Índice
1.
Populicidio, genocidio, eugenesia, transhumanismo...nada nuevo.2.
Cuando la
distopía creó el patógeno.
3.
A modo de epílogo: la hipótesis (subversiva) de una nueva era.
4.
Notas.
1.
Populicidio, genocidio, eugenesia, transhumanismo...nada nuevo
"Para
juzgar el progreso no basta con saber lo que nos aporta, es necesario
tener en cuenta de qué nos priva", dice
Bauduin
de Bodinat (1),
autor de “La vida en la tierra: reflexiones sobre el poco
porvenir de estos tiempos”, de donde extraigo este lúcido
juicio: "No es la novedad lo que nos desencanta, al
contrario, es el tedioso reinado de la innovación, su
confusión incesantemente renovada [..], (no
es el cambio en sí), es el autoritarismo del cambio lo que
nos sorprende, vernos todavía apegados a la novedad
que nos recomendó ayer, cuando ya tiene otra
novedad preparada para nosotros, imponiendo y
apilando apresuradamente su progreso técnico, uno encima del otro,
sin prestar atención a lo que está debajo".
Se
pregunta Bodinat por lo que hay en el camino, ante nuestros ojos, sin
encontrar otra respuesta que no sea la reproducción de la
dependencia de la humanidad a la vida mecanizada, “hasta que su
reinado sea definitivo”...y, de echo, todo parece encajar en
este rompecabezas del desastre: "La dominación produce los
hombres que necesita”. Si
bien, no ocultaré que, cada
día, yo
también percibo la pulsación de la vida, que nunca
deja de esperar su
oportunidad, el momento de la
contraofensiva.
Por
su origen etimológico, el
término eugenesia
se refiere al “buen nacimiento” y es la disciplina que aplica las
leyes
biológicas
de la herencia
para, presuntamente,
perfeccionar
la especie humana mediante
la intervención en los rasgos hereditarios, ayudando
así
al nacimiento de personas más sanas y con mayor inteligencia. Sus
defensores aseguran que la eugenesia alivia
el sufrimiento, evitando
que nazcan personas con malformaciones o graves enfermedades,
al tiempo que permite
a
la sociedad el ahorro de recursos.
En
cambio, sus
detractores consideran que la eugenesia es contraria a toda
ética
y creen que la manipulación
de
lasleyes biológicas
es inmoral. La selección artificial, el diagnóstico prenatal, la
ingeniería
genética, la
esterilización
y
el control de natalidad son mecanismos propios de la eugenesia. Lo
cierto es que a
lo largo de la historia
la eugenesia
ha sido utilizada para
practicar
la discriminación, para
esterilizar a
grupos sociales y hasta para
exterminar
a razas o etnias consideradas como inferiores.
Aún
así gozó de gran prestigio social, apoyada por relevantes
personalidades, como Alexander Graham Bell o Winston Churchill, si
bien, dicho prestigio decayó al vincularse las prácticas
eugenésicas con la polítitica racial de la Alemania
nacionalsocialista.
Los científicos nazis
realizaron experimentos genéticos con seres humanos bajo la
argumentación y el concepto de “vidas
indignas de ser vividas”,
lo que para ellos justificaba la intervención eugenésica aplicada a
“desviados y
conflictivos”
(abarcando en estas
etiquetas una amplia lista:
discapacitados físicos y mentales, homosexuales, judíos, gitanos,
comunistas, etc). Pero se
tiende a olvidar que en otros países, como Suecia o Estados Unidos,
incluso anteriormente,
también se realizaban
programas de eugenesia dirigidos a crear pueblos con rasgos uniformes
y bien definidos, de “pura sangre”, llegando a esterilizar a
grandes grupos de población, como alcohólicos, epilépticos,
ciegos, sordos y hasta mujeres consideradas promiscuas o
criminales...todos ellos etiquetados como débiles mentales,
defendiendo estas prácticas como la
mejor forma de “asegurar
el progreso” de las
sociedades y “la mejor
solución a la pobreza”.
En
Escandinavia se esterilizaron a unas 63.000 personas entre los años
1934 y 1975; de las cuales el 90% eran mujeres a las que se
consideraba «ineptas» para reproducirse. Del mismo modo, en Estados
Unidos las personas esterilizadas a la fuerza entre los años 1907 y
1960 eran en su mayoría afroamericanas, por lo que se puede leer
claramente que la ejecución de estos programas estuvo ligada a
motivaciones racistas.
1.
Retrato
de Francis Galton (1822-1911). 2.
Registro de las familias “más sanas y con mejores bebés”,
retrato de la
familia ganadora de uno de los concursos celebrados en
EEUU.
3. Revista
de principios del siglo XX con un artículo titulado "Debemos
reproducir o esterilizar a los defectuosos", escrito por Albert
Edward Wiggam, un exitoso autor que encantaba a su público con sus
escritos
en los
que describía la eugenesia como un plan de Dios.
Si
mencionas la palabra “eugenesia”, muchos la asociarán
con los nazis y con el holocausto, pero
es un error, lo cierto es que
“Hitler
aprendió de lo que los estadounidenses habían hecho",
asegura Daniel Kevles, historiador de ciencia de la Universidad de
Yale. Según
Kevles, para entender la eugenesia hay que remontarse
a
la Inglaterra victoriana, a
mediados de 1800. Afirma
que todo empezó
con las ideas de Francis Galton (2),
primo de Charles Darwin, Galton
era un
científico al
que
todo
le interesaba, pero por encima de todo le fascinaba la genialidad y
la herencia.
Pensaba
que si podíamos encontrar la manera de cuantificar la herencia,
podríamos controlarla y producir mejores personas, como hacemos con
el ganado y las plantas. Y
a
ese nuevo programa de reproducción selectiva, que permitiría tomar
las riendas de la
evolución humana,
lo llamo “eugenesia”...no
estaba
fuera de lugar que
biólogos como Galton pensaran que si las ciencias físicas estaban
cambiando el mundo tan deprisa
y tan
radicalmente
-los ferrocarriles, la luz eléctrica, el teléfono-, las ciencias de
la vida podrían hacer lo mismo.
Hacia el
cambio de siglo, la idea de Galton se estaba diseminando por el mundo
y empezó a echar raíces en Estados Unidos, en gran
medida porque en ese
tiempo la gente de
clase media, blanca y educada, estaba
muy preocupada
por lo que estaba pasando en
los nuevos barrios
industriales de sus
ciudades. Desde la Revolución Industrial, a partir de mediados del
siglo XIX, la gente del campo había
empezado
a emigrar a las ciudades en busca de trabajo en las fábricas y,
por
primera vez en su historia, Estados Unidos tuvo que confrontar graves
problemas
sociales urbanos: crimen,
prostitución, alcoholismo, pobreza...además de
los inmigrantes que llegaban en grandes olas del sur y oriente de
Europa. Según
describe Kevles:
"Hubo
tal
confluencia de factores en las
dos
primeras
décadas
del siglo XX en EE.UU. que creó un público para la eugenesia",
explica el historiador.
El
logo del movimiento de eugenesia es un árbol acompañado de una
explicación, por la que la Eugenesia sería “la dirección
propia de la evolución humana que, como un árbol,
saca sus materiales de muchas fuentes y los organiza en una unidad
armoniosa". Cada brazo de la raíz lleva el nombre de una
ciencia. Esta ciencia proporcionaba una justificación biológica, es
decir, científica, a una burguesía urbana aterrada por lo que veían
en las calles: su conclusión fue que todo se reducía a problemas
hereditarios, aunque a lo que se refiriera Galton fuera a un enfoque
de la eugenesia para fomentar la reproducción de genios; pero en ese
momento y allí, en EE.UU., empezaron a pensar en una eugenesia más
negativa, útil para el control
selectivo de
la reproducción humana,
porque
“EE.UU. parecía estarse degenerando”, esa era la palabra
usada en esa época.
Theodore
Roosevelt (1858-1919), que ejerciera como vigésimo sexto
presidente de los Estados Unidos (entre 1901 y 1909), en una carta
dirigida al biólogo y eugenista Charles
Benedict Davenport, le decía: "...concuerdo
con usted si lo que quiere decir, como supongo, es que la sociedad no
tiene porqué permitir que los degenerados se reproduzcan". Y,
manos a la obra, en 1910 se estableció un laboratorio de
investigación cerca de la ciudad de Nueva York... que en ese tiempo
se llamó "Oficina de Registro de Eugenesia", donde se
recolectaba información, se procesaba y archivaba, con interés por
todo tipo de rasgos humanos, desde el color del cabello y los ojos,
hasta daltonismo y epilepsia, además de curiosidades como
"el
amor por el mar"
y
otras como
"el
gitanismo"
o
"los
genes de guerrero",
así como otros rasgos menos
exóticos, como promiscuidad,
control moral, vagabundeo y ebriedad.
Es
muy desconocido que el primer director de la UNESCO, la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,
fue Sir Julian Sorell Huxley
(1887-1975), quien escribiera en 1946 un artículo titulado “UNESCO,
su Propósito y su Filosofía”,
en el que esbozaba su visión para esta nueva organización
internacional surgida del Instituto de Cooperación Intelectual.
