martes, 22 de octubre de 2024

YA GHAZZE HABIBTI-GAZA, MI AMOR

 

Comprender el genocidio en Palestina. Tras masacrar a más de 42.000 palestinos en Gaza, entre ellos 16.500 niñas y niños, el ejército israelí ha invadido ahora Líbano y amenaza con entrar en guerra con Irán. En el siguiente relato en profundidad, un anónimo anarquista de la Palestina ocupada repasa la historia del colonialismo sionista y la resistencia palestina,defiende una interpretación anticolonial de la situación y explora lo que significa actuar en solidaridad con el pueblo palestino. Reproduzco aquí las primeras páginas. El texto completo fue publicado, a principios de este mes (3-octubre/2024) en la web de Crimethink (1), una web anarquista. 

 YA GHAZZE HABIBTI-GAZA, MI AMOR

Gaza, a la que Napoleón, uno de sus muchos ocupantes, llamó el puesto avanzado de África, la puerta de Asia. Esto se debe a que pasó por ella en su camino hacia el norte y, una vez derrotado, volvió a pasar por ella de regreso a África.

Gaza, que siempre ha sido un punto central de paso de imperios, rutas comerciales, ocupaciones y culturas, debido a su situación geográfica a lo largo de la línea costera del Mediterráneo. Gaza, por donde pasaba la Via Maris, que conectaba Egipto con Turquía y Europa. Gaza, a través de la cual los griegos, los romanos, el califato Rashidun, los cruzados, los mamelucos, los otomanos, los británicos, los egipcios y las fuerzas sionistas presionaron sus reivindicaciones, escribiendo su historia como una historia de ocupaciones, guerras, atrocidades y resistencia.

Gaza, mi amor, que siempre fue un campo de batalla, aunque siempre permaneció inmóvil. Gaza, que entierra a 41.000 de sus habitantes, conmemorando un año de una guerra de aniquilación en curso, enfrentada a una escala de destrucción que ya ha superado el bombardeo de Dresde por las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, y a una tasa de muertes diarias que es superior a la de cualquier otro conflicto del siglo XXI.

Casi un año después del genocidio, algunas cosas deberían estar claras. La destrucción de Hamás es un daño incidental. El objetivo principal es la matanza masiva de niños y niñas, dirigida contra el futuro de Gaza. De las 41.000 personas muertas registrados hasta ahora, unos 16.500 son menores de edad.

Pero Gaza no está indefensa. El pueblo de Gaza lucha, y su valor y resistencia son una inspiración para el mundo entero y las generaciones venideras. Antes de hablar de la situación actual, es importante repasar la historia. Para aquellas de nosotras que crecimos y vivimos en la entidad, el vientre de la bestia colonial, parece que la historia comenzó el 7 de octubre. Esta es la única narración que reciben los israelíes. Pero las cosas no suceden en el vacío y cosas similares han sucedido antes, en guerras similares de descolonización y liberación. Un poco de historia nos permitirá ampliar la perspectiva y entender estos acontecimientos como parte de procesos a largo plazo. Entonces podremos hablar de futuros posibles.

Una historia de conquista, una historia de resistencia

Gaza tiene una larga historia de ocupaciones y resistencia, pero lo que entendemos actualmente por la «Franja de Gaza» como un rectángulo en el mapa del sur de Palestina no se deriva de las características naturales de la tierra, sino que es una creación artificial y moderna. Los mamelucos del siglo XIII fueron los primeros en utilizar el término Quta’a Ghazze (Franja de Gaza), pero se referían a todo el sur de Palestina, hasta la actual Cisjordania. La Franja de Gaza tal y como la conocemos se creó en 1948.

