El 14 de marzo de 2020 el Gobierno socialdemócrata de Pedro Sánchez aprobó la declaración del estado de alarma en todo el territorio del estado español, para afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por la COVID-19. Estamos, pues, en el 5º aniversario. El estado de alarma se prorrogó hasta las 00:00 horas del día 21 de junio de 2020, así que el próximo sábado se cumplirán 5 años del final del confinamiento.
No soy la única persona a la que le llamó la atención la fácil sumisión de la gente de izquierdas, al estado de alarma dictado por el gobierno de Pedro Sánchez. Con todo, olvidar y pasar página de aquello, le está siendo mucho más fácil a la gente alineada con las derechas que a la gente de izquierdas. Tiene su lógica porque, en general, la gente de pensamiento conservador está mejor adaptada a vivir en estado de sumisión, ya que para estas personas la jerarquía y las clases sociales constituyen su orden social "normal" y "natural”. La ausencia de crítica y resistencia por parte de las izquierdas fue acompañada de una hábil instrumentación política del sector social más friki y folklórico, me refiero a los "pisanubes", terraplanistas y conspiranoicos, a los que el discurso estatal convirtió en la única y oficial oposición a una gestión de la pandemia llena de contradicciones, tintes totalitarios y explicaciones pseudocientíficas, que mucha gente tragó para no ser relegados al cajón de los conspiranoicos. Conspiranoicos o pisanubes, sí, pero de ninguna manera conspiradores. No, porque ese espacio está desierto desde hace ya muchos años: nadie mínimamente organizado conspira hoy contra los poderes del sistema capitalista dominante, los visibles y los ocultos, nadie contra sus gobiernos y estados, nadie desde que el Sistema lograra integrar completamente a todas las oposiciones, incluidas las izquierdas de todo tipo, que dejaron de cuestionar al aparato "Estado" sin llegar a comprender que éste no es sino la forma política del Sistema.
Nadie de ese espacio ideológico queda hoy que cuestione el sistema capitalista en su integridad, nadie que cuestione la Ley de la Propiedad capitalista que instituye y sacraliza el robo de los bienes comunales universales, de la Tierra y el Conocimiento. Nadie mínimamente organizado que conspire contra un sistema cuya forma política es el estado-nación-moderno, la misma que tanto adoran liberales, como fascistas y estalinistas. Nadie que conspire...y mucho menos durante la pandemia, cuando izquierdas y derechas coincidieron en una misma veneración, sumisa y hasta religiosa, por el aparato político (el Estado) del Sistema.
Definitivamente, el conjunto de las izquierdas sigue intentando algo tan imposible como resucitar a una clase proletaria ya inexistente; y buscando la confrontación escénica con un simbólico enemigo de clase, la burguesía, que si lo fue, ahora es mucho más: TODO UN SISTEMA, toda una sociedad global estratificada en dobles segmentos, como clientes y contribuyentes. Ya tenemos bien aprendido eso de que "el Estado y el Mercado somos Todos". Toda una sociedad fragmentada con su pensamiento único y su propia forma de vida capitalista, de individuos agregados en masa, todos tratados como los "idiotes" del ejemplar modelo de la democracia griega, en la que solo podían decidir los propietarios y sacerdotes, quedando excluida la mayoría social compuesta por siervos, esclavos y todas las mujeres. Toda una sociedad tratada, al igual que entonces, como idiotas asociales, necesariamente apolíticos e irresponsables, tal como hoy corresponde a las ficticias democracias estatales y parlamentarias, todas liberales y sucedáneas o "representativas".
De ahí la proverbial desorientación programática y estratégica de todas las izquierdas, y su confusión con las políticas liberales e identitarias, que tan eficazmente están contribuyendo en todo el mundo a despejar el camino de una extrema derecha adaptada a los nuevos tiempos y tecnologías, ultraliberal y totalitaria sin disimulo en un mundo a punto de entrar en una tercera guerra mundial preparatoria de la nueva economía feudal -con todo el poder repartido entre "democracias monárquicas", al estilo Donald Trump o Xi Jinping, y corporativos señoríos tecnológico-financieros, toda una evolución hacia el feudalismo con la que el Sistema espera sobrevivir a su propio colapso.
