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viernes, 7 de marzo de 2025

EN EUROPA HUELE A GUERRA...Y A GRANDES NEGOCIOS

"Tres por Dos" (collage digital de A. Dké)     

En el orbe capitalista, la enfermedad y la guerra son mucho más rentables que la salud y la paz, por eso que dicho orden mundial necesite una buena guerra cada poco, o al menos una pandemia, porque ya van quedando pocos “nichos” de negocio que sean más rentables que la enfermedad o la guerra.

No hay espacio o actividad humana que no sea vista por los “expertos” científicos-economistas como potencial nicho de negocio. Da igual lo que sea: beneficencia, ayuda humanitaria, prostitución, religión, drogas, ciencia, universidades, farmacéuticas, ecología, turismo, feminismo, comunicaciones, transportes, depresión, tecnología, redes sociales...todo, Todo es un nicho de negocio. Resulta que al marketing lo estábamos llamando “política”, y “democracia” a la ingeniería social del nuevo orden corporativo en ciernes, el del neocapitalismo tecnofeudal.

Me suben a más de cien las pulsaciones, cada vez que oigo decir estos días, a los “expertos en geopolítica”, que hay que rearmar a la desunida Unión Europea, porque la americana USA se desentiende de nuestra defensa -o sea, de la defensa de la UE- ante la amenaza de la europea Federación Rusa...no puede darse una organización (UE) ni una posición más estúpidas.

Una buena referencia para situarse en una posición mínimamente inteligente, es ponerse en las antípodas de los estatales y privados “institutos de inteligencia, caso del Real Instituto Juan Sebastián Elcano, el think-tank financiado y dependiente del Estado español, que de sí mismo dice ser “líder en estudios internacionales y estratégicos, y un centro de pensamiento de referencia en Europa y en el mundo”. Pues digan lo que digan los de ese y todos los think-tank, todos los media privado/estatales, el estercolero asocial de las redes, todas las organizaciones paraestatales, como partidos, sindicatos, oenegés y ceoes, incluida la Conferencia Episcopal, el Real Madrid o el mismísimo Cristo que resucitara...en estos momentos lo que yo defiendo es UN ACUERDO GENERAL DE DESARME TOTAL Y CUANTO ANTES: un inmediato desmantelamiento de los Ejércitos, el reciclaje de todo el armamento y la reconversión civil de la industria militar. Lo defiendo por ser ésta la posición que me parece menos estúpida, la que parte de suponer que para la humanidad en general la paz es mejor negocio que la guerra. Me refiero, claro está, a su mayor parte: a esa humanidad que no vive de los trabajos, la enfermedad o la muerte ajena.

Ninguna otra estrategia sería más económica, más democrática o más ecológica. Pero no soy tan ingenuo, ni tan estúpido como para esperar del Poder un gesto de auténtica inteligencia estratégica, menos aún cuando vivimos un momento histórico en que la mayoria de la sociedad que trabaja, enferma y muere por ajenas banderas y ajenas cuentas corrientes, ha sido bien domesticada en más de dos siglos estatales, de Escuela y Empresa, y por eso seguirá, no me cabe duda, la inercia histórica puramente reaccionaria, la que conduce al Rearme Nuclear de Europa y a la creación de un ejército europeo...¡qué buena ocasión perdida para salir de aquella OTAN en la que los pueblos del estado español fueron metidos por obra y antojo del  dicharachero y gracioso Felipe González.

Se está preparando un frente UE contra Rusia como en tiempos del comunismo ruso (aquel que, por cierto, salvara a Europa de las garras de Hitler)...pero, sucede que no siendo un frente “anticomunista” (¿porque Putin no es comunista, no?), entonces,  ¿cómo denominarlo, si no es estúpidamente, a este frente de la UE capitalista, contra la Rusia no menos europea, ni menos capitalista?

Pues ahí se les pudo ver, en Bruselas, ayer mismo, a los representantes de los Estados monárquicos y republicanos afiliados a la UE y a la OTAN: dándole paternales palmaditas en la espalda a Zelenski, todos tan contentos con su gran proyecto de alianza militar en ciernes (un negocio de nada menos que 800.000 millones de euros), al mismo tiempo que estaban matándose soldados a sueldo, a uno y otro lado del frente de guerra, al servicio de generales, empresas y estados enemigos igualmente capitalistas. ¡Hay que ver qué mágicamente aparece el dinero para lo que se quiere!, en este caso la guerra.

Por el solar ibérico, lo veremos muy pronto: carcas-peperos y progres-socialdemócratas, todos estúpidamente unidos en la misma causa liberal y patriótica. Lo único bueno de todo ésto es que siendo este sistema constitutivamente autodestructivo, ya está en su fase terminal, por lo que tiene los días contados el estúpido sistema de capitalismo estatal-público-privado que impera en este mundo-parque-temático-capitalista, que eso es lo que es este mundo: básicamente estúpido.  

El sistema está condenado a su propia extinción, porque en esencia es sistemáticamente estúpido, ya que no puede decirse otra cosa de un Orden social fundado sobre principios tan estúpidos como los de "morir matando" o construir tirando piedras al propio tejado”, tan parecidos al principio de la selección natural -en versión darwinista- que sitúa a nuestra especie en el mismo contexto zoológico que nos condena a la extinción, más pronto que tarde, ese mismo principio que devuelve a nuestra especie a la casilla de salida de la Evolución, recuerden: aquellas manadas de primates chillones y violentos deambulando por la sabana africana, enzarzados en una continua lucha de clases y castas, por el dominio territorial y genético, ay, aquellos primitivos primates que iban para humanos, que todavía no sabían HABLAR.

Pues hacia allí vamos, en medio de un patriótico ardor guerrero, capitalistas contra capitalistas, ejércitos de estúpidos primates combatientes en un campo de espejos, estúpidamente determinados cada uno a exterminar al prójimo como a sí mismo, por ser éste su principal enemigo.

Sucederá por razón (científica) de su propia y acientífica teoría capitalista: 1.Lo primero: si agotas la fertilidad de la tierra, acabarás comiendo tierra. 2.Lo segundo: si te dedicas a domesticar humanos, puede sucederte: a) que éstos acaben siendo tan estúpidos y faltos de creatividad que llegue un momento en que te serán inservibles, incluso como criados; b) que acaben por rebelarse y salvajemente te coman por los pies; y c) que acaben imitándote, sea por contagio o por envidia de clase, con lo que haciéndose capitalistas como tú igualmente estúpidos, acabarán como tú, matándose a sí mismos, a bombazos y aranceles, en cruentas batallas mercantiles y militares.

