemplo, pensemos en la confusión a tal respecto, que tendrá la gente nacida en las regiones de habla rusa (Dombáss y Crimea) al interior del Estado de Ucrania, que son el  30% de la población total del estado, pero que muy probablemente en los próximos meses pasarán a ser ciudadanos de nacionalidad rusa, en virtud de los "acuerdos de paz" negociados por los presidentes Trump de EEUU y Putin de la Federación Rusa.

En todo caso, tengo muy claro que el uso predominante del concepto “nación”, como de sus derivados “nacionalismo” y “patriotismo”, es un uso forzado que hace el Estado Moderno, por su necesidad de legitimación, que para eso recurre a la idea abstracta de una “comunidad nacional”, a partir de un supuesto “pacto social” entre el individuo y el Estado, por el que queda establecida una relación de comunidad y pertenencia al Estado, que es denominada indistintamente como “nacionalidad” o “ciudadanía”. Este “pacto” es en esencia la teoría política que justifica el origen y finalidad de todo Estado, dirigida a explicar la supuesta legitimidad del poder político propiamente estatal, que necesariamente es vertical o de clase y que explica, por tanto, la formación de las sociedades estatales.

Como dijera Thomas Hobbes, en la versión más difundida del “pacto social”, éste es un acuerdo (?) o contrato (?) imaginario, para permitir la existencia de una autoridad política (del Aparato estatal) encargada de regular la convivencia y así sortear el “estado de naturaleza” que, según Hobbes, "es una guerra de todos contra todos, donde la inseguridad y el miedo a la muerte es el motor que impulsa a las personas a ceder su poder para evitar la caída en el reino de la violencia y el caos". El primer propósito de este pacto o contrato es el de crear un poder artificial  que imponga normas y garantice la paz y protección de la “nación” o “ciudadanía" perteneciente al Estado.

Téngase en cuenta que en los siglos anteriores al XVIII y remontándonos hasta el orígen milenario de los primeros Estados -hace unos 10.000 años- el concepto político de “nación” fue inexistente, porque hasta llegar a esa revolución burguesa del XVIII, el Estado no buscaba legitimidad, ni la necesitaba, porque le bastaba su Fuerza Bruta como básica "razón" de ser, integrada por los cuerpos mercenarios de policía y ejército. En esencia sigue siendo así, solo que ahora lo es disimuladamente (más o menos "democráticamente"): las denominadas “Fuerzas de Orden Público” y los Ejércitos en última instancia, como siempre, son la columna vertebral que sostiene el Aparato estatal de dominio (propiedad) sobre la población y el territorio "nacional" de cada Estado.

La idea política de “nación” y “nacionalidad” es, pues, una creación de los estados modernos que dieron en nombrar como “ciudadanía” a la categoría política de esa relación de pertenencia y sumisión de los individuos nacidos y en todo caso "contenidos" en un “territorio nacional” que, NO SE OLVIDE, es una porción de la Tierra que pertenece en calidad de "propiedad absoluta" al Estado, por encima de todas las posibles propiedades, porque todos los Estados reservan para sí el poder de expropiar cualquier propiedad, sea individual o colectiva. 

 ***

Por otra parte, asistimos a una novedad histórica trascendental, que ya está cambiando nuestra percepción del mundo, a escala individual como de especie. Consiste en el avance acelerado y arrollador de la denominada "inteligencia artificial", con las siglas IA, que cuestiona esta singularidad del ser humano como "el animal que habla". Hay teóricos que auguran un pronto reemplazo de esta singularidad a cargo de máquinas hablantes. Yo me niego a aceptar este reemplazo como inevitable y coincido en ello con el filósofo Víctor Gómez Pin cuando refuta esa tesis en su ensayo “El ser que cuenta”, en el que reivindica la singularidad humana “basada en un atributo excepcional en la escala evolutiva: el lenguaje, que le permite descifrar símbolos y hacer razonamientos abstractos”. Como explica el filósofo en ese libro, gracias a la palabra, la humana es "la especie que cuenta", que da cuenta de las cosas y, además, es consciente, se da cuenta de ello.

 

 Composición propia a partir de la ilustración que figura en la portada del libro de Víctor Gómez Pin titulado "Reducción y combate del animal que habla".

 

A pesar de que algunas entidades artificiales hayan alcanzado un sorprendente nivel de sofisticación, caso de ejemplos como AlphaFold2, un sistema que predice la estructura de las proteínas con una precisión que supera en mucho a la humana; o del artefacto denominado “Lamda” que “posee sentimientos y conciencia” según dicen algunos ingenieros, por lo que según éstos cabe plantearse si podemos considerarlo como una “persona”. Víctor Gómez Pin relativiza este fenómeno y considera que lo que hace el artefacto Lamda es en realidad “una simulación lingüística y no  una verdadera conversación racional”.

En la parte del libro que titula “La vida se hizo verbo”, el filósofo argumenta que ninguna otra criatura, animal o maquina, posee un lenguaje como el humano, capaz de articular una visión simbólica o representativa del mundo. Así dice, poéticamente a mi entender, que “cada niño que aprende a hablar repite el proceso que dio lugar a la humanidad misma”. Y que en ese trámite, “se despierta no solo la facultad de nombrar, sino también el asombro, la estética, la matemática y la conciencia de uno mismo y del universo”. Y en el capítulo “Verbo sin vida”, se pregunta si una máquina que tuviera el equivalente digital a nuestros sentidos de la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto, pudiera llegar a tener también un equivalente digital del “sentido común”, que es rasgo específico del corpóreo y orgánico individuo humano. 