No podemos entender lo que se conoce como la Franja de Gaza sin hablar del ataque sionista a Palestina en 1948, la campaña masiva de limpieza étnica conocida como la Nakba. Sin este contexto, es imposible entender por qué la mayoría de los gazatíes no son originarios de Gaza y por qué el 80% de la población son refugiadas. Gaza es una franja artificial de tierra que se convirtió en un inmenso campo de personas refugiadas tras la campaña masiva de limpieza étnica llevada a cabo por las milicias sionistas. De las casi 800.000 personas refugiadas expulsadas de sus pueblos, muchos escaparon a países cercanos como Líbano, Siria y Cisjordania. Los que intentaron cruzar a Egipto se encontraron con una frontera cerrada; a diferencia de otros países vecinos, Egipto no aceptaba personas refugiadas, algo similar a lo que hace hoy el gobierno egipcio. Así surgió la Franja de Gaza: como medio sionista para controlar la demografía y la población.

Muchos de los kibutzim y pueblos que fueron atacados el 7 de octubre se construyeron sobre las ruinas de comunidades que existían allí antes. Las tribus beduinas y otros residentes de 11 pueblos de los alrededores de Gaza fueron expulsados a la Franja de Gaza, y sus tierras, clasificadas como «abandonadas», fueron expropiadas por el Estado y convertidas en campos de entrenamiento militar y asentamientos. Se construyeron ciudades y kibbutzim en ellas para impedir los intentos de retorno. La orden de deportación, documentada por los historiadores como Orden número 40, incluía la orden de quemar los pueblos y no dejar restos. Podemos suponer que algunos de los combatientes que atacaron estos asentamientos el 7 de octubre de 2023 eran refugiados de segunda o tercera generación que veían por primera vez las tierras ancestrales de sus padres o abuelos al otro lado del bloqueo.

Al final de estas expulsiones, en 1950, la población de Gaza se había triplicado como consecuencia de la llegada de cientos de miles de refugiados. No había infraestructuras para acoger a tantos refugiados y, hasta 1950, no existía una organización de ayuda como la UNRWA para asistir a los refugiados. A pesar de ello, los historiadores hablan de la increíble solidaridad de los habitantes de Gaza, que en tiempos de crisis decidieron compartir los pocos recursos que tenían con los refugiados, manteniéndolos con vida. Por decisión de las Naciones Unidas, en 1950 se creó el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), que comenzó la tarea de construir campo de personas refugiadas y escuelas y organizar la ayuda para el enorme número de refugiados que, hasta entonces, dormían en escuelas locales, mezquitas, campos y casas particulares de los lugareños que les abrían sus puertas.

Las personas refugiadas recién llegadas a lo que se convertiría en la Franja de Gaza crearon una amenaza inminente para el proyecto colonial sionista. Algunos afirman que Gaza ha estado sitiada desde 2007, pero en realidad lo ha estado desde el principio, pasando por varias etapas de asedio a lo largo del tiempo. La creación de la Franja de Gaza fue una decisión calculada de David Ben Gurion, arquitecto de la Nakba y primer Primer Ministro de Israel, de ceder un trozo de Palestina para construir un enorme campo de refugiados para las personas expulsadas que huían hacia el sur. Además de controlar la demografía del resto de Palestina, el aislamiento de la franja sirvió para otro propósito. Su distancia geográfica de Cisjordania, de los palestinos y las palestinas que permanecían en los territorios ocupados en 1948 y del resto del mundo árabe contribuyó a fragmentar el tejido de la sociedad palestina. Se trataba de una estrategia colonial calculada para dividir la tierra en guetos aislados -en lo que en Sudáfrica se denominaban bantustanes- con el fin de abrir una brecha entre las distintas clases de población ocupada.

En 1967, Israel había resuelto sus problemas demográficos originales, pero había creado nuevos problemas geográficos. El apetito expansionista había vuelto a surgir y la Franja de Gaza fue ocupada junto con Cisjordania, los Altos del Golán y la península del Sinaí. Israel devolvió más tarde el Sinaí a Egipto, pero el resto de los nuevos territorios ocupados planteaba un reto importante para el Estado judío, ya que no estaba claro que fuera posible una simple repetición de 1948. Era necesario un nuevo modelo de limpieza étnica. Las condiciones habían cambiado, por lo que resultaba más difícil justificar la expulsión física de la gente de su tierra; lo siguiente mejor era simplemente encerrarlos en su lugar.

