lunes, 11 de diciembre de 2023

¡ALUD, ALUD!

 

 

Candanchú. ¡Dios mío, qué invierno! Eran las cinco de la madrugada y toda la compañía estaba alborotada. Era un día muy frío de Marzo. Las botas, el anorak, la comida, el colchón, las cuerdas, los esquís, el fusil...¡treinta y tantos kilos!

Era el invierno de 1970 o de 1971, no estoy seguro, téngase en cuenta que escribo ésto a partir de un texto escrito pocos meses después del suceso narrado y que fue publicado en una modestísima revista de montaña (“Cordada”), que de milagro se ha conservado en una de mis viejas carpetas. Estaba impresa a “ciclostil” con una impresora "vietnamita" hace, pues, no menos de cincuenta años. Demasiados para mi mala memoria. Pero sí que recuerdo muy bien que a mayores de mochila, esquís y fusil, llevábamos piolet y que a mí me tocó cargar además con el equipo de radio, que era un armatoste, como una maleta metálica bastante pesada. Eso sí que no se me olvida. Y también recuerdo la imagen peliculera al salir por la puerta del refugio, todavía en plena noche, con algo de niebla y sin luna, todos en fila y alumbrando el camino con nuestras linternas frontales. 

 


Ibamos a realizar la travesía Candanchú-Formigal junto con los alumnos del Curso de Oficiales de ese año en la Escuela Militar de Montaña. Un teniente de la Compañía nos había informado unos días antes y, como locos, nos apuntamos todos los que éramos montañeros, porque solo podían ir quince.

Por aquella época, para hacer el servicio militar voluntario en la Compañía de Esquiadores-Escaladores había que ir avalado por una Federación de Montañismo o de Esquí y presentar un historial de experiencia deportiva, lo que no resultaba fácil para quienes apenas teníamos dieciocho años y más todavía para quien, como en mi caso, veníamos de Valladolid que, como se sabe, es la única provincia sin montañas.

El curso de los oficiales va delante, casi sin peso y mucho mejor equipados. En alegre fila india atravesamos el paso fronterizo. No había guardias y solo un par de perros viejos habían madrugado para recibirnos en terreno francés. No nos calzamos los esquís, la nieve está helada y se anda mejor sin ellos. Hay que cargarlos en la mochila.

Sin duda, me refería al puerto de Somport. Por lo escrito he deducido que aquella travesía la iniciamos por el valle de Astún, hoy ocupado por una estación de esquí que enlaza sus pistas con las de Candanchú. Lo visité hace una década o así y estaba irreconocible para mí, horroroso, lleno de edificios e infraestructuras. Yo lo recordaba como un gran valle solitario y hermoso, con altos ibones en su cabecera, que por entonces recorrí en numerosas ocasiones, en dirección al Midi d’Osseau, el mítico pico de esa parte del Pirineo francés que durante las escapadas de fin de semana escalé por varias de sus vías, con diferentes compañeros, mayormente aragoneses, vascos y catalanes, que allí eran mayoría. Por los datos geográficos del escrito he reconstruido el itinerario que seguimos y por lo que he indagado en internet parece ser que cincuenta años después se ha convertido en una travesía invernal clásica y bastante frecuentada.

Hace mucho frío, pero un sol mentiroso nos engaña asomando por el Col de Bious o d'Anneou. Seguimos la huella de los oficiales. La nieve está blanquísima de madrugada y duele a los ojos cuando el sol la abrillanta. Pasamos por debajo del col de Moins, por el ibón de las Ranas, y vamos ganando altura lentamente. De vez en cuando tenemos que detenernos para no juntarnos con el grupo de oficiales. Ellos no han pasado tantos días en estas montañas y están menos preparados. El sol se ha ocultado detrás de unas nubes hace un rato y sopla un viento fortísimo. Hay un trecho muy duro por delante, son casi cien metros empinadísimos y helados. Hay que tallar cada paso y agarrarse con las manos y el piolet porque la mochila pesa demasiado y el viento amenaza con tirarnos al valle.

Estamos en la rama derecha de una “y” griega, ahora por debajo del col de Bious. Hay una espesa niebla y para colmo ha empezado a nevar. Pronto nos envuelve la ventisca y avanzamos a ciegas. Yo he pasado por aquí anteriormente, pero ahora no sé donde estamos. Hace muchísimo frío y preferimos no detenernos. Ya no hablamos. Procuramos ir todos juntos, porque no se ve más allá de cinco metros y el viento borra las huellas rápidamente. En lo alto del col hemos de tallar de nuevo durante un buen trecho.

Para “animarnos”, un comandante dice que tenemos treinta y dos grados bajo cero. El viento, en lo alto del col, vuelve a ser fortísimo y se cuela por el paño del pantalón. Los pies parecen ser ajenos. Entre la niebla, por un momento me ha parecido ver la silueta oscura e inconfundible del Pic du Midi dÓsseau. Al otro lado del col, a media ladera, lentamente, volvemos a perder altura.

La niebla ha hecho un hueco en este rincón de la montaña. Vemos enfrente, muy elevado, el próximo collado a superar. Habrá que pasar por debajo de un picacho que se ofrece amenazador. La montaña esta preñada de nieve y las laderas empinadísimas de este picacho pueden descargarse en cualquier momento, al menor ruido; todos lo sabemos y nos miramos unos a otros en silencio. Además, en la cima, hay una gigantesca cornisa colgada...hay que tomar todas las precauciones. La larga hilera se alarga más. Subimos pegados a la derecha, evitando la zona que parece más peligrosa en caso de que el alud se produjera. Los oficiales han llegado a la altura del collado, pero para alcanzarlo tendrán que realizar una travesía por debajo mismo de la gran cornisa.

Voy el último, con mucho miedo. Veo por arriba a un teniente que ha iniciado la travesía por debajo de la cornisa, voy mirando las huellas, a los pies del compañero que va delante, prefiero no mirar hacia arriba...no sé qué ha pasado...he escuchado un grito que esperaba, que temía...¡alud, alud!

Corremos, nos tropezamos y caemos, estamos por debajo de su trayectoria de caída. He mirado hacia arriba y he visto la gran lengua blanca y asesina, los tres primeros oficiales que intentaban la travesía han sido atrapados y arrastrados...durante unos segundos he podido ver esquís y  piernas emergiendo de la nieve.

Siempre había imaginado que los aludes se precipitaban rápidamente sobre el valle, y que en caso de verse uno sorprendido por uno de ellos, no daría tiempo de percatarse de nada. Pero aquellos segundos, cuando ya no podíamos correr más y era inevitable el ser alcanzados por el alud, fueron larguísimos, horribles. La avalancha crece, crece y se va ensanchando, todo pasa por la cabeza, pero nunca la idea de la muerte. Es curioso.