Según este filósofo podría considerarse como “verdadera inteligencia” la de una máquina que llegara a superar el test de Kant: siendo capaz de explicar los fenómenos que ha previsto, demostrando sensibilidad estética y distinguiendo lo digno de lo indigno. Termina el libro dedicado a las capacidades cognitivas de las especies animales no-humanas, atendiendo a que también por ahí es cuestionada la singularidad humana, dada la cercanía evolutiva que tenemos los humanos respecto de otros animales y  reconociendo la existencia de animales y plantas que sienten y hasta piensen y se comunican, pero negando que piensen en términos abstractos. Porque, una cosa es la conciencia primaria que compartimos con los mamíferos y otra es la secundaria y exclusivamente humana, que implica capacidad reflexiva y simbólica, que no posee ningún otro mamífero, ningún  animal, ni máquina alguna.

Una idea que  también comparto, es que la ética marca otro límite que nos separa de animales y máquinas. Frente al utilitarismo y nihilismo que defiende los derechos animales a un nivel semejante al de la especie humana, Gómez Pin reivindica el imperativo kantiano que nos diferencia de los entes irracionales: “tratar a todo ser dotado de razón como un fin en sí mismo y no un medio para conseguir algo”. Esto significa que el ser humano es el único animal que puede actuar éticamente y por convicción racional. Y por si todo ésto fuera poco, nos parece imposible que la creatividad humana pueda ser replicada por otros animales o por máquinas (que, NO SE OLVIDE: no son sino obra y producto de la creatividad humana).

Llama poderosamente mi atención que el autor, aún reconociendo la capacidad de narración que pueda desarrollar la tecnología de la IA, se pregunte si ésta será capaz de narrar “una historia realmente nueva, una jamás contada”. 

En la segunda parte del libro, titulada significativamente "La vida se hizo verbo", Gómez Pin subraya la singularidad que sobre el resto de los seres vivientes otorga al hombre el lenguaje y la capacidad de descifrar símbolos. Parte de Descartes para sostener que ninguna otra entidad animal o maquinal posee algo análogo a nuestro lenguaje y no es susceptible de mediar a través de palabras su relación con el mundo como nosotros. Todo niño que comienza a hablar, indica el autor, "rehace en sí mismo el proceso que condujo a la aparición y el devenir de la humanidad y está demandando todo aquello que las palabras han posibilitado: el mundo de los símbolos; el asombro por las cosas narradas; la música, que es inherente al lenguaje, parece separarse de él y adquirir entidad propia; la fascinación por los entes matemáticos y, por supuesto, las preguntas sobre el origen, tanto del universo como de sí mismo. En este sentido, la aparición del hombre en un momento determinado de la historia evolutiva no fue un momento más, un momento entre otros momentos. Siendo un ser natural, el hombre es, sin embargo, radicalmente singular respecto de su entorno, lo cual plantea la hipótesis de que el hombre sea la unidad focal de significación del propio orden natural".

En la tercera parte del ensayo, titulada "Verbo sin vida", Gómez Pin se pregunta si nuestra especie dará  lugar a «un ser artificial dotado de la inteligencia, a la vez perceptiva y conceptual, y que además tenga esa trágica certeza de la propia finitud que acompaña a todo individuo humano.   Y es que, además de ser "el animal que habla", también somos el único animal que sabe que va a morir.

Hay teóricos de la IA que respecto del sentido común y  la intuición especulan si estamos ante un atributo exclusivamente humano. Incluso los hay que se preguntan si una máquina que llegue a tener algo equivalente-digital a la vista, al oído, al tacto, al olfato y al gusto, tendría también un equivalente digital de la intuición y del sentido común. Incluso hay quien llega a creer que tanto  la intuición como el sentido común se pueden alcanzar mediante gigantescas redes neuronales artificiales. 

Todo ésto parece demostrar que hay una frontera, de momento inexpugnable, entre el hombre, las máquinas y los animales, que es ese deseo de explicar el sentido de la existencia propia y la del mundo, un "deseo intrínseco de hacer el mundo más inteligible", como sabemos desde Aristóteles hasta el físico Max Born. Si bien, como reconoce Gómez Pin, la frontera de la ética se nos presenta más porosa cuando vemos que expertos en comportamiento animal han estudiado ejemplos de altruismo en otras especies. Sin embargo, en ese mismo libro el filósofo apunta la gran diferencia entre el animal humano y las otras especies de animales, recordando que el comportamiento propiamente humano  consiste en no instrumentalizar la razón, teniendo a ésta como causa final, lo cual se trasluce en el célebre imperativo kantiano: "jamás tratar como un medio a ser alguno en quien la razón se encarne", o sea: lo que calificamos como Ética.

