El
tiempo de los monstruos donde
el abismo se repuebla. “Las
cosas que la gente no tiene ganas de escuchar, que no quiere ver aún
cuando estén bien a la vista son, entre otras, las siguientes:
primero, que todos los perfeccionamientos técnicos que han
simplificado la vida hasta eliminar de ella casi todo lo realmente
vivo, fomentan algo que ya no es una civilización; segundo, que la
barbarie surge, como algo natural, de esta vida simplificada,
mecanizada y sin espíritu; y, tercero, que, de todos los resultados
terribles de esta experiencia de deshumanización a la que la gente
se ha prestado de buen grado, el más aterrador de todos es el de su
descendencia, ya que este es el que, en resumidas cuentas, ratifica
todos los demás. Por ello, cuando el ciudadano−ecologista se
atreve a plantear la cuestión que cree más molesta preguntando:
«¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos? en realidad, está
evitando plantear otra realmente inquietante: «¿A qué hijos vamos
a dejar el mundo?”
Esto
se decía en el prólogo a la publicación en castellano (Editorial
Pepitas de Calabaza, 2016) del libro de Jaime Semprún “El abismo
se repuebla”, publicado por primera vez en Francia en 1997 por la
editorial Encyclopédie des Nuisances.
***
Lunes,
6 de octubre de 2025, Un
cuerno de carnero resuena en la gran sala de conciertos del Movistar
Arena de Buenos Aires, el
concierto va a empezar...¡viva la libertad, carajo!. Se
sabe que vivimos en tiempos en que la
libertad es
proporcional
a la propiedad y
a la cuenta corriente y que, aunque solo sea por eso, las
masas proletarias
se están haciendo libertarias,
siguiendo
a ciegas a los líderes más ricos:
porque
adoran,
como
ellos, esa fuente de libertad que es la propiedad y el consumo.
Estamos en ese interregno de
incivilización, en
“el
tiempo de los monstruos”
que
diría Gramsci.
Son
las 20:30 y la puesta en escena no es muy sutil que digamos, a base
de imágenes generadas mediante
inteligencia artificial y proyectadas en pantallas gigantes:
edificios que se derrumban, una explosión nuclear y un gran fuego
que lo arrasa todo. Y ante ese fondo
espectacular,
más de quince mil personas gritan de excitación y alegría...¡hola
a todos!, el presidente de la República Argentina grita y canta en
ese inmenso escenario:
“yo
soy el León, rugió
la bestia en medio de la avenida, corrió la casta, sin entender,
Panic Show a plena luz del día, por favor no huyas de mí, yo soy el
rey de un mundo perdido, te devoraré, soy el rey, toda la casta es
de mi apetito...el concierto puede comenzar, ¡viva la libertad,
carajo!”
***
En
el verano de 1930, Antonio Gramsci dijo esta frase: “La
crisis consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no
puede nacer y en ese interregno
se verifican los más variados fenómenos morbosos”. Por
entonces, Gramsci estaba convencido de que tras la Gran Guerra se
estaba produciendo una profunda transformación, el aparato
hegemónico ha entrado en una crisis
orgánica y radical al perder su consenso...dejó de ser “dirigente”
y ya solo es “dominante”, detentador de un poder coercitivo
puro...las masas se han desprendido de sus ideologías tradicionales,
nadie cree en lo que antes se creía y la situación amenaza
con derrumbarse porque el campo queda abierto a “soluciones por la
fuerza” y a la actividad de poderes oscuros, representados por
personajes providenciales y carismáticos, como lo fueron
en su día Mussolini
o Hitler y
que ahora constituyen un grupo mucho más amplio,
que sigue creciendo:
Donald Trump, Vladimir Putin, Javier Milei, Nicolás Maduro, Benjamín
Netanyahu, Viktor Orbán, Xi Jinping o Kim Jong-Un….