Según Huxley, la filosofía rectora de la UNESCO debería ser lo que
él denominó “Humanismo Evolutivo Mundial”, filosofía
íntimamente relacionada con la eugenesia. Se olvida que fue este
personaje quien acuñara el término “transhumanismo” como
forma de disfrazar la eugenesia. Biólogo evolutivo, humanista e
internacionalista, fue secretario de la Sociedad Zoológica de
Londres, primer presidente de la Asociación Humanista Británica,
vicepresidente y presidente de la Sociedad Británica de Eugenesia.
Recibió numerosos premios, entre los que habría que destacar la
Medalla Darwin de la Royal Society. Era nieto de Thomas Huxley
(considerado el “bulldog” de Darwin, por su defensa de la teoría
darwinista de la evolución) y era hermano del escritor Aldous
Huxley, autor de “Un mundo feliz”. En su propuesta filosófica
para la dirección de la UNESCO abunda un lenguaje idealista que, en
principio, resuena como altamente igualitario:
"Además,
el humanismo debe ser claramente un humanismo mundial, tanto en el
sentido de atraer a todos los pueblos del mundo y tratar a todos los
pueblos y a todas las personas dentro de cada pueblo como iguales, en
términos de dignidad humana, de respeto mutuo,
educación y oportunidad. "
...Un
idealismo enseguida matizado, ya
que como eugenista convencido, para él algunos humanos eran
más iguales que otros:
"La
desigualdad biológica es, por supuesto, el hecho fundamental sobre
el que se basa todo el predicado de la eugenesia. Pero no suele darse
cuenta de que los dos tipos de desigualdad tienen bastantes
implicaciones eugenésicas diferentes y, de hecho, contrarias.
La desigualdad de la mera diferencia es deseable, y la preservación
de la variedad humana debe ser uno de los dos objetivos principales de
la eugenesia. Pero la desigualdad de nivel o estándar es indeseable.
El objetivo de la eugenesia debería ser elevar el nivel medio de
todas las cualidades deseables. Mientras puede haber disputas sobre
ciertas cualidades, no puede haber ninguna sobre algunas de las más
importantes, como una constitución saludable, una alta
inteligencia general innata o una especial aptitud como la de las
matemáticas o la música.
Por
el momento, es probable que el efecto indirecto de la civilización
sea disgénico en lugar de eugenésico; y en cualquier caso parece
probable que el peso muerto de la estupidez genética, debilidad
física, inestabilidad mental y propensión a las enfermedades, que
ya existen en la especie, será una carga demasiado pesada para
lograr un progreso real. Así, aunque es
muy cierto que cualquier política eugenésica radical será durante
muchos años política y
psicológicamente imposible,
será importante para la Unesco ver que la eugenesia sea
empleada
con el mayor cuidado, y que la mente pública esté informada de las
cuestiones en juego, de modo que mucho de lo que ahora es impensable
pueda, al menos, convertirse en
pensable”.
.../...“Para
promover este ajuste, se necesitará una gran cantidad de
educación para el público en general, así como mucha investigación
nueva; y en ambas tareas la UNESCO puede y debe
cooperar.../…Sin embargo, es esencial que la eugenesia se lleve
completamente dentro de las fronteras de la ciencia,
porque, como ya se ha indicado, en un futuro no muy lejano es
muy probable que el problema se vuelva urgente, para
mejorar la calidad media de los seres humanos; y esto sólo
se puede lograr aplicando los hallazgos de una eugenesia
verdaderamente científica ."
Como
lo describe Huxley, la misión de la UNESCO sería la de preparar
mentalmente al mundo para la unificación política global bajo un
solo gobierno mundial, utilizando como principales mecanismos la
educación y la ciencia, las artes creativas y los medios de
comunicación de masas:
"Como
hemos visto anteriormente, la unificación de tradiciones en un solo
grupo común de experiencia, conciencia y propósito, es el requisito
previo necesario para obtener los más importantes
progresos en la evolución humana. En consecuencia,
aunque para la unificación
política será necesario un gobierno mundial, la unificación en las
cosas de la mente no solo es también necesaria,
sino que puede allanar el camino para otras tipos de unificación.
Así, en el pasado, las grandes religiones unificaron los
pensamientos y actitudes
de grandes regiones de la superficie terrestre; y en los últimos
tiempos la ciencia, tanto directamente a través de sus ideas e
indirectamente a través de sus aplicaciones en la reducción del
globo, ha sido un factor poderoso para dirigir los pensamientos de
los hombres hacia las posibilidades y la necesidad de unidad mundial
completa. En consecuencia, la UNESCO
debería prestar especial atención al problema de la construcción
de un conjunto
unificado de tradición para la especie humana en su conjunto. Esto,
como se indica en otra parte, debe incluir la unidad en la variedad
del arte y la cultura del mundo, así como la promoción de un solo
grupo de conocimientos científicos. Pero también debe eventualmente
incluir un perspectiva común y un conjunto común de propósitos.
Esta será la última parte en
la tarea de unificar la mente mundial; pero la Unesco no debe
descuidarlo mientras se dedica a otros
trabajos, como el de
promover un conjunto único de conocimientos y esfuerzos científicos
."
Bertrand
Russell (3),
(1872-1970),
renombrado filósofo y matemático británico, además de inflexible
internacionalista, trabajó extensamente en la educación de niños
pequeños y, además, fue fundador del movimiento Pugwash
(4),
que utilizó el espectro de la guerra nuclear para presionar por un
gobierno mundial. Entre muchos otros premios, Russell fue galardonado
con el Premio Nobel de Literatura en 1950 y, como Julian Huxley,
obtuvo el Premio Kalinga de la UNESCO (1957). De su libro “El
impacto de la ciencia en la sociedad” (1950), extraigo:
"Lo
esencial en la psicología de masas es el arte de la persuasión. Si
comparas un discurso de Hitler con un discurso de, digamos, Edmund
Burke, se verá
qué avances se han hecho en ese
arte desde el siglo XVIII. Lo que salió mal anteriormente fue que la
gente leyó en los libros que el hombre es un animal racional, y
enmarcó sus argumentos en esta hipótesis. Ahora sabemos que una
banda de música hace más para persuadir de lo que puede ser
realizado por el más elegante de
los silogismos. Se
puede esperar que con el tiempo alguien será capaz de persuadir a
cualquiera, de cualquier cosa, si puede atrapar al paciente joven
proporcionado por el Estado con dinero y equipo”..../…“Es
de esperar que los avances en fisiología y psicología den a los
gobiernos mucho más control sobre la mentalidad individual del que
tienen ahora”.
Antes
de
Russell,
Johann
Gottlieb Fichte
(5),
(1762-1814),
ya
había propugnado
que “la
educación debe apuntar a destruir el libre albedrío, de modo que,
después de que los alumnos hayan dejado la escuela, serán
incapaces, durante el resto de su vidas, de pensar o actuar de
manera distinta a
lo que sus maestros de escuela hubieran deseado”. A
ésto se refería
B. Rusell cuando decía que
“en su día aquel ideal resultaba
inalcanzable, pero en
el futuro no es probable que ocurran tales fallas allí
donde haya dictadura.
La dieta, las inyecciones y los mandatos judiciales se
combinarán desde una
edad muy temprana, para producir el tipo de carácter y el tipo de
creencias que las autoridades consideran deseable, y cualquier
crítica seria de los poderes será
psicológicamente imposible. Incluso todos los
miserables se creerán felices, porque el gobierno les dirá que son
así ".
B. Russell
también dejó en claro la importancia de no permitir que el público
supiera cómo se generaban sus condenas:
"Aunque
esta ciencia se estudiará con diligencia, se limitará rígidamente
a la clase gobernante. No se permitirá que la población sepa cómo
fueron generadas sus
condenas. Cuando la
técnica sea
perfeccionada,
cada gobierno encargado de la educación en
una generación podrá controlar a sus sujetos de forma segura, sin
la necesidad de ejércitos o policías.../...La
integridad del control resultante sobre la opinión depende de
diversas formas de técnica
científica. Donde todos los niños van a la escuela y
todas las escuelas están controladas por el Gobierno,
las autoridades pueden cerrar la mente de los jóvenes a todo lo que
sea contrario a la
ortodoxia oficial" (Bertrand
Russell, 1952)
En
el orden de la modernidad también se reserva al arte la
función propagandística
necesaria al control social: "Cuando el arte no
es representativo o es descuidado por la
clase dominante o las
autoridades,
el estado de cosas es malo para la comunidad, que carece de salida y
de la caja de resonancia que debería tener en
el arte, y se convierte en escapismo o mero
entretenimiento, a la búsqueda estéril del pasado fósil en lugar
del presente vivo, o al arte malo, barato, vulgar, inadecuado, en
lugar de bueno”.