Concluyo pensando que, sin duda, la IA puede imitar la creatividad humana, dada la ingente cantidad de historias, de las que una inteligencia artificial dispone y dada su pericia algorítmica para reconocer patrones y combinarlos, siendo verosímil que pueda contarnos una historia, pero tengo la misma duda que el autor del libro que me sirve de referencia, no solo acerca de la frontera de la ética, de la intuición o del sentido común, también acerca de la posible originalidad y de la "chispa estética" de la IA. Porque, cualquiera que sea la historia que pueda contar una IA, ¿podrá ser una historia jamás contada?, ¿de qué memoria puede echar mano el algoritmo, que no sea  una extraída de la experiencia humana y ya contada por "el único animal que habla"?...porque solo si la respuesta fuera positiva, una IA podría ser homologada a la humana.

 

PD: 

Y además, ¿qué decir  de esa otra singularidad humana, que es la poética o religiosa...porque, díganme, si aparte del  animal humano hay otro animal o máquina que hable  con el vacío o con las esferas celestes, o que mantenga conversaciones con estatuas de dioses, santos y vírgenes?...y también, siendo cierto que  la especie humana todavía sigue el principio animal de organización jerárquica (clasista o estatal en el caso humano), sí que es otra y extraordinaria singularidad humana ese sueño/proyecto, permanente y siempre pendiente, de querer vivir en sociedades no jerárquicas, realmente igualitarias y democráticas...¿se sabe, acaso, de algún animal o máquina que sueñe con vivir en modo de autogobierno, en comunitarias asambleas de iguales?

jueves, 13 de noviembre de 2025

REFORESTAR LA IMAGINACIÓN

 

 

Arriba: graffiti en una calle de Villangómez (Burgos). Abajo: imagen de portada del libro "Criticar el valor. Superar el capitalismo", de Anselm Jappe, Jordi Maiso y Jose Manuel Rojo

 

"Refosterar la imaginación" es el título de uno de los capítulos del libro de referencia ("Criticar el valor, superar el capitalismo", de autoría colectiva y editado en 2015 por la editora Enclave de Libros). De ese concreto capítulo es autor Anselm Jappe, especializado en pensar la categoría abstracta del trabajo asalariado, en desentrañar el misterio de cómo se produce  "valor" (el capital), en qué consiste el fetiche de la mercancía  y cómo el trabajo y la propia vida son convertidos en mercancía capitalista sin enterarnos, delante de nuestras narices.

Fuimos a Villangómez, hace unos días, por Herrera de Pisuerga, Melgar de Fernamental y Padilla de Abajo, sorteando la autovía repleta de camiones que van cargados a Francia y Alemania pasando por Burgos. Fue aparcar y encontrarnos en la pared de la primera casa un cartel con estas palabras de Roberto Bolaño, el surrealista poeta chileno, tomadas de su más celebrado libro, "Los detectives salvajes": "He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia. Mejor así.

"Para la arquitectura y la escultura los infrarrealistas partimos de dos puntos: la barricada y el lecho.  Nos anteceden las mil vanguardias, sin exagerar, descuartizadas en los años sesentas. Un individuo podrá andar mil kilómetros, pero a la larga el camino se lo come".(Extraído, sin orden, del primer manifiesto infrarrealista, de Roberto Bolaño, títulado "Déjenlo todo, nuevamente").

 

Puede que todo se deba a la casualidad, no digo que no, pero fue ayer mismo cuando en casa leí ésto de una poeta francesa, Annie le Brun (1942-2024),   también vinculada al movimiento surrealista: "La deforestación de la imaginación es tan peligrosa como la deforestación de la Amazonía". Enseguida pensé que se quedaba muy corta en esa comparación, porque a mí me parece que la deforestación de  la imaginación lo que pone en peligro es a la especie humana,  en el mismo paquete que la selva amazónica y que otras muchas especies. Completamente de acuerdo en el juicio que a ella le merecían estos acelerados tiempos, en que "la acumulación y precipitación de los acontecimientos vuelve cada vez menos discernibles los efectos de las causas".

A propósito de esta confusión y a mayores de la teoría crítica del "valor", por mi cuenta he llegado a concluir que el Capitalismo, con el Estado como escudero, tienen su principio o causa primera en el instinto bruto de Propiedad territorial y reproductiva que venimos practicando desde hace milenios, al igual que otros primates, solo que nosotros lo hacemos en modo más fino, institucional, como un "derecho". Por eso llevo ya muchos años pensando que mejor que andarnos por las ramas, habría que atacar esa primera causa, tal como sucede con cualquier enfermedad, para no pasarnos la vida tomando pastillas. Y hablando de "valor",  como dice Anselm Jappe en el mencionado libro, "no deberíamos tener más miedo  que el de caer en la esperanza de que ÉSTO se arraglará por sí solo" (las mayúsculas son cosa mía). 

Pero a lo que realmente  íbamos a Villangómez (aparte de para comer), era para ver sus graffitis mientras paseábamos por sus calles, que estaban vacías y que concluían todas en una cuesta plagada de  bodegas abandonadas. Fuimos descubriendo murales pintados sobre tapias y fachadas que ya empiezan a estar algo desconchadas y desvaídos sus colores bajo el peso del tiempo, que no respeta su modernidad (sobrevenida, eso sí).  La infrarrealidad del momento consiste en que a esas horas no nos cruzamos con nadie, niños o ancianos, nadie, ni siquiera un perro. Todos habían desaparecido y solo nos topamos con un silencio otoñal a la vuelta de cada esquina, roto solo por ese aire tan de Burgos, que llega corriendo a su bola por los páramos provinciales y allí se queda, tan fresco.