La máxima prioridad era impedir por todos los medios que se produjera una situación en la que los colonos se mezclaran con los nativos, por lo que Israel construyó dos prisiones al aire libre: una en Cisjordania y otra más estrictamente controlada en la Franja de Gaza. A diferencia de los territorios ocupados en 1948, estos nuevos territorios nunca se anexionaron oficialmente a Israel. La población nunca recibió la ciudadanía. Se les negó cualquier derecho; sus pueblos fueron rodeados de puestos de control, muros y asentamientos; y se instauró un gobierno militar. De hecho, la limpieza étnica y el gobierno militar han ido a menudo de la mano a lo largo de la historia.

Otra cosa que históricamente va unida a la limpieza étnica y al gobierno militar es la resistencia. El estallido de la primera intifada desde el campo de refugiados de Jabaliya, en Gaza, en 1987, desencadenó olas revolucionarias en toda la región. Esto no se debió únicamente a la intensidad de la insurrección, sino también a que marcó un punto de inflexión en el que los y las palestinas tomaron el asunto en sus manos y lucharon por su propia liberación.

En muchos sentidos, la Organización para la Liberación de Palestina ya había estado haciendo esto desde la década de 1960, quitando a los Estados árabes su papel de «liberadores» y desplazando el centro de atención a las guerrillas árabes revolucionarias y a las comunidades palestinas de la diáspora, principalmente en Jordania y más tarde en Líbano. Pero la primera intifada en Palestina estalló espontáneamente. No estaba bajo el control de ningún partido u organización militarizada en particular; estaba dirigido por una red de grupos y organizaciones de base que se unieron bajo la Dirección Nacional Unificada del Levantamiento (UNLU), una red de coordinación entre los diversos comités regionales, organizaciones y partidos implicados en el levantamiento.

El hecho de que el levantamiento estallara en Gaza es significativo. No es sorprendente que comenzara en un campo de personas refugiadas. Entre los palestinos, el campo es la clase más baja; es también la más revolucionaria, siempre en primera línea tanto de la resistencia popular como de la lucha armada. Es donde tradicionalmente se organizaban las guerrillas y se formaban los bastiones de la resistencia. Debido a su centralidad en la lucha, es también donde se han cometido muchas de las atrocidades más horripilantes y se ha infligido la represión más dura. Los campo de personas refugiadas del Líbano fueron semilleros de revolucionari@s durante la guerra civil libanesa de los años setenta y ochenta; también fue allí donde los fascistas libaneses perpetraron la masacre de Sabra y Shatila en 1982, bajo la atenta mirada de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI).

A día de hoy, campos de personas refugiadas como los de Yenín y Balata, en Cisjordania, siguen siendo un foco de resistencia armada, con muchas facciones, como la Guarida del León y la Brigada de Balata, que insisten en no afiliarse a ninguna facción importante de la política palestina, fuera del control tanto de Israel como de la Autoridad Palestina. Los y las jóvenes de estos campos han defendido sus hogares contra las incursiones israelíes una y otra vez, y lo han pagado caro. Desde el 7 de octubre de 2023, los campo de personas refugiadas de Gaza han sido un objetivo central de las fuerzas genocidas.

Texto completo en este enlace: Ya Ghazze habibti, oh Gaza mi amor

 

 

Nota:

(1)¿Qué es Crimethink? Crime-think (pensamiento criminal), según su propia definición es "todo aquello que escapa al control: la ensoñación en el aula, el renegado que rompe filas, las paredes pintadas con aerosol que siguen hablando incluso bajo la ley marcial. Es la sensación persistente de que las cosas podrían ser de otra manera, de que no hay nada natural o inevitable en el orden social imperante. En un mundo optimizado para la administración, todo lo que no se puede clasificar o mostrar en una pantalla es pensamiento criminal. Es el espíritu de rebelión sin el cual la libertad es literalmente imposible".

domingo, 6 de octubre de 2024

BRUSELAS, TENEMOS UN PROBLEMA

 

Imágenes tomadas del blog de Rafael Poch de Feliu

Houston, tenemos un problema” es una popular pero errónea cita de una frase dicha por el astronauta Jack Swigert durante el accidentado viaje del Apolo 13, justo después de observar una luz de advertencia acompañada de un estallido, a las 21:08 del 13 de abril de 1970.