Y
junto al arte, la función propagandística de la comunicación o “el
arte de las relaciones públicas”: “Todos
los países se han dado cuenta de la necesidad, en nuestro complejo
mundo moderno, de las relaciones públicas, que no es más que un
nuevo nombre para la propaganda, ese término que lamentablemente se
ha empañado por el mal uso. En un mundo que hay que planificar, los
gobiernos a menudo deben asumir la iniciativa y el liderazgo; y para
que este liderazgo sea eficaz, el público en general debe estar
informado del problema y de lo que hay en la mente del gobierno. Ésta
es la función esencial de las "relaciones públicas" en el
mundo y en el Estado
moderno: ...el
arte es necesario como parte de la técnica, ya que para la mayoría
de la gente el arte por sí solo puede expresar eficazmente los
intangibles y añadir la
fuerza impulsora de la emoción a los fríos hechos de la
información”.
En
“El
impacto de la ciencia en la sociedad”,
decía Bertrand
Russell:
“Creo
que el tema que será de mayor importancia políticamente es la
psicología de masas. La psicología de masas no es, científicamente
hablando, un estudio muy avanzado [...] Este estudio es inmensamente
útil para los hombres prácticos, ya sea que deseen hacerse ricos o
hacerse
con el
gobierno. Por supuesto que,
como ciencia, se basa en la psicología individual, pero hasta
ahora ha empleado métodos de regla empírica que se basaban en una
especie de sentido común intuitivo. Su importancia ha aumentado
enormemente con el crecimiento de los
métodos
modernos de propaganda.
De éstos,
el más influyente es lo que se llama “educación”
(téngase
en
cuenta que ésto lo afirmaba Bertrand Russell en 1952).
Educación
"superior" para tipos inferiores: "Pero
también, podemos asumir una provisión para algún nuevo tipo de
educación superior para aquellos con coeficiente
intelectual
y aptitudes cuantitativamente más bajos, para dedicar parte de su
período post-adolescente a promover su
educación
en lugar de ganarse la vida. Y cuando llegue el momento, obviamente
será la Unesco quien
ayude
a determinar los requisitos, tanto en contenido como en métodos, de
este nuevo tipo de educación superior" (ésto
se manifiesta claramente en nuestra sociedad occidental actual, donde
asisten jóvenes a
la Universidad
para alcanzar poco más que el adoctrinamiento de nivel básico y
aclimatarse a “ir
viviendo
con deudas”.
Y
desde
la escuela a la
guardería: "Otro punto que la Unesco
debería incluir en su programa lo antes posible, es el estudio de la
aplicación en la educación del psicoanálisis y otras
escuelas de psicología "profunda" [...] Esto significaría
una extensión de la educación hacia atrás, desde la escuela a la
guardería. "
La
filosofía de masas que Huxley llamó “humanismo evolutivo
mundial”, es el mismo credo eugenésico basado en el pensamiento de
Charles Galton Darwin (6),
contenido en su libro The Next Million Years (De los
próximos millones de años, escrito en 1952). C.G. Darwin
fue presidente de la Eugenics Society (1953-59) antes de traspasar
las responsabilidades a Julian Huxley (1959-62). En el mencionado
libro se puede leer:
"La
marcha detallada de la historia dependerá en gran medida de los
credos sostenidos por las diversas ramas
de la raza humana. No se puede presumir con confianza que los
credos supersticiosos vayan a ser rechazados por las
comunidades civilizadas, en vista de la extraordinaria credulidad
mostrada, incluso ahora, por muchas personas supuestamente educadas.
Es verdad que puede que no haya muchos en la actualidad, cuyas
acciones estén guiadas por las tripas de un toro
sacrificado, pero el progreso no ha sido muy grande,
porque hay todavía muchos creyentes en la quiromancia y la
astrología. Es de esperar entonces que en el futuro, como en el
pasado, habrá supersticiones que afectarán notablemente al
curso de la historia, y algunos de ellos, como el culto a los
antepasados, tendrán efectos directos en el desarrollo de la especie
humana. Pero los credos
supersticiosos difícilmente serán sostenidos por los altamente
inteligentes,
y es precisamente el credo de éstos
lo que importa. ¿Debería
surgir un credo eugenésico, que tal vez, trabajando a través de lo
que he llamado el método de selección
inconsciente, debería preocuparse por la mejora de la naturaleza
inherente del hombre, en lugar de descansar contento con simplemente
darle buenos caracteres,
adquiridos pero impermanentes? Con ello podría aspirar a hacer algo
para cambiar realmente su destino; sin
tal credo, la naturaleza del hombre sólo será cambiada
a través de la operación ciega de la selección natural."
Pero,
sin duda, es Julian Sorell Huxley
quien más énfasis puso en la necesidad de crear un credo de masas,
al que denominó “humanismo evolutivo mundial”, que no es
sino la misma ciencia eugenésica antes pensada por Charles Galton
Darwin:
"Tomando
las técnicas de persuasión
e información y la verdadera propaganda que han
aprendido a aplicar a nivel nacional en la guerra, y doblarlos
deliberadamente en las internacionales
tareas de paz, si es necesario utilizándolas, como Lenin
preveía, para superar la resistencia de millones de
personas al cambio deseable. Usar el drama para revelar la
realidad y el arte como método por el cual, en palabras de Sir
Stephen Tallent, la verdad se vuelve impresionante y vivo
principio de acción, con el objetivo de producir ese esfuerzo
concertado que, para citar a Grierson
(7) una
vez más, necesita un trasfondo de fe y un sentido del destino. Esto
debe ser un credo de masas, que
nunca se puede lograr sin el uso de los medios de comunicación
masivos.
La Unesco, en su
agenda, nunca debe
olvidar este enorme
hecho."
En
la actualidad es un grave error creer que transhumanismo y eugenesia
no son lo mismo o
que son ideologías propias de sectas, o conspiraciones de un
reducido grupo de élites. Sus orígenes son más antíguos y están
más presentes y normalizados en nuestro tiempo de lo que
habitualmente pensamos. Tendríamos que remontarnos, como veremos, al
pensamiento ilustrado para encontrar la huella de su trascendencia
histórica. Y basta observar que
los
efectos de las
guerras,
de las pandemias
y de las crisis capitalistas del siglo XX, son
claramente
eugenésicos; al margen de si han
sido deliberados
o no, lo
cierto es que
en
las guerras mueren los pobres y gobernados, no los políticos que las
promueven, ni los generales que las dirigen; las crisis pandémicas
eliminan a los más vulnerables, ancianos, discapacitados y enfermos
crónicos, como hemos visto en la actual pandemia del Covid-19 y
aunque las clases altas no se libren
del contagio, éstas cuentan con recursos y condiciones de mayor
salubridad que les permiten superar la enfermedad; las crisis
económicas propician la caída de la natalidad en las clases
trabajadoras, una enorme cantidad de parejas renuncian a tener
descendencia genética y grandes masas de poblaciones jóvenes del
tercer mundo se ven obligadas a emigrar, pereciendo en el intento en
muchos casos y, sobre todo, dejando
a sus propias comunidades de
orígen envejecidas
y sin posibilidad de descendencia. Por unas u otras causas, la
infertilidad se ha convertido también en pandemia de nuestro tiempo,
que afecta a las poblaciones más débiles, la de los países
colonizados del tercer mundo, los peor posicionados en la competencia
por el desarrollo capitalista.
Su
consecuencia inevitable sería
la
pavorosa crisis demográfica profetizada por la teoría del
“malthusianismo” (desarrollada por el economista británico
Thomas Robert Malthus (1766-1834) durante la revolución industrial),
según la cual el ritmo de crecimiento de la población responde a
una progresión geométrica, mientras que el aumento de los recursos
económicos necesarios a su supervivencia crecen en progresión
aritmética, por lo que “de no intervenir obstáculos represivos de
la natalidad (hambre, guerras, pestes, etc.), el crecimiento
demográfico alcanzaría límites insoportables, originando una
acelerada pauperización gradual de la especie humana e incluso
podría provocar su extinción”. Así, pues, éstas catástrofes,
así naturalizadas, vendrían a justificar la “inevitabilidad” de
una
ciencia
eugenésica.
Es
más que evidente que el acelerado progreso combinado, de la
informática, la biogenética y la cibernética, anuncian también un
programa eugenésico, por mucho que pudiera parecernos “normal” y
resultado “lógico” del desarrollo científico-tecnológico,
habiendo comenzado ya un programa eugenésico destinado a sustituir
el trabajo humano por máquinas rutinarias y robots “inteligentes”.
Y en paralelo prolifera y se intensifica la propaganda de enormes
ventajas en la mejora del cuerpo y el cerebro humano mediante el
desarrollo de la inteligencia artificial, la medicina genética,
abierta la posibilidad de sustituir cualquier órgano por ventajosas
prótesis personalizadas. Incluso,
desde
hace décadas se nos viene
anticipando la próxima “necesidad” de colonizar otros planetas.
Como si todo ello fuera a estar disponible para alguien más que para
élites
y exiguas
minorías.