 

Dos de los mejores graffitis de Villangómez y fotos de los dos poetas surrealistas aquí citados:  Annie le Brun y Roberto Bolaño.

 

A partir de su amistad con André Bretón, Annie Le Brun formó parte del movimiento surrealista de 1963 a 1969, año en que este grupo se autodisolvió. Por entonces comenzó  la época de su crítica al neofeminismo: moralismo y necedad que, lejos de ser inherentes a la palabra femenina, surgen cuando se quiere cargar toda la criminalidad sobre el otro sexo [...] Es lamentable escuchar hoy en todas partes, como si fuese un hecho establecido, que no hay mujeres voyeuristas, que no hay mujeres sádicas, y sobre todo, ya que es el ABC de la ceguera neofeminista, que la mirada es una función fálica".

Sorprende la viveza de colores de un graffiti dedicado a una señora mayor con gafas que pela un pollo; sorprende su exagerado y aumentado realismo, pintado a brocha y spray sobre la fachada de una nave agrícola que guarda un tractor y todo tipo de trastos, sin duda, tal como la vida misma, habas contadas, eso es lo que imagino que habrá ahi adentro de ese graffiti en esa nave.

Mientras hacía las fotos, me vino a la cabeza que nada tienen que ver esos colores vivos  del graffiti con el "vantablack", el color concebido para uso militar  (que fuera patentado por la empresa Surrey NanoSystems), cuya particularidad consiste en que absorbe la luz en más del 99 %.  La luz  que nos encontramos por Villangómez era otoñal como el aire,  y decadente como tirando a sepia, si bien, la mayor parte de los graffitis todavía lucían su color original. El  vantablack es el color negro más negro de todos, y es de propiedad privada. Se obtiene a partir de nanotubos de carbono, que son tres mil quinientas veces más finos que un cabello humano. Todo eso le permite abolir las formas y borrar los contornos hasta hacer invisible cada objeto que recubre. Técnicamente, tiene su explicación en que "el ojo humano no entiende lo que está viendo". Eso sí que es realidad aumentada y no  la escena del pollo muerto que pela la señora mayor con gafas...¡nanotubos, qué exageración, algo tres mil quinientas veces más fino que un cabello...y mira tú para lo que sirve, solo para engañar al ojo humano!

En la realidad-realidad, dicha exageración supera en mucho  a la descrita por Roberto Bolaño en su manifiesto infrarrealista:  

"Las galaxias del amor están apareciendo en la palma de nuestras manos. 

Poetas, suéltense las trenzas (si tienen). 

Quemen sus porquerías y empiecen a amar hasta que lleguen a los poemas incalculables. 

No queremos pinturas cinéticas, sino enormes atardeceres cinéticos. 

Caballos corriendo a 500 kilómetros por hora. 

Ardillas de fuego saltando por árboles (también) de fuego...

Ok, déjenlo todo, nuevamente láncense a los caminos". 

Precisamente "Del exceso de realidad" trataba una de las últimas reflexiones de Annie le Brun. Y lo que allí dijo se está cumpliendo a pies juntillas,  da igual el asunto del que se trate, si de transgénicos o de erotismo, de bioética o literatura, de democracia  o de degeneración del lenguaje, da igual porque todo se enreda promiscuamente, la velocidad con el tocino, en una exitosa estrategia sin precedente histórico, dirigida a lograr una uniforme globalización de lo humano más primario,  ese simpensamiento propio de la vida nuda,   que solo tiene sitio para la sumisión cívica o la oposición subvencionada, ninguno para una mínima disidencia o rebeldía. 

Percibiendo que la realidad está toda ella enfocada hacia el despojo sistémico de la imaginación, Annie le Brun invitaba, antes de morir,   a la resistencia y al retorno de la pasión como único camino para salir del laberinto insulso, homogéneo y   cutre de esta moderna ilustración oscura en que nos ha tocado vivir. Arte y ciencia de la ocultación y el engaño, como el vantablack, sofisticada tecnología de infoxicación narcótica que borra los contornos, que tiende a lo homogéneo y eternamente igual a sí mismo.

La prueba más básica de esa carencia de imaginación está en la arquitectura homogénea que se practica en estos últimos siglos de modernidad capitalista a partir del ideal de vivienda burguesa (casita de campo con jardín) con la que sueñan  los proletarios  unidos del mundo, ese 99%,  todos hartos de vivir  confinados en bloques de modernos pisitos de alquileres imposibles de pagar con solo dos sueldos. Ay, esa proletaria añoranza del Estado  patriarcal, socialdemócrata o fascista, con sus bloques sindicales y sus baratas "casitas del barrio alto", ay, con su economato, su capilla y hasta su cine propio. Y qué decir de esas casonas viejas del pueblo, de anchos muros de piedra con escudo familiar de encargo, con su propio jardín y su conexión wifi, las situadas en primera línea rural, casi enmedio del campo...esas casas con las que sueñan los últimos urbanitas de clase media con estudios, los que todavía sobreviven en los cascos viejos de un mundo metropolitano a extinguir, gentrificado. 