Me parece muy lúcida la visión que tiene Rafael Poch de Feliu del momento histórico actual. Me refiero a la geopolítica del capitalismo global que viene arrastrando al conjunto de la humanidad hacia un futuro que no puede ser más incierto; sin duda mucho más peligroso que el que estuvo a punto de estallar durante la llamada “Guerra Fría”. Aquel periodo, entre 1947 y 1991, estuvo marcado por una permanente polarización entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, en un conflicto político/ideológico entre esos dos bloques, respectivamente alineados con el capitalismo y el comunismo. El bloque comunista hoy no existe, desapareció con la disolución de la URSS, con la implantación del capitalismo de estado en la República Popular de China y con el desvanecimiento de todas las izquierdas, incluidas las más reformistas, todas integradas al tsunami neoliberal que viene gobernando el mundo en estas últimas décadas. El mundo, pues, es hoy globalmente capitalista, el triunfo del capitalismo no puede ser más absoluto: vivimos en un solo mundo/mercado y, sin embargo, el peligro de guerra global es más extremo que nunca. El “detalle” del monopolio ideológico debiera hacernos pensar…el caso es que a día de hoy, Ucrania, Oriente Medio y el Sahel -y no tardando Taiwan- son los  escenarios de una misma guerra comercial militarizada, ya en marcha a escala global. Y ya van tres...no quiero ser agorero, pero ya sabéis lo que dice el dicho popular, aquello de “a la tercera va la vencida”.

El texto que sigue corresponde a una entrevista que le hizo “Mundo Obrero” a Rafael Poch de Feliu el pasado 27 de agosto: 

"Washington se prepara para un conflicto militar contra el resto del mundo y necesita a su lado a la Unión Europea" 

Gema Delgado: Más de 40.000 palestinos masacrados en Gaza, 10 meses de bombardeos para dejar un territorio inhabitable y sin palestinos, huérfanos por doquier, población mutilada, desnutrida, sin agua potable, enfermando, sufriendo, muriendo porque así lo quiere el gobierno israelí y nadie para los pies a Netanyahu que entra en el Congreso estadounidense con honores de jefe de Estado. Los principales líderes europeos no se atreven a nombrar la palabra genocidio. Ni se plantean sanciones económicas. ¿Qué se puede hacer antes de que Israel acabe de destruir lo que queda en pie?

Rafael Poch-de-Feliu: Empecemos por emplear el vocabulario apropiado. Lo de Israel en Palestina no es un “conflicto” ni una “guerra”. Es una masacre. La previsión de la revista The Lancet de hace unos meses era que en términos reales se ha eliminado al 8% de la población gazatí, entre muertes directas e indirectas. Pero irá a más si no cesan la matanza, la hambruna y el desastre sanitario inducido. Y no hay indicios de que vaya a cesar. Mientras tanto, hasta la “justicia internacional”, una institución organizada por Occidente en el sistema de la ONU creado tras la Segunda Guerra Mundial, examina el asunto como “plausible genocidio”. Y en París se ha puesto la guinda a este verano de oprobio, recibiendo con toda normalidad a la delegación deportiva israelí, mientras se vetaba a rusos y bielorrusos. En Francia y Alemania se criminaliza la mera solidaridad con Palestina. Hay detenidos por enarbolar la bandera palestina. La complicidad de los gobiernos y medios de comunicación occidentales es clamorosa. Todo esto es inadmisible. Representa una afrenta a la más elemental noción de justicia y también la más seria advertencia para el futuro, porque dejando pasar esta masacre, se admite la solución militar a cualquier problema de “población superflua” que nos abocará el futuro, con zonas del planeta que se harán inhabitables por causa del cambio global y grandes movimientos migratorios que convertirán en anécdota la actual hecatombe que se vive en el Mediterráneo. El escenario de una Gaza global como solución a la crisis antropocénica del sistema capitalista está servido. Esto no tiene nada de apocalíptico, sino que es puro realismo empírico.