Preparando la estúpida posmodernidad en que vivimos, las élites de estúpidos han logrado reducir el mundo a un desértico paisaje bipolar, único y al tiempo relativo, lo que resulta cierta y definitivamente estúpido. Solo dos bandos, ambos fratricidas, capitalistas liberales o capitalistas estatales, pseudodemocracias parlamentarias o pseudodemocracias de partido único. Y no deja de ser chusco el auge del pensamiento auxiliar- relativista, todo para evitar el más mínimo compromiso moral, y para disponer de todas las opciones, del bien y del mal, y que nuestras personales existencias emulen, como poco, la variedad de consumo de la que disponemos en los hipermercados, y tener una vida a la medida, sin tener que pringarnos las manos... y que todo sea cierto o todo verdad, lo uno, lo otro y lo contrario, porque eso de “nada es verdadero, porque todo es relativo”...además de una estupidez mayúscula es una excelente excusa para no andar por ahí perdiendo el tiempo en buscar la verdad.

No se puede negar que haya sociedades más ignorantes que otras, y no me refiero solo al conocimiento científico, sino también a una básica con-ciencia ética y moral. Seguirá atascado este mundo en su estúpida posmodernidad si no defendemos el derecho de personas y pueblos a no ser violentados, y si no confundimos este derecho con el “derecho a la ignorancia”.

Tras el estúpido relativismo posmoderno, además de una estúpida “moda intelectual” hay un interés político implícito: el relativismo otorga poder político, porque permite que la realidad pueda ser determinada por la Autoridad Correspondiente “a demanda de los consumidores”. También en los mercados electorales.

Un historiador y economista italiano, Carlo Maria Cipolla, escribió sobre las leyes fundamentales de la estupidez humana. Así, redujo el comportamiento estúpido a cuatro estereotipos en función de la relación coste/beneficio. 1. El malvado: te fastidia a ti y él se beneficia. 2. El incauto: trata de beneficiarse él, pero le suele salir mal y te beneficia a ti sin quererlo. 3. El inteligente: beneficia a los dos, y 4. El idiota: te perjudica a ti y, encima, o no saca provecho o se perjudica a sí mismo. En su estudio de la estupidez, C.M.Cipolla destacó cuatro leyes a tener en cuenta:

1. Siempre e inevitablemente, cada uno de nosotros (estúpidos o no) subestimamos el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

2. La probabilidad de que una persona cualquiera sea estúpida es independiente de cualquier otra característica que tenga esa misma persona.

3. Una persona estúpida es alguien que causa un daño a otra persona o grupo de personas, sin obtener al mismo tiempo un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.

4. Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas, olvidando constantemente que, en cualquier momento, lugar y circunstancia, asociarse con individuos estúpidos, infaliblemente deviene en un costosísimo error. 

Cierto que la mayor parte de individuos estúpidos causan daños limitados, pero hay bastantes que llegan a ocasionar daños terribles, a individuos concretos y a comunidades enteras. Una persona estúpida tiene una capacidad de hacer daño que depende de dos principales factores: uno genético (es indudable que hay un gen de la estupidez que se hereda) y otro factor depende de la posición de poder que el estúpido ocupe en la sociedad. La más exquisita élite de individuos fundamentalmente estúpidos, se encuentra integrada, a mi entender, por militares, burócratas, empresarios y políticos (tanto de a pie como jefes de Estado), cuya capacidad de hacer daño al prójimo es proporcional a su poder sobre individuos y sociedades.

Debido al comportamiento errático de todo individuo estúpido y  siendo imprevisibles sus acciones y reacciones, solo es seguro que quien se fíe de un estúpido lo más probable es que acabe arruinado y destruido, a consecuencia de su estupidez (pues imagínese en el caso de estúpidos con poder). Y si no, véase la actual situación de Preguerra europea, la que ahora mismo están preparando en Bruselas. La pacifica, hispitalaria y ecológica Europa, la de los derechos humanos, reino y república de la democracia liberal y del ecologismo antinuclear, la acomplejada Europa que ahora se pone a silbar, mirando a otra parte, ante el genocidio  del pueblo palestino, acomplejada por su pasado como campo nacional-socialista de exterminio...esta Europa capitalista que en un alarde de máxima estupidez mancomunada, se dispone a convertir a Donald Trump, sumo sacerdote del Imperio Estúpido, en el más reconocido pacifista de la Historia y más famoso Premio Nobel de la Paz, junto a Putin…¡manda huevos!

miércoles, 26 de febrero de 2025

LA SUERTE DE PINOS EN EL B.O.E

En relación a les pràcticas comunales tradicionales en pueblos de Soria y Burgos, en el año 1.933 se publicó en la revista «Estampa» el artículo titulado "¡En Burgos y en Soria se ha establecido el comunismo!", escrito por un periodista bastante desinformado, que se hacía un lío con el comunismo y con las tradiciones campesinas en torno a los bienes comunales. Valga un extracto como muestra:

"-¡Aquí no hay obreros parados ni cuestión social! ¡Aquí cada uno tiene su porqué! Uno mira los indicadores. Por allí dice "Arcadia". Pero no. Los indicadores marcan Quintanar de la Sierra, o Covaleda, o San Leonardo, o Vilviestre del Pinar, o Neila, o cualquier otro nombre dichoso. Que aquí hasta los nombres de los pueblos tienen transparencia de pastoral. 

Interviene un párroco:

-Es que aquí se reparten por igual los productos de la tierra, y los vecinos vienen a sacar del reparto de mil quinientas a dos mil pesetas anuales. Por eso no hay pobres ni obreros sin trabajo. 

-Entonces ésta es una región comunista, suelta uno sin querer, y luego le pesa, porque ha podido asustar al cura, que forma parte del corro de informadores. Pero éste recibe el denominativo con satisfacción:

-Sí, sí, me dice; eso es: un país comunista." 