El alud caía y parecía no llegar nunca. Casi deseaba que cayera de una vez. Seguí corriendo, volví a tropezar, me ví envuelto de repente entre la nieve. Algunos compañeros que iban delante también eran arrastrados...de pronto...silencio, una gran paz. Vivir. El alud, inexplicablemente, se ha detenido, conservo la cabeza y un brazo fuera de la nieve, pero no me puedo mover, tengo el cuerpo como escayolado por esa gran masa de nieve pesada. El resto de compañeros y oficiales se han quedado paralizados. Reaccionaron rápidamente y enseguida nos desenterraron con las palas de nieve. Un teniente y un sargento no aparecen. A los diez minutos dan con ellos y salen pálidos de miedo. Aún quedan ganas de humor a pesar de todo lo ocurrido. Ahora la nieve ya ha caído y pasamos tranquilamente.

Me refería a la nieve procedente de la gran cornisa, cuyo desprendimiento fue la causa del alud.

Nos calzamos los esquís para realizar el descenso hasta Formigal. Por una larguísima canal, estrecha y oscura. Aún nos caerían dos aludes más a unos cientos de metros por delante de la columna. Gozamos del descenso. Pegados unos a otros bajamos rápidos, rompiendo la nieve virgen. Desde Candanchú han pasado doce horas, fatigosas, horribles y también alegres. Nos detenemos para tomar algunos alimentos en Portalet. Y ¡hasta cantamos! Ha sido un inolvidable día de montaña en estos Pirineos blanquísimos de Marzo.


 PD: Han pasado unos pocos días desde que publiqué este artículo y resulta que en el desván guardábamos una caja metálica, de esas que contenían membrillo y  no nos acordábamos de que estaba llena de viejas fotos, la mayoría en blanco y negro y familiares la mayor ṕarte. Pues entre ellas estaban éstas de Candanchú: 1. Construyendo igloos para pasar la noche durante unas maniobras. 2. Participando en una competición, descenso con el inconfundible Pico de la Zapatilla al fondo. 3. En otra de las muchas competiciones en las que participé. 4. Junto a mi amigo Luis FB  en el patio del cuartel de la EMM en Jaca (nunca antes habían visto por allí a unos escaladores de Valladolid). 5. Con "Cuena" a mi derecha (siento no recordar su nombre), el magnífico esquiador cántabro del que recientemente supe que ha ejercido como profesor de esquí  en Alto Campoo, muy cerca de donde vivo... y yo sin saberlo; y Ramón Otero a su lado, mi amigo y compañero de muchas escaladas, en Gredos, Pirineos, Picos de Europa, Montaña Palentina...y también en algunas de las magníficas paredes que descubrí en las  montañas de su tierra valenciana. Los tres fuimos miembros del equipo de Socorro y también instructores de esquí durante nuestro segundo invierno en Candanchú. Ramón, además, fue padrino de mi primer hijo.


Entre medias, un amigo que leyó esta entrada me ha hecho llegar una publicación sobre la Escuela Militar de Montaña, que me ayuda a recobrar imágenes en blanco y negro de aquella época, que ya tenía medio olvidadas, gracias Jose Luis MG. 


 

 

 


 

viernes, 8 de diciembre de 2023

LA MADRE DE TODAS LAS PASIONES

Leo en el blog de Joaquín Rabassa un texto en torno a Mark Hunyadi y su pensamiento, sobre la tiranía de los modos de vida, sobre la paradoja moral de nuestro tiempo y sobre la “pequeña ética” que actúa como vasalla del sistema. Comienza así: No nos encontramos solo desposeídos de nuestro espacio crítico por la fuerza fatal del sistema, sino que también se espera de nosotros que contribuyamos a su impronta por todos sus poros. Este diagnóstico de una modernidad enajenante no es probablemente original, tras los análisis clásicos de Weber, Heidegger o Habermas; en cambio, la forma que tiene de cumplir este objetivo, lo que llamo la Pequeña ética, quizás arroje luz sobre este fenómeno ya antiguo. Se trata de mostrar su impacto sobre el pensamiento crítico, paralizado como está por esa concepción de la ética, ya que desemboca en la neutralización ética del mundo. Una vez más, puede parecer paradójico hablar aquí de neutralización ética cuando nunca las normas éticas habían estado tan presentes en todos los campos de la acción humana; pero es justamente característico de la Pequeña ética infiltrarse en todos los ámbitos dejando las cosas como están”.


Lewis Henry Morgan y Mark Hunyadi, Ancient Society y Tiranía de los modos de vida


La pasión a la que me refiero con el título de este pequeño ensayo, es la pasión de las derechas  por la Propiedad  y de las izquierdas por el Estado. Es la común pasión oligárquica que hoy vemos hibridarse con gran éxito popular en un fascismo recién actualizado. Es esa patología social que quiere gobernar la tardía modernidad burguesa en una inacabable escenificación, la de un hipertecnologico y transhumano final de los tiempos, en una eterna y teatral representación (democracia burguesa se llama eso) de una lucha de clases institucionalizada y proyectada en sesión contínua, con la misma eterna pretensión de repetición sistémica, por siempre, de LO MISMO. 

Salvajismo, barbarie y civilización son las épocas constituyentes de la historia humana según interpretara en su día el antropólogo estadounidense Lewis Henry Morgan (1818-1881), cuya clasificación permanecerá en vigor, según reconociera el mismísimo Friedrich Engels, hasta que una riqueza de datos mucho más considerable no obligue a modificarla”. L.H. Morgan se ocupó de las dos primeras épocas y del paso a la tercera, a la Civilización. Y tomando como referencia los progresos en la producción de los medios de existencia, consideró a las épocas de Salvajismo y Barbarie subdivididas en tres estadios, inferior, medio y superior, justificándolo por razón de que entre todos los seres, los humanos son los únicos que han logrado un dominio casi absoluto de la producción de alimentos y todas las grandes épocas del progreso de la humanidad coinciden, de manera más o menos directa, con las épocas en que se extienden las fuentes de existencia”.

Tanto Marx como Engels reconocieron haber tomado la obra del antropólogo americano como fuente de su propio pensamiento y también de la teoría materialista de la historia; pero en especial fue Engels quien más claramente reconoció la influencia de L.H. Morgan en su obra “El origen de la Familia, la Propiedad y el Estado”, publicada en 1884, declarando su deuda intelectual con la “Ancient Society” de Morgan, que éste había publicado siete años antes.

El desarrollo de la familia tiene lugar en paralelo a la evolución de la producción de los medios de existencia, cambiando y adaptándose a dicha evolución pero sin llegar a tener una influencia directa en la delimitación de los periodos históricos. Más bien, por lo que deduzco del estudio de las citadas obras, la evolución de la familia se produce en función de los sucesivos cambios en la conformación institucional de la Propiedad y de la sociedad política, o sea, del Estado. Téngase en cuenta que ninguno de estos conceptos son originarios, ni corresponden a estructuras mentales básicas, sino que se fueron formando en una época relativamente tardía de nuestra evolución, con base en el desarrollo y extensión de la ganadería, la agricultura, el comercio y la industria,  por lo que solo en la época que denominamos “Civilización” alcanzan su predominio en las sociedades humanas.