El futuro de Villangómez, como del resto de pueblos de Burgos o de Palencia, ya se sabe: aquí acabarán por vivir solo  gente solitaria y pudiente sin hijos, solo amantes de lo verde, del arte y del campo verde, del dinero virtual y verde, amantes de las mascotas verdes y de la cultura verde,  viajeros de lo verde, desencantados exturistas verdes que se desplazarán solo en bicicletas, patinetes, coches y aviones todos eléctricos y verdes. A ellos pertenece el próximo futuro feudal.

Por eso, durante los fines de semana sus parientes más verdes, juveniles y emprendedores, están graffitando todas las tapias y casas  de muchos pueblos, preparando ese próximo futuro medieval de la especie, no solo en Burgos o Palencia. Y, como muestra, ¡hay que ver qué bonitos  están quedando esos páramos burgaleses y palentinos repletos de magníficos molinillos verdes,  con sus tres aspas  refulgentes, cada una tan grande como un campo de fútbol... o esos campos sembrados antes solo de alfalfas y  trigos, y ahora por fin con todas sus hectáreas rebosantes de plantas industriales productoras de limpias energías verdes y macrogranjas de cerdos por fin rentables, no como aquellas lúgubres alfalfas  y aquellos tristes  trigos  que justo daban solo para comer, apenas para pagar el tractor al Banco y poco más. 


Tres de los mejores graffitis del M.A.R.(museo de arte rural) de Villangómez

 

Desde la infancia hemos sido acostumbradas a creer que trabajar y consumir son los únicos modos de existencia posible, por eso que la crisis que vivimos tenga un nivel muy profundo,  existencial y propiamente antropológico, muy difícil de definir porque básicamente es una crisis de imaginación, una incapacidad absoluta para pensar otras posibles formas de vida. En uno de esos textos surrealistas se dice que vivimos como encerrados en una çárcel incendiada y no tuviéramos la llave de la celda en la que estamos confinados...y que la sociedad capitalista parece hoy un gato que ha trepado muy alto, que se asusta y que por eso  sigue trepando más alto, sin parar. 

No es cierto el dicho de que "nada nuevo hay bajo el sol", baste un ejemplo: la huelga ya no sirve,  cuando cada vez más humanos son declarados sobrantes por el sistema productivo y el mercado, de ésto no hay precedente en la historia. De ahora en adelante, si logras no ser eliminado mediante guerra o pandemia,  solo puedes esperar a sobrevivir precariamente, con toda tu esperanza depositada en la  renta universal básica que promete el Estado en su fase terminal-postcapitalista.

Partiendo de una cantidad inicial de "valor"o capital, todo consiste en transformarla en una suma mayor, en más dinero, no hay más, esa es toda la lógica del capitalismo, su extraordinaria simpleza. Da igual producir bombas que bolígrafos, y si producir bolígrafos no genera suficiente dinero, sin más consideración se abandona  esa inversión y se pasa a producir cualquier otra cosa que resulte más rentable, armas nucleares o macrogranjas de cerdos, por ejemplo. Toda la espectacularidad y complejidad tecnológica del capitalismo está empleada en ocultar la extremada simpleza del sistema. Su éxito popular tiene explicación en ese ingenioso arte del engaño del ojo humano, que no entiende lo que ve.

La verdad es que la comida estaba fría como el día,  que fue normalita como viene siendo habitual entresemana en todas partes, cuando la despensa es escasa y el menú acostumbra a ser más barato, con destino a ocasionales turistas, jubilados o  en el Paro. Ahora, ya de vuelta a casa,  empiezo a explicarme por qué decía  mi abuela Rosa, con tanta insistencia, aquello de "a la vejez viruelas". Recuerdo que lo decía con el sentido de "a destiempo" cada vez que sentía sus ochenta años pesando sobre el genio natural de su cuerpo menudo, al que debía su mote de "Generala". Por entonces hubo una industria farmacéutica que transformó ese dicho popular en eslogan publicitario, cambiando viruelas por pastillas. 


PD.: Lo dicho, que  vimos algunos graffitis muy buenos, encontramos la realidad un tanto exagerada, la comida estaba  fría y por las calles vacías no andaban ni los perros. No me cabe duda: de ser posible otro mundo, necesariamente tiene que estar en éste, aquí, por estos coloridos pueblos paramiegos de Burgos y Palencia.

jueves, 6 de noviembre de 2025

UNA INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA SIMIOS IDIOTAS Y AUTÓMATAS


“No corresponde que ciertos ingenieros desconectados de la realidad tengan la llave del destino de   la humanidad y que, encima, entren caminando por una alfombra roja” .                                           (Eric Sadin, sobre la IA, en la Feria del Libro de Buenos Aires, 2023).

¡Qué menos que  una mínima ilustración radical, a modo de humanismo general básico...y qué menos que una mínima democracia! (Antón Dké, 2025)

 

Primero fue sustituido el pensamiento reflexivo por el periodismo de twits o titulares, que  sirviera de precedente inspirador de las redes sociales, las que a su vez trajeron el metaverso y la IA. Nos dimos cuenta de las cosas cuando ya era tarde, por eso que ahora estemos forzados a intentar captar y entender el engendro de la IA que se nos viene encima. 