Si
preguntásemos a los transhumanistas “oficiales”, siempre nos
negarán sus intenciones eugenésicas. La huella del nazismo tiene un
efecto incómodo y demoledor, por lo que les resulta insoportable
cualquier comparación. Baste acudir a la web de la asociación
transhumanista más importante, humanity+(Asociación Transhumanista
Mundial):
¿Qué
hacemos?, ¿Qué
significa ser humano en un mundo tecnológicamente mejorado? Humanity
+ es una organización internacional sin fines de lucro que aboga por
el uso ético de la tecnología, como la inteligencia artificial,
para expandir las capacidades humanas. En otras palabras, queremos
que la gente esté mejor que bien. Este es el objetivo del
transhumanismo”.../...”Los
líderes globales y las organizaciones que nos están preparando para
el futuro son conocidos por explorar oportunidades no solo dentro de
sus campos, sino en un ámbito más amplio. Su impacto intelectual
ayuda al avance de la educación y el aprendizaje permanente. El
impacto más amplio es la capacidad de conectar ideas únicas con
proyectos, desde las necesidades más inmediatas de la sociedad hasta
los impactos futuros de la tecnología que implementan una aguda
previsión para dirigirnos hacia un futuro positivo. Humanity +
Advocacy tiene como objetivo impactar el cambio. Tenemos el
conocimiento para equiparlo con las herramientas, los recursos y la
mentalidad para navegar en su propio viaje transformador”.
Se
piensa este movimiento a sí mismo como nuevo y reciente, según
dicen, desarrollado
gradualmente durante las últimas dos décadas: “El
transhumanismo es una clase de filosofía de vida que busca la
continuación y aceleración de la evolución de la vida inteligente,
más allá de su forma humana actual y de las limitaciones humanas,
por medio de la ciencia y la tecnología, guiadas por principios y
valores que promueven la vida. Adopta un enfoque multidisciplinario
al analizar la interacción dinámica entre la humanidad y la
aceleración de la tecnología. En este ámbito, gran parte de
nuestro enfoque y atención se centra en las tecnologías actuales,
como la biotecnología y la tecnología de la información, y las
tecnologías futuras anticipadas, como la nanotecnología molecular y
la inteligencia artificial general. El transhumanismo busca el uso
ético de éstas y otras tecnologías especulativas. Nuestros
intereses teóricos se centran en los temas posthumanos de la
singularidad, el riesgo de extinción y la carga de la mente
(emulación de todo el cerebro y mentes independientes del
sustrato)”.(Max More, web de la humanity+).
Una
de las líderes mundiales del transhumanismo, Natasha Vita-More,
niega toda comparación del transhumanismo y la eugenesia:
“No
hay comparación entre el transhumanismo y la manipulación
coercitiva de los seres humanos. Por su propia naturaleza, y
ciertamente identificado en su esencia, el transhumanismo valora los
derechos humanos. Los derechos humanos incluyen la libertad
individual, el derecho a la mejora y el derecho a nunca ser obligado
a mejorar. Transhumanismo
es la mejora humana para obtener resultados saludables, basada en la
libertad de elección. Creo que la palabra eugenesia tiene demasiado
sabor vulgar en la boca de la humanidad para que sea positiva.
Históricamente, los horribles abusos a la humanidad a manos de
mentes criminales son reprensibles para la humanidad. Estos abusos
son infligidos por delincuentes que realizan actos abusivos,
desde cortar el clítoris de una mujer hasta esclavizar a otros con
actos violentos y atroces contra su psicología y
fisiología.
Se podría llamar a esto eugenesia, pero en realidad no lo es. Es un
término asignado a los alemanes bajo la influencia de Hitler y que
realizaron actos criminales terribles contra aquellos a quienes
devaluaron”.
El
potencial
político transhumanista, según
la Humanity+, refiere
a las diversas opciones
políticas que apoyan y respaldan la agenda transhumanista. La
política transhumanista se remonta a 1992, cuando Vita-More se
postuló para un cargo en el condado de Los Ángeles en
representación del distrito 28 del Senado estatal para concejal del
condado y
fue elegida
en la lista del Partido Verde con una plataforma que respalda la
tecnología para mitigar problemas ambientales como la contaminación
y el cambio climático.
Vita-More:
“La
política transhumana es diversa y mientras muchos de nosotros
somos de izquierda (tecnoprogresistas, liberales, socialistas,
verdes) y algunos de nosotros estamos en el medio (tecnoproactivos),
otros de derecha (conservadores, libertarios), y muchos
son independientes. No importa de izquierda o de
derecha, todos estos puntos de vista políticos son transhumanistas
democráticos. La política transhumana o transhumanista se centra
actualmente en una perspectiva colaborativa. La mayoría de los
transhumanistas de hoy se alinean con la política tecnoprogresista,
como se describe en su Declaración. “
Antes
de remontarnos a los orígenes “ilustrados” del pensamiento
transhumanista, recordemos una de sus más recientes y sólidas
actualizaciones, me refiero a la teoría cibernética, debida a
Norbert Wiener (8), teoría que
dio lugar a varias revoluciones de las que sus contemporáneos no
tomaron nota en su momento. Si tuviera
que concretarlas, diría que la más trascendente sería la
fusión de las nociones de razón y cálculo, por
la que “pensar
es operar”.
La
teoría cibernética extiende la transformación del pensamiento
intuitivo al pensamiento simbólico y
el advenimiento de éste
consiste en la calculabilidad de cualquier objeto, incluido el
pensamiento mismo, que se somete como cualquier objeto a leyes
matemáticas. El cibernético elimina así cualquier distancia entre
el objeto representado y su representación, ya que el hecho
matemático se funde con su objeto. Así
mismo, el agente cognoscente se disuelve en su representación
matemática, que no es otra cosa que una máquina calculadora;
porque, recordemos:
pensar no es otra cosa que operar. En adelante, diseñar la máquina
de calcular o pensar equivale a incrementar la potencia operativa.
Esta revolución epistemológica confunde, por tanto, el pensamiento
y la máquina lógica donde el discurso es cálculo, ya no verbo.
Heidegger
(9)
expone
el alcance histórico de esta formalización en “Los
principios del pensamiento”:
“Para
el pensamiento contemporáneo, la lógica ha devenido en logística.
Bajo este nombre, la lógica alcanza su última forma de
dominación,que ahora es universal y planetaria, que trae las
características de una máquina a la
era de la tecnología. Es
evidente que las máquinas de calcular que se utilizan en la
economía, en la industria, en los institutos de investigación
científica y en los centros organizativos de la política no son
sólo herramientas que permiten realizar cálculos con mayor rapidez;
por el contrario, la máquina pensante es ya la consecuencia en sí
misma de una modificación del pensamiento, que al convertirlo en un
simple cálculo, exige su traducción en la maquinaria. Por eso
perdemos las transformaciones del pensamiento que se producen ante
nuetsros ojos, si no percibimos que el pensamiento tuvo que volverse
logístico, cuando en su origen era lógico”.
De
manera similar, Willard
Van Orman Quine
describe este poder de la programación debido a la aparición de
rutinas en “The
Voices of the Paradox y otros ensayos”:
"La
programación
es análoga,
de nuevo, a esa vieja cuestión del álgebra elemental que consiste
en transmutar problemas formulados verbalmente en ecuaciones que son
el dominio de la mecánica de la manipulación algebraica ... La
transformación de problemas dados verbalmente en ecuaciones
algebraicas o en fórmulas lógicas es en sí misma una programación
para algo cercano a un cálculo computacional, en la medida en que
allana el camino para la manipulación metódica de fórmulas de
acuerdo con reglas fijas
de algoritmos."
Esta
razón de cálculo puro se convierte en un pensamiento automático,
que se prueba a sí mismo a medida que se desarrolla, por lo que el
proyecto cibernético apunta a un abandono del ser, para fundirse con
los números, que instrumentalizan todo en una maquinaria universal
cuya conciencia no es más que una secuencia de este programa.
El
pensamiento
cibernético encarna una búsqueda inexpresada de poder y dominación,
cuya importancia reconoce su
propio fundador en “Cybernetics
and Society”.
Tres preguntas le
obsesionaron
en los últimos capítulos de esta obra:
1.
La
determinación
que enajena la libertad:
“Dura
lección de fría matemática, pero que de alguna manera arroja luz
sobre la aventura de nuestro siglo, vacilando entre una turbulencia
indefinida en los asuntos humanos y el surgimiento de un prodigioso
Leviatán político. La de Hobbes fue, además, sólo una agradable
broma. Hoy corremos el riesgo de una enorme ciudad mundial donde la
injusticia primitiva, deliberada
y consciente de sí misma sería la única condición posible para la
felicidad estadística de las masas, un mundo que se hace peor que el
infierno para cualquier alma lúcida."
2.
La
masificación
que aliena la individuación:
“la
desaparición de la diferencia equivale a calcular la singularidad
para disolverla en el pronóstico estadístico, que a su vez
procederá necesariamente por una simplificación creciente”.
3.
La
instrumentalización
que enajena la responsabilidad:
"El
hombre
no transferirá tranquilamente a la máquina, hecha a su imagen, su
responsabilidad de elegir entre el bien y el mal, sin seguir
asumiendo la plena responsabilidad de esta elección."
Así
pues, si todo es cálculo, la conciencia es ilusoria, ya que ella
realiza el cálculo que prescinde de dar razones por sí mismo,
para escapar del vértigo de su incompletitud mediante un acto de fe,
a fin de sacar provecho de la creencia en la operatividad universal,
sin otro fin que la rutina misma.