La clasificación de Morgan puede ser sucintamente resumida de este modo: Salvajismo es el período en que predomina la apropiación de productos que la naturaleza nos da ya hechos, mientras que las producciones artificiales de los humanos están destinadas a facilitar esa apropiación. Barbarie es el período en que aparecen la ganadería y la agricultura, cuando la especie humana aprende a incrementar la producción de la naturaleza. Y Civilización es el período en el que los humanos siguen aprendiendo a elaborar los productos naturales pero, sobre todo, es el período de la industria y del arte.

Es obvio que la propiedad solo puede formarse a partir de la experiencia humana, de sus condiciones históricas. Morgan sostuvo que la idea de la propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo embrionaria y débil durante períodos inmensos de tiempo y que fue necesaria toda la experiencia acumulada en los periodos de Salvajismo y Barbarie para que se desarrollara el germen de la propiedad y alcanzara “su dominio como pasión sobre todas las demás pasiones, marcando así el comienzo de la Civilización”.

Así no es de extrañar que le sea atribuida a la Propiedad nada menos que su categoría de concepto inaugural de la Civilización y que, además, sirviera de base al establecimiento de la sociedad política tal como la conocemos, en su forma patriarcal-estatal, algo que sería impensable sin la base de la Propiedad o dominio sobre un Territorio (continente) y de su correspondiente Nación (la población contenida).

Decía Morgan que “un conocimiento crítico de la evolución de la idea de propiedad, comprende la parte más notable de la historia mental de la humanidad”. Como antropólogo estudió el desenvolvimiento de las formas de propiedad, mostrando su lógica interna e indagando tanto en el proceso histórico real que es producido por la propiedad, como en las formas de transición de una forma de propiedad a otra, así como en sus causas, dando cuenta de que en la propiedad se concentra toda la dinámica histórica, por ser  la categoría central que conduce del Salvajismo y la Barbarie a la Civilización, constituyéndose así en el hilo que anuda toda la historia humana en un solo haz, haciendo que la pasión por la propiedad sea la madre de todas las demás pasiones.

Para Marx, según el antropólogo colombiano Luis Guillermo Vasco (*), en tanto que categoría social -y en los términos de L.H.Morgan- la existencia del individuo va unida a la existencia de la propiedad privada y de la Civilización. Es esta propiedad la que diferencia unos de otros los intereses particulares que aparecen en el seno de la sociedad. Para L.H. Morgan solo es verdadera y exclusiva de la Civilización la Propiedad en su forma privada, individual y absoluta.

Para que haya propiedad debe haber algo de lo que apropiarse, sea producido naturalmente o mediante la intervención del conocimiento, la creatividad y el trabajo humano. Sabemos que para los grupos de cazadores, pescadores y recolectores, la tierra fue objeto de posesión pero no de apropiación (que no es lo mismo) y que sus bienes fueron mínimos, reducidos a unos pocos enseres, herramientas y armas muy básicas. Por eso que, como señalara Morgan, la propiedad no fuera determinante de la vida en las sociedades gentilicias, por lo que aunque no podamos desentrañar en qué modo la propiedad opera como estructurante general de la Civilización, sí podemos tomar por cierto que necesariamente ha de ser algo muy esencial en un tipo concreto de sociedades "políticas", como las actuales, organizadas a partir de “un territorio/una nación”, eso que conocemos como Estado-Nación-Capitalista-Moderno.

Obsérvese que en la época que denominamos con el término “modernidad”, el modelo de sociedad  es único y que lo es a escala global, que no hay ninguna comunidad humana que no forme parte de un Estado-Nación, con su correspondiente territorio nacional y cuya única variedad posible solo puede darse en su forma "política" (dictadura, democracia, monarquía o república) y sus combinaciones,  adoptadas por cada oligarquía “estatal”, por interés exclusivo de esa clase de propietarios y/o gobernantes, que son el sujeto realmente Soberano en cada país o territorio “nacional”. En esta forma política, la economía o modo de producción, necesariamente, solo puede ser subsidiaria y funcional al principio jerárquico impuesto por la clase dominante,  propietaria y titular del aparato cohercitivo-estatal. Esta forma de economía solo puede ser capitalista en cualquiera de las tres variantes ideológicas surgidas de la revolución burguesa (esa época que identificamos como “modernidad”), es decir: 1, capitalista al modo “privado” del liberalismo; 2, capitalista al modo “público-estatal” del socialismo y 3, capitalista al modo “híbrido” del fascismo (capitalismo estatal-nacional-socialista).

Hablamos, pues, de una forma político-económica única, hablamos de estatal o nacionalcapitalismo, de un sistema o modo de vida determinado y fundado en la Propiedad o Dominio conjunto: de los medios “económicos” de producción (la tierra, junto al trabajo y al conocimiento humano) y del medio “político-militar”  (el Estado-Nación-Capitalista-Moderno) que sirve al dominio y control de los individuos y las comunidades humanas.

La gran confusión al respecto proviene del uso del término “capitalismo” impuesto por los partidos autodenominados “de izquierdas”, que ignoran la forma estatal del capitalismo (erróneamente tomada como “pública”) y limitando este uso a la forma privada o liberal del capitalismo. El propio término “de izquierdas” es también extremadamente confuso, cuando de modo general refiere a facciones o “partidos” que en esencia propugnan la misma ideología políticoeconómica que las facciones “de derechas”, compartiendo ambas facciones del mismo sistema una común ideología que, con sólido fundamento tan teórico como empírico, bien podríamos denominar totalitarismo estadocapitalista

Esta confusión es la que explica por qué -gane quien gane en la contienda electoral entre izquierdas y derechas- siempre quede asegurada la continuidad y reproducción del sistema único. Algo más de tres siglos de Modernidad avalan este juicio, más aún en esta fase “posmoderna” o “tardía” que nos ha tocado vivir, que no puede ser más caótica, cuando por primera vez y a escala de especie, compartimos un mismo y fatal presentimiento de acelerado progreso, hacia una extinción que se nos presenta como inevitable.

Pues bien, pienso que ésto es así solo si consideramos que esta época no es transitoria y solo si creemos que es inevitable este modo de vida o sistema en que vivimos atrapados, esta civilización de la Propiedad y el Estado. Resumo: solo es inevitable si nos creemos las narrativas nihilistas que profetizan un futuro necesariamente transhumano, sea como feliz corolario de la evolución humana, sea al modo apocalíptico en la versión patológica del conspiracionismo.