Acabo de preguntarle a la IA de quien es esta frase (yo sé que es de Eric Sadin) (1): “En el momento en el que las tecnologías dotadas de capacidad de habla se consolidaron y todos nos acostumbramos a que nos hable un o una asistente con una voz humana y agradable, resultó un sistema de consulta y conversación del que esperamos la verdad". Y la IA me responde ésto: "El autor de esa frase es Pedro García Cuartango. La cita proviene de un artículo de opinión titulado "Dios no ha muerto" publicado en el diario ABC". Busco y leo ese artículo y compruebo que ni la frase es de ese periodista, como que su artículo nada tiene que ver con mi pregunta ni sobre la IA. Deduzco por eso que esa  respuesta artificial es  menos inteligente que un diálogo entre besugos, algo así como cuando mi abuela Rosa me decía: "anda, manguán (2), no me mezcles la velocidad con el tocino". 

Entre quienes investigan las relaciones entre tecnología y sociedad, me interesa Eric Sadin, el filósofo francés que ha trazado en sus libros un diagnóstico -que yo comparto-  a partir del impacto que los artefactos tecnológicos producen en las actuales masas de homo sapiens, mi especie, que es la  mayoritaria (con cerca de 8.500 millones de individuos en la actualidad) entre los simios pertenecientes a la familia "hominidae", que incluye a orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos.  

Ya en 2011, un joven  filósofo francés, Eric Sadin, con solo 38 años de edad publicaba "La sociedad de la anticipación. La Web Precognitiva o la ruptura antropológica", mientras por estos lares mucha gente, y yo mismo, andábamos enzarzados en las asambleas del 15M. Era, ciertamente una anticipación de toda su obra posterior dedicada a la  cuestión tecnológica y la IA.  En ese libro reflexionaba sobre la dimensión antropologica y supuestamente fundamental y consustancial, que hace de la vida humana algo indeterminado, impredecible y azaroso, "que se está desvaneciendo gradualmente en favor de modos de existencia discretamente administrados y gobernados por robots dotados de inteligencia adivinatoria". A comienzos del siglo XXI, ya nos dominaba un deseo prometeico de querer anticipar el curso de las cosas con la mayor precisión posible.  La Sociedad de la Anticipación analizaba el surgimiento de una socialidad dotada de poderes técnicos que producen vértigo, buscando asegurar y optimizar el dominio, "ahora posible", sobre el futuro, modificando gradualmente nuestras relaciones históricas con el resto de humanos (los otros), además de con el tiempo y el espacio.

A ello dedica Eric Sadin todo su pensamiento y todas sus publicaciones: "Supervisión global. Encuesta sobre las nuevas formas de control (2009), La sociedad de la anticipación (2011), La humanidad aumentada (2013), La vida algorítmica (2015), La silicolonización del mundo (2016), La inteligencia artificial o el desafío del siglo (2018) y La era del individuo tirano (2022).

"El abandono de nosotros mismos" es su último libro, recién publicado con el subtítulo de "El punto de inflexión intelectual y creativo de la inteligencia artificial", editado por l'Echappée, que lo presenta como "un análisis meticuloso y crítico de las características de la IA generativa, así como de la ruptura antropológica que supone" 

Según Eric Sadin, las consecuencias sociales, culturales y civilizatorias que ésto acarreará son fundamentalmente estas tres: 

-"Primero, las tecnologías que generan un pseudolenguaje —matematizado, estadístico y estandarizado— están al alcance de todos, destinadas a convertirse en hegemónicas.

-Segundo, ya no conoceremos la naturaleza ni el origen de una imagen. Surge una era de indistinción generalizada, plagada de numerosos peligros a medida que crecen el resentimiento y la desconfianza.  

-Tercero, los dispositivos realizarán un número cada vez mayor de tareas cognitivamente exigentes, con mayor rapidez y, supuestamente, con mayor eficiencia que nosotros. Como resultado, un cambio radical azotará los sectores de servicios y cultura". 

Yo también tengo muy claro que vivimos un momento de extrema gravedad, mientras estamos siendo pasivos espectadores de cómo nuestro mundo y modos de vida son automatizados a toda prisa (téngase en cuenta que el chat GPT fue presentado hace solo 3 años (2022). Por supuesto que nada tiene que ver la IA con proyectos mínimamente democráticos y sociales, sino que más bien es el resultado de una concreta visión ideológica (transhumanista) de unos cuantos ingenieros,  junto a la ambición capitalista de las multinacionales que integran el actual imperio tecnológico. 

Este libro de Eric Sadin me parece a mí que es toda una defensa cuasiagónica de las facultades propiamente humanas,  además de una advertencia cargada de razones ante el riesgo cierto que corremos, de pertenecer -en apenas una década- a una humanidad  que el autor  califica como "ausente de sí misma".

A la espera de poder leerlo pronto en lengua castellana, he repasado algunas de las muchas reseñas en francés que están apareciendo estos días en los que se suceden las presentaciones del libro. Por ejemplo, Elea Cauvin, en Le Fígaro del 30 de octubre de 2025 dice: "La AI nos esclavizará, el manifiesto profético de Eric Sadin: ante el fundamentalismo de la IA, el autor nos invita a levantarnos para salvar los escombros del alma que sobrevive en nosotros".
 