El
pensamiento único y su racionalismo totalitario tienen
su origen en la Ilustración: “Existe
un entendimiento de la Ilustración equivocado —o
a mí me lo parece— que
tiende a dividir el pasado en dos partes contrapuestas. Una, la
anterior a la Ilustración,
en la que
habríamos estado entre tinieblas y que se ha simplificado hasta el
absurdo, y otra a partir de la Ilustración, en la que la luz nos
deslumbra y que, por el contrario, se ha idealizado hasta el extremo.
Con esta división simplista, la historia deja de ser evolutiva para
convertirse en episodios antagónicos; en la práctica, dos historias
distintas cuyo único nexo de unión, y porque no podemos evitarlo,
es la sucesión de fechas en el calendario. Así, la parte de la
historia que supuestamente nos ilumina, debe anular a la que nos
mantenía entre tinieblas. Sin embargo, si hemos llegado hasta aquí
es por veinticinco siglos de historia, no sólo por los tres últimos”
(Javier Benegas,
agosto 2020, en disidentia.com).
Por
otra parte, en homenaje
a Gracchus Babeuf y Raphaël Lemkin, el
filósofo francés Pierre-Antoine
Pontoizeau (10)
escribe un artículo titulado «Modernidad,
fábrica de genocidios», que él mismo
resume así:
«La
modernidad política comienza en un populicidio denunciado por el
anarquista Babeuf y se perpetúa en acciones coordinadas tanto en las
democracias occidentales como en los regímenes totalitarios que no
tienen el monopolio. El análisis de los impulsores del programa de
conquista de Oriente por parte de los nazis formaliza todas las
prácticas coloniales anteriores y revela que las instituciones
internacionales contemporáneas persiguen este mismo proyecto de
destrucción de pueblos. Pero perseguir tal proyecto requiere adoptar
una postura morbosa, objetivando al otro y luego negando sus
acciones».
Su
reflexión es un intento de responder a la pregunta: ¿estaría
en los principios de la Modernidad el origen de los genocidios y la
destrucción que nos valió el resentimiento, incluso el odio, de
quienes lo padecieron?, al
tiempo que una invitación
a comprender la perversidad del principio de apatía. Esta es la
razón de su
investigación más histórica y psicológica, que
se remonta a las fuentes de los genocidios modernos hasta su
formalización académica por los nazis; una
modernidad
cegada por su fantasía de una «nueva humanidad» que resulta de su
antropología donde el individuo
humano
se convierte en objeto. «Esta
inhumanidad se debe al hecho de que el proyecto moderno se esfuerza
por arrancar al hombre de su naturaleza, incluso negando su
existencia, en beneficio de un nuevo hombre, pensando que puede
construirse o reconstruirse a sí mismo. Pero sea cual sea su
proyecto (superhombre,
ario, proletario, mestizo universal u
hombre aumentado),
su advenimiento supone la liquidación de los pueblos y de todas sus
tradiciones colectivas».
Queremos
entenderlo, dice,
«hasta
el punto de mostrar que la modernidad practica a gran escala el
genocidio de los pueblos, es el martirio de los nativos en nombre
mismo del advenimiento de lo universal, la noción de crimen
enmascarando el significado político de los actos de destrucción en
masa». En
palabras del propio Pontoizeau,
el
jurista Lemkin inventa la noción de genocidio, llevando la acusación
al corazón de la modernidad. Pero
Lemkin
es sobre todo el heredero de Babeuf, que llevó a
juicio al
terror revolucionario y las obras de Carrier en el país de Nantes y
las decisiones del populicidio contra la
Vendée
(11),
en el momento de los hechos. Espíritu
libre, inspirador de los
anarquistas y comunistas del siglo XIX,
con
una honestidad intelectual que le
honra, Babeuf
se
rebela contra la práctica revolucionaria que persigue a los pueblos.
El
anarquista Babeuf
inventa la noción de populicidio sin
distorsionar intenciones ni prácticas, porque los documentos
históricos atestiguan claramente la justificación
de una
guerra de exterminio que va mucho más allá de unos pocos individuos
opuestos a
la revolución.
La medida es tan radical que apunta a aniquilar a la población
incluyendo mujeres y niños fértiles, para que desaparezca esa
“extirpe
de bandidos”; éstos
son los términos mismos de los textos revolucionarios. Las obras
históricas son edificantes,
pero
lamentablemente
ignoradas
en gran parte,
incluso oscurecidas
por razones ideológicas, sin
duda por razón
de que son
muchos
los que temen que
dichos
documentos históricos sean
sólidos
argumentos
que
desafían
a la Modernidad.
El
genocidio de Lemkin. Este
jurista describe
técnicas de destrucción con el mismo objetivo y
comparte con Babeuf un
estilo descriptivo motivado por una actitud realista. Esta nueva
palabra (genocidio),
acuñada por su
autor para significar una vieja práctica, está compuesta por la
palabra griega genos
(raza, tribu) y la palabra latina cide (matar),
por lo que se relaciona en su formación con palabras como
tiranicidio, homicidio, infanticidio, etc. Como regla general, no
significa necesariamente la destrucción inmediata de una nación,
excepto cuando se lleva a cabo mediante la matanza masiva de todos
los miembros de un grupo
étnico.
Más bien, pretende significar un plan coordinado de diferentes
acciones encaminadas a la
destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de un
grupo étnico.
Dicho plan tendría como objetivos la desintegración de las
instituciones políticas y sociales, la cultura, el idioma, los
sentimientos comunitarios,
la religión y la vida económica de las
comunidades,
así como la supresión de la seguridad personal, la libertad, la
salud, la dignidad e incluso la vida de las personas pertenecientes a
estos grupos. El genocidio
apunta al grupo étnico
como
entidad, y sus
acciones están dirigidas contra individuos, no en sus
capacidades
individuales,
sino como miembros de una
colectividad.
Lemkin
refleja en
su descripción las
intenciones de los nazis, expresadas en sus discursos políticos, sus
textos legales y administrativos y en los hechos, donde se trata de
exterminar a
pueblos y
no a una
suma de individuos. Así,
los campos
exterminan "razas", contando a sus miembros como rebaños,
lo que confirma una
absoluta
indiferencia a su identidad personal, negada
por la
institución totalitaria. Se trata pues, de un genocidio y no de un
delito contra las personas en particular, como lo quiere la doctrina
jurídica penalista.
Y
sigue Pontoizeau:
“Pero
Lemkin va más allá del genocidio nazi, ya que encarna la
civilización científica a la que se adhieren ampliamente las élites
occidentales, incluida la gran burguesía alemana, que contribuirá a
la promoción e instalación de un régimen propicio para sus
negocios. Ahí radica la inquietante revelación. También se dirige
a las prácticas de modernización de las sociedades occidentales que
actúan como sistemas totalitarios, deportando poblaciones,
seleccionando razas y personas sanas, eliminando a los inútiles y
desamparados, reeducando en la cultura considerada mejor, etc. En
1947 precisó que el genocidio incluyó otros métodos de
destrucción: “la restricción forzosa de los nacimientos (abortos,
esterilizaciones), así como dispositivos que ponen en grave peligro
la vida y la salud.../...Agregando
en
1948 el
asesinato, las lesiones
físicas o mentales graves, el
sometimiento
intencional a condiciones de vida calculadas para provocar la
destrucción o
destinadas a restringir los nacimientos por la fuerza y el
traslado
forzoso de niños fuera del grupo, ampliando
su descripción con
las prácticas menos conocidas del Reich, cuyas acciones van mucho
más allá de los campos de exterminio. Sus extensiones merecen toda
nuestra atención, porque apuntan a prácticas implementadas
simultáneamente en las
sociedades
"democráticas", motivados por el deseo de la
modernización
de
las costumbres como
responsabilidad del Estado, en materia de educación o incluso como
programa maltusiano de control demográfico de las poblaciones.
Lemkin evoca también
la práctica
médica en el marco de un darwinismo social y una eugenesia muy en
boga en los círculos científicos y políticos de la primera mitad
del siglo XX,
particularmente
en
Suecia y en los Estados Unidos. El Estado
es, en última instancia, el dueño de los individuos. El secuestro
con miras a
una buena educación por parte de las autoridades públicas es de
hecho una práctica común al
Reich y a
las
democracias estatales.
Este
alejamiento de los niños de sus familias, el internamiento forzoso y
la aculturación proceden de una forma de etnocidio. Veremos que las
“democracias” todavía hoy ocultan sus prácticas genocidas,
silenciando y condenando sólo tímidamente las diversas prácticas
nazis, ya que son comunes a ellas. En
todas ellas se manifiesta
un
mismo
deseo de exonerarse, incluso de volver la culpa sobre los rebeldes y
las víctimas,
sobre esta fatalidad de la historia que lleva al revolucionario a
realizar “por necesidad o
por deber”
lo que probablemente no quiso cometer al principio, pero que
consiente hacer con abnegación: “el
trágico curso de la historia obliga a matar”.
2.