 ***

La "Suerte de Pinos" en Burgos y Soria es lo mismo que en los pueblos de la Montaña Palentina llamamos "suerte de leñas", que por aquí lo más normal es que sea leña de roble. En general, este "derecho de suertes"   todavía pervive en muchos pueblos del norte peninsular, como un mínimo rastro del derecho consuetudinario en torno a los bienes comunes de remoto origen altomedieval.  Este derecho de suertes es una manera ancestral de gestionar los recursos forestales y un privilegio de posesión comunal y disfrute comunitario de los recursos forestales por los vecinos de los pueblos que han conservado este derecho tradicional, ya completamente desfigurado, porque la institución del comunal genuino es inseparable del Concejo como institución propia de la democracia vecinal y comunitaria que empezara a practicarse en la Península Ibérica, como en buena parte de Europa, a partir de la descomposición del imperio romano, culminada en el siglo V, y antes de que poco a poco se fueran integrando, primero en el regimen visigodo y feudal,  y en el regimen liberal a partir del siglo XVIII, hasta su práctica desaparición con las sucesivas amortizaciones del Estado (1) que sirvieron para privatizar estos bienes y financiar la modernización del nuevo estado-nación liberal.  

***


La web  "reconstruir el comunal" publicó recientemente una noticia que ha pasado completamente desapercibida, referida a la declaración por la Junta de Castilla y León de la denominada "suerte de pinos" (en varios municipios de las provincias de Soria y Burgos) como BIC (Bien de Interés Cultural inmaterial). La publicación en el B.O.E es del  20 de diciembre de 2.024. 

En este enlace puede leerse el texto que corresponde a dicha noticia:

EL ESTADO DECLARA LA "SUERTE DE PINOS" COMO BIEN DE INTERÉS CULTURAL

  También se han hecho eco de la declaración de la Suerte de Pinos como BIC los periódicos  "Heraldo-Diario de Soria" y "La Razón": 

EN EL "HERALDO-DIARIO DE SORIA"

EN "LA RAZÓN"

 Y éste es un vídeo explicativo, elaborado en 2012:

LA SUERTE DE PINOS, aprovechamiento forestal comunal ancestral (2024: «bien de interés cultural»)

 ***

 

 Enlace al vídeo de la entrevista a Antonio Ortega Santos (2):

«Y, de hecho, la herramienta que nace para controlar el orden público, –ese orden público, creado por el Estado, que supone privatizar los bienes comunes–, la herramienta se llama Guardia Civil (3). El origen de la Guardia Civil es crear un cuerpo militar armado rural que mantuviera ese orden público, ese statu quo, que es un statu quo de privatizar los bienes comunes.»

***

PD: Próximamente publicaré un estudio en torno a los "comunales  del siglo XXI", donde trataré de explicar las profundas razones de mi desacuerdo con  las interpretaciones -académicas o no- de los comunales históricos, así como daré cuenta del grave error estratégico que a mi entender suponen todos los intentos de recuperación "nostálgica" de los comunales campesinos, en una época  como la actual, radicalmente urbana, en la que las condiciones de existencia humana se dan a escala de especie, por primera vez en la historia humana,   en el contexto de un orden social estatal/capitalista que es radicalmente nuevo y diferente,  que nada tiene que ver con  aquel mundo campesino, de contexto local, religioso y feudal. Que por eso, desde hace más de una década vengo trabajando en la propuesta de un nuevo concepto de Comunalidad, a la altura de las condiciones del siglo XXI.

 

Notas:

(1) Estas amortizaciones tuvieron lugar a finales del siglo XVIII con la denominada Desamortización de Godoy (1798) —aunque hubo un antecedente durante el reinado de Carlos III y después, en 1924. Básicamente consisten en un proceso de privatización y puesta en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y otros bienes que hasta entonces no se podían enajenar (vender, hipotecar o ceder) y que se encontraban en poder de las llamadas "manos muertas": las Órdenes religiosas que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones y testamentos, además de los llamados baldíos y las tierras comunales.

(2) Antonio Ortega Santos es autor de "La tragedia de los cerramientos. Desarticulación de la comunidad en la provincia de Granada" (2.002). 

(3) El cuerpo de la Guardia Civil se creó en 1.844. La Ley de Desamortización Civil, o Ley de Madoz, con la que se expropiaron millones de hectáreas de bienes comunales de los pueblos, estuvo vigente de 1.855 a 1.925.

viernes, 14 de febrero de 2025

REVOLTES DE LA TERRE


Hace unos días me llegó información de la presentación de un nuevo movimiento ecologista en Cataluña, lo que resumo a continuación: cincuenta organizaciones en defensa del territorio de los Países Catalanes participan en  una nueva confluencia de luchas "para hacer frente al colapso ecosocial", con la denominación de "Revoltes de la Terre". El encuentro tuvo lugar el pasado 25 de enero en el centro social La Llavor del Prat de Llobregat. Revoltes de la Terra es el resultado de más de dos años de reuniones, encuentros y  debates entre personas y colectivos ecologistas del ámbito nacionalista de los Países Catalanes, en defensa del territorio. Este nuevo movimiento ecologista se presenta como una renovación de las “dinámicas de lucha” para “aglutinar fuerzas”, siguiendo el impulso de movimientos climáticos surgidos en los últimos años, como Rebelión o Extinción o Soulèvements de la Terre. Pretenden organizar encuentros por todo el territorio, en alianza con los grupos locales, donde combinar la reflexión y la propuesta con la acción "contra proyectos ecocidas”. Al mismo tiempo, como especifica un portavoz, los encuentros servirán para "ejemplificar y denunciar los mismos problemas que existen a escala global”.

Su propuesta parte de tres ejes: 1.“Confrontar al sistema tecnoindustrial con bloqueos”, 2.“Aprender a cubrir las necesidades para sostener la vida, crear comunidad, soberanía y autonomía” y 3. “Cambiar el sentido común, construir una nueva mirada, una cosmovisión que supere el individualismo, la destrucción de la naturaleza y que respete al resto de especies”. Además, dicen apostar por la diversidad generacional, territorial y estratégica...por unos encuentros intergeneracionales, masivos, festivos, lúdicos, que confronten y desborden los marcos, donde, sobre todo, "la gente venga a pasarlo bien y quiera volver”. “Abordamos el conflicto con  diferentes estrategias de lucha: los recursos jurídicos, la investigación, la denuncia o la acción directa. Pero también necesitamos las infraestructuras populares, una gran retaguardia de cuidados y todas las habilidades y conocimientos de campesinos, artistas, profesionales de la investigación, personas con oficios, vecinas organizadas, activistas…”.