Podrá
ser casualidad, pero las fechas de la pandemia del Covid19 me
parece a mí que marcan
el comienzo de un nuevo ciclo histórico mundial, cuyo factor más
sobresaliente es el auge ideológico
y electoral de
las
facciones conservadoras, ultraliberales y de extremas
derecha, junto al declive
generalizado de todas las izquierdas, lo
que a su vez marca el
inicio de un convulso proceso de reorganización geopolítica, de
las Corporaciones económicas y estatales a escala global, siendo
testigas las actuales generaciones de
un relevo histórico
en la dirigencia mundial del Orden Capitalista, entre los imperios estatales de los EEUU de América y de la República Popular de
China, ambos con similares economías capitalistas, ambos igualmente
republicanos y nacionalistas, con ideologías "oficialmente" contrarias solo en su apariencia: un estado
con aire protofascista y protocomunista el otro, ambos
de
igual naturaleza sistémica: totalitaria en modo capitalista y estatista.
La izquierda real ha sido abandonada, ahí no queda nadie. No hay más remedio que reconstruirlo, actualizado al contexto histórico de la nueva Barbarie. Todos los que estaban en ese sitio, declarados en rebeldía, ya ni siquiera son capaces de imaginar sociedades no-capitalistas y menos aún no-estatales, ni ninguna otra forma de habitar la Tierra. Ya olvidaron el viejo sueño humano de comunidades convivenciales e igualitarias, realmente democráticas, el proyecto civilizatorio de un mundo Procomún compartido, de bienes materiales e inmateriales que, como la Tierra y el Conocimiento, son los bienes comunales universales que, respectivamente, son propios de la Vida en general y de nuestra especie en particular.
***
Recordemos
quién gobernaba en USA y en China en 2020, en medio de la pandemia, que ambos
estados estaban gobernados por los mismos presidentes de ahora: por
el
multimillonario y empresario republicano
Donald
Trump y por
el
ingeniero químico
y comunista
Xi
Jinping.
Donald
Trump ejerció como presidente entre 2017 y 2021, y se convirtió en
el 47.º presidente de EEUU a partir de enero del presente año 2025, con
clara
mayoría
sobre
el partido demócrata a
pesar de su errática
gestión
de la pandemia en su anterior periodo de gobierno. En
el caso de Xi Jinping, éste
fue
designado Secretario
General del Partido Comunista Chino en
noviembre de 2012 y es
presidente
de la
república desde
marzo de 2013.
Al
contrario que Donald Trump, para
frenar la
propagación de
la pandemia,
Xi
Jinping
adoptó la política
dinámica de “cero COVID”,
cuyo objetivo consistió
en
diagnosticar y aislar rápidamente a los casos y contactos cercanos, si
bien, hubo gran incertidumbre acerca de la relación del gobierno chino con la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como acerca del
impacto real
de
las medidas de aislamiento en el orden social, incluyendo la
economía, el empleo y la salud mental de
la sumisa y disciplinada población china.
Reproduzco
a continuación el texto publicado por la web de
“Cuadernos para el colapso” -(1),
(2)-
de
una entrevista que le hizo la revista suiza “Moins!
Journal romand d’écologie politique” a
los autores (anónimos) del "Manifiesto Conspiracionista" editado en
2022, publicado en Francia por “Éditions du Seuil” y en
España
por la
editorial
“Pepitas de Calabaza”.
LA
ILUSIÓN ESTATAL
Obra
fuera de lo común y anónima, el
Manifiesto conspiracionista (Seuil,
2022) [en castellano en la editorial Pepitas de calabaza, 2022)
] despliega un conjunto de ideas para un argumentario acusatorio
repleto de referencias y sin estructuración explícita. La
«conspiración» –que el sentido común asocia de buen grado a
complots secretos urdidos por unos cuantos villanos malintencionados–
arroja luz sobre la organización de la moderna desposesión de los
seres humanos. Ejemplo tras ejemplo, se ve cómo la gobernanza se
desarrolla en la serenidad de los salones y de ejercicios de
simulación de la vida real. El Estado se revela a la vez como una
máquina de alienación y una cortina de humo para desviarnos de los
lugares del poder efectivo. Un manifiesto que nos invita a respirar
juntos,
contra el mundo-máquina. ¡Entrevista exclusiva!
Publicado
en enero de 2022, el Manifiesto
parece que ya no está disponible. ¿Qué ha pasado?