Leer el texto completo de la entrevista AQUÍ

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A día de hoy, cada día que pasa se hace más evidente lo que decía Rafael Poch de Feliu a principios de este año, en febrero de 2024:

"Todos los conflictos apuntan hacia la misma crisis"

El declive de la potencia occidental une los tres escenarios bélicos entre grandes potencias abiertos hoy en el mundo

Hablamos por separado de la guerra de Ucrania, de la masacre de Gaza y de las tensiones alrededor de Taiwán, ignorando que esos tres frentes bélicos, o prebélicos, abiertos en Europa, Oriente medio y Asia Oriental, respectivamente, apuntan hacia la misma crisis del declive occidental. Ese punto de inflexión en la hasta ahora indiscutible preponderancia mundial de Occidente, es a lo que se refiere el Presidente chino, Xi Jinping, cuando dice que “El mundo asiste a cambios sin precedentes en un siglo”.

Veamos, en diez puntos, algunos síntomas y tendencias de esos cambios:

1- Se amplia la brecha entre el bloque occidental (formado por EE.UU, Unión Europea, Inglaterra, Japón y Australia para contener a Rusia y China) y el resto del mundo, que rechaza sanciones y llamadas a cerrar filas. Del apoyo, la comprensión o el no alineamiento del Sur global hacia Rusia, resulta la soledad de Occidente.

2- La masacre de Gaza y la complicidad occidental, política y mediática con ella (la situación en Francia y Alemania es mucho peor que la de España a ese respecto), consagran un verdadero suicidio moral de Occidente. Su credibilidad en materia de derechos humanos, mediación en conflictos y justicia global, es igual a cero. Su doble rasero al medir Ucrania y Gaza, evidente.

Conviene leer completo este texto AQUÍ

Como también recomiendo este otro trabajo suyo, también reciente:  

 

 La sensación desde el año 24 del siglo XXI es que la evolución de la guerra de Ucrania y la masacre de Gaza marcan lo que los rusos denominan un “vodorazdiel” (водораздел), una “divisoria de aguas” que marca un hito, un punto de inflexión en la crisis del declive occidental y su indiscutible preponderancia mundial.

Descarga del texto completo AQUÍ

Entonces salió otro caballo color de fuego y al que estaba montado en él se le concedió quitar la paz de la tierra y que los hombres se mataran unos a otros, y le dieron una gran espada.” (Apocalipsis, VI). Imagen: “La caída del imperio romano”, de Thomas Cole (1836).

martes, 1 de octubre de 2024

PALESTINO MUNDO: LOS (MALOS) TIEMPOS QUE RESTAN

 

Gaza, un día cualquiera. Foto: www.lestempsquirestent.org

 

La catástrofe humanitaria que asola la tierra palestina es un genocidio de manual, perpetrado por un Estado terrorista, el de Israel. Un insaciable instinto de venganza y de muerte impera en aquellos territorios, sin solución de continuidad. Porque no tiene solución, no al menos en muchos años, mientras perdure en la memoria de los miles de huérfanos que logren sobrevivir al exterminio racista perpetrado por el estado de Israel. Asistimos, bloqueados, al espectáculo de este genocidio, atrapados en un círculo de impotencia que no tiene salida. Así que la catástrofe seguirá creciendo y todos sufriremos las consecuencias, por sus globales repercusiones y por muy lejos que vivamos. Me imagino en esa situación y tengo muy claro que estaría clamando venganza y buscando un arma para llevarla a cabo sin miramientos. Tal es la rabia y bestialidad que llega a generar un genocidio como éste, lo podemos comprender aún siendo solo espectadores.