Sinceramente, mi sentimiento respecto de este movimiento es contradictorio. Si les deseo suerte es porque pienso que en su inmensa mayoría  son gente joven que se toma el activismo ecologista  con la mejor de las intenciones, con mucha ilusión y con total honradez. Pero lo cierto es que les auguro un escaso recorrido, que no creo alcance más allá de dos o tres años, en lo que dura su novedad; y eso solo en caso de alcanzar la espectacularidad escénica y la relevancia mediática del movimiento francés al que pretenden emular, siguiendo su estela:  Soulevements de la Terre

Estas, como todas las organizaciones y movimientos ecologistas, a mi entender adolecen del mismo y básico fallo fundacional -que es de principios y también estratégico-, que les conduce inevitablemente a su disolución por cooptación, integrados al  mismo sistema al que  dicen enfrentarse. Consiste ese fallo en la  creencia de que la "razón ecológica" puede ser, por sí misma,  el eje de la solución a la crisis sistémica en la que está atrapada nuestra especie junto a otras muchas especies.  Esta creencia oculta una inmensa contradicción que invalida al ecologismo en su totalidad, por no cuestionar siquiera el derecho de Propiedad que históricamente pesa sobre la Tierra y que, precisamente, es causa principal y condición de posibilidad, no solo de la destrucción de los ecosistemas terrestres, también de la división de la sociedad humana en clases y su organización estatal, jerárquica y patriarcal en esencia. 

Ni yo ni nadie ha escuchado de estos movimientos el más mínimo cuestionamiento del "derecho de propiedad" sobre la Tierra, ni de la organización estatal de las sociedades humanas. Si acaso, a  lo más que llegan es a manifestar un vago sentimiento "anticapitalista" que así resulta decorativo, contradictorio y completamente superfluo. Porque, por principio, son inseparables los fines éticos y ecológicos, los del futuro de la vida en la Tierra y los de la emancipación humana.

Por eso mi pensamiento al respecto es autónomo e integral, bien diferente por principio y estrategia, que reclama la necesidad existencial de  un nuevo paradigma radical e integrador, de revolución convivencial y comunal a la altura del tiempo y condiciones del momento histórico en que estamos: a escala individual, como social y de especie. Con lo que ya sabemos, no podemos  pensar ningún futuro posible que no pase por una revolución integral dirigida a crear las condiciones de una sociedad sin clases y reintegrada a la Naturaleza de la que somos parte junto al resto de especies, animales y vegetales.  

Es quimérica toda pretensión de  "solución ecológica" sin un previo acuerdo en torno a  esos principios básicos, eso que desde hace años vengo denominando "un nuevo Pacto Social, global y local,  del Común y lo Común". Un Pacto para el reconocimiento y declaración de la Tierra en su conjunto, junto al Conocimiento humano, como bienes comunales  o procomún universal. Solo ese principio y con esa estrategia, comunal y ecológica, podrían frenar la deriva autodestructiva que aceleradamente viene siguiendo nuestra especie, a mi entender desde el Neolítico: cuando se fundara el primer Estado y desde entonces quedara establecido, "para siempre", un perverso Derecho de Apropiación sobre la Tierra, extensivo sobre el conocimiento y sobre el trabajo humano (productivo y reproductivo), un perverso derecho  con resultado necesariamente fatal:  devastador y destructivo por sistema, como estamos comprobando.

 

No obstante, al movimiento francés de Les Soulèvements de la Terre tengo que reconocerle  una novedosa y valiosa aportación, en la buena dirección de la revolución integral necesaria, que  marca la diferencia respecto del ecologismo patrio: allí han adoptado un punto de partida bien radical, en el sentido de no considerarse "protectores" de la Naturaleza -como hace el ecologismo de por aquí-, sino que, como ellos mismos dicen: somos la naturaleza que se defiende a sí misma, somos la Tierra que se subleva, somos las sublevaciones de la Tierra.

Solo este desplazamiento de perspectiva, ya incorpora una idea-fuerza que yo creo es potentísima, porque anuncia una ruptura con esa perversa linea divisoria que nos separa de la Naturaleza, esa secular y sistémica ignorancia  empeñada en desconocer lo que realmente es homo sapiens, una naturaleza de especie animal que quisiéramos disimular bajo el sueño de ser "otra cosa": algo así como una angelical especie extraterrestre,  recién aterrizada, procedente de otro planeta. 

Para más información: 

https://www.revoltesdelaterra.cat/

https://lessoulevementsdelaterre.org

 

sábado, 1 de febrero de 2025

TRUMP Y EL ÉXITO DEL FACTOR "DIOS" (LA ILUSTRACIÓN OSCURA)

20/01/2025, relevo en la Casa Blanca. A la derecha, bandera publicitaria comercializada durante la última campaña electoral del partido republicano de EEUU, al módico precio de 5,46 dólares (IVA incluido).

En EEUU, según datos actuales procedentes del centro de investigación Pew Research Center, un 45% de la ciudadanía es protestante, un 20% son católicos y un 6% son creyentes de religiones no cristianas, entre los que se encuentran judíos (1,9%) y musulmanes (0,9%). O sea, que en total los creyentes son una clamorosa mayoría que sobrepasa el 70%. No es de extrañar, pues, que la religión forme parte sustancial del marketing electoral, tanto del partido republicano como del demócrata.

Según ese mismo centro de investigación sociológica, en las anteriores y últimas elecciones, el voto católico optó tres veces por los demócratas y dos por los republicanos, pero la postura de Trump en contra del aborto ha sido una baza jugada  para ganar el voto católico. 

Por otra parte, está habiendo una enorme profusión de análisis en torno al resultado electoral, pero llama mi atención que, a pesar de la relevancia sociológica y política de los anteriores datos, sean tan escasos los análisis elaborados en clave religiosa. Más aún cuando todo el mundo fue testigo directo de cómo la investidura de Trump tuvo una abrumadora escenificación litúrgica y ceremonial, de ambientación claramente religiosa, que sin duda fue muy planificada. Junto a Trump se prestaron a concelebrar: el obispo católico de Nueva York, el hijo de Billy Graham –considerado el evangelista más importante del S. XX–, un reverendo negro que de joven había formado parte de una banda callejera, más un rabino ultraortodoxo...todo un batiburrillo judeocristiano, y no sé por qué no incluyó al budismo o al islam, como no sea por su escasa relevancia estadística.  Todo ello para transmitir la elevación de Trump, por la gracia de Dios, a una condición presidencial cuasidivina.