Como
dice Nathan Sperber (y yo estoy de acuerdo): "todos estos personajes
han hecho contemporáneo al Antonio Gramsci que afirmaba que cuando
la crisis no encuentra la solución orgánica (la
fusión de una clase bajo una única dirección para resolver un
problema dominante y existencial), sino la de un personaje
providencial, ello significa que existe un equilibrio estático en el que ni la clase conservadora ni la progresista tienen fuerza
suficiente para vencer”.
Pero
también significa, según creo, que en esos interregnos, la
desorientación de ambas clases les lleva a necesitar y buscar a
ese
líder providencial y carismático que
viene a ocupar el vacío provocado por el descrédito de las
instituciones burguesas, tanto conservadoras como progresistas. Es la salida
que Gramsci llamaba “cesarismo”.
La
grotesca puesta en escena del concierto de Milei refleja muy bien "el secreto” de esta época nuestra, este amor por la fuerza
libertaria de la propiedad,
por
la
destrucción y la oscuridad...¿por
qué será que tengamos esta época poblada de figuras tan extrañas,
de dónde vendrá esta perversión?...leo en un artículo de la revista Le Grand
Continent que en medio del concierto, Javier Milei le dijo al
público:
“hagan
luz con los celulares, a ver cómo se ve”.
Se dice que el nuevo
cesarismo lleva la marca de la disrupción o distopía digital,
representada por una especie de Golpe de Estado diseñado y
perpetrado desde Silicon Valley, una revolución digital que todo
lo
irradia, a
la vez que lo embarulla a favor del pescador más lenguaraz.
Pero, ¿por
qué Donald Trump es imbatible en este momento?
A
esta pregunta intentaba responder el filósofo Antonio Marina en un
escrito publicado en noviembre de 2024, a partir de dar por sentada
tal premisa de imbatibilidad.
Pienso que Donald
Trump es más irracional y antiilustrado que fascista. Es
alguien que puede hablar en defensa de la democracia y maldecirla al
poco rato como fuente de todos los males; y puede forzar al mundo a
una carrera armamentística irracional y recibir al tiempo (quizá en
2026) el Premio Nobel de la Paz. Para
entender lo irracional del personaje hay
que leer el radical pensamiento antiilustrado de sus actuales
mentores filosóficos y estratégicos, ese trío que forman Peter Thiel (el empresario
alemán cofundador de Pay Pal junto
con
Elon Musk), Curtis Yarvin (el bloguero de extrema derecha, el antisistema teórico de la "monarquía corporativa") y
Nick Land (el
filósofo ciberpunk precursor del aceleracionismo y principal
referente ideológico del movimiento neorreaccionario).
Los
argumentos poco
valen para estos personajes, para quienes lo que prima sobre todo es el poder.
Su
recomendación al individuo-masa al que se dirigen, viene a decir algo como
ésto: “si
quieres que tu verdad se imponga, no confíes en las razones, que no
valen para nada, mejor
¡dedícate a conseguir el poder!”. En este sentido, Hannah Arendt
señalaba en su libro “Orígenes del totalitarismo” que “el
sujeto ideal de la dominación totalitaria no es el nazi convencido,
ni el comunista fervoroso, sino la gente para la que la distinción
entre realidad y ficción, entre verdadero y falso, no existe”.
Pues
bien, aunque yo tenga mi propio diagnóstico, básicamente
estoy
muy
de
acuerdo con la tesis de
Antonio
Marina
al respecto:
“Trump
ha vencido abrumadoramente en el combate de las ideas, y seguirá
haciéndolo mientras nadie sea capaz de enfrentarse a él en ese
nivel. Kamala Harris, el Partido Demócrata y los intelectuales
progresistas no lo han sido. Resumiré mi tesis.
En
este momento, tanto los partidos de derechas como los de izquierdas
están de acuerdo en una cosa: en arremeter contra la Ilustración y
sus logros. Y Trump ha sido más listo, se ha adueñado de ese
discurso y ha dejado a los demás sin nada que decir. Tal vez al
lector le parezca que me estoy dejando llevar por una deformación
filosófica, y que hay causas económicas, viscerales, racistas en la
victoria de Trump. Desde luego, pero por debajo hay una
infraestructura ideológica que ha debilitado el sistema inmunitario
de nuestra sociedad.