Imagen que ilustra el artículo de referencia (revista digital Mare Nostrum)

Y en especial, me ha parecido interesante esta reseña de Mare Nostrum (3): "Inteligencia artificial: hacia la desaparición programada de los humanos: ¿Y si la revolución tecnológica enmascarara una disolución silenciosa, una desertificación lenta e inexorable de nuestro ser interior? 

Del libro de Eric Sadin se dice en esa reseña que  "es un acto político, más que un ensayo:  una disección de la humanidad en proceso de desintegración. Oscilando entre una alegoría inaugural, una crítica radical de las nuevas estructuras de poder y un diagnóstico antropológico de nuestra desvitalización, la obra teje un hilo narrativo implacable, el de la deliberada eliminación del lenguaje humano".

A mí lo que más me interesa del libro es su relevancia política, la de un pensamiento crítico en el que  Éric Sadin ofrece un mapa preciso de nuestra propia desposesión, en el sentido que yo acostumbro a decir:  a escala individual y de especie.

En esa misma reseña,  se dice también que el autor "revela los mecanismos ocultos del fundamentalismo digital. En lugar de lamentar los síntomas, Éric Sadin examina la estructura misma del problema. Su libro comienza con la parábola del ruiseñor, ese virtuoso del canto que, seducido por autómatas que producen melodías sin esfuerzo, elige la comodidad en lugar del arte. Este prólogo al drama revela la matriz de nuestra servidumbre voluntaria, esa preferencia por la pasividad que impregna toda la crítica del filósofo".

En ese texto se añade que el núcleo del discurso fundamentalista de la IA, es desmantelado por Eric Sadin mediante un formidable análisis, en el que éste identifica los cinco pilares que sustentan esta nueva religión secular:

"-Primero, líderes políticos fascinados, que actúan como fervientes promotores de un poder que los supera y al que financian con miles de millones de dólares.  

-Segundo, un «mundo interno» —ingenieros, investigadores, emprendedores— que, fingiendo preocupación por los posibles riesgos mediante discursos sobre «ética», aceleran implacablemente el proceso. 

-Tercero, los economistas, los nuevos teólogos del crecimiento, para quienes la automatización es un destino inevitable y deseable. 

-Cuarto, los comités y organismos oficiales, los garantes morales del sistema, cuyos estrechos vínculos con los actores de la industria tecnológica constituyen un conflicto de intereses sistémico. 

-Finalmente, los medios de comunicación, que, por fascinación o falta de distanciamiento crítico, transmiten incansablemente las declaraciones de quienes ostentan el poder. A estos cinco pilares, Éric Sadin añade un sexto, invisible y quizá el más poderoso de todos: "la gran ilusión de la regulación". La regulación, explica, se limita a avalar la lógica que pretende controlar, razonando dentro del marco utilitarista de la relación beneficio/riesgo, sin abordar jamás la cuestión fundamental de la ruptura antropológica y  civilizatoria".

El habla humana fue reemplazada por cálculos de probabilidad estadística: En el centro de este proceso se encuentra un actor clave: el lenguaje. Éric Sadin acuñó el concepto de «tanatólogo» para designar este lenguaje muerto, este pseudoverbo de las inteligencias artificiales generativas. No se trata de una herramienta nueva, sino de un «antilenguaje» basado no en la intencionalidad, la ambigüedad o la singularidad del sujeto, sino en la correlación estadística y la probabilidad. Este lenguaje de conformidad, que tiende a reproducir lo ya dicho, empobrece nuestra comprensión y sofoca el pensamiento.

Creencia excesiva y estupidez generalizada: el caos político que se avecina. La consecuencia de esta doble desposesión —del poder político y del lenguaje— es una profunda transformación antropológica que Éric Sadin denomina «anhumanidad» . No se trata del fin de la humanidad en el sentido poshumanista, sino del advenimiento de una humanidad vacía de sustancia, desvitalizada. Es el retrato de seres retraídos, espectadores de su propia existencia, satisfechos con su pasividad asistida.

Esta atrofia de la acción individual tiene consecuencias políticas devastadoras. Éric Sadin muestra cómo la destrucción de los puntos de referencia compartidos y la atomización de los individuos en sus burbujas de certeza crean un terreno fértil para un nuevo tipo de violencia. Lejos de la guerra convencional, se trata de una «guerra de estupideces colectivas», una guerra de dogmas y creencias excesivas, donde la imposibilidad de diálogo conduce a la negación del otro. La crítica a la violencia política que emerge es sutil y poderosa, y nos recuerda que la erosión de los controles y equilibrios (la prensa, el poder judicial, el conocimiento crítico), amenazados por esta ola, deja el campo abierto a todas las formas de autoritarismo. El estilo de Éric Sadin, a menudo polémico y profético, es en sí mismo un arma. Frente a la prosa neutral y desvinculada de la tecnocracia, opone un estilo visceral y comprometido, donde cada frase es una declaración de opinión. No solo describe, sino que recalca su punto de vista con vehemencia. Su retórica del colapso es una estrategia para despertar conciencias anestesiadas.

Quienes afirman -como se dice de otras muchas tecnologías- que el problema no reside en la herramienta en sí, sino en cómo la utilizamos los humanos, incurren en una grave y pésima interpretación. No ven que no es una  herramienta neutral, sino  un sistema diseñado, financiado y desplegado por un complejo tecnocapitalista con su propia agenda, que consiste en automatizar oficios y profesiones, capturando toda la atención para moldear el comportamiento y, en última instancia, desmantelar toda posibilidad de reflexión y deliberación. 