Donald Trump ha anunciado su próximo mandato como una Edad de Oro y una "revolución del sentido común",  identificado éste con la creencia religiosa de la masa social de "creyentes" que le siguen. Tan es así que su discurso en el Capitolio más bien quería ser un sermón, y dar a entender que esa revolución del sentido común es más religiosa que política.   Y para corroborarlo,  volvió a decir eso de “me salvó Dios para hacer grande a América”, que sus feligreses se toman muy en serio, con la imagen en la cabeza del atentado en el que una bala rozó la oreja derecha de Donald Trump en medio de un mitin electoral celebrado en Butler (Pensilvania). Sin embargo, la muerte de uno de los asistentes al mitin pasó completamente desapercibida, siendo noticia muy por detrás del protagonismo de la oreja de Trump, que por aquellos días de julio incluso llegó a ser replicada en chocolate blanco por un confitero de Barcelona y comercializada al precio de 4,5 euros (IVA incluido). 

A mí me parece razonable que nos cuestionemos si estamos hablando de un movimiento religioso y no político. Que por eso pienso que no entienden nada quienes pretenden explicarlo en clave "política". Algo así me parece a mí que les está pasando a las izquierdas capitalistas contemporáneas, que por eso son residuales, por esa desubicación existencial que las descoloca,  es como querer  jugar al fútbol con las normas del baloncesto.

De nada sirve la obviedad escénica de ese espectáculo de masas, donde el factor "Dios" exhibe su éxito, haciéndole una pedorreta a la lucha de clases, mucho más cuando la Modernidad y su Ilustración habían llegado al mundo para anunciar  la muerte de Dios a la luz de la Ciencia. Si bien, también es cierto que quienes no somos creyentes lo que vemos es un nuevo uso, ahora pornográfico, del factor Dios. Ahora  como cebo electoral de la industria democrática.  

Como le pasara al antropólogo Albert Piette, yo también me pregunto por el origen de esta creencia religiosa que remodela un mundo que ya no puede ser más confuso. En su libro "El origen de la creencia", este antropólogo parte de una hipótesis que a mi entender es bien consistente:  homo sapiens es el único animal que sabe que morirá y ese saber le produce un sufrimiento insoportable. De ahí su necesidad de un Dios, para poder soñar una vida "otra", mejor y sin límite.

No es el primer antropólogo, ni el primer científico que -como muchos historiadores, paleontóologos y arqueólogos- han estudiado los enterramientos y el comportamiento humano ante la muerte, viendo las posibles ventajas evolutivas de la creencia religiosa. Me sorprendió que el mismo Albert Piette viera un relato evolutivo que va del homo neandertal, como "primer-pensador" (sobre la muerte),  al homo sapiens como "primer-creyente" en una posible otra-vida-más-allá. La hipótesis supone que esta creencia proporciona consuelo y como tal es retenida por la evolución y es transmitida culturalmente entre individuos y generaciones.  

Según descubrimientos recientes, el cerebro neandertal no tendría la misma organización neuronal que el de homo sapiens. Y por ahí debe andar la posible explicación a una importante diferencia en el comportamiento ante la muerte: la diferencia entre el uso de unos huesos (del cráneo) como objeto simbólico en sustitución de una ausencia  y  el acto de creer en la existencia de algo "increíble", como es la vida después de la muerte. Leyendo a A. Piette, me sorprende con esta afirmación: "hay una restricción inherente al acto religioso de creer: si creemos es porque es increíble". 

 La religión está experimentando una cierta efervescencia, se dice que vivimos un "reencantamiento" del mundo, disparado en múltiples direcciones y en medio de un torbellino caótico, esa atmósfera multiculturalista de nuestro tiempo, plagada de eclecticismos y  sincretismos tan de moda, que mezclan un poco de todo: orientalismo con una pizca de ecología profunda y psicología transpersonal, otro de ecología con animalismo, esoterismo y feminismo queer, veganismo y  neomisticismo...todo ello aderezado con unos toques  del último paradigma tecnocientífico. 

Pero lo que yo pienso, resumidamente, es que todo ésto que está sucediendo es lo propio de un tiempo que llega a término, que está en Sus Últimas. ÉSTO es la "condición póstuma" de la que hablan Marina Garcés y Maurice Merleau-Ponty, una condición que refiere al fin de la Modernidad Burguesa, un tiempo "del todo se acaba, en el que impera la fascinación por el Apocalipsis", que lleva camino de convertirse en nueva ideología dominante y que se contagia viralmente, adueñándose del pensamiento desde sus tripas más íntimas. 

Hasta los más cuerdos humanistas, los biosféricos,  han tirado la toalla y solo esperan resistir a un Apocalipsis que han acabado interiorizando, como antes hicieron con el Estado, contribuyendo decisivamente a naturalizar y universalizar la ideología propietarista y su moderno sistema de  dominación, el capitalismo. Da igual en qué variable del Estado lo hicieran, si democrático o totalitario, si de derechas o de izquierdas, si nacional o globalista. 

Así vimos acabarse la promesa de un futuro con progreso universal, con desarrollo y crecimiento sin fin, la promesa del final de las clases sociales. Vimos cómo se anunciaba también el fin de la historia y de las ideologías, porque ya solo quedaba una única historia y una única ideología dominante. 

Y ahora lo que estamos viendo es cómo se agotan los bienes naturales que sostienen la diversidad de la Vida, cómo se agota la energía fósil que hizo posible el éxito brutal del capitalismo, cómo se extinguen aceleradamente especies y ecosistemas...incluso vemos cómo el tiempo también se acaba y nos deja solo un mínimo futuro en el que cabe muy poca gente, cuando ha sido declarada y programada la privatización integral y definitiva de lo Común (la Tierra y el Conocimiento) y del Común: esa gente a la que el Estado y el Mercado llaman, respectivamente, indistintamente, "ciudadanos" y "clientes". Los Propietarios de la Tierra y del Conocimiento han pensado que  con la Inteligencia Artificial y con la  renovada economía corporativa de un capitalismo tecnofeudal, la mayoría de nosotros somos sobrantes,  que ya no nos necesitan ni como productores ni como clientes. 

Cierto que hace más de dos décadas que el futuro pasó a ser una idea pasada de moda, propia de nostálgicos revolucionarios, de visionarios y vejestorios ilustrados, cuando en plena globalización  capitalista ésta prometía un presente eterno y accesible, al que todo el mundo podía llegar, incluso la gente más paria y los países más atrasados.  Pero han bastado apenas tres décadas para mostrar con toda su crudeza la realidad al desnudo: una amenaza de extinción para el conjunto de la especie. 