Puede
parecer una locura, pero este libro ha sido despublicado,
a pesar de que se vendía bien, o incluso mejor que nunca. Que
nosotros sepamos, es una novedad en la historia de la edición
francesa: una despublicación con restitución integral de los
derechos franceses y extranjeros, de cuentas y stocks. Se sabía que
un tweet
o un post
de
Facebook
se podía «despublicar» en un clic, pero un libro…
eso no se había visto nunca. Y todo ello ha transcurrido en el mismo
gran silencio cómplice que ha rodeado y sigue rodeando los abusos
inverosímiles que han marcado la gestión de la Covid y su solución
vacunal.
"La
insurrección que viene",
el libro del Comité Invisible, había sido incluido integralmente en
un expediente de instrucción antiterrorista, algo no visto desde la
guerra de Argelia. Ahora, con la despublicación del Manifiesto
Conspiracionista tras
más de un año de distribución comercial, hemos sentado una especie
de precedente, un precedente tanto más inquietante cuanto que
interviene sin ruido ni escándalo, con nocturnidad. Hay que verlo
como un homenaje del vicio a la virtud, o más bien de la mentira a
la verdad. Por lo demás, cuando esto ocurrió, no pusimos el grito
en el cielo, ni buscamos gloria por ello. La época soporta dosis cada
vez más ínfimas de verdad, particularmente el público francés,
con su racionalismo mórbido, su cientificismo atávico y su
grandiosidad nacional. Y este libro contenía dosis masivas de ella.
Hay que decir que desde su publicación, e incluso antes, las
presiones a Seuil (la editora) tanto internas como externas, incluídas las
policiales, nunca han cejado en el empeño de hacerse con su pellejo.
La formidable voluntad
de no
saber,
que aflige ahora a la mayoría de los que pretenden ser críticos
sociales, ha llegado a hacer desaparecer
la
afrenta que representa el Manifiesto para
ellos. No se podía imaginar una confirmación más perfecta de sus
tesis.
Lúcido
y necesario para unos, peligroso para otros, el libro ha recibido una
acogida muy contrastada. ¿Cuál era su objetivo?
¿Contrastada?
¡Estáis siendo educados! No, uniformemente hostil, al menos en
Francia. Todos aquellos que, ya fueran periodistas, izquierdistas,
gente de «cultura», ambiciosos, cobardes o influenciadores, habían
apoyado con sus acciones u omisiones la gestión gubernamental de la
Covid, se sintieron legítimamente atacados.
El
hecho de que los libreros de izquierdas se hayan creído en la
obligación de esconder el libro en el fondo de sus estanterías para
no ser acusados de «conspiracionismo» es en sí mismo cómico,
aunque diga mucho del grado de terror ideológico reinante, pero no
deja de inquietar el hecho de que los autodenominados «anarquistas»
busquen aliarse con un antiguo miembro de la Ligue
du LOL (3)
o con los periodistas de L’Observateur
en
su pequeña cruzada contra la intolerable herejía del Manifiesto.
La decadencia del humor es uno de los indices más seguros de la
fascistización de una sociedad. Y la pérdida de toda lucidez
intelectual suele preceder a los grandes horrores históricos.
El
objetivo del Manifiesto
es
explícito desde su introducción: el epíteto «conspiracionista»
constituye un arma retórica de descalificación dirigida contra
todos aquellos que buscan comprender las fuerzas que arrastran a esta
civilización hacia un desastre a fin de cuentas rentable,
contra todos aquellos que se niegan a resignarse a semejante destino.
Prestar consistencia teórica a esta categoría, manejarla como una
evidencia, es de
facto ponerse
del lado de la dominación, cualesquiera que sean los edificantes
motivos que se aleguen. Con el Manifiesto
hemos
intentado aportar, como siempre hemos hecho, una inteligibilidad
estratégica de los procesos en curso. Al constatar cómo este libro
anticipa y hace legible la nueva «guerra fría» declarada tras la
invasión de Ucrania, tenemos la impresión de haber hecho un trabajo
útil. Nuestra proposición «política» es la de asumir la
conspiración positivamente,
como disposición a la conspiración contra los dueños de este
mundo. Una proposición suficiente y banalmente autónoma, después
de todo.
¿De
qué modo puede servir la «conspiración»
para comprender el papel de los Estados y las relaciones de poder?