Las
ideas básicas de la Ilustración fueron la confianza en la razón y
en la ciencia, la universalidad de las verdades, de los derechos y de
las normas morales, la necesidad de someter todas las ideas y las
instituciones al pensamiento crítico, y el rechazo de los argumentos
basados en la autoridad. La Humanidad había llegado a su mayoría de
edad.
El
movimiento anti-ilustrado promovido por conservadores y progresistas
ha producido un descrédito de la noción de verdad, un elogio de las
creencias no racionales, una emergencia del pensamiento tribal,
y una infantilización del discurso político. Y, por supuesto, una
abolición del pensamiento crítico, como ha demostrado la teoría y
práctica de la cancelación en las universidades americanas. Estos
fenómenos llevan inevitablemente a una polarización extrema y abren
la puerta a un poder autoritario. Trump ha entendido mejor que
nadie el mundo actual y lo ha aprovechado”.
Concluye así su
reflexión Jose A. Marina:
“En
esta situación, ¿quién puede oponerse a Trump? Nadie. Bueno, sí:
los que estamos empeñados en rehabilitar
el proyecto ilustrado,
que en este momento no podemos ser ni de derechas ni de izquierdas".
Y ahí
es
donde yo empiezo
a razonar de otra manera: si el proyecto de la Ilustración ha sido
tan fácilmente pervertido, puede que mejor que rehabilitarlo sea
radicalizarlo: por ejemplo, pensando y construyendo democracias de
verdad, sin partidos o figurantes intermediarios o
“representativos”, adoptando
modos de vida realmente libertarios en el sentido de vida autonoma,
con formas
de vida convivencial y comunitaria, plenamente autónoma y
responsable de cuidar la dignidad de cada ser humano y de la calidad real
de cada vida, tanto como cuidar del equilibrio ecológico del que
depende la continuidad y reproducción de nuestra especie como las del conjunto de la Vida. Mejor nos convendría,
a mi entender, una Nueva Ilustración Radical, tal como la define muy bien la filósofa catalana Marina Garcés, pero que yo propongo -con fundamento tan axiológico como estratégico- concretada en un Pacto
de Especie para la realización de tres básicos y radicales ideas/proyecto ilustradas
con dimensión de universalidad:
1)
Declaración de
la
Tierra al completo como
propiedad comunal de
la Vida, o
sea, del
conjunto
de
especies y sus
generaciones,
haciéndonos
cargo de ello los humanos, individuos
y comunidades, por
corresponderle
esa responsabilidad a nuestra especie por ser la más adelantada en
la Evolución
de la Vida y la única que puede
tener
conciencia de todo
ello.
2)
Que
la libertad tenga
sentido como
reconocimiento
práctico de la autonomía
y
dignidad humana, que
son propias
de
cada persona y de
sus
comunidades
convivenciales (doméstica,
vecinal
y paisana), lo que obliga a un respetuoso trato social, entre individuos naturalmente diferentes que se
reconocen como políticamente iguales.
3)
Reconocer que la democracia solo puede ser ilustrada si es integral,
identificada con la ecología, la política y la economía en su
conjunto, en
modo de comunidad convivencial real,
y no ficticia al modo de las sucedáneas "comunidades nacionales" de factura estatal; o
sea: democracia sin
intermediarios, (sean éstos individuos, partidos o corporaciones) que actúen de figurantes-representantes. Con lo que ya sabemos tras una experiencia histórica de 25 siglos de intentos democráticos, la democracia será ilustrada solo si deja de ser un mero "procedimiento" y la tomamos como un fin en sí misma, practicada como sistema de autogobierno, con plena autonomía personal/comunitaria, con la necesaria inteligencia/responsabilidad ecológica.