Con el imperio de la Ilustración Oscura (directamente emparentada con ese patológico y patético "sentido común" de Donald Trump), hemos entrado en tiempo de descuento, un tiempo que bien podríamos aprovechar para  rearmar la Ilustración, ahora que ya sabemos cuáles fueron los errores que la llevaron a su propio  Reverso, en el que ahora estamos atrapados, derrota tras derrota. 

Hay mucha gente que está pensando en ello y se cuentan por miles los libros publicados y las conferencias académicas que reflexionan sobre ello con todo el rigor científico, no lo niego; pero estoy muy cansado de tanto leer diagnósticos muy buenos, pero ninguno realmente estratégico, ninguna propuesta de QUÉ HACER Y CÓMO ORGANIZARNOS, ANTE LA BESTIA.

Aún teniendo mi acuerdo, todos esos diagnósticos no han logrado cambiar el mío propio, elaborado a partir de su lectura y, sobre todo, de mi propia reflexión y experiencia. Puedo explicarlo en mil páginas y también puedo resumirlo en poco más de dos renglones: estamos atascados en un estado evolutivo todavía muy primitivo (Neolítico), lo que hace que nuestras sociedades sigan organizadas como desde hace miles de años, en las mismas instituciones  "estatales", fundadas a partir de nuestros más básicos e individuales instintos animales, que son los de propiedad territorial y reproductiva, precisamente los que sirven de fundamento a las arcaicas instituciones  estatales de la Propiedad y el Patriarcado, las que explican nuestro atasco evolutivo. 

Pero eso está cambiando, porque, por primera vez en la historia de la humanidad, al tiempo que al auge de la Bestia, asistimos al inédito despertar de una conciencia comunitaria que es radicalmente nueva, por ser "convivencial-de proximidad" y  "convivencial-de especie" al mismo tiempo. Por eso que,  dada esa urgencia y desesperanza de ahora, he decidido dedicar buena parte de la energía que me queda  a diseñar y explicar una propuesta estratégica, que concretaré en una formulación teórico-práctica: un Pacto Glocal (sobre los básicos principios del Común y lo Común) y una estrategia de confrontación/desconexión, a partir de iniciar un proceso autoconstituyente  -permanentemente abierto- de Asambleas Comunales de Autogobierno, a su vez libremente confederadas en solidarias redes de intercambio, cooperación y ayuda mutua, en todas las escalas territoriales.  Esa es mi creencia política, a modo de reilustración radical,  que necesariamente pasa por la disolución efectiva de las instituciones que sirven a la Bestia: del Mercado y del Estado.

lunes, 13 de enero de 2025

RÍOS, VECINDADES, PAISANÍA...TOPOFILIA

 

“Los paraísos tienden a ser más semejantes entre sí que sus correspondencias terrenales.../...para el comanche, la tierra donde el sol se pone es un valle diez mil veces más largo y más ancho que el valle de Arkansas. En ese mundo feliz no hay oscuridad, ni viento, ni lluvia y abundan los bisontes y los alces. Para el esquimal de Groenlandia, el paraíso de los elegidos está en una región subterránea y es un dulce lugar de sol y verano perpetuos, provisto de agua, peces y aves en abundancia, en donde las focas y los renos se cazan con facilidad o se los encuentra cociéndose vivos en una gran caldera”
(Yi Fu Tuan, de “Topofilia, amor al territorio”)
 

“Todo lo que no es amor, es mercancía”
(Pablo Ardisana)

 



El país donde nacen las aguas que van a todos los mares de Iberia. Tres son todos los mares de Ibería (Cantábrico, Mediterráneo y Atlántico), pero si contamos a este último océano como uno más entre los mares del mundo, entonces, por razón de básica justicia geográfica, tendremos que decir que todos ellos, con todas sus aguas y con las de todos los ríos y arroyos que pasan cerca o lejos de nuestras casas, todas, pertenecen a un mismo Océano Global...por mucho que dividamos las aguas de la Tierra en parcelas marinas u oceánicas. Todas juntas, las aguas del mundo ocupan nada menos que las tres cuartas partes de la superficie del planeta en que vivimos, al que, sin embargo, le hemos puesto el nombre de Tierra y no el de Agua. Claro, que también llamamos “Europa” a un continente inexistente, a lo que solo es un conjunto de Estados, los 27 que de momento forman la UE y que entre todos ocupan algo menos de la quinta parte de Eurasia, que es el nombre correcto del continente en el que vivimos. Tales errores se deben, sin duda, a la azarosa historia de este continente y también a ese moderno modo de pensar científico/analítico, que fragmenta la realidad “para explicarla mejor”, lo que acaba en un exceso de especialización que nos hace percibir la realidad distorsionadamente, casi siempre. En esta líquida modernidad contemporánea asistimos a un acelerado proceso mental que comprime, juntos, espacio y tiempo. Y puede que sea por eso que sintamos cierto desasosiego y confusión generalizada, algo así como que la vida nos sobrepasa y que la Historia funciona a su bola, sin contar con nosotros para nada.


El caso es que en el confín del sur occidental de Eurasia existe un territorio singular, con lugares muy especiales donde nacen aguas que van a parar al océano común que baña todas las costas de la península ibérica. Son encrucijadas geográficas e históricas, que conforman un compendio de cuencas hidrográficas y culturales, de ecosistemas aldeanos entre valles, brañas y altas montañas, todo ello en torno a vértices geodésicos que marcan divisorias que son solo topográficas y administrativas, pero no culturales, ni convivenciales. Son, según miramos hacia el oriente: la cumbre de Tres Provincias (Cantabria, León y Palencia), la del pico Tres Mares (Cantábrico, Mediterráneo y Atlántico), y también es una línea imprecisa que cruza el loriego valle del río Lucio, ese modesto río que se abre paso entre las grandes Loras de Valdivia, de la Pata del Cid y de Valdelucio. 

