miércoles, 25 de noviembre de 2015

EMANCIPACIÓN O DOMINACIÓN, ESA ES LA CUESTIÓN


El tránsito hacia la emancipación es un camino integral, simultáneamente individual, social, ético, económico, político y ecológico, necesariamente revolucionario, que no pasa cada cuatro años por las urnas, sino por construir la autonomía cada día, contra toda dependencia y subordinación, hasta superar la hegemonía del estado de dominación en que vivimos, disolviendo sus instituciones (Propiedad, Mercado y Estado), reintegrándonos en la naturaleza de la que somos parte, restaurando la dignidad humana y la vida comunitaria como verdadera democracia de iguales.
El verdadero conflicto se sustancia hoy en dos frentes de fuerzas contrarias e irreconciliables, emancipación (autonomía) contra dominación (dependencia). Quien apoya a las fuerzas de la dominación es su cómplice, está impidiendo -consciente o inconscientemente- la revolución integral que es necesaria para avanzar hacia la emancipación.




Pensamos que, de por sí, el comportamiento humano no es fiable y que no lo es por naturaleza, sea cual sea el sistema que organiza nuestras vidas. Pensamos que la realidad social es un suceso natural, algo que sucede inevitablemente, como la fotosíntesis o la erupción de un volcán. Este es el pensamiento hegemónico, un pensamiento básicamente reaccionario, un error fatal. Todavía no hemos llegado siquiera a imaginar que esa realidad, como el propio proyecto de la vida humana, es algo que se construye, que no tiene por qué estar predeterminado ni obedecer leyes inexorables, como la matemática celeste que rige la órbita de los planetas alrededor del sol. Todavía estamos lejos de imaginar siquiera la revolución personal y social que es necesaria para acabar con este pensamiento autodestructivo, que vela nuestra comprensión de la realidad.

sábado, 21 de noviembre de 2015

PENSAR LA INSUMISIÓN ELECTORAL






Formo parte de esa minoría que, libre y conscientemente, opta por la abstención electoral. Decidí dejar de votar a partir del 15M. No formo parte de ningún partido político, tampoco de ninguna organización anarquista. Cuando votaba (la mayor parte de mi vida), lo hacía con escasa fe en esta democracia (de hecho, me abstuve en el referendum constitucional) y cuando votaba lo hacía a favor del PSOE, de IU, o a de la CGT en las sindicales; no lo hacía por convicción, sino porque votar me parecía un mal menor, pensaba que con la izquierda avanzaríamos algo, frenaríamos al capitalismo...pero la izquierda ha gobernado tantos o más años que la derecha y el sistema de dominación es hoy más fuerte y la sociedad mucho más débil.

He dedicado mucho tiempo a analizar lo que sucede, a estudiar la historia y a contrastar mi pensamiento con otras visiones, y de esta experiencia he obtenido un conocimiento, he aprendido y sigo aprendiendo; sé distinguir la diferencia histórica entre izquierda y derecha...hasta que la izquierda llega al poder, luego no la percibo en nada sustancial, es la misma diferencia que entre Mercadona y Carrefour o entre Telecinco y la Sexta, competencia en la forma y alianza en lo sustancial: la razón de Mercado, la razón de Estado.

martes, 10 de noviembre de 2015

¿POR QUÉ NO VOTA LA GENTE LIBERTARIA?...PUES POR LA MISMA Y SENCILLA RAZÓN POR LA QUE LOS ATEOS NO VAN A MISA


Pero lo cierto es que no sólo son los ateos los que faltan a misa. Sabemos que una buena parte de los que se abstienen son creyentes, fieles  que actúan en contra de su religiosa obligación, que no votan por pura desidia y desinterés. Incluso sabemos que entre los ausentes están numerosos creyentes radicales y puristas que no aceptan la intermediación del clero convocante. 

La situación sería más clara si todos los ausentes dejaran el sitio de la abstención a sus genuinos titulares, a los no creyentes. 

Algo similar sucede con las elecciones, con los oficios religiosos propios de la iglesia política “oficial”, en los que, en buena lógica, debieran participar sólo los creyentes de la religión política y económica “oficial” (la estatal/capitalista), cuyo clero  convoca las elecciones al modo en que los fieles son llamados a misa.

La iglesia política cuando hace el recuento de asistentes al oficio electoral acostumbra a meter en el mismo saco del desprecio a todos los ausentes, sean malos creyentes, creyentes radicales o infieles libertarios. Para el clero dominante todos son iguales, abstencionistas irresponsables, ciudadanos despreciables cuyo pecado de abstención les priva de  todo derecho a quejarse cada vez que les toca padecer el mal gobierno del clero gobernante.

Y eso está mal, muy mal. A los infieles libertarios nunca se nos ocurriría arrogarnos todo el monto de la abstención o el ateismo. Nunca nuestro desprecio por la dominación humana lo extenderemos a la gente creyente y sumisa con la que convivimos todos los días. Aunque se arrodillen cada domingo por la mañana o acudan a votar  cada cuatro años. A cada cual su mérito y cada verdad en su sitio.


PD. Más y mejor que yo lo explica la gente libertaria de Apoyo Mutuo.



domingo, 1 de noviembre de 2015

EL SAGRADO IMPERIO DE LA LEY Y EL DEBER DE DESOBEDIENCIA



El incuestionable respeto a la Ley es uno de los memes que el sistema de dominación inocula e impone a través de sus aparatos de amaestramiento -el trabajo asalariado, la educación, los medios de comunicación- y un amplio etcétera gestionado por múltiples ministerios y respaldados  por una inmensa  infraestructura estatal -cultural, legal, financiera y militar-, que establece el carácter inmutable y cuasi sagrado del respeto a la Ley (estatal),  no soportando resquicio alguno en que la vida humana pudiera escapar a su poder normativo. Forma parte sustancial del pensamiento único, desprecia cualquier cuestionamiento crítico, dedica toda su potencia a crear “la opinión pública” como estado de sumisión interiorizada, individual y colectiva, constituyente de las modernas sociedades domesticadas; combate la más mínima disidencia, las más de las veces lo hace por la fuerza y en su modo más sofisticado y efectivo lo hace por subversión de las ideas y del lenguaje...hasta lograr -con éxito- su producto-mercancía preferida, el individuo/ciudadano medio,  un ser irresponsable y sumiso que ve civilización donde  sólo hay barbarie legalizada, institucionalizada. De ahí, de esa perversión programada nace el religioso poder de la  idea de democracia (representativa) como sublime representación (teatral), un acto esencialmente irresponsable por el que individuos y comunidades delegan su libertad y autonomía; y, aún peor, un acto rutinario que subvierte el “sentido común”, convertido éste en idea totalitaria que  identifica Ley con Bien Común y, por ende, con Estado y Democracia...y hasta con  nuestra propia conveniencia.