¡He
aquí una pregunta que, formulada desde la Confederación Helvética,
no deja indiferente a nadie! En Suiza es difícil ignorar lo que
significa el provechoso y organizado reino del secreto, o el discreto
pero definitivo divorcio entre lo que se dice y lo que se hace.
Muchos de los acontecimientos mundiales, vistos desde las puertas
cuidadosamente cerradas de los bufetes de abogados, bancos,
laboratorios o sedes centrales suizas, por no hablar de las reuniones
extraoficiales
de
Davos, ofrecen una cara completamente diferente y algo más realista
de lo que la vulgata histórica proclama. Obsérvese más de cerca la
trayectoria de un gran filántropo como Stephan Schmidheiny, el
magnate suizo del amianto condenado formalmente a 18 años de prisión
firme por sus pequeñas masacres industriales, amante de las
plantaciones industriales de eucaliptos en tierras mapuches y
coorganizador de la Cumbre de la Tierra de Río en 1992. O la de su
gran amigo canadiense Maurice Strong, hombre de negocios del
petróleo, la minería, el agua y la energía, cofundador del IPCC y
del Foro de Davos, gran capitoste de la Conferencia de Estocolmo
sobre Medio Ambiente de 1972, de las Cumbres de la Tierra bajo la
égida de la ONU y miembro ejecutivo de la Fundación Rockefeller,
pero también inventor de la noción orwelliana de «desarrollo
sostenible» e intermediario bien remunerado en el escándalo del
programa de la ONU «petróleo por alimentos» para Irak.
También
es instructiva la trayectoria, en el siglo XX, de pioneros de la
propaganda como Walter Lippmann, oficialmente periodista y teórico,
pero sobre todo asesor de presidentes y hombre de confianza de los
servicios secretos estadounidenses y británicos. No contento con
inspirar los 14 puntos de Wilson, teorizar cínicamente la necesidad
de la manipulación mediática de las masas democráticas ya en 1922,
organizar la conferencia fundacional del neoliberalismo en París en
1938 o propagar la noción de «Guerra Fría», conspiró
literalmente
toda su vida, llegando incluso a participar en la concepción de la
CIA. La necesidad de una conspiración de las élites por el bien de
la humanidad nunca le abandonó desde su afiliación, cuando era un
joven estudiante socialista en Harvard, a la Sociedad Fabiana. Toda
acción histórica comporta una dimensión conspirativa, simplemente
porque el poder es una cuestión de lealtad personal; hay
conspiración en todas partes y, en cierto modo, esto es una buena
noticia. No son sólo misteriosos procesos impersonales los que
arrastran a las civilizaciones hacia su fatalidad, existe también el
poder de actuar, por parte de los dominantes, pero también de la
nuestra. Si para los dominantes es tan importante negar la dimensión
conspirativa en el ejercicio del poder, es porque conocen su potencia
e intentan reservársela en exclusiva. Por nuestra parte, sólo nos
hace falta la audacia de conspirar contra ellos, a ser posible de
manera tan feliz como siniestra es la suya.
Tras
algunas vacilaciones, finalmente hemos incluido la palabra
«cibernética» en nuestro glosario (véanse las páginas 16-17).
¿Qué relación tiene con la «conspiración» de
la que habláis?
¡Hacéis
bien en plantear esta cuestión! Figuraos que Heinz von Foerster,
secretario de las Conferencias Macy que apadrinaron la cibernética,
dice exactamente lo siguiente sobre la década 1943-1953, en un texto
que sirve de introducción a las transcripciones de estas
conferencias en su edición zuriquesa: «Es
la década de una conspiración, un «respirar juntos» entre una
veintena de curiosos, intrépidos, elocuentes, ingeniosos y
pragmáticos soñadores que acordaron dejar que su diversidad fuera
su guía». Por
supuesto, la cibernética, como ciencia del control y de la
comunicación, y como ciencia del control a
través de la
comunicación, reviste todos los estigmas del contexto en el que
nació –la Segunda Guerra Mundial, el Proyecto Manhattan, el
alistamiento de científicos, sociólogos, antropólogos, psicólogos,
teóricos y profesionales de la comunicación, etc. en el empeño
bélico estadounidense–, pero sobre todo lleva el sello de las
fundaciones «filantrópicas»
estadounidenses cuya principal preocupación desde los años veinte
son el control
social,
si es posible a nivel biológico, y la «gobernanza» de las
democracias industriales de masas, en particular a través de los
mass-media,
es decir, la preocupación por preservar el poder por parte de la
fracción más conspirativa del Capital. Como ha mostrado Bernard
Dionysius Geoghegan en Code,
From information theory to French theory,
la cibernética sirvió inicialmente para recubrir con un barniz
«científico», «epistemológico» y en el fondo religioso, un
proyecto político y antropológico de colonización interna de las
sociedades occidentales –un proyecto consciente de ingeniería
social–.