 

Arriba, fuentes del Rudrón (Ebro) en San Mamés de Abar, Burgos. Abajo, fuentes del río Lucio
(Camesa/Pisuerga) en Barriolucio, Burgos (fotos: Montacedo, tierrasdeburgos.blogspot.com)


Las Loras son esos inmensos sinclinales colgados que parecen acantilados y castillos naturales, que los vemos aparecer cuando subimos de Polientes y Reinosa hacia Burgos y Palencia, como fantasmales trasatlánticos varados. Ah, no se me olvide que lo de la “Pata del Cid” debe ser otro error de toponimia, porque refiere al lugar donde la leyenda sitúa el enorme agujero en la roca que hizo con su pata, no el Cid, sino más bien su caballo Babieca, abriendo un arco monumental que se conoce como “el Puente del Diablo”. En realidad ese monumento natural es obra de un río nacido muy cerca del Lucio, el Rudrón, afluente del Ebro que, cómo éste, también se abre camino, encañonado entre Las Loras, antes de apuntar al Oriente mediterráneo.

El pico Tres Mares tiene una vertiente que mira por el norte a Cantabria y otra, por el sur, a Castilla. Son altas y muy pindias laderas en las que nacen aguas con destino al Mediterráneo a través del río Ebro; hacia el Atlántico mediante las aguas del Pisuerga, el gran afluente del Duero; y con destino al Cantábrico siguiendo el cauce del río Nansa. Y en la contigua sierra de Fuentes Carrionas, el pico denominado “Tres Provincias” tiene laderas que se reparten por tres comarcas naturales pertenecientes a otras tantas regiones: la cántabra de Vega de Liébana, la leonesa de la Montaña de Riaño y la castellana de la Montaña Palentina. Así pues, ese no es un territorio cualquiera. Ese territorio existe realmente, es el sitio por donde se plegó la cordillera cantábrica hace no menos de ochenta millones de años, mucho después de que chocaran las placas tectónicas de Iberia (una isla por entonces) y del continente Eurasia, produciendo elevaciones y hundimientos que por entonces aprovechaban los ríos para ir naciendo, cada cual por donde podía.

Por entonces, nadie vivía por aquellas altas brañas, al menos nadie que pudiera contarlo. Pues bien, yo le digo “país” al conjunto de valles y aldeas que riegan esas aguas nada más nacer, por eso y porque quienes vivimos por esos “paisajes” tenemos la costumbre de tratarnos como “paisanos”, en virtud de una relación de proximidad convivencial (la paisanía) respecto de un país/territorio que habitamos en común. Paisanía es palabra que viene, pues, de “país” o “paisaje”, próximo y común; es palabra todavía en uso a uno y otro lado de los puertos, entre las gentes que pertenecemos a ese mismo y singular territorio, que perfectamente podría ser “simbioético” (1), con ese sentido al que me refiero, de paisaje vital donde acontece la inmensa mayor parte de nuestras vidas.

Ese vínculo de paisanía es físico, emocional y cultural al mismo tiempo y sucede en grado de intensidad variable, según sea la proximidad, si doméstica, vecinal o territorial. Son esas relaciones que otorgan consistencia vital a las comunidades reales, las convivenciales que son previas a las administrativas y oficiales “comunidades” que nos son impuestas, abstractas y burocráticas... téngase en cuenta que -al menos hasta ahora- siempre fueron las élites, nunca los pueblos, quienes fijaron Fronteras, fundaron Estados y escribieron la Historia. Yo pienso que los vínculos de vecindad y paisanía se completan entre sí y son perfectamente congruentes con los generales vínculos “de humanidad”, los que tenemos a escala de especie. Y veo en ello la misma ley de la gravedad que lleva el agua de los arroyos al océano común. Pues bien, a mi entender, ese vínculo de paisanía y humanidad, aldeano y global, comporta una responsabilidad que tenemos contraída con el resto de especies, por ser la nuestra la que va por delante en la evolución de la vida, y la única que puede llegar a ser consciente de su responsabilidad en el cuidado de la Vida Toda. Porque, que sepamos, aparte de nosotros, no hay nadie más, ningún otro animal que pueda cargar con esa responsabilidad universal.

Así pues, el “país” real es -hablo por mí- un territorio tan físico como emocional, con lógica comunitaria y convivencial de escala necesariamente humana, integral y glocal, geo-bio-ética, sí, todo al tiempo. Tal como lo entiendo, un país es autoconstituido y por tanto es voluntario, por lo que no es necesario que tenga límites precisos e invariables. Ésto de los límites no debiera ser problema si se sabe distinguir entre la realidad (que es el país habitado) y el mapa (que es su representación). Si no, véase lo imprecisa que es la raya entre Liébana, Polaciones y Pernía, o entre la gente campurriana de Reinosa y de Aguilar de Campoo; o qué decir de la gente cántabro/palentina/burgalesa, la de Valderredible (el valle del comunal “río de los iberos”) y de los páramos loriegos de por arriba del valle. Y todo gracias a los ríos, todo un mapa/territorio 1:1, orgánico e impreciso, como acostumbra a ser todo lo que refiere a la vida: promiscuo, comunitario y carente de fronteras.

No se me va de la cabeza lo que decía el poeta asturiano Pablo Ardisana (2), eso de que “todo lo que no es amor, es mercancía”. Pero hay que decir, en nuestro descargo, que es muy fácil la confusión cuando se vive todo junto, amor y mercancía, en la calle y en el campo, en el trabajo y en la plaza del mercado, los lunes en Reinosa y los martes en Aguilar de Campoo, en ese paisaje común donde nos encontramos y tratamos personas y poblaciones del mismo “país” singular, éste donde nacen los ríos que van a parar a los Tres Mares de Iberia, que son -no se nos olvide- un mismo mar común, oceánico y global.

Sueños y pasos que me unían
a la voz del río,
seres en movimiento,
golpes de luz en la historia,
tercetos encendidos como lámparas.
El pan y la sangre cantaban
con la voz nocturna del agua
.
(Neruda, 1954)

 

Aún así, lo que más echo en falta son los comunales perdidos, unos robados y otros malvendidos...sus respectivos corros vecinales, de concejo abierto, esos corros de libertad y dignidad elementales...¡ay! ese viejo sueño de fraternidad y autonomía, ese proyecto de siempre pendiente -creo yo que desde el Neolítico-, tan lejano que ya nos parece imposible, y más en estos tiempos que corren, que amenazan con sustituir la natural inteligencia humana por otra artificial que promete ser “mejor”, cosa de algoritmos y de máquinas mucho más precisas que nosotros...inteligencia artificial, sí, pero manejada por humanos, que no se nos olvide, y a saber con qué intenciones.