Este sistema o modo de vida es impensable sin la condición precedente de un poder de clase dominante, fundado en el dominio o “propiedad” ejercida por la clase social de propietarios y/o gobernantes sobre la tierra y sobre todas las formas de vida, incluida la humana, gracias a la institución totalitaria del tandem Propiedad-Estado, esa moderna institución, necesariamente simultánea y violenta, que consiste en el robo o apropiación en exclusiva de aquello que, como la Tierra, el Trabajo y el Conocimiento humano, durante cientos de miles de años fueron medios de uso, bienes-comunales-universales, desde los orígenes de nuestra especie hasta la reciente o moderna civilización de la Propiedad y el Estado.

En esta época de la tardía modernidad, considerar transitorio este orden de la Dominación en que vivimos es por sí un pensamiento subversivo y revolucionario, que contradice al pensamiento dominante fundado en la idea fósil de que el modo de vida propiamente humano no puede ser otro que el estructurado en torno a los principios de Propiedad y Jerarquía. Incluso en su forma más avanzada, como “democracia representativa”, no alcanza a ser más que un sucedáneo y pálido reflejo de verdadera democracia o autogobierno, de un orden racional que si cierto es que solo existió muy limitadamente, en muy contadas y fugaces ocasiones, eso no justifica nuestra renuncia a pensarlo y, ¿por qué no?, a intentarlo.

Se equivoca de raíz quien piense que tal tarea está reservada a personas “sabias y expertas”; tal pensamiento nos hace intelectual y políticamente “muertos”, sujetos a la tiranía de un modo único de pensar y vivir, entretenidos con "estilos" de vida (no confundir con modo o sistema) que funcionan como jaulas de hamster y que nos remiten a la gran paradoja ética de nuestro tiempo. Véase cómo nunca antes se le adjudicó tanta importancia a la ética, hasta el punto de resultar asfixiante para nuestra vida social la exigencia de una ética asociada al criterio de corrección política. Y sin embargo -aquí está la monumental paradoja- esta exigencia ética convive con una colosal impotencia frente al curso de nuestro único modo de vida, al que asistimos en una obligada y pasiva condición de “espectadores”.

Tan es así que hoy nos parece imposible siquiera el plantearnos la pregunta “qué mundo queremos?”, cuando todos los procesos de producción y reproducción social nos vienen dados, impuestos por la institución conjunta de la Propiedad y el Estado, determinando absolutamente nuestro modo de vida, sin posibilidad alguna de transformación real, no digamos de participación por parte de los afectados,  individuos y comunidades.

A esa situación se refiere Mark Hunyadi cuando habla de “la paradoja ética de nuestro tiempo”, cuyo resultado es precisamente una imposible ética contemporánea, que nos impide abordar los nuevos y gravísimos problemas del mundo en que vivimos, los que conforman una inmensa crisis sistémica, múltiple y polimorfa, ética, ecológica, climática, demográfica, económica, política...de tal modo que nos sentimos forzados a desentrañar las razones de esta paradoja, que  a escala de especie nos sitúa en un dramático filo divisorio entre dos alternativas: entre esa impotencia ética antes referida y la potencialidad de una ética integral como instrumento revolucionario, de transformación radical, individual y social, de nuestro actual, global y único sistema-modo de vida.

Nota:

(*) Luis Guillermo Vasco, Lewis Henry Morgan. Confesiones de amor y odio”, 1994.

 



 

sábado, 25 de noviembre de 2023

BESTIA CARAJO

Si el animal  tiene blancas sus cuatro patas se dice cuatralbo y se dice jinete del pueblo al terrorista que la muerte no le duele si galopa con él en su montura (me perdone el poeta en su tumba) 

Ese de la imagen podría  estar pensando en la brutalidad casi irreal del ser humano o en cómo los de su especie se salen de lo humano o pudieran no llegar a esa categoría o también pudiera estar pensando por ejemplo en que todo lo prepotente es odioso y falso por sistema. 

Porque ese que piensa sobre el cañón de cuatro patas seguramente viene de una ciudad que  antes era de Nadie y que ahora podría ser de Ucrania o de Rusia o de Argentina de un día para otro o quizá de la rumana patria de aquel Paul Celan el de la "fuga de la muerte negra": leche matutina que bebemos por la tarde la bebemos al mediodía y de mañana la bebemos de noche y  de día como también la bebemos y bebemos una y otra vez mientras cavamos una fosa en la parcela inmensa del aire de nuestra propiedad exclusiva propiedad de Nadie exactamente allí donde se yace ya sin estrecheces. 

Puede que  solo esté  meditando solo en algo que no pertenece a nadie solo en algo comunal como en “la rosa de nadie” del antes mencionado poeta judío-rumano que como él yo también maldigo a mi modo la ley que tiene a la tierra  sujeta al derecho de propiedad que siempre acaba si no matando al menos expulsando de la vida a los que son Nadie a los que devuelve en caliente a su propia patria-parcela-nacional al procomún estado comunal universal de los huesos muertos y en definitiva del aire.

Y digo además que habría que escribir la poesía tan desnuda de adornos y adjetivos como esa imagen de la foto desolada en su esqueleto militar huesudo de asombros y pesares que no dejan dormir sin miramientos que no puedan evitarse sembrados como están de tierra estéril muerta y ajena como la tierra de Gaza o de Iberia o de cualquier otro siglo en las grandes solitarias y desiertas llanuras  coloniales  del ancho mundo porque al ser humano  lo han colonizado de siempre en propiedad como a todo y a toda la vida misma en condominio de estados multinacionales propietarios sin necesidad de papeles  solo a leyes y a cañonazo limpio  blanqueadas sus cuatro patas negras hasta enterrar al otro quien sea ese extranjero mano sobre mano así cabalgando sin parar de galopar hasta enterrarlo de por vida incluso junto al mar de Tiberiades.

Y es que en el mundo  manda quien manda hoy como ayer y si ésto no cambia un propietario gobernante falso jinete cuatralbo del pueblo como en toda la tierra y en todo que incluso manda en todos los cementerios incluso en los del aire esos que por no ser ni siquiera son de Nadie.

Ese que piensa sobre el cañón si quisiera entender podría escuchar la paradoja totalitaria que pronunciara aquel hombre en Friburgo un tal Heidegger que apoyara a los negadores de su propia gente pero que a pesar de todo tenía una filosofía escalofriantemente lúcida una doble filosofía del desvelamiento y también digo yo del ensimismamiento.

Que así solo podrás vivir de la muerte  ajena y solo si cabalgas con la  muerte contigo en tu montura sin dolor sin pesar sin lugar para el descanso y sin arrepentimiento ni poesía  interrogo ahora a tu conciencia pero es que no ves  que enfrente no hay nadie que sea realmente enemigo es que no ves que la tierra solo podrá ser toda tuya solo si  también es suya y de ambos y de nadie pregunto y pregunto.

Eh tú el del cañón mejor que duermas para siempre mejor que no despierte tu oscuro ser militar ese animal propietario gobernante empresario estatal asesino industrial que llevas en tus adentros camuflado entre las vísceras y pintado tu falsa piel color blanco patriota de falso caballo del pueblo  justiciero a ti me dirijo bestia nacional  al  terrorista de estado que te habita a ti y a todos los terroristas privados y republicanos.