¡Por supuesto que era necesario incluir la cibernética en vuestro
glosario!
Algunos
pensadores tecnocríticos hablan de la autonomía de la técnica,
cuando las cosas se hacen «forzados
por las circunstancias».
Vosotros desarrolláis este punto, al tiempo que lo equilibráis con
una reflexión sobre quienes planifican este mundo-máquina. ¿Quiénes
son esos «ellos»
que contraponéis a menudo al «nosotros»?
Hay,
del lado del capital, de sus burocracias gerenciales, de sus think
tanks
transnacionales, de sus fundaciones filantrópicas, de sus agencias
de comunicación, de sus servicios secretos, en resumen, de su
tecnocracia, un grado de reflexividad histórica y estratégica que
nuestro orgullo se niega a admitir. En el fondo, es humillante
dejarse timar por los mismos burdos trucos que ya utilizaba
Edward Bernays (4),
o denunciados por Smedley Butler en su War
is a racket,
hace un siglo. Sí, fue British Petroleum quien lanzó la noción de
«huella
de carbono»
en 2003 para difundir entre la población su culpabilidad concentrada
en el saqueo de la vida en la Tierra. Sí, el modelizador del informe
Meadows sobre los «límites del crecimiento» en 1972, Jay
Forrester, no era otro que el jefe del proyecto Whirlwind en los años
50, que se utilizó para dotar al sistema de defensa antiaérea
estadounidense SAGE con un ordenador adecuado, y nunca ha negado sus
relaciones con el Pentágono. Y sí, no se trata sólo de que las
industrias petroleras, químicas, tabaqueras o farmacéuticas lleven
casi un siglo desplegando las más retorcidas estrategias de
influencia para poder continuar con sus fechorías hasta el fin de
los tiempos, sino que en realidad todo el asunto del «Medio
ambiente», tal y como se plantea en los medios de comunicación es
un señuelo lanzado deliberadamente por nuestros enemigos para
neutralizar nuestra legítima venganza. Parafraseando a Deleuze, las
estructuras que pisotean el medio ambiente son a tal punto
excrecencias de las que se jactan de identificarse con él, que
parecen dos funciones complementarias. No sin razón, cuando el
conservador Haeckel apenas había inventado la «ecología», el
comunero Reclus le opuso su mesología.
Es bastante vertiginoso, pero cuanto más se acentúa y unifica
planetariamente el despliegue tecnológico, mayor es la brecha entre
las ontologías practicadas esotéricamente por los arquitectos del
sistema y las ontologías obsoletas cuyo mantenimiento en la sociedad
es asegurado públicamente. Lo único que importa a los dueños de
este mundo es que su maquiavelismo se mantenga dentro de los límites
de la «negación plausible». La obsolescencia programada es la
manifestación más banal de la conspiración capitalista en nuestras
vidas. La masa de crímenes sobre la que se ha construido esta
civilización exige actualmente la liquidación de todo lo que no es
ella, a fin de que, al no tener afuera, quede también sin juzgar. El
crimen quisiera, habiéndose convertido en mundo, dejar de ser
crimen.
En
el panorama más bien sombrío que pintáis, uno se pregunta cómo
podemos «conspirar» por nuestra parte –es decir, respirar
juntos– o incluso cómo podemos simplemente «respirar»…
En
realidad, es muy sencillo. Basta con encontrarnos, experimentar una
percepción compartida del mundo, de lo que ocurre, de la vida que se
desea, y dotarnos de los medios materiales, tanto cotidianos como
ofensivos, para sostener y desplegar esta forma de vida singular. No
pretendemos que esto pueda advenir sin guerra civil. Pero, después
de todo, ¿no nació Suiza de una guerra civil hábilmente librada
por campesinos armados?
