El Tancredo, aguafuerte.
Picasso,1957
(Quedarse parado y esperar que los vientos soplen a favor... hacer el Tancredo)
Quienes
se meten en política, aunque lo hagan honradamente, incluso “contra el sistema”, enseguida se convierten en
patéticos tancredos caídos de bruces contra el suelo, actores secundarios en el teatrillo democrático donde se representa la Política. En su desolación, verán que allí no hay nadie, solo el Estado, la Economía ocupando todo el Vacío.
Este
sistema estatal, la economía, es tan antíguo como el patriarcado o el neolítico mismo. En esencia, técnicamente no es otra cosa que una gran operación bancaria, una
gigantesca Transferencia de rentas que va de las masas productoras a las
élites parasitarias, de los gobernados a los gobernantes. La simpleza de esta operación técnico-financiera se esconde tras
una apariencia de complejidad científica muy moderna y progresista, que no puede ser más eficiente ni más exitosa.
El colapso en ciernes es económico y solo económico, por eso no habrá nada ni nadie que se libre. No viene por una crisis ecológica, provocada
por un evidente y previsible cambio climático, ni por una crisis de
la política, provocada por el agotamiento de la democracia
representativa. No, el colapso del sistema proviene de su crisis
energética. Si no fuera porque le escasea la energía, su sostenibilidad sería eterna,
porque no tiene rival. Incluso en permanente estado de crisis no correría peligro, ¿cómo iba a ser, si la realidad es la Economía y ésta es la única alternativa?. ¡Ay, si no fuera por
el clima global de sumisión al que hemos llegado!...pero qué le vamos a hacer, si a estas alturas ya no podemos echarle la culpa a nadie, ni siquiera al Estado, que si nos ha penetrado a placer ha sido con nuestro consentimiento. Ya no podemos decir que la Economía sea algo aparte, solo cosa de ricos, porque todos, hasta los sin techo, somos Estado.
La
energía del sistema durante la época en que se fraguó la globalización, no ha sido política sino económica, su
energía vital era fósil, limitada por tanto, basada
fundamentalmente en el petróleo. Sin petróleo no viviríamos en la globalización, al menos no en la que conocemos. El petróleo ha
sido la “sangre” del sistema durante más de un siglo. Me pregunto si los limites del petróleo serán los del sistema. Pero dicen los expertos en la materia que hemos llegado al "pico" pero no a los límites, que ahí abajo queda petróleo para rato, lo que pasa es que está muy hondo y sale muy caro ponerlo en las gasolineras, que de seguir extrayendo petróleo habría que subir el precio hasta un nivel socialmente insoportable, que arruinaría el Beneficio, causando una grave inestabilidad del sistema.
De ahí la lógica de la
Transición Energética en marcha, que no es sino la maniobra de
escape a esa situación crítica, que el sistema “sabe” que no es
sostenible, que solo es solución a muy corto
plazo, solo para ganar tiempo y disfrutar de una prórroga, con religiosa
esperanza científica en un milagro tecnológico
que resuelva lo que las energías renovables no pueden hacer, una
transfusión sanguínea que sustituya el petróleo por electricidad.
Sabe
que eso no es posible ni rentable, porque producir
electricidad con molinos gigantescos y kilómetros de placas fotovoltaicas no basta, además hay que utilizar la mayor parte de esta electricidad "verde" para producir hidrógeno del mismo color, para seguir moviendo el motor de
la economía global, los motores de barcos, aviones, trenes,
camiones, coches y máquinas, de un lado para otro, por todo el mundo. Saben los expertos (y no tenemos por qué dudar de lo que dicen) que eso no es rentable, solo sirve de momento, a base de subvenciones (más transferencias), ni tampoco es posible, porque
para todo ello se necesitan materiales tan limitados o más que el
petróleo o que el viejo carbón (cobre, tierras raras,…), que no
existen en la Tierra en cantidad suficiente.
Sabe, pues,
el sistema, que está muy próximo a su tope y por eso prepara su propia
revolución: el paso definitivo de la economía material a la virtual,
a base de Inteligencia Artificial y la promesa de un nuevo mundo y
una nueva existencia posthumana "que será mucho mejor", con felicidad a la
carta y una existencia libre de virus. Su
único problema es que los casi ocho mil millones de personas que son su
clientela, son corpóreas y no virtuales, que como mínimo necesitan
comer, vestirse, tener una casa y un buen programa de entretenimiento
con variedad de canales, y ese es un gasto que el Estado no podrá atender
con una renta básica universal, cuando la mayor parte de esa gente
no tenga trabajo, no pueda consumir, ni pagar impuestos y, por tanto,
el Estado ya no pueda prosperar, solo sobrevivir, con tan exigua Transferencia de
Rentas.
Por
supuesto que no entra en sus previsiones que el mundo se acabe, ni
que se extinga nuestra especie, al menos no tan pronto como auguran
las mentes colapsistas y/o conspiranoicas. Pero sí sabe que las
únicas estrategias posibles, las que ya maneja, no son muchas: precariedad
o eugenesia (generalizadas), o un mix de ambas.Veremos, dijo un ciego. Lo
que no se le puede pedir al Estado, o sea, a la Economía, es que se meta en política. Sería pedirle su
propia desaparición o suicidio. Ni, mucho menos, podemos pedirle lo
imposible, aquello que no cabe en la realidad: que haga compatible su existencia
con la de su clientela.
No
tengo preparada ninguna moraleja, lo siento.