miércoles, 25 de marzo de 2020

LA BOTELLA DEL NÁUFRAGO


A poco de empezar ésto de internet, un experto me enseñó cómo se hacía un blog y yo enseñé luego a otra gente. Excéptico, registré uno para hacer la prueba, sin mucho ánimo, porque entonces un simple correo electrónico era una quimera y el primer teléfono inalámbrico un verdadero tocho, cuyos inconvenientes no compensaban sus supuestas ventajas. ¿Quién me iba a decir a mí que sería un bloguero?, uno de los pocos que mantienen un blog más allá de un par de años.Yo vengo haciéndolo desde hace diez. Me lo tomo como un diario, al principio sí que me interesaba mucho el número de seguidores, pero desde hace unos cuantos años ya no, y pienso que eso me ha ayudado a mantenerlo. Sé que a mí me es útil, porque me funciona como una memoria externa, me vale para reconocerme y aceptarme con mis propias contradiccciones, con las que me voy construyendo...que ahí quedan, por si además encuentran destinatario.
A aquel primer blog de prueba le puse el título de “La botella del náufrago” sin que tuviera que pensarlo mucho, simplemente porque eso es lo que me parecía y me sigue pareciendo todavía. Sé que no deja de ser una contradicción más a sumar, porque todo náufrago arroja la botella al mar como básico gesto de esperanza: si no le llega a nadie, si no hay nadie que recoja el mensaje en ninguna playa del mundo, al menos que por mí no quede, yo lo he intentado.
Hoy me he acordado de aquella época pionera y he comprobado que de aquel blog ya no queda rastro. Pero descubro que sí la hay de otros, de igual o parecido título, que todavía flotan en las azarosas aguas de internet: 


1. Hay una revista chilena, “Botella del náufrago” cuya última publicación es de 2016 y que decía ésto de sí misma: “esta revista es un catalizador para medir la fuerza experimental de poetas, narradores, gráficos y críticos vivos en distintas ciudades del mundo”.


2. “Mensaje y botella” sigue siendo un blog activo, lo hace J. Mora ("lanzo este mensaje al mar esperando que otro naufrago lo encuentre y le sea de utilidad"):
"Tengo esclerosis múltiple, es un dato fundamental para conocerme y comprenderme. No lo digo para provocar lástima, reconozco que es jodido pero también me ha permitido aprender cosas de las que estoy satisfecho. No reniego de nada, todo me ha hecho ser quien soy y poder rodearme de las personas que me quieren. Me siento afortunado. He trabajado de maestro, me gustaría pensar que "lo he sido" para algunas personas. Entre el ser y el "trabajar de" a veces hay muchas diferencias. No quiero ser maestro ya, siento que no tengo nada (o casi nada) que enseñar. Aspiro, sin embargo, aunque pueda parecer contradictorio, a que los demás puedan aprender algo de mí. Habré de ganármelo.Esa es mi tarea futura: ser cada día mejor persona y poner mi granito en que todo a mi alrededor también sea mejor”.
3. En la búsqueda me aparecen contínuas referencias a un libro también titulado “La botella del náufrago”, se trata de una novela policiaca: “una noche, Julián Chacón, un periodista de radio deprimido desde la muerte de su mujer y de su hijo en un accidente, ayudante en un programa nocturno que se llama “La botella del náufrago”, recibe la inesperada visita de un vecino mayor que le pide ayuda porque en su mismo piso hay una mujer maltratada por su marido. Para convencerle, le muestra una nota -una especie de mensaje- que la chica ha dejado en su buzón”. 