No puede ser más asimétrica y desigual esta guerra que se libra entre unas milicias populares y un ejército regular de los más poderosos del mundo que, además, cuenta con la financiación y respaldo militar del ejército imperial de los EEUU. 

En los recientes acontecimientos que reavivaron el conflicto en los salvajes términos actuales, tras el bestial atentado terrorista de Hamás, me resulta un tanto burda y suicida la estrategia de estos comandos que durante años han sido tratados por el Estado de Israel en calidad de “enemigo favorito”, dentro de un territorio como el de Gaza, concebido y manejado por el Estado Judío como una “prisión al aire libre”. Esos comandos milicianos de Hamás, allí encerrados junto a dos millones de refugiados, construyeron  cientos de túneles y se enterraron en ellos, preparándose militarmente durante años, mientras recibían el apoyo de potencias regionales y contando con una “cierta complacencia” por parte de Israel, al ver en esas milicias un enemigo fácil, como se ha evidenciado en la masacre actual, donde la capacidad de resistencia militar de Hamás es mínima, casi insignificante.

Coincido en este juicio con lo expresado por el filósofo Etienne Balibar, francés, judío y comunista, en un  escrito suyo publicado en la revista “Los tiempos que restan” (Les temps qui restent) que es de mi preferencia. Guardando las insalvables diferencias, me resulta inevitable ver un gran parecido entre esta estrategia del estado judío, respecto de Hamás, con la del Estado Español -cuando estaba en manos de la derecha franquista- respecto de ETA. Recordemos que incluso a día de hoy, tanto el PP como Vox siguen utilizando a la desaparecida ETA como un valioso recurso propagandístico y electoral.

Los crímenes de Hamás no son excusables en ningún caso. La causa de legitimidad que pudieran alegar, tengo por seguro que se volverá contra su propia causa. Hamás practica terrorismo y no es una organización menos terrorista que el Estado Judio, sin que valga como atenuante la comparación de fuerzas. Como dice Etienne Balibar en un escrito de hace un año, cuando empezaba la nueva fase de esta interminable guerra: cuesta creer que el objetivo de Hamás (con los correspondientes riesgos asumidos) no fuera provocar una respuesta de tal violencia que la guerra entrara en una nueva fase, propiamente exterminista, borrando para siempre las posibilidades de convivencia de los dos pueblos. Y ésto es lo que está pasando”.

Tal como reza un dicho popular en castellano, digo yo que “se junta el hambre con las ganas de comer”...así, insiste el mencionado filósofo marxista en su escrito:el Estado de Israel, redefinido oficialmente en 2018 como el Estado-nación del pueblo judío, nunca ha tenido ningún proyecto político distinto de la aniquilación o esclavización del pueblo palestino por diferentes medios: deportación, expropiación, persecución, asesinatos, encarcelamientos. Terrorismo de Estado”.

A partir de que la derecha racista tomara el control del Estado Judío, ya estamos hablando, sin rodeos, de limpieza étnica. Si la “venganza” de Hamás hay que calificarla de terrorista, la del Estado Judío, además de terrorista ha de ser juzgada como sistemáticamente genocida: en sus masacres militares bien planificadas y en el bloqueo alimentario y sanitario, como en el desplazamiento forzoso de poblaciones hacia puntos de concentración (escuelas y hospitales) donde pueden ser masacradas con mayor precisión...¿acaso eso no es genocidio en estado puro? Todo lo que está sucediendo es ya irreparable. Los israelíes que denunciaron el apartheid de su Estado contra el pueblo palestino ya no son escuchados, su presencia política hoy es insignificante, ni siquiera testimonial, ha desaparecido bajo la furia racista, colonial y nacionalista del aparato estatal judío.