La Ilustración Oscura como absurdo sistema-antisistema
Los neorreaccionarios cuando hablan de Ilustración Oscura se refieren básicamente a las democracias progresistas o liberal/socialistas. Por tanto, hay que tener muy en cuenta ésto: que cuando critican a la Ilustración la identifican y confunden con su versión perversa, la modernidad liberal-burguesa, por lo que bien podríamos decir de este pensamiento neorreaccionario que con su crítica antisistema "escupe para arriba". Se verá nítidamente en cuanto gobiernen durante la próxima y tenebrosa década que tenemos por delante. Como adelanto, el rey de USA, Donald Trump, ha tenido que inyectar hace solo unos días, veinte mil millones de dólares en la maltrecha economía argentina, para salvar el culo de su amigo Javier Milei, el trastornado presidente de esa República americana.
Para
los neoreaccionarios más duros, la democracia no está solamente
agotada y condenada, creen que es una condena en sí misma. Salirse de ella llega a ser el
imperativo más importante y urgente. La corriente subterránea que propulsa
tal antipolı́tica es hobbesiana, es una ilustración coherentemente oscura y predispuesta, en todo caso, a percibir a las masas "polı́ticamente despiertas” como una clamorosa turba irracional. Conciben las
dinámicas de la democracia como fundamentalmente
degenerativas, que solo sirven para consolidar y exacerbar sistemáticamente todos los
vicios privados, resentimientos y deficiencias, hasta llegar a un
nivel de criminalidad colectiva y de corrupción social total. Piensan que el
polı́tico democrático y su electorado están atados por un
circuito de excitación recı́proca, en el cual cada lado -izquierda y derecha- lleva al
otro a más extremismos. Donde
la ilustración progresista ve "ideales", la ilustración
reaccionaria solo ve "apetitos".
Una corriente de pensamiento muy influyente en este movimiento antiilustrado y neorreaccionario es la que representa el filósofo libertario-anarcocapitalista Hans-Hermann
Hoppe
(1949), cuya crítica se basa en un derecho "natural" a la propiedad
privada, por el que los legítimos propietarios de las tierras tienen
el derecho a excluir a quien crean conveniente,
ejerciendo su libertad en su propiedad privada. Como muchos otros libertarios, Hoppe entiende que "sólo puede
existir libertad si hay (suficiente) propiedad privada para llevarla a cabo".
Hoppe defiende un “sociedad de ley
privada”, anarco-capitalista; pero entre monarquı́a y democracia
no tiene duda, y su argumento es estrictamente hobbesiano: “como
monopolista hereditario, un rey ve a su territorio y a la gente
bajo su mandato, como su propiedad personal, así ejerce una explotación
monopolı́stica de esta propiedad. Bajo
la democracia, el monopolio y la explotación monopolı́stica no
desaparecen, lo que sucede es ésto: en vez de un rey y una
nobleza que ven al paı́s como su propiedad privada, un cuidador
temporal e intercambiable (se refiere a cualquier gobierno democrático) es puesto a cargo monopolı́stico del
paı́s. Este cuidador no es dueño del paı́s, pero mientras que esté
en el gobierno se le permite usarlo como suyo y para la ventaja de sus
protegidos. Es dueño de su uso actual, como usufructo, pero no de su
stock de capital. Esto no elimina la explotación, al contrario, hace
que la explotación sea menos calculada y se lleve a cabo con nada de
consideración por el stock de capital. Así la
explotación se vuelve miope y el consumo de capital se promueve
sistemáticamente.”
Es precisamente aquí donde Hoppe me proporciona la clave inversa que fundamenta mi propuesta sistémica de "democracia convivencial, integral y comunal". Mi diferencia no es equidistante, sino radical y más bien frontalmente contraria a esas dos formas, solo en apariencia antagónicas -conservadora y progresista-, perversoras del principio de racionalidad o "Ilustración", que a la altura de la experiencia histórica y del conocimiento científico que acumula nuestra especie, solo puede ser "nueva" y "radical", tal como acierta a pensar Marina Garcés.