4. Menos abundantes son las referencias a otro libro dedicado a la poesía: “Mensajes en una botella que recogen otros náufragos”. Encuentro la cita en el blog de la revista 15/15\15 (“un medio de comunicación independiente y democráticamente gobernado por sus propios suscriptores, cuyo objetivo es contribuir a la construcción de una nueva cultura y una nueva civilización postindustrial, poscapitalista, poscrecimiento, ajustada a los límites de la biosfera y orientada a la satisfacción de las necesidades humanas y del resto de Gaia”).
El libro recoge trece poemas escogidos y recopilados por Moisés Casado, extraídos del poemario “Desmemòria pels ulls”, publicado originalmente en La Caiguda, blog del autor de los poemas. El editor así lo presenta: “En la periferia de las megaurbes de esta civilización moribunda se ocultan pequeños espacios en los que se escriben y recopilan libros como éste, por ejemplo, una noche de verano de 2019, en alguna parte del Mediterráneo Occidental, en la periferia del Imperio mientras nos adentramos en el Antropoceno, a través de rutas para las cuales no tenemos mapas, transitando el siglo de la gran prueba”.  
No me extraña que el blog del autor se llamara igual que la tercera novela (en francés La Chute) de Albert Camus (publicada en 1956, un año antes de recibir el Nobel de literatura) y ya convertida en un clásico del existencialismo.
Del libro en castellano, del que es autor el bloguero de La Caiguda, escojo este fragmento, unos cuantos versos que representan bien su carácter apocalíptico:
 
No le pidamos tanto al “fin del mundo”
porque Hollywood siempre exagera
La iremos palmando despacito
(¡o rapidito tal vez!)
pero el Mundo seguirá
La hiedra ocupará las oficinas vacías
y un día                                                                                                                                        alguien encontrará un disco duro
y lo usará para partir una nuez


  

5. También encuentro una película, “Mensaje en una botella”, que vi en el cine hace años, protagonizada por Kevin Costner, Robim Wright y Paul Newman:
Theresa llena su vida con su trabajo como documentalista en el periódico Chicago Tribune. Mientras en una escapada vacacional quema calorías por una playa de Cape Cod encuentra varada en la arena una botella que contiene una carta conmovedora y muy sincera. La añoranza que transmite la carta conmueve a Theresa y la arrastra a iniciar la búsqueda de su autor. En total reúne tres cartas que le permiten identificar el modelo de máquina de escribir con las que fueron escritas, aproximadamente el tiempo transcurrido desde que fueron lanzadas al océano y, sobre todo, el nombre y población del autor. En aras de completar su investigación y con la velada intención de ponerle cara y ojos a quien tan emotivamente expresa unos sentimientos que le son afines, Theresa viaja hasta Wilmington, Carolina del Norte, donde se encontrará con un constructor de barcos de vela llamado Garret y su padre, Dodge, como los coches”. 


6. Y en el colmo del absurdo imperante, como muestra de la apoteosis de nuestra sociedad de consumo, hallo una oferta comercial de “botellas de náufrago”, no para tirar al mar sino para enviar por correo como objeto de regalo. La noticia está fechada en diciembre de 2011 y la empresa comercializadora se llama Postal Bottles y entonces ya había vendido 20.000 botellas, que se pueden comprar en Internet o en tiendas de regalos. Estas botellas están disponibles en diferentes colores y cabe la posibilidad de añadir un pergamino para hacerlas todavía más "auténticas".

7. Un blog de L. Furió tiene el mismo título, pero entre guiones, “la-botella-del-náufrago”. Dice de sí mismo que “es periodista, dibujante y hedonista, aunque no por ese orden, ademá de eterno aprendiz de músico, redactor del diario "Las Provincias", de Valencia, desde 1976 a 2009, que con anterioridad lo fue del periódico "Levante" y ejerció la corresponsalía del desaparecido "Ya". En la publicación "Valencia Fruits" su viñeta no falta cada semana desde 1972 y colabora en "Las Provincias" y "Radio Marca". También ha publicado siete libros: "Un libro ayuda a triunfar" (1971), "Ropa tendida" (1980) y "La planta baja" (2017), de humor gráfico; con carácter específicamente deportivo, "Los monos de la crónica" (1987) y "El fútbol es así" (2012), y además es coautor, con el también periodista Alfonso Gil, de "Valencia,75 aniversario" (1994) y "Valencia,90 años de historia" (2008), y del mismo modo ha participado con varios textos en los dos libros oficiales del Centenario del Valencia CF: "La voluntad de querer llegar" (2018) y "Soñar que no tenemos techo" (2019)”.