Cuando
la
distopía creó el patógeno
¿Se
puede hablar de confianza en
el orden normativo dominante de la ciencia?, ¿De
dónde viene la confianza en la ciencia?;¿cómo se nutre y se
refuerza? En un contexto en el que, bajo el pretexto de la crisis en
las finanzas públicas, las políticas científicas nacionales
parecen favorecer el camino del financiamiento de la ciencia a través
de asociaciones con el sector privado, en particular con las grandes
empresas industriales, la confianza en la ciencia sigue siendo el
argumento principal para justificar el mantenimiento e incluso
reforzar el apoyo gubernamental a la investigación. El tema de la
confianza parece, así pues, ser fundamentalmente político y no sólo
ético: una ciencia que inspira confianza en los
ciudadanos-contribuyentes podrá justificar su financiamiento con
fondos públicos, a través de la riqueza colectiva. Como dice
Annette Baier (12): “
tener confianza consiste en delegar cierto poder a otros a pesar de
una ligera incertidumbre sobre los resultados; es posicionarse en un
estado de dependencia, o prolongar un estado de dependencia, respecto
de la competencia y la buena voluntad; es creer en la palabra de otro
y esperar que los poderes superiores no serán ejercidos en
detrimento nuestro”.
La
Asociación Ciencia y Bien Común, que preside Florence
Piron
(13),
antropóloga
y profesora de ética, se opone a la economía del conocimiento
reducida a la versión neoliberal
que promueve los vínculos entre la ciencia pública y las grandes
empresas industriales, en la que aprecia una incitación concreta a
la corrupción, en sentido
literal, de los investigadores. Su ideal no es, sin embargo, volver a
la torre de marfil fantaseada por algunos críticos de esta
mercantilización de la ciencia. Más
bien, está
a
favor de una ciencia abierta y
anclada
en el debate público. Por su parte, Thibaut
Varin, biólogo especializado en el ámbito de la genómica y
preocupado por el medio ambiente en general, como
muchos otros biólogos, se plantean
una serie de cuestiones complejas ampliamente infravaloradas por las
empresas y
también por las diferentes agencias de la salud. Aun admitiendo que
la transgénesis –introducción de genes de interés en un
organismo huésped que se convierte entonces, por definición, en un
OGM
(organismo
genéticamente modificado, cuyo material genético ha sido alterado
usando técnicas de ingeniería genética)-
posee
ciertas ventajas, estima que si la toxicidad de los OGM
no está demostrada científicamente, la inocuidad asociada a su
consumo por el ser humano tampoco lo está, y que la presencia de
conflictos de interés a todos los niveles –empresas de
biotecnología, autoridades sanitarias, consejos científicos–
llega a perturbar fuertemente la transparencia de los debates
especializados. Por lo tanto, considera que debe
prevalecer el
principio de precaución.
Es
bien demostrativo el caso “Seralini”, denunciando “las
dificultades fundamentales que enfrenta la ciencia en un mundo cada
vez más dominado por la influencia de las grandes corporaciones”.
En 2012, el biólogo francés Gilles-Eric Séralini publicó un
estudio donde cuestionaba la inocuidad del maíz modificado
genéticamente (el cultivo de ese maíz no está autorizado en
Europa, pero es importado -por ejemplo de Canadá- y es utilizado
como alimento para los animales) y del Roundup, dos productos de la
multinacional Monsanto, mostrando su impacto negativo sobre la salud
de doscientas ratas de laboratorio que los consumieron durante dos
años.
El
estudio, publicado en septiembre de 2012, consistió en monitorear
los efectos en la salud de doscientas ratas a raíz de una dieta de
dos años basada en maíz modificado genéticamente, tolerante al
herbicida Roundup –cultivado con o sin este herbicida–, o en una
que incluía agua con dosis bajas de Roundup. Los resultados muestran
dos a tres veces más mortalidad y más rápida, entre las hembras
de todos los grupos tratados en comparación con aquéllas de los
grupos control; mientras que esta misma diferencia se observó en los
machos sólo en tres de los nueve grupos tratados. En la mayoría de
los casos las hembras desarrollaron importantes tumores mamarios más
tempranamente y con mayor frecuencia que las de los grupos control.
Se apreció una alteración en el balance de hormonas sexuales en las
hembras tratadas con el maíz transgénico estudiado y el Roundup. En
los machos, las congestiones y necrosis hepáticas fueron de 2.5 a
5.5 veces más comunes,mientras que las nefropatías renales graves
fueron de 1.3 a 2.3 veces más frecuentes que en los grupos control.
Se observaron en ellos tumores palpables hasta cuatro veces más
grandes que en los grupos control, y hasta seiscientos días más
tempranamente. Los autores concluyen que estos resultados pueden ser
explicados por el efecto perturbador no lineal en el nivel de
hormonas endócrinas causado por el herbicida Roundup, aunque también
por la sobreexpresión al transgénico estudiado y sus consecuencias
metabólicas.
Pues
bien, inmediatamente tuvieron lugar numerosas y furibundas reacciones
en contra de este estudio, por parte de científicos y centros de
investigación, provocando un gran debate en la comunidad científica,
como en la opinión pública. Una de las más radicales fue la de un
artículo del The New York Times sobre el estudio de Séralini,
criticando la debilidad del estudio debido al bajo número de ratas
sometidas a la prueba, pero es necesario considerar que su fuente era
una agencia de noticias financiada principalmente por empresas
industriales, en particular por Bayer y por Monsanto
(http://www.sciencemediacentre.org/about-us/funding/). Ciertamente,
el Consejo Superior de Biotecnologías y la Agencia Nacional para la
Seguridad Alimentaria, Medio Ambiente y Trabajo rechazaron las
conclusiones del artículo,que se debatió en la Asamblea Nacional
Francesa. Sin embargo, a pesar de este rechazo, recomendaron seguir
trabajando en el tema de los transgénicos, reconociendo que “en
más de la mitad de los estudiados, los datos facilitados por el
fabricante no son suficientes para concluir sobre la seguridad
asociada con su consumo” y que había necesidad de “movilizar
recursos públicos nacionales y europeos dedicados a la realización
de estudios e investigaciones de envergadura que apunten a mejorar el
conocimiento sobre los riesgos de salud insuficientemente
documentados”. Muy rápidamente, en octubre de 2012, apareció
en la web una declaración anónima de seis academias científicas
francesas –agricultura, medicina, farmacia, ciencia, tecnología y
veterinaria– que condenaba la calidad de la investigación de
Séralini y se preocupaba por las consecuencias de este caso sobre la
sociedad y su confianza en la ciencia, afirmando que cuestionar la
reputación de la comunidad científica constituye una falta grave si
contribuye a difundir entre el gran público “temores sin base
en conclusión fundamentada alguna”.
Si
toda crítica a la comunidad científica
le está vetada a cualquiera de sus miembros, ya me dirán lo que
sucede si quien critica es alguien “no experto”.
¿Pero,
acaso es que no hay sobradas evidencias que relacionen el desarrollo
científico-tecnológico, de inequívoco signo capitalista, con las
nuevas enfermedades, llegando a perfilar un verdadero estado
distópico, como el que estamos experimentando en la actual pandemia
del covid-19?, ¿y no hay suficientes evidencias de que el enfoque de
los sistemas sanitarios estatales tienen una excesiva dependencia de
la industria farmacéutica, centrados únicamente en el tratamiento
de enfermedades, con olvido de prevenir y promover la vida
saludable?, ¿acaso tampoco cabe ninguna investigación acerca de los
malos diagnósticos y el posible efecto iatrogénico de la práctica
médica?... Desde un criterio estrictamente científico, ¿no
habría que considerar estas sospechas, al menos como una hipótesis
merecedora de una rigurosa investigación científica?
Rob
Wallace (14):
“En el curso de la industrialización de la
producción de alimentos, también se industrializaron los patógenos
que circulan alrededor de ellos, por lo que se volvieron más
peligrosos, más mortíferos, más contagiosos y capaces de
transmitirse rápidamente de una punta a la otra del planeta”.
Gracias
a los avances en la producción de alimentos, los agronegocios han
podido idear nuevas formas de cultivar más cantidad
de alimentos
que
nunca
y llevarlos a más lugares con mayor rapidez. Ya
no nos sorprenden las
noticias en la prensa sobre la
producción de millones
de pollos
híbridos,
animales genéticamente idénticos, encerrados
en megacobertizos, engordados,
sacrificados,
procesados
y enviados
al otro lado del globo en cuestión de semanas
o días.
Pero
nada se dice en esas noticias acerca de
los patógenos mortales que emergen y mutan en estos agroambientes
especializados. Rob
Wallace lo ha investigado y afirma con
fundamento científico que
muchas de las nuevas enfermedades más peligrosas en los humanos se
deben al
sistema
alimentario, como el Campylobacter,
el virus Nipah, la fiebre Q, la hepatitis E y numerosas variantes de
la gripe. “Grandes
granjas, grandes gripes” (Capitán
Swing, 2020) ha
sido publicado en castellano simultáneamente con otro libro suyo,
éste en inglés, “Dead
Epidemiologists
(2020), dedicado enteramente a la crisis de la covid-19. Su
libro “Grandes
granjas, grandes gripes”,
es
la
primera obra en explorar enfermedades infecciosas, agricultura,
economía y ciencia juntas, en
una yuxtaposición de ensayos espantosos,
como
el de producir pollos sin plumas o sandías cuadradas, por
ejemplo, bajo
el
pretexto
de “facilitar
su transporte y consumo”,
coincidente
con
su
más concluyente “razón”,
la
del
crecimiento
y acumulación de
capital:
su
intrínseca
necesidad de
un constante incremento
de
la tasa de ganancia
en la
cadena
de producción/distribución
al
operar en
un
Mercado global.