Esa clave consiste en la perversión irracional que consiste en fundamentar la idea y práctica de la libertad sobre el principio de Propiedad. Esa básica perversión ideológica es la que yo pienso ha extraviado la evolución de nuestra especie, que desde el Neolítico permanece estancada en una fase animal cuya organización social sigue siendo muy primaria, a pesar de su espectacularidad tecnológica, que no logra tapar su fundamento en los primarios instintos jerárquicos, de propiedad territorial y reproductiva, los mismos que tenemos en común con otras muchas especies del reino animal. De ahí la lógica inversa que hace tan "natural" el éxito histórico de las instituciones sociales formadas a partir de esos instintos animales, me refiero a las más principales, como las de la Propiedad, Patriarcado y Estado, las mismas instituciones que siguen la primitiva ley de la selva, que tan del gusto es del pensamiento naturalista y romántico, sea en su versión conservadora o progresista.
No me siento en soledad cuando defiendo, a mi modo, la necesidad existencial, a escala tanto individual como de especie, de una Nueva Ilustración Radical. No me siento del todo en soledad porque es cierto que actualmente está creciendo en el mundo la gente que está actualizando su pensamiento político hacia las ideas y prácticas de "comunalismo y democracia directa", más a medida que crece (en mayor proporción) la ola neofascista de la Ilustración Oscura.
Sí que me siento en soledad cuando compruebo que todas esas corrientes, sin excepción, siguen sin tener en cuenta la "clave inversa" que antes mencioné en referencia al libertario anarcocapitalista Hans Hermann Hoppe: la propiedad como fundamento de la libertad, eso que yo considero como "fallo principal" en la evolución de nuestra especie.
Así, mis amigos de la Revolución Integral, liderados por Félix Rodrigo Mora, siguen atados a una visión romántica y medievalista de una idílica "copropiedad comunal" complementaria de la principal "propiedad privada", a condición de ser ésta una "pequeña propiedad"... como si cada parcela de tierra, por ser pequeña no fuera parte de un único ecosistema terrestre, de la Tierra Común, como si esta ideología "pequeño-propietarista" no fuera también germen de todo capitalismo y todo nacionalismo. Como tampoco es de extrañar su creencia medievalista que ve revoluciones campesinas y conquistas populares en los Fueros, Comunales y Concejos medievales, donde hubo solo graciosas concesiones de las monarquías feudales y eclesiásticas, a cambio de sumisión integral y a veces como pactos de conveniencia fiscal, que no logran borrar el Estado real de sumisión popular al Orden totalitario-feudal.
También otros amigos comunalistas, como los de la corriente marxista que promueve el ecosocialismo (caso de Christian Laval y Pierre Dardot) o como la corriente comunalista-anarquista que promueve la gente del "Taller de Ecología Social y Comunalismo", tampoco han llegado a comprenderlo. Y cuando, en teoría han estado cerca, les sucede que en la práctica o bien son incapaces de "deshacerse" de la Propiedad y del Estado, caso de los marxistas, aunque mantengan "la necesidad histórica de acabar con las Clases y el Estado"; o bien, como los de tradición anarquista, tienen una también tradicional carencia ideológica y funcional de pensamiento estratégico, que les impide siquiera imaginar una organización social en modo autogobierno, o sea: propiamente democrática y anarquista.
Por eso que me sienta tan en soledad con mi denuncia de la ideología propietarista que al conjunto de la especie humana nos mantiene en
un atasco evolutivo y nos ata al primitivo pensamiento animal, reaccionario/instintivo, de la propiedad territorial y reproductiva, practicado institucionalmente como Propiedad, Patriarcado y Estado, con origen en la revolución
urbanoestatal del Neolítico; tan en soledad como me siento cada vez que presento mi propuesta de un básico Pacto de Especie, el que vengo proponiendo desde hace muchos años en torno a elementales principios de racionalidad humanista, ecológica, comunal y democrática.
Nunca antes pudo ser ésto pensado, porque nunca antes pudimos tener, como Ahora, una mínima conciencia de especie.