Ni populista ni cuatralbo caballo del pueblo ni hostias solo bestia del carajo mira lo que quiero es que te consumas en tu propio sueño de propietario o sea en los infiernos.


jueves, 23 de noviembre de 2023

AY, QUE NO HAY LUGAR PARA EL DESCANSO

De la correcta utilización de los sueños podría nacer una nueva manera de conducir el pensamiento; dicho queda, al modo de Antonín Artaud

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Todo de pronto se hace lento Acontecen en tu mente las galaxias Una sirena te invita a una cerveza Fin del mundo o cataratas en los ojos azules Que recorren las fisuras de una habitación.  
Reinventar el amor fue el primer libro de poesía del escritor chileno Roberto Bolaño. Es un pequeño libro de solo 20 páginas, del que se imprimieron solo 225 ejemplares. 
Por otra parte, Mario Santiago Papasquiaro sostuvo:  es ineludible revisar el concepto de cultura, que no se encuentra en los libros, las pinturas o esculturas, porque mora en la fluidez de los nervios y en la pulsión de la vida. Aludiendo a Artaudafirmaba la exigencia de fundar una cultura que se haga carne, una cultura de la sensibilidad. De este modo, el propósito del infrarrealismo fue la subversión práctica, un pasaporte para lograr devolverle al arte la noción de una vida apasionada y convulsiva.

jueves, 2 de noviembre de 2023

LAS GRANDES CAUSAS QUE MATAN

 

No es el fin del mundo en general, sino de uno en concreto, hecho de mierda y muerte  a partes iguales, al menos a día de hoy, día de San Halloween y de todos los Santos. Mientras más de medio mundo hace el gilipollas disfrazándose de zombi feliz, o elucubra en torno al presentimiento de un próximo apocalipsis, en Palestina el fin del mundo es literal, algo cotidiano y muy real, que no es que se espere, es que sucede a cada hora de cada día

No puedo con ello, con esta extrañeza que uno siente ante un mundo que resulta ser el mío, tan hermoso y tan terrible al tiempo, tan sin sentido, tan desmesurado en su grandiosidad y en sus miserias, tan sin arreglo, a corto plazo al menos, que me desborda y descorazona, tanto que a uno se le van estrechando las ganas de vivir Aquí...Por supuesto que hay que dejar que hable el dolor y que esa es la condición de toda verdad, que no me importa darle en ésto la razón al rico-judío-marxista Theodor Adorno, que tan cierto es eso que dice como que sin justicia el concepto de Naciones Unidas (ONU), como el de los "Derechos Humanos", hoy me suena a chiste de mal gusto.

Cierto que dos guerras mundiales pueden parecer pocas, si de lo que se trata es de no dejar rastro del paso humano por este planeta. Cuesta comprender, lo sé, que la guerra sea lo propio de todo Estado y que no tenga otra lógica que la eliminación del Otro diferente, el extranjero-nacional de otro Estado, cuando resulta que al cabo cada cual somos ese Otro, extranjero en alguna otra Nación, cuando no declarados directamente enemigos de la Nación, por un Estado que puede ser el "mío" y en mi nombre. He ahí la fúnebre retahila: mi Nación, mi Tierra, mi Cementerio,  la mi Patria de los mis muertos, multitudes nacionales de muertos en potencia,  gente a punto, que mata o por matar, siempre en nombre de la su Gran Causa,  incluso de un mi Dios.

Me digan ¿cual es la sustancial diferencia entre violencias o guerras, sean económicas, políticas, sociales, identitarias, ecológicas, machistas, militares o sencillamente criminales?...¿en cuántos cadáveres y categorías se diferencian  entre sí estas  guerras o violencias, y díganme de dónde brota esa histórica y natural "necesidad humana", si no es nacional o religiosa, de explotar o matar, no solo al Otro-Extranjero, también al Otro-Nacional y casi a cualquier Otro?...  ¿solo  por nacer en lugar equivocado, en territorio de otro Estado,  por  infiel, por desheredado,  por eso hay que matar al Otro diferente,  de otra clase, por esa Gran Causa, solo por eso?

Asistimos al derrumbre de un mundo, pero no del mundo, que no se hagan ilusiones los profesionales del Apocalipsis y del catastrofismo existencial, los que sacan tajada de la desesperanza de las gentes. Hay que sobrevivir aunque solo sea por sostener la dignidad de nuestro ser propiamente humano. Para no olvidar la inmensa tarea y el compromiso que nos ha caído encima, por ser la única especie que se piensa a sí misma como parte de la Vida Toda, ésta que se reproduce y sobrevive precariamente en el absurdo silencio de las galaxias, la materia viva de la que somos autores y responsables en gran medida, al menos desde el momento en que nos quedamos solos Aquí,  en medio y a cargo de este desmesurado universo al que no acabamos de encontrarle medida ni sentido, que nos parece  un inmenso desperdicio de celestiales cuerpos inertes, metálicos, gaseosos, y de espacios vacíos llenos de agujeros negros sin vida. Y todo ello para criar a cuatro gatos humanos, quiero decir para solo algo más de ocho mil millones. Porque ¿quién, si no, cuidará de la Vida, qué otro animal no humano, qué especie, qué poder, qué justicia, quién, en un mundo tan vacío y tan sin Dios?

No es "bárbaro" el Otro, NO, lo bárbaro es su rechazo, como lo es la presunción de ser parte de una Nación Elegida,  por un Destino o por un Dios protector, como aquel bíblico Yahavé que despreciara las ofrendas del agricultor Caín, mostrando su preferencia por los sacrificios de su hermano, el ganadero Abel, provocando así la ira y celos que llevarían a Caín a ser el asesino de su hermano,  mientras aquel Dios  ejercía su derecho punitivo, poniendo una señal protectora en Caín, el asesino, para que nadie lo matara. Las Naciones  que se creen "elegidas entre otras", crean un Dios político que solo distingue entre amigos y enemigos, se trate de hombres, pueblos o dioses. Así  ese Dios ayudará a la Nación o Pueblo elegido contra sus enemigos y éste contribuirá a su victoria frente a Dioses extraños. Y si la ley interna que rige al interior de las fronteras de la Nación manda no matar, se sabe que afuera y contra las naciones enemigas, todo está permitido. Que por eso sucedieron las grandes masacres que jalonan la Memoria de las Naciones, ya desde antes de ser Ejércitos y Estados. 