8. También entre guiones (“la-botella-del-náufrago”) es el título del blog de “La esfera”, cuyo autor creo que es S. Centurión, cuya última publicación es de octubre de 2010: 
 
"He perdido el control del tiempo. El paso de las horas y los días me es indiferente. Mis únicos amigos son un escarabajo y una lombriz que guardo en una pequeña lata de tomates. He aprendido cómo sobrevivir en esta isla desierta; en mi memoria aun quedan recuerdos de mi familia y mis amigos con quienes intento soñar cada noche."
Decía la nota que había escrito días atrás el náufrago como una manera de aliviar tanta soledad. El mar le devolvía la misma botella con su mensaje, aunque, ahora, a pie de página podían leerse algunos comentarios:
-Muy bueno! me encantó. El isleño
-Me recordó a las historias de Stevenson, aunque el final podría mejorarse. La palmera feliz
-No lo entendí. Nativo31
-Genial. La soledad como un recurso ante la globalización y los nuevos paradigmas de la sociedad tecnológica que deshumaniza. El coc rebelde
-Very good, Congratulations Mr. Naufragou. OnlyJoe
-Me encantó! te sigo, y he linkeado tu botella a mi lista. Turista perdida


9. “Después del hipopótamo” es un blog de J.Armada, dedicado a la literatura y a los libros ("No leemos a otros, nos leemos en ellos"), cuya reconocida intención primaria es la de todas las botellas de todos los náufragos. En marzo de 2012 escribía:

"Como todos los blogs, este funambulista es intangible, se puede ver pero no tocar. Descubrirlo es casi imposible en un océano que no deja de crecer, así que he decidido lanzar un millar de botellas de papel desde mi isla con palmera de píxeles. Si me conoces, este título es fácil de entender. Pero si has descubierto este blog hoy, quizá no sepas que durante años caminé por la cuerda floja de la blogosfera. Los textos que escribí en “El hipopótamo funambulista” estaban destinados a desaparecer. Para evitarlo he creado este blog. Pero también para volver a leer y a escribir. Quizá porque siempre que me preguntan quién soy, digo lo que hago”.



10. Incluso hay un blog que reduce los océanos al tamaño de una palangana, sin minimizar por ello su sentimiento de naufragio: “Diario de un náufrago en una palangana (porque todo el mundo necesita que le rescaten de vez en cuando…). Su autor es C. Añejo y su última publicación es de marzo de 2016, parte IV de un “diccionario de bolsillo roto de Pandemónium”:

Caipirina. Cóctel formado por cachaza, lima, azúcar, hielo, y aspirina.
Postalero. Dícese de aquellos que llevan postales en procesión.
Tenhedor. Que regala mal olor.
Verderecho. Molusco que no padece de estrabismo.
Zarzapatilla. Fruto de cierto arbusto deportivo.


11. Un tal MJ es el autor de otra botella del náufrago, un blog que se esfumó en diciembre de 2008. Esto decía sobre su forma de ver el naufragio: "La primera vez que pregunté si es posible, por supuesto respondió que no. ¿Y el hombre?, pregunté, ¿puede ser mejor? Por supuesto,me dijo que no. Sé que prefiero evitar los problemas antes que pretender resolverlos. Prefiero guardarlos en secreto y que ellos solos se desvanezcan. Puedo otros mundos imaginar con los ojos cerrados. Y puedo,en cambio,al despertar no ver nada (y por eso) sólo tres cosas llevaría a una isla desierta y en mil naufragios intentaría perderlas(cita de E.B.)"
Su último mensaje (IV) es éste: “No me preguntes qué es poesía, porque no voy a dejarte clavar en mi pupila, tu pupila azul. No me preguntes qué es poesía, porque, querida mía, poesía... lo serás tú. SOS”.

Lo siento, pero para este blog no tengo imagen.



12. Ignatius es el seudónimo del autor de otro blog de naufragios: “La última vez que salí de puerto tenía 36 años, una mujer, una hija, un trabajo y un puñado de amigos a los que veo menos de lo que me gustaría”.  