El único resultado que parece posible -que sería una intervención de la comunidad internacional- hoy resulta imposible. Exigir un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes a cambio de prisioneros de guerra, el juicio de los crímenes de guerra cometidos por ambos bandos, o el cumplimiento de todo el cúmulo de resoluciones de la ONU, a día de hoy solo son letra muerta. Una paz justa no tiene ninguna posibilidad de suceder en el actual contexto geopolítico mundial, porque cualquier iniciativa en esa dirección es sistemáticamente neutralizada por las potencias militares, grandes y medianas, que compiten en el actual tablero imperialista (militar, comercial y unívocamente capitalista). Sus respectivas estrategias “geopolíticas” hacen imposible cualquier legalidad internacional que pudiera ser efectiva, más allá del simulacro o performance que representa la ONU.

Aún así, no digo que haya que dejar de intentar una mediación internacional para un alto el fuego inmediato, que al menos sirva para ganar tiempo y retrasar el genocidio. A mi entender, eso pasa, necesariamente, por una presión mediática contínua sobre los EEUU, que es el actor imperial y principal de ésta guerra, como de la que se libra en Ucrania. El pueblo palestino ha demostrado en repetidas ocasiones su capacidad de resistencia, para sobrevivir y para defender sus derechos, pero es difícil evitar el pesimismo, lo que no nos exime de la obligación moral de intentarlo y de imaginar lo imposible.

Pero, más allá de esta obligación, cualquier pensamiento crítico sirve de poco, si no es, también, estratégico. No bastan pequeños logros “morales”, como la condena moral que se ha ganado a pulso el Estado Judío, haciéndole un gran favor al movimiento neonazi que tan rápidamente renace y avanza por todo el mundo, llenando el vacío que han dejado las modernas y desnortadas “izquierdas”, hoy carentes de toda credibilidad. El Gran Desastre está asegurado, y no solo en su dimensión ecológica, como quieren hacernos creer. Por eso que sea máxima la urgencia por organizar y ensayar la revolución democrática integral (global y local, ética, ecológica y comunal) que, aunque sea agónicamente, es nuestra única posibilidad de sobrevivir a los peligrosos tiempos que corren. La revolución ha dejado de ser el viejo sueño de emancipación de una clase social explotada, ahora es, a mayores, un proyecto de  supervivencia, autonomía y dignidad, para el conjunto de la especie humana.

                                                                * * *

PD: El título de la revista "Les temps qui restent" (los tiempos que restan) puede entenderse en cuatro sentidos, que perfilan el espacio problemático de la revista según plantea su propio colectivo editor. Cuatro sentidos que, desde mi punto de vista, proporcionan valiosas señales de orientación estratégica:

1. Ser conscientes de estar viviendo la herencia de los tiempos modernos. "Les Temps qui restent" es  lo que queda de la vieja revista "Les Temps Modernes" que fuera fundada por Jean-Paul Sartre. Pretende ser un gesto fundacional que sirva para articular vidas y experiencias individuales con una perspectiva global. Y hacerlo sin una línea dogmática a priori, con espíritu sintético o diagonal.

2. Actuar mientras todavía hay tiempo. ¿Demasiado tarde para qué? Traer “de regreso a la Tierra” las trayectorias sociotécnicas dominantes, es decir, modificarlas para que no alteren la dinámica del sistema planetario con consecuencias potencialmente apocalípticas sobre estos propios sistemas sociotécnicos y la vida terrestre.

3. Aprender a vivir en los restos de la Modernidad (su propio modelo burgués de organización social: estatal-nacional-capitalista). No nos deshacemos de la Modernidad de la misma manera que la Modernidad pensaba que se deshacía de la Tradición (el viejo regimen feudal). Los gases de efecto invernadero, los residuos radiactivos, los microplásticos, pero también las infraestructuras materiales y mentales que la Modernidad ha puesto en marcha, tienen la temporalidad de un resto con el que tendremos que vivir durante mucho tiempo. La revista Les temps qui restent pretende explorar la forma en que podemos convivir con lo que quede de la moribunda Modernidad, para poder desactivarla mejor.

4. Abriéndonos a otros tiempos. Los tiempos que restan son, finalmente, lo único que tenemos como resto en las arcas del próximo futuro. Deberíamos proponernos la liberación de estos tiempos  que aún quedan, incluso de los alternativos que están por imaginar.