Fue así como el Dios que eligiera a su Pueblo o Nación, tuvo ya unos malos comienzos, nada más crear a los dos primeros humanos, hembra y varón, de nombre Eva y Adán, dirigiéndose con preferencia a éste: "quiero poner enemistad entre tú y la mujer y entre tu semilla y la suya"...pues bien, ahora no queda más remedio que referirse a los textos bíblicos, ahora que una vez más asistimos a la secular e interminable masacre  por la Tierra Santa, ese Cementerio en primera línea de playa a orillas del mar Mediterráneo,  por cuya propiedad se siguen matando, hoy como antaño, las mismas Naciones de  judíos, musulmanes y cristianos, creyentes o ateos. 

Casi todos los relatos bíblicos refieren a historias sangrientas, veáse por ejemplo cómo  entre sus hijos, Jacob prefiere a José, lo que provoca que sus hermanos lo arrojen a un pozo y luego lo vendan como esclavo; y aún así, José resulta victorioso y conduce a su tribu hasta Egipto, donde prospera, provocando con ello la reacción y castigo de los egipcios, que a su vez son castigados por el Dios de los judíos que les envía plagas, dejando inmune a la tribu de Jacob, todo para hacer notar su preferencia por el pueblo judío frente al egipcio. 

Y después de aquél Éxodo comenzó la guerra de conquista que aún perdura, por la tierra que Dios prometiera a la  Nación elegida, la del reino de Sión, centro espiritual  y "madre de todos los pueblos" según señala el Libro de los Salmos: "enviaré mi espanto por delante de ti, y sembraré confusión entre todos los pueblos a los que tú llegues, y te pondré de espaldas a todos tus enemigos" (dicho tal como leo en la cita de Rüdiger Safranski en su magnífico libro sobre "El mal o el drama de la libertad"). 

No encuentro argumento más razonable que el del espanto, contra esta guerra inacabable:  NO,  si pertenecemos a un Lugar o a una Nación por la casualidad del nacimiento; NO, si nuestra humanidad es  principio personal de comunidad convivencial y no  algo abstracto, como es la Nación o Estado; NO, si esta humanidad se hace verbo y carne en cada individuo y eso no le impide ser tan amplia como el mundo. Me sumo al deseo de Patrick Viveret, de "cómo hacer buen uso del fin de un mundo", en su libro "La causa humana" (humanidad), porque cierto es que estamos al final de un mundo que necesita tiempo para morir, mientras emerge con fuerza otro mundo cuyo perfil apenas alcanzamos a imaginar. 

Es la causa de humanidad, conciencia de un destino común para nuestra especie, es a través de la inmensa diversidad que producen las fuerzas de la vida, en subversiva resistencia contra el Estado totalitario, de guerra autodestructiva y de crisis permanente, que en frase de Antonio Gramsci "se produce cuando el viejo mundo es lento para morir y nacer de nuevo"...para añadir a continuación que "en ese (intérvalo) claroscuro, pueden surgir monstruos", como bien sabemos: negacionistas de la fraternidad humana, de la vida libre y convivencial, todos creyentes y fieles servidores de las Grandes Causas que matan, sean religiosas o nacionales, o una Alianza de ambas.

Nota: me permito recomendar la lectura de un texto del que es autor  Saree Makdisi, profesor norteamericano de ascendencia palestina y libanesa, donde aclara que en vísperas del 7 de octubre,  las fuerzas israelíes ya habían matado a más de doscientos palestinos en 2023. Que el asedio en Gaza tenía más de dieciséis años e Israel llevaba setenta y cinco años operando al margen del derecho internacional. Y que lo “normal” en Palestina era una matanza al día, pero que una matanza al día en una ocupación que ya dura décadas no era noticia y, desde luego, no justificaba una entrevista en directo en una cadena de televisión nacional. Este es el enlace a ese texto:

NINGÚN SER HUMANO PUEDE EXISTIR


 



jueves, 26 de octubre de 2023

OPERATIVA Y METAFÍSICA DEL ESTADO-NACIÓN-CAPITALISTA-MODERNO

 

Antisemitismo

1. Eso que sea el Estado, su aparato y su metafísica, con su estructura operativa, vertical, religiosa. Estoy muy de acuerdo con ésto que decía Louis Althusser en “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”: la ideología de la clase dominante no se convierte en dominante por gracia divina, ni en virtud de la simple toma del poder de Estado. Esta ideología es realizada, se realiza y se convierte en dominante con la puesta en marcha de los AIE (Aparatos Ideológicos del Estado). Ahora bien, esta puesta en marcha no se hace sola, por el contrario, es objeto de una ininterrumpida y muy dura lucha de clases: primero contra las antiguas clases dominantes y sus posiciones en los viejos y nuevos AIE, después contra la clase explotada”.

Según ésto, contrariando a la teoría marxista, la institucionalización de la lucha de clases viene a ser la condición de existencia del Estado y el auténtico motor de la Historia. A eso sirve el impresionante despliegue de Aparatos Ideológicos del Estado-Nación-Capitalista-Moderno, que incluye mucho más que el Gobierno y los Ministerios, mucho más que toda la Administración con toda su Burocracia: son los aparatos productivo, financiero, mercantil, militar, educativo, jurídico, médico, tecnológico, científico, mediático, etc, etc. De ser ésto cierto, ¿no resultaría completamente absurdo esperar del Estado que algún día resuelva la lucha de clases a favor de la clase sometida, precisamente esa  de cuya explotación depende el presupuesto y la propia existencia del Estado?

Hagamos un somero repaso general a la Historia de las sociedades humanas y veremos un principal componente religioso, a su vez contenedor de una forma de organización social que es política,  concretamente “de clase”, siempre lo mismo, con un mismo esquema de Orden vertical, patriarcal, con escasas variantes: dos clases básicas, una que gobierna y otra gobernada, solo a veces “libremente” sometida (por no decir “civilizadamente”); y otra clase por encima, básicamente integrada - desde muy antiguamente - por propietarios, sacerdotes y mercenarios, hoy diversificados en múltiples variantes que no alteran su categoría de clase dominante. Ese sistema de organizar las sociedades a imitación del orden religioso, es lo que desde la antigüedad se conoce por el nombre de “Estado” (recuérdese su edad de más de cinco mil años), caracterizado como aparato garante de la reproducción de esa relación de dominio-sumisión, determinante de un orden social en esencia religioso, que impera en el mundo desde hace DEMASIADO, demasiado tiempo.

Por otra parte, contémplese la posibilidad de que exista un vínculo ideológico muy directo entre las ideas de Dios y del Estado. De tener sentido ésto que digo, el Estado vendría a ser la sustanciación corpórea de Dios, algo así como el Verbo celestial hecho Carne en el mundo real: un Sujeto mayúsculo y metafísco que se rebaja a la condición de vulgar y minúsculo sujeto humano. Redimido y salvado por ese magnánimo autosacrificio “democrático”, encuentra recompensa en el Ajuste Final de los Tiempos, para cuando el sujeto regrese a su soñado “estado” original, el de su Ser-Sujeto.