Este
prestigioso biólogo hace una seria advertencia: “de
no evitarlo a tiempo, habrá otra covid-20, otra covid-21 y así
otras sucesivas”.
¿Pero
cómo
no ver la evidente relación entre la distopía
científico/capitalista en
la que estamos y
el totalitarismo racional -numérico/tecnológico- que alumbrara el
pensamiento ilustrado y aplicara
el Estado moderno?
Con
toda razón, argumenta
el
filósofo Slavoj Žižek que
“las
universidades neoliberales crean expertos, científicos
y
tecnólogos, para
servir a las necesidades del poder, ese lugar donde se definen cuáles
son los problemas y el curso de las investigaciones”,
lo
que sin duda es un juicio parcial e insuficiente ante la real
evidencia de que son “todas” las universidades las que sirven al
poder, tanto en USA y Europa como en China y en Rusia, cuando todas
sirven al correspondiente Estado que las regula y financia, en
promiscuidad con el
predominio de la economía capitalista global.
Rob
Wallace
sostiene que el abordaje de una pandemia debe ser multidisciplinar,
ya que “ninguno
de los factores más amplios que determinan la evolución de la gripe
y la respuesta a los medicamentos se puede encontrar con el
microscopio”.
Es necesario levantar la mirada para visualizar la
conexión
entre los organismos vivos y el
sistema productivo.
Asegura que los virus han encontrado “grietas
en la estructura epidemiológica del mundo”
y, aunque no haya ninguna conspiración secreta y
este
virus no fuera
diseñado en un laboratorio, sí existe una alianza estratégica
entre los
Estados,
las multinacionales, la agroindustria y las nuevas pandemias
globales.
A
comienzos de este
noviembre
de
2020, Rob Wallace nos
plantea
algunas
cuestiones tan
inquietantes
con
ésta: si
este tipo de pandemia echa raíces en las tramas de la producción
capitalista, ¿cómo puede una vacuna ser la solución que todos
esperamos? ¿Qué rol están jugando los Estados frente a la crisis?
El
virus que genera la Covid-19, el SARS-CoV-2, ha aparecido en
murciélagos en el sur y centro de China. Las fronteras interiores
han sido empujadas allí por el desarrollo industrial y la
deforestación, incrementando esa interacción a la que alude Rob
Wallace. Desde que SARS1 apareció en 2002, los científicos han sido
capaces de detectar todo tipo de coronavirus en todo el mundo y no
solo en China. “Los coronavirus se han traspasado
a todo tipo de animales: ganado industrial, animales silvestres que
se venden como alimento, y han contagiando directamente
a humanos.
Ya hemos tenido tres grandes episodios mortales: SARS1, MERS en medio
oriente, y SARS2, y todo ésto ha ocurrido solo en los
últimos 20 años”.
Es
notorio que la industria de la alimentación está alterando
sustancialmente las fronteras forestales y que eso está
incrementando la interfaz entre la fauna silvestre, que acoge algunos
de los patógenos más mortales, con el ganado industrial criado en
esos bordes, y también con los trabajadores que están a cargo de
esos animales. Lo sabíamos antes de que nos lo dijera ningún
científico, como Rob Wallace: “Se produce un incremento
del tráfico de estos nuevos patógenos desde los animales salvajes,
a través del ganado y la mano de obra, hacia las poblaciones
locales de regiones que están conectadas con la red global”.
“Por
eso, un brote que aparece en una cueva en el centro de China, en el
plazo de semanas puede terminar propagándose en Miami. Antes esto
era contenido por la complejidad de los ambientes forestales locales,
pero esos bosques han sido mutilados de su complejidad en una forma
que ha permitido a los patógenos extenderse hacia los seres humanos
en esas regiones, sobre el ganado, y de una forma u otra, llegar al
otro lado del mundo”.../...La agricultura estatal/capitalista juega
su papel de dos maneras: en China está empujando las fronteras
silvestres. Pero no sucede solo en China. Goldman Sachs, por ejemplo,
ha invertido 3.000 millones de dólares en granjas de pollos en China
… de manera que se han abierto
“puertas” que los ecosistemas mantenían cerradas."
Entonces,
si la gestación de crisis pandémicas se presenta como íntimamente
vinculada a la expansión de la agricultura intensiva y a los centros
de producción industrial de alimentos, ¿porqué ésto es ocultado
en todos los telediarios y periódicos?, ¿cómo ha sucedido que el
poder de los agronegocios pueda condenar a la humanidad a padecer
contínuas y recurrentes pandemias, como ésta del covid-19, y que
toda posibilidad de esperanza recaiga únicamente en otra gran
tecnoindustria, la médico-farmacéutica?
Todos
los políticos profesionales y todos los científicos -dependan de la
nómina estatal o de las grandes corporaciones industriales- que
ocultan estas evidencias, evitando un debate realmente científico,
están negando el “método científico” que se atreven a esgrimir
públicamente sólo contra un adversario que ellos mismos han
prefabricado a su medida: el negacionismo conspiranoico. De ahí su
complicidad “afirmacionista”: con la ignorancia de los
negacionistas y, lo que es mucho peor, con el conglomerado del poder
estatal/capitalista, corporativa y globalmente asociados al
agronegocio, como al todopoderoso negocio de la industria
médico-farmacéutica.
3.
A modo de epílogo: la hipótesis de una nueva era
En
medio de este mundo, distópico y cegado al conocimiento profundo, ya
hay quien propone una revolución integral como hipótesis de
una nueva era; por ejemplo, Pierre-Antoine
Pontoizeau,
citado en este trabajo:
-La
autonomía de las ciencias ha guiado los cinco siglos de una era
prometeica que ahora vemos desvanecerse:
“Los
principios de la filosofía occidental se establecieron durante su
separación de la teología en nombre de una libertad de pensamiento
secular, incluso pagana, inspirada en el Renacimiento. Esta autonomía
de las ciencias guió cinco siglos de una era prometeica, utilizando
la luz para difundir las luces hasta que su resplandor se desvaneció.
El siglo XX habrá sido el siglo del colapso de esta búsqueda de los
modernos por el miedo a la destrucción de las sociedades
totalitarias, frutos indecibles de aquel Renacimiento
que había escondido los horrores de los imperios o estados
(todo estado nace con vocación de imperio) y su pasión por el
dominio de la humanidad. Prometeo continúa y a sí mismo se
condena a su descomposición”.
-El
pensamiento involucionó, sustituido por la razón aritmética.
“La
observación de la historia de Occidente atestigua esta concatenación
y la renuncia al ser. La muerte anunciada y aparentemente demostrada,
de la metafísica en Nietzche y luego en Heidegger, la crisis en los
cimientos de las matemáticas mostrada por Husserl, luego atestiguada
por Gödel o Ladrière y la apología de la deconstrucción del
lenguaje puso fin a la épica filosófica y sus esperanzas; entregar
y someter al hombre al único uso instrumental de la aritmética, la
ciencia del terror y encadenamiento del ser, sustituyendo el
pensamiento, desprovisto de fines u horizontes: ahí está la
involución”.
-La
modernidad científica interpretó aritméticamente la realidad y
para nombrarla a su modo tuvo que crear nuevos significados y
palabras. Por eso que no podremos resignificarla sin abandono
simultáneo de sus viejas creencias y palabras.
“Sin
embargo, la hipótesis es reconocer la falta de afirmación del
tiempo. Estamos en la era de las hipótesis, donde ninguna afirmación
resiste a la crítica y los principios del Renacimiento se deshacen.
Esta modernidad está muerta. Ha llegado el momento de desprenderse
de las propias creencias, de abrazar más allá de la modernidad y de
liberarse de la propia palabra, sin sus premisas y conclusiones.
Comencemos la era de la comprensión de las consecuencias de la
revolución que surge de la propia relatividad de las matemáticas,
esta construcción artificial cuya verdad
radica en la ingenua adhesión a una evidencia engañosa e
insuficiente: la locura de los números”.
-Es el momento, oportuno y
creativo, para la hipótesis de una nueva era.
“La
hipótesis de una nueva era es un momento de creación y esta tesis
es la llamada al ímpetu, la aspiración a la creación, por deseo,
voluntad, incluso por intuición de que Prométhée al desgarrar la
luz la tiene separada de sus orígenes, arrojándonos a la oscuridad
más que a nuestra relación con la luz. Esta nueva era sería la de
testigos modestos compartiendo este proyecto de germinación y
creación lenta, a través de la exploración y luego la propuesta.
En la era de Prometeo, sucede la era plural de Caín, Abel y Set;
porque la univocidad del modelo era en sí misma una privación y una
alienación, una simplificación abstracta y parsimoniosa de la
pluralidad de los seres vivos”.