Su último post lo públicó a las 6:02 del día 28 de octubre de 2008, con el título de El Taller:
Bueno, ya dije que mi coche se estaba muriendo. Ayer lo dejé en el taller, para ver si se podía hacer algo con el. Pásate a media tarde, a ver qué tiene. El mecánico es un buen tipo. El y sus hermanos ya le arreglaban el coche a mi padre, desde hace años siempre se lo llevo a ellos. En el mundo de los talleres, cuando encuentras uno de confianza hay que agarrarlo como a una novia ninfómana, ¡que no se escape, vale su peso en oro! Obediente allí estaba a las 6 de la tarde, para ver como tenían al paciente sobre la mesa de operaciones, con el pecho abierto y sin anestesia. Vente pa'ca, a ver si tu eres capaz de dar con ello, porque nosotros no lo vemos. Joder, allí que estuve hasta las 8, disfrutando como hacía tiempo que no lo hacía, y eso que como todavía no me había quitado el "uniforme", procuraba no arrimarme mucho. De vuelta a casa -andando, que el coche sigue en el taller sin solución conocida-, pensaba en que seguramente habría sido más feliz de mecánico en un taller, debajo de un coche y lleno de grasa, que con mi estable y prometedor curro de oficina. Hay quien dice que si pudiera empezar su vida de nuevo no cambiaría nada,..... a la mía no la iba a conocer ni la madre que la parió”.

 

13. Y abandoné la búsqueda de mensajes en botella con un blog muy interesante, que tuvo un sólo seguidor, una mujer llamada C. Caracoles. Este blog decía sobre sí que un cuerpo es una isla en el mar del mundo. Un alma, un náufrago que ha venido a parar a los estrechos límites corporales. El alma necesita el contacto con otras, comunicarles que existe. La literatura le da forma al mensaje. El ordenador es la botella donde lo metemos. Internet, el anchuroso mar a donde lo lanzamos. Tú… el salvavidas que me ha localizado”.

Dejó de publicar el 25 de abril de 2015. Su último post, como la mayoría de ellos, lo dedica a un hayku (canapé lírico). El haiku es un género poético de origen japonés, según la tradición, se escriben en tres versos sin rima, de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente y suelen hacer referencia a escenas de la naturaleza o de la vida cotidiana, y a menudo incluyen una referencia a una época o momento del año o “kigo”. Son muchos los haykus publicados en este blog, yo he elegido éstos:

Entre los juncos,
la oscuridad convoca
reunión de ranas.

En la ladera,
la flor que nadie ve,
¿a qué dios honra?

Tiembla una flor:
rastro tenue y fugaz
de mariposa.

Noble momento
cuando la luz es llave
que abre el mundo.

Mira este árbol
y aprende su lección:
raíz y frutos.

Otea el águila
con la bella tensión
de todo arquero.

En las acacias,
cantata de gorriones
al fin del día.


La voz del libro
del antiguo poeta:
eco de un eco.

¿Cómo encontrar
la prístina mirada
del niño absorto?

Con sortilegios
invoco a las palabras,
esquivos ángeles.

Hablas...Escribes...
y lo más importante
nunca se dice.

Tomo tres versos
(cordel), palabras (pinzas):
cuelgo una imagen.

Siento a mi edad
el tiempo desbocado
entre las manos.

El reloj... y cierto día
marcará alguna hora,
y no será nuestra.

¿Cómo corrijo
el borrador de vida
que estoy trazando?

Que no te importe,
Ícaro, la caída:
bastó el intento.

El gran misterio:
células embrionarias
formando un cuerpo.

Abierto el vientre,
el soldado agoniza.
Un mirlo canta.

El paraíso:
música, luz de lámpara…
y buenos libros.

Cuerpos, caricias…
Únicos paraísos
a nuestro alcance.

Preso de un beso,
al amor lo encerramos
entre dos bocas.

Ven a mi noche.
No temas. Desabrocha
tu corazón.

Ven, ensordece
el ruido del mundo
entre mis brazos.

Amo la luz
que enciende tus pupilas
cada mañana.

Cruzo el umbral
sagrado de tu cuerpo.
De ti comulgo.

Amor sin puerto…
Amar a mar abierto
y ojos cerrados.


No sé el nombre del autor o autora de estos haikus, pero si alguien -por ejemplo tú, C. Caracoles, su única seguidora- le conoce, decidle por favor que yo he recogido su botella, que su mensaje me ha reconfortado y que la vuelvo a arrojar al océano, para que siga su curso en busca de otros náufragos, en cualquier playa del mundo.
 

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