A estas alturas, preguntarse si la máquina «piensa» es una posición superficial que desvía la atención de las preguntas esenciales:  ¿quién se beneficia de éste sistema y qué tipo de mundo produce?. No hacerlo demuestra que no hemos comprendido ni la naturaleza sistémica, ni las implicaciones políticas del fenómeno.

Así se concluye en esa reseña del libro que "a  diferencia de una filosofía que prefiere ofrecer diagnósticos elegantes del paciente sin llegar a operarlo, la obra de Éric Sadin es un acto quirúrgico. No adormece el dolor, lo revela; no comenta la gangrena, la disecciona. Un manual de supervivencia para una sociedad en peligro".

 

 Epílogo

A la espera de una próxima lectura  en castellano de este ultimo libro de Eric Sadin, presiento que, aún estando muy de acuerdo en el análisis, echaré de menos, otra vez más,  un pensamiento estratégico que plantee y arriesgue una propuesta política, además de filosófica y moral,  un llamamiento a la acción que sirva para evitar el estado de melancolía que nos queda después de la crítica, para que el deseo de rebelión pueda prender, como proyecto político integral, antes de que el proceso histórico sea definitivamente irreversible. 

Insistiré una vez más que esa reversión será imposible sin antes entender que el núcleo del Sistema que criticamos no está solo enfrente, en la clase dominante, sino que nos habita como especie. No es posible mientras no abordemos la revolución necesaria como un proceso permanente de "evolución perfectiva", que ahora permanece atascado -desde el Neolítico-, cuando comenzamos a instituir  nuestras sociedades a partir de  nuestros instintos animales más primarios, empleando como "principios políticos" los instintos de jerarquía y propiedad: social, sexual y territorial.

Siempre seremos simios, no cabe duda, porque esa es la naturaleza original de nuestra especie "homo", pero digo yo que cabe esperar una mayor inteligencia "natural", antes que esa artificial (IA) preparada para perpetuar nuestra animalidad más primaria, enfocada en "perfeccionar" el mismo sistema de dominio sobre la especie y el planeta, todo un sofisticado y radical "cambio" que no cambia, sino que perpetúa el mismo Sistema institucional de origen neolítico: el de la Propiedad (territorial y reproductiva), culminante en un Estado crónico de división identitaria, según sexo, raza y clase...y eso, desde hace  no menos de diez milenios.

Lo que la IA viene a perfeccionar es el Sistema de dominación, haciendo del simio común un perfecto "idiota", en el sentido griego de este calificativo, un individuo perfectamente apolítico, desinteresado por lo público y comunitario, alguien perfectamente anónimo y sumiso,  como un autómata de cuerda, del siglo XVIII, o  como un autómata ciborg (4) del siglo 21.

En lo que no voy a estar de acuerdo con Eric Sadin, seguro, es en su afirmación de que "la IA modificará la naturaleza del ser humano" (5). No, porque yo pienso que la tecnología de la IA no es "mala e irreversible por sí", como tecnología, sino por su carga ideológica, continuista del sistema propìetario y jerárquico de dominación que ha marcado la historia humana y frenado su evolución  en los últimos siglos. Podríamos desarrollar una tecnología similar con principios radicalmente opuestos. 

Lo que yo pienso es que, de no cambiar los "principios" constituyentes de  nuestra relación con la sociedad y la  naturaleza, ésta seguirá siendo la propia de un simio escasamente evolucionado, detenido en el Neolítico. Lo que hará la IA del Sistema estatal/capitalista, si antes no lo impedimos, es desactivar toda posibilidad de "inteligencia-social-integral", ecológica y política, toda posibilidad de pensamiento propio y de futuro, de vidas autónomas y de organización comunal de nuestras sociedades en modo de autogobierno en asambleas convivenciales de iguales, o sea: el viejo proyecto humano de "dignidad y democracia real". 

Solo el olvido de ese proyecto es lo que devendrá en un abandono de nosotros mismos y en la definitiva domesticación de nuestra especie.

Notas:

(1) Eric Sadin: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89ric_Sadin

Su web: http://ericsadin.org/

(2) Manguán, en el Diccionario General de la Lengua Asturiana:  torpe, desmañado, holgazán, negligente, descuidado, desocupado, poco útil para el trabajo, que no pone atención en lo que hace, sin oficio, que no trabaja, pelitrique, con poco juicio, sin responsabilidad, sinvergüenza, mangante, golfo, pendenciero, pusilánime, apocado. Ejemplos: 1. El mui manguán nun fixo nada en tol día. 2.Labraor gordu o ta malu o ye un manguán. 

(3) Mare Nostrum, revista digital que publicó el artículo "Inteligencia artificial: hacia la desaparición programada de los humanos".

(4) El término "Cíborg", según la propia IA, "es  acrónimo del inglés Cybernetic Organism y se puede referir a personas con implantes médicos, como un marcapasos, como a ficciones que fusionan la biología con la tecnología avanzada para crear superhumanos".

(5) Esta afirmación la hizo Éric Sadin durante la primera jornada del Evento Tendencias, organizado en 2024 por El País en el Teatro Real del Retiro (Madrid).