***
Notas:
(1)
https://cuadernosparaelcolapso.noblogs.org/post/2024/03/13/la-ilusion-del-estado/#more-813
(2)
Cuadernos
para el Colapso n.º 0. Fragmentos en torno al encuentro, la furia y
el éxodo. Dos reseñas:
a)
De la web anarquista www.botiga.ellokal.org: "Cuadernos
para el colapso. Fragmentos en torno al encuentro, la furia y el
éxodo.
(…)
"No queda otra que intensificar los conflictos y revueltas, no solo
para evitar que la vida se vea reducida a una angustiosa
supervivencia, sino además para quebrantar una normalidad que
bloquea con su masiva inercia el acceso a otras maneras de vivir, a
otras percepciones, y a fogonazos de una necesaria liberación de
gestos, palabras, imaginación.
Al
mismo tiempo que se crean, extienden y defienden ferozmente
estructuras comunitarias que desertan de la lógica capitalista, una
tarea se nos resiste. Una investigación nómada que establezca
vínculos entre ellas y ayude a expandirlas. Una investigación
intercomunal sobre sus hallazgos y sus carencias, sus obstáculos y
su potencia, de manera que rompamos el sentimiento de dispersión y
aislamiento frente a la amplitud de los territorios. Una
investigación apasionada que nos permita comprender la red de
infraestructuras que hacen funcionar este mundo: 1) para clarificar
en qué consiste nuestra dependencia; y 2) para que el colapso
deje de aparecer como una simple pesadilla para millonarios y pueda
convertirse en verdadero éxodo".
b) De la web Traficantes de Sueños: www.traficantes.net
“En
primer lugar, porque no da igual ver una cosa o ver otra. Como
tampoco da igual la manera de ver las mismas cosas. En este sentido,
lo que vemos, aquello que tratamos y la manera de tratarlo, nos
modifica internamente y modifica el aspecto del mundo. Modifica de
esta forma el sentido de las relaciones que mantenemos y lo
acuciante de nuestra tarea.La cuestión no es que haya un acceso al
mundo que sea falso y otro verdadero, o que en general se viva con
una conciencia alienada que haya que desalienar por medio de la
crítica. Cualquiera puede percibir lo que está ocurriendo: que
vivimos un empobrecimiento creciente de vidas precarias, que la
catástrofe ecológica es ineluctable. Pero no todos y todas lo vemos
de la misma manera, ni por tanto extraemos las mismas consecuencias
prácticas. La cuestión es que cada cosa vista, cada verdad situada,
cada evidencia vivida y sentida comporta unas consecuencias y templa
una tonalidad emotiva: un aletargamiento exhausto o un expectante
furor; una prudencia desmedida o un alegre arrojo; un incremento de
la confusión y la duda, o algunas certezas afiladas como cuchillos.
Desde aquí no vemos que las cosas estén progresando, ni esperamos
que el tiempo que viene traiga ninguna estabilidad nueva. Tampoco
vemos que con un esfuerzo de presión «política» y un programa de
reformas en todos los ámbitos, sea posible interrumpir o hacer
bifurcar el aciago mundo del capital que nos habita. Desde aquí, lo
que vemos, es toda una civilización que está colapsando. Colapso
económico y ambiental, energético y existencial, metafísico y
demográfico. Nosotros y nosotras, antropomorfosis del capital ? es
decir, la misma vida que satura diariamente el tráfico de nuestras
ciudades y nuestra dependencia de ella?, somos el colapso.
Estos
cuadernos quieren ser una excusa para encontrarnos, una contribución
a revertir la dispersión acelerada en que vivimos, una invitación a
transitar entre experiencias de construcción, de sanación, de apoyo
mutuo y de simple rechazo de lo existente. Estos cuadernos quieren
compartir algunas intuiciones y anudar algunas amistades, como una
contribución más a la recomposición de una fuerza histórica a la
altura de la época”.
(3) La Liga
LOL
es un grupo privado en Facebook, de blogueros, periodistas,
comunicadores y publicistas influyentes de Francia, cuyas supuestas
actividades de acoso fueron objeto de un escándalo en 2019. [nota
del editor]
(4) Publicista austriaco-estadounidense considerado como el padre de la
propaganda moderna vía «relaciones públicas», trabajó para el
gobierno estadounidense y la industria tabacalera. [nota del editor]