El capitalimo ha hecho del mundo un mercado. De este mercado se
puede decir que es natural, pero no libre. Se rige
por la ley de la naturaleza, la competitiva y asocial ley de la
selva, en la que sobrevive el individuo más fuerte, que suele ser
el más bruto. Esa “naturalidad” del mercado capitalista explica
la conformación y éxito histórico del bruto capitalismo, avalado
por la darwinista teoría científica de la evolución natural.
En buena medida, esa
ley es responsable de la extinción de las especies, la misma
que propiciará la desaparición de la especie humana de seguir
sometida a esa ley. La continuidad y reproducción de nuestra
especie no será posible de no contravenir esa ley que rige el ecosistema global de la Tierra. Aún así, sabemos de la
existencia de una ley superior, la cósmica ley de la entropía, por
la que todo el Cosmos tiende a disolverse como un azucarillo. Ello
sucederá, querámoslo o no, pero mientras sucede aún tenemos un margen de
oportunidad que, a escala humana, puede ser tan largo como una
eternidad, porque los individuos humanos tenemos algo que no posee ninguno de ninguna otra especie:
conciencia propia. Y, además, hemos acumulado un creciente conocimiento de las leyes que rigen
la naturaleza y una dilatada experiencia histórica. Por todo ello,
podemos llegar a comprender los errores cometidos y podríamos
desobedecer esa bruta y natural ley del capitalismo e interrumpir el
rumbo que nos precipita hacia la extinción.
Tenemos el potencial que se precisa, lo que todavía no tenemos es la
voluntad de hacerlo.
En
medio de esta reflexión, leo un artículo de Antonio Turiel que me
ayuda a desvelar el mecanismo mental por el que llegamos confundir la
perversidad del capitalismo con su naturalidad. Esa confusión, no me
cabe duda, contribuye decisivamente a normalizar las estructuras de
poder que sirven a la hegemonía y perpetuación del orden
capitalista,
de entre las que el aparato estatal destaca como la más decisiva.
El
artículo al que me refiero argumenta todo ésto mucho mejor que yo,
se
titula “Todos los cangrejos de la luna son rojos” y lo podéis
leer en este enlace:
Antonio Turiel Martínez, leonés nacido en 1970, es científico y divulgador licenciado en Física y Matemáticas y doctor en Física Teórica por la Universidad Autónoma de Madrid. Trabaja como científico titular en el Institut de Ciències del Mar del CSIC. Es autor de más de un centenar de artículos científicos especializados y ha dirigido cuatro tesis doctorales. Es más conocido como activista digital y redactor principal del blog The Oil Crash (http://crashoil.blogspot.com/), en el que toca temas sensibles sobre el agotamiento de los recursos convencionales de combustibles fósiles, como el pico del petróleo y sus posibles implicaciones a escala mundial.
Sostiene que la fracturación hidráulica
(fracking) es una burbuja especulativa, pues el rendimiento
energético de tal técnica es mucho menor comparándolo con la
extracción convencional de combustibles fósiles de antaño, así
como sus graves daños ambientales. Aboga por el decrecimiento y es
crítico de posturas sobre la ideología productivista de los
diversos sistemas políticos, tanto de derecha como de izquierda.
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