De
ahí que yo me sume a este manifiesto. Resulta que esta noche observé
a las estrellas y a la gente con otra mirada, pudiendo ver más que
objetos sueltos, más o menos brillantes, vagando por el mundo como
con miedo a encontrarse. Vi lo que hasta ahora no había visto: la
relación entre ellas que las hace interdependientes y que da razón
a su existencia propia y plural, todas juntas y cada cual en su
órbita o camino particular, una ciencia nueva, democrática y
compleja, que va mucho más allá de la incompleta, simplona y
tendenciosa razón matemática, funcional a las ya gastadas “nuevas”
estructuras de los mercados-estados de la modernidad ilustrada y su
proyecto de “progreso”: decididamente eugenésico, genocida,
populicida...transhumano.
Notas:(1)
Bauduin de Bodinat (1954)
es
un filósofo y ensayista francés,
conocido por ser el autor de “La
Vida en la Tierra: reflexiones sobre el poco porvenir de estos
tiempos”,
ensayo de crítica social anti-industrial publicado en 1996 y 1999
por Éditions
de l'Encyclopédie des Nuisances
(Enciclopedia de las Molestias).
La Vida en la
tierra presenta
una visión pesimista del mundo actual, muy crítica con el progreso
técnico y
con
la ingeniería
genética en especial, a los que considera enemigos
conjuntos de la inteligencia, de la cultura y de la humanidad en lo
que tiene de más noble, la libertad, y de más valioso: el tiempo.
No
es político en el sentido que no propone remedios a los males de
nuestra época; Bodinat considera que ya es demasiado tarde para
salvar algo, que pasó
la época que precede a
la catástrofe y que
ya estamos metidos de
lleno en ella.
(2)
Francis
Galton (1822-1911)
fue un antropólogo,
geógrafo, explorador, inventor, meteorólogo, estadístico,
psicólogo y eugenista británico, con amplísimos intereses.
Él fue el primero en aplicar métodos estadísticos para el
estudio de las diferencias humanas y la herencia de la inteligencia,
introdujo el uso de cuestionarios y encuestas para recoger datos
sobre las comunidades humanas, que necesitaba para trabajos
genealógicos y biográficos y para sus estudios antropométricos.
Fue un pionero en la eugenesia, término que él mismo acuñara. Su
libro “El genio hereditario” (1869) fue el primer intento
científico social para estudiar el genio y la grandeza y como
investigador de la mente humana, fundó la psicometría (la ciencia
de la medición de las facultades mentales), la psicología
diferencial y la hipótesis léxica de la personalidad.
(3
Bertrand
Russell,
(1872-1970),
filósofo,
matemático
y escritor británico, ganador del Premio Nobel de Literatura, es
conocido por su influencia en la filosofía
analítica. Impulsó
la idea de una filosofía científica y propuso aplicar el análisis
lógico a problemas tradicionales, como el problema
mente-cuerpo o la existencia del mundo físico. Su
trabajo ha tenido una influencia considerable en matemáticas,
lógica, teoría de conjuntos, inteligencia artificial, ciencia
cognitiva, informática, filosofía del lenguaje, epistemología,
metafísica, ética y política.
(4)
El movimiento Pugwash
fue fundado poco después de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Se
conoce como movimiento
Pugwash al resultante
de las conferencias
internacionales sobre ciencia
y asuntos mundiales creadas a iniciativa
de una serie de científicos, filósofos y humanistas. La primera de
ellas tuvo lugar en julio
de 1957, en la
residencia
particular del filántropo estadounidense Cyrus
Eaton, en el pueblo de
Pugwash (Nueva Escocia,
Canadá). Su
desencadenante fue el Manifiesto
Russell-Einstein,
un texto redactado por Bertrand
Rusell y apoyado por
Albert Einstein,
firmado en Londres el 9
de julio de 1955. En
medio de la Guerra
Fría, los firmantes
alertaban de la peligrosidad de la proliferación del armamento
nuclear y solicitaban a
los líderes mundiales buscar soluciones pacíficas a los conflictos
internacionales. Fue firmado por once científicos e intelectuales de
primera línea, los más notables de ellos los propios Bertrand
Russell y Albert Einstein, este último unos días antes de su muerte
el 18 de abril de 1955.
Días después de ser mostrado, el filántropo
Cyrus Eaton se ofreció
a organizar una conferencia en su tierra natal. Sería la primera de
las conferencias que se han ido celebrando cada año desde 1957.
Posteriormente se han ido celebrando en muchos otros lugares,
teniendo como fin la
discusión de asuntos tales como el desarme
nuclear y la
responsabilidad social del científico en temas como el crecimiento
demográfico, el deterioro medioambiental y el desarrollo económico
del planeta. La
Organización Pugwash,
fundada y con sede en
Londres,
se dedica actualmente a convocar estas conferencias.
(5)
Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), filósofo alemán
considerado como uno de los padres del llamado idealismo alemán y
fiel continuador de la filosofía crítica de Kant, además de
precursor tanto de Schelling como de la filosofía del espíritu de
Hegel.
(6)
Charles Galton Darwin (1887–1962), físico inglés, nacido
en Cambridge dentro de una dinastía de científicos, artistas y
profesionales: hijo de un astrónomo (George Howard Darwin) y nieto
de Charles Darwin. Al final de su actividad científica volcó su
atención en temas relacionados con la población mundial, la
genética y la eugenesia. Sus conclusiones fueron muy pesimistas, con
resignada creencia en un destino final de la Humanidad dirigida
hacia una inevitable catástrofe maltusiana, como describió en su
libro de 1952 "The Next Million Years” (El próximo millón de
años).
(7)
John
Grierson
(Escocia,
1898-1972)
fue uno de los primeros y más influyentes documentalistas de la
historia del cine. Invitado por el gobierno Canadiense para estudiar
la producción fílmica de ese país, le propuso al gobierno la
creación de un organismo nacional parea la coordinación de la
producción de films y
cuando
Canadá entró en la II
Guerra Mundial,
dicho
organismo (NFB)
se enfocó en la producción de films con fines propagandísticos,
muchos de los cuales fueron dirigidos por el mismo Grierson.
(8)
Norbert
Wiener
(1894-1964)
pertenece al círculo de matemáticos norteamericanos que
construyeron, al final de la Segunda Guerra Mundial, el corpus sobre
el que se desarrollarían todas las investigaciones sobre el
procesamiento de la información, del que siguió el surgimiento de
la industria informática. Conocido
como el fundador de la cibernética,
acuñó
este
término en su libro “Cibernética
o el control y comunicación en animales y máquinas”, publicado
en 1948.
(9)
Martin
Heidegger, filósofo
alemán (1889-1976) considerado
por muchos como el
pensador más importante del siglo
XX. Su trabajo influyó
sobre todo en la fenomenología
y en la filosofía
europea contemporánea, con
notable influencia más
allá de estas
disciplinas, en campos
como la arquitectura,
la crítica literaria, la teología o las ciencias cognitivas.
Es uno de los
filósofos cuya personalidad y obra han generado más controversia
por su actitud durante el periodo del nacionalsocialismo alemán, ya
que además de ser uno de los principales intelectuales del llamado
“movimiento revolucionario conservador”, fue miembro y seguidor
del Partido Nazi, dando lugar a una controversia que aún persiste en
medios académicos, acerca de la corcondancia de su filosofía con
la ideología nazi.
(10)
Pierre-Antoine
Pontoizeau es
doctor
en Filosofía, Titular de un DEA en Ciencias Políticas y
Comunicación, Docente y asesor educativo en el Instituto
Internacional de Comunicación de París (en 1992). Publica
habitualmente en su web:
https://www.pierre-antoinepontoizeau.fr/
así
como en los «Cahiers
de psychologie politique»:
http://lodel.irevues.inist.fr/cahierspsychologiepolitique/index.php
(11)
La Guerra de la Vendée
es la denominación historiográfica de una rebelión
campesina que llegó a convertirse en una
verdadera guerra civil, enfrentando
a los partidarios de la Revolución
Francesa y a los contrarrevolucionarios.
Se desarrolló en la región francesa de Vendée
entre 1793 y 1796.
Al igual que sucediera por toda Francia, en
esa región se sucedieron numerosas rebeliones campesinas
(jacqueries) entre 1789 y 1792, pero fue en 1793 cuando se produjo el
levantamiento masivo de un movimiento popular contrarrevolucionario.
(12)
Annette
Baier
(1929
–2012), filósofa
neozelandesa, autora del «Diccionario
de ética y de filosofía moral»
(13)
Florence
Piron, canadiense
de orígen francés es profesora de antropología y ética en la
Universidad de Laval (Quebec, Canadá)
(14)
Rob Wallace es
un biólogo
evolutivo, ecólogo e investigador en la Universidad de Minnesotta,
Rob Wallace ha publicado «Grandes granjas, grandes gripes» en
España y Dead Epidemiologists en Estados Unidos.Es autor de Big
Farms Make Big Flu
y del Revolution
Space quepronto se publicará , ambos con Monthly Review Press.
Es coautor de Neoliberal
Ebola: Modeling Disease Emergence from Finance to Forest and Farm
, and Clear-Cutting
Disease Control: Capital-Led Deforestation, Public Health Austerity,
and Vector-Transne Infection. Ha
sido consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación y los Centros para el Control y la
Prevención de Enfermedades.