2. Por el Imperio hacia DiosSi hay una forma extrema de metafísica nacionalista, de máxima sublimación del Estado, ´esta es inequívocamente en su forma fascista y/o nacionalsocialista. Pero el “estado de dominación” tiene también sus formas “normales”, digamos “democráticas” o “liberales”, no tan radicales, de dominio y explotación de unos individuos por otros y sobre la Naturaleza, por extensión. Esta división de las sociedades humanas en dos básicas clases, supone que de alguna manera, todos somos más o menos dominantes o sometidos, más o menos señores o siervos, en alguno de sus modos y variantes históricas...que siempre hubo, se dice, tontos y listos, pobres y ricos, autoridades y ciudadanos, como también se dice que “donde hay patrón no manda marinero”. Para que tengamos tan interiorizada la costumbre de tal jerarquía, no cabe duda de que “eso que sea el Estado” ha de ser algo muy antíguo y muy poderoso. Por eso que no solo hablemos de un Estado “moderno” -nacional y capitalista- también sabemos de Estados bien antiguos y bien grandes, con el tamaño de imperios, incluso más grandes que los actuales Imperios.

Sabemos que los imperios son superEstados, normalmente con un gran territorio formado por anexión o conquista de territorios contiguos o incluso lejanos, que así pasan a formar parte y a estar subordinados al Estado-imperio conquistador. Sabemos, por ejemplo, que el imperio USA nac como Estado en 1.787, a partir de la independencia de trece colonias inglesas y que actualmente lo conforman cincuentaEstados”, además de un distrito federal (Washington DC) y un Estado asociado (Puerto Rico). Y que son dieciséis los estados que hoy conforman la República Federal de Alemania...y sin embargo, hoy no hablamos de un Imperio Alemán, pero sí en tiempo pasado, me refiero al Tercer Reich de los nazis. Sí que hablamos de USA o de China, incluso de la Federación Rusa, como actuales imperios. Las dudas en torno a lo que hoy pueda ser un Estado-imperio quedan aclaradas si consideramos estos dos simples datos: el tamaño del territorio y, sobre todo, el poderío económico-militar de sus respectivos aparatos estatales.

El primer estado-imperio del que tenemos certeza histórica es el de Egipto, con una antigüedad de cinco mil años, al que le sigue el Imperio Acadio que conquistara gran parte de Mesopotamia, lo que ahora son Irak y Kuwait con partes de Siria, Turquía y Arabia Saudita. Y también hubo enormes Estados-Imperio en China, que se adelantaron al de Roma en casi mil años.

Los padres fundadores del sionismo: Leo Pinsker y Theodor Herzl
 

3. El sueño “nacionalista” en los orígenes del Estado. Cierto que todos soñamos, dominantes y dominados, pero el sueño de “ser Nación” no es cosa de todos, ese es un sueño solo de élites. No se sabe de gentes del común que soñaran con Naciones y Estados. Y si esas gentes nunca fueron nacionalistas por sí mismas, no es culpa suya, no es porque no quieran serlo, es porque ni se lo plantean, ni tienen tiempo para ello. Que bastante tienen con lo suyo, con sobrevivir al Estado de la realidad, a eso que les ha caído encima, sin comerlo ni beberlo.

Las élites fundadoras de Naciones-Estado (ya sabéis, básicamente propietarios, sacerdotes y mercenarios con todos sus derivados), perfectamente pudieron soñar y siguen hoy soñando con Naciones que quieren ser Estados, que a su vez quieren ser Imperios. Normal que así sea. Pero a todos los Otros-Nosotros, desposeídos y gobernados, de derechas y de izquierdas, incluso frikis y nerdos, nos han enseñado que “ésto fue siempre así y no puede ser de otra manera”, por lo que en consecuencia no nos dejan otra opción que la de una religiosa esperanza, en un Dios/Estado Justiciero, que nos salve y compense, sí...pero para eso tendremos que esperar (creyentes y ateos) a la Revolución de los Justos, prevista y anunciada para el Final de los Tiempos.

Para Hannah Arendt los orígenes del totalitarismo estaban en el antisemitismo y el imperialismo, argumentando que “el antisemitismo llegó a convertirse en el agente catalizador del movimiento nazi y, a través de él, de la Segunda Guerra Mundial y de las genocidas cámaras de la muerte”; y que la época del imperialismo introdujo la grotesca disparidad entre causa y efecto”. Hannah Arendt llegó a sus conclusiones después de reflexionar acerca de la transformación de las clases en masas, sobre el papel de la propaganda y sobre la utilización del terror como esencia del totalitarismo y como sistema de gobierno; así como después de pensar el aislamiento y la soledad como condiciones necesarias para una dominación total del individuo.

En su rotunda afirmación sobre los orígenes del totalitarismo, ignoro cuánto pesaría el hecho de ser judía, pero cualquiera que fuera ese peso, yo creo que en eso se equivocaba, tanto como cuando creía que su maestro Heidegger no era antisemita aunque fuera miembro del partido nazi. La publicación de los Cuadernos Negros de Heidegger disiparon las dudas acerca de su compromiso político con el regimen nazi; aclaraban que no se trataba de un error, como pensaban sus defensores, Hannah Arendt entre ellos, sino que su antisemitismo coincide con el núcleo de su filosofía: contraria al olvido del Ser, reclamante de un nuevo “aparecer del Ser”, para lo que resultaba completamente necesario acabar con el judaísmo.

En una carta le decía a Hanna Arendt: en cuestiones universitarias soy antisemita, como lo era ya hace diez años en Margurgo. Esto no tiene nada que ver con mis relaciones personales con los judíos (con Husserl, Cassirer y demás). Y mucho menos con mi relación contigo”. Ese antisemitismo “cultural” de Heidegger tenía que ver, según él, con lo que denominaba la “judaización” de la universidad alemana, que calificaba de “espantosa”, una cultura judía que a su entender giraría en torno a tres ejes: 1) el liberalismo político, 2) la secularización del mundo a través de una razón lógica y universal y 3) la aplicación de una metodología científico-filosófica que llevaría directamente al vacío dialéctico, al nihilismo ético y al caos político-económico.

Habiendo sido discípulo de Martin Heidegger y testigo de la pronta adscripción del maestro al nacionalsocialismo, Emmanuel Lévinas interpreta el nazismo y la pronta militancia de Heidegger en ese «movimiento» como parte de los peligros frente a los cuales la propia filosofía occidental no parecía estar «suficientemente a resguardo». En "Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo", Lévinas comenta: la fuente de la sangrienta barbarie del nacionalsocialismo no está en ninguna anomalía contingente de la razón humana, ni en un malentendido ideológico accidental. Esta fuente se vincula a la esencial posibilidad del Mal elemental, al que la buena lógica podía conducir y del cual la filosofía occidental no estaba suficientemente a resguardo. Posibilidad que se inscribe en la ontología del ser, cuidadosa del ser (...)” (Emmanuel Lévinas, Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo. Buenos Aires, Ed. Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 23).

En un texto del que es autor Rodrigo Karmy Bolton (“Lévinas y el sionismo. Notas sobre geopolítica en el pensamiento de Emmanuel Lévinas”) leo algo que me parece bien coherente con lo antes dicho: El revés existente entre el anti-semitismo y el sionismo fue algo que no pasó desapercibido para una pensadora como Hannah Arendt, cuando en "Los orígenes del totalitarismo" escribía: «La única consecuencia directa y pura de los movimientos antisemitas del XIX no fue el nazismo, sino, al contrario, el sionismo, que, al menos en su forma ideológica occidental, constituyó un género de contra-ideología, la «respuesta» al antisemitismo». Si sus palabras encuentran eco, es porque, según Arendt, que ya en Mayo de 1948 había calificado al sionismo como una «pseudosoberanía de un Estado judío», el sionismo lleva consigo el espectro del nacionalsocialismo, en tanto se presenta como su propio revés especular. En este sentido, ¿no podríamos pensar estas consideraciones que hace Arendt respecto de la relación entre Heidegger y Lévinas como la relación propiamente filosófica de dicho envés? «Filosófica» en el sentido de que sus respectivas adscripciones, al nacionalsocialismo uno y al sionismo el otro, contendrían una complejidad que, si bien, no las identificaría plenamente al discurso de los respectivos movimientos, permitiría la articulación de un específico proyecto civilizatorio de carácter europeo y occidental. Como se sabe, en el «caso Heidegger», dicho proyecto se resolvía en la restitución de Alemania como «pueblo metafísico», como veremos, en el caso de Lévinas, ello se traduce en la afirmación de una Europa fundada espiritualmente desde una raíz «judeo-cristiana». 

(Fuente: “Lévinas y el sionismo. Notas sobre geopolítica en el pensamiento de Emmanuel Lévinas”. Daimon. Revista Internacional de Filosofía, no 64, 2015, 101-116)

4. Ahora (desde 1948) Palestina. Una y otra vez esa misma relación especular, entre nacionalismos mutuamente excluyentes, sin otra solución que la guerra permanente, hasta la muerte del Otro.

La inmensa mayoría de judíos vivieron en el exilio durante muchos siglos y tras contínuas expulsiones. El primer exilio fue en el año 733 a.C. (se dice pronto) tras la expulsión del Reino de Israel, antígua Samaria. El sionismo, descrito como “nacionalismo en la diáspora” constituye una rama del fenómeno más amplio del nacionalismo moderno. Surge en Europa central y oriental a finales del siglo XIX, coincidiendo con el auge de los nacionalismos en esa época. Su fundación, por Theodor Herzl, fue una respuesta a la ola antisemita que recorría Europa en esos años. El movimiento creado tenía como finalidad fomentar la emigración de los judíos a Palestina y alcanzó su principal objetivo con la fundación del Estado de Israel en 1948. Se autodefine como un “movimiento de liberación nacional” cuyo objetivo es la “libre autodeterminación” del pueblo judío. Entre los judíos de la Diáspora siempre se dió una gran nostalgia por el regreso a su “patria histórica”, una nostalgia en principio religiosa, que comenzó a secularizarse en contacto con las grandes corrientes ideológicas de la época en Europa: liberales, socialistas y nacionalistas.

Los modernos nacionalismos surgidos en el siglo XIX tuvieron como principio común “una Nación (o Pueblo), un Estado”. El nacimiento del sionismo estuvo ligado a esa misma idea que está en el origen del concepto de Estado-Nación, en torno a la que se formaron distintos Estados Europeos, bien a partir del desmembramiento de antiguos imperios o bien a través de la unificación de Estados con similar cultura y lengua, caso de Italia y Alemania. A la vez que este auge nacionalista, fue desarrollándose el moderno sionismo. Y más recientemente, como revés del sionismo, surgió el  Estado Ialámico (ISIS) como reacción a la ocupación y fragmentación de Irak y luego de Siria. Un ISIS, otra Nación de origen religioso, musulmana en este caso, que también -¡cómo no!- quiere ser un Estado apuntando a imperio...solo que en su proyecto territorial incluye el solar palestino que desde 1.948 viene siendo ocupado por el poderoso Estado judío de Israel, con el apoyo del ejército USA, el mayor y más poderoso que ha conocido el mundo.

Espanto nos produce esta guerra interminable, que tanto se parece al sistema de la lucha de clases, igualmente “interminable”, siempre repetida y reproducida siempre con el mismo esquema: dominantes contra dominados, Estados contra Pueblos”, ejércitos perfectamente uniformados contra desarrapadas bandas de “terroristas”. 

Esta es una guerra ante la que no cabe situarse de perfil, ninguna neutralidad, de no ser pacifistas suicidas o padecer esa grave patología que es el nacionalismo, sea judío o musulmán, católico o protestante, creyente o ateo, monárquico o republicano... 

5. Epílogo: la palabra de los primeros ideólogos del nacionalsionismo.

Leo Pinsker: "En tanto buscaron asimilarse a los demás pueblos, los judíos renunciaron en cierto sentido voluntariamente a su propia nacionalidad. Pero en ninguna parte lograron que sus conciudadanos les reconocieran como iguales a los nativos. Con todo, lo que más refrena el impulso de los judíos a una existencia nacional es el hecho de no sentir dicha existencia como necesidad. No sólo no la sienten, sino que incluso niegan la legitimidad de sentirla. Para un enfermo, no sentir la necesidad de comer y beber es un síntoma grave. No siempre se logra liberarle de su fatídica anorexia. Y si para su suerte la supera, aún hay dudas acerca de si el enfermo se halla en grado de asimilar el alimento nuevamente apetecido. Los judíos se hallan en esa triste condición. Y ese punto, el más importante de todos, es el que hemos de examinar con la mayor atención.
Hemos de demostrar que el infortunio de los judíos se funda ante todo en que no sienten la necesidad de alcanzar la independencia nacional; que es menester despertarles y avivarles dicha necesidad si no quieren quedar para siempre expuestos a una existencia ignominiosa. En una palabra: que han de llegar a ser una nación".

(Fuente: "Auto-emancipación. Exhortación de un judío ruso a los de su estirpe", 1882)

Theodor Herzl: "Por lo que a mí me toca, considero mi misión cumplida con la publicación de este escrito. Solamente tomaré la palabra cuando los ataques de rivales dignos me obliguen a ello, o cuando se trate de refutar objeciones imprevistas o disipar errores.
¿No es justo, hoy por hoy, lo que digo? ¿Me adelanto a mi tiempo? ¿No son bastante grandes los sufrimientos de los judíos? Lo veremos.
Depende, pues, de los mismos judíos el que este proyecto de Estado no sea, por ahora, nada más que una novela. Si la generación actual permanece todavía impávida, ya vendrá otra superior y mejor.
Los judíos que quieran tendrán su Estado y lo merecerán".

(Fuente: "El Estado Judío", 1.896)