El caminar como reinvención del horizonte: hubo quien pensó el territorio como un “país románico”. “La década de los ochenta terminó mal para los agricultores o empresarios agrarios. Hubo crisis y se les quedó esa mirada triste, como cuando «a la vaca le llora el ojo».../...Ya nadie pone unos puñados de paja debajo del cuello de la vaca para que no le rocen los hierros de la caja del camión en el que la llevan al matadero. Nadie encierra a los inspectores de Hacienda en el pajar con las ovejas por ver de meterles en la cabeza otros valores que no sean los del dinero”. (Emilio Barco, “Donde viven los caracoles. De campesinos, paisajes y pueblos”, Editorial Pepitas de calabaza).

“Cuando el más apartado rincón del globo haya sido técnicamente conquistado y económicamente explotado; cuando un suceso cualquiera sea rápidamente accesible en un lugar cualquiera y en un tiempo cualquiera (...) cuando el tiempo sólo sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad mientras que lo temporal, entendido como acontecer histórico, desaparezca de la existencia de los pueblos...entonces, justo entonces, volverán como fantasmas las preguntas: ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿y después qué?” (3) Ésto que decía Heidegger como un presentimiento, por el vértigo propio de su época, está sucediendo, vuelve a suceder una y otra vez, ahora ante el espectáculo omnipresente del hiperdesarrollo tecnológico. De nuevo los mismos fantasmas y las mismas preguntas.

Así, “la historia, como dispositivo metanarrativo de legitimidad, permanece suspendida entre los vaivenes de época”. Con el autor (4) de esta reflexión, convengo que este dispositivo (la historia) es la matriz del imaginario moderno, ese que puede reinventarse sobre sí mismo, repetidamente, sin temor a extinguirse. Lo expresa muy bien su autor con esta analogía: “la construcción de la historia es como la acción del caminante que quiere alcanzar la línea del horizonte. Al llegar al sitio imaginario donde se encontraba, se abre de nuevo ante sus ojos el espacio infinito bordado a lo lejos por la línea imaginaria de un nuevo horizonte” (5)

Puede que hayamos perdido la memoria histórica, o tal vez sea que nos hemos reconciliado con la historia y la protegemos como una obra maestra en peligro. O, quizá, puede que sea porque tememos que no podremos librarnos de lo peor, que no tenga fin y que todos sus restos -como la Iglesia, el comunismo, la democracia, la esclavitud, el racismo, los nacionalismos, con todos sus conflictos e ideologías- sean indefinidamente reciclables. Así lo pensaba Jean Baudrillard y lo fantástico es que todo lo que creíamos superado siga ahí, dispuesto a resurgir, porque nada de ello ha desaparecido realmente: “todas las formas arcaicas, anacrónicas, intactas e intemporales, como los virus en lo más hondo de un cuerpo.” (6) A lo que yo añadiría la guerra permanente en la que estamos involucrados, ahora mismo a punto de hacerse atómica y expandirse desde Ucrania y Palestina por medio mundo.

 

 Esa es la sensación que tengo después de vivir en primera persona tres décadas de “crecimiento y desarrollo rural” subvencionado: un horizonte huidizo y una traicionada promesa de futuro. Y también un gran desengaño personal, que supongo también colectivo. Al comienzo, primeros años noventa, se nos dijo que respondía al fracaso de las administraciones públicas, que no sabían cómo frenar el abandono y deterioro imparable de los territorios rurales de Europa tras la crisis de los años ochenta, que por eso el intento LEADER significaba una apuesta por la iniciativa de la sociedad civil local, en modo participativo, de abajo hacia arriba.
Por entonces no éramos conscientes de que eso era un imposible, un objetivo incompatible con la política “realmente existente”, la estatal y corporativa de los estados miembros de la UE, cuyo ADN es necesaria y ontológicamente jerárquico en origen, desde hace no menos de seis mil años (pero, bueno, podemos seguir intentándolo durante otros seis milenios). 

Solo en la primera edición del programa LEADER (1991-1993) pudo darse una relativa autonomía de los grupos de acción local que por entonces gestionaban ese programa europeo. Después de su relativo “éxito” inicial, debido principalmente al impulso que supuso la puesta en marcha del turismo rural, se acabó su autonomía.
Las administraciones políticas, municipales, provinciales y autonómicas, todas estatales, no podían soportar ese relativo “éxito” de la iniciativa cívica y local.
Necesitaban controlarla y poco a poco fuimos comprendiendo que aquella iniciativa europea de desarrollo rural, siendo solo un 5% del presupuesto total de la Política Agraria Común (la PAC), tenía nulas posibilidades de cumplir su promesa. La PAC tenía por finalidad la plena industrialización de las actividades agroganaderas y forestales, lo que venía a suponer la necesidad de incrementar el tamaño de las explotaciones mediante la concentración de la propiedad, para reducir a solo un 3 o 4% el porcentaje de población dedicada al trabajo campesino. Así, la despoblación definitiva de la mayor parte de los territorios rurales europeos era el inevitable peaje a pagar por su competitividad y “desarrollo”

Solo un breve apunte para una nueva teoría/práctica del país como bioterritorio. En un texto de Ricardo Rozzi (Ética biocultural: hacia un cohabitar biosférico) se dice: “Los ríos son mucho más que meros canales de agua. Son comunidades bioculturales donde se ensamblan elementos biofísicos y culturales. Los ríos representan relaciones ancestrales con los pueblos de distintos  continentes y la mayoría de las civilizaciones han surgido asociadas a ellos. Hoy, la sociedad global mantiene con los ríos relaciones complejas, especialmente asociadas a actividades productivas como la ganadería, la agricultura, la minería, la energía, el transporte y la urbanización (United Nations [UN], 2014). Si examinamos los ríos con una perspectiva biocultural, la observación de estos socio-ecosistemas puede incitarnos a revalorizar su importancia para la vida biosférica y a repensar críticamente la concepción unidimensional que los ha considerado como simples cursos de agua que han sido canalizados física y mentalmente durante la modernidad”. 

Como Elías Canetti, pienso que lo incierto es el verdadero dominio del pensamiento; pero incierto no es vago, ni complaciente, más bien es por donde abrimos nuevos caminos, que no están plenamente asegurados por planes previos, ni por atajos, pero que de seguro nos llevarán a otra parte y a otro tiempo.

La noción de país como bioterritorio, sea su tamaño comarcal o regional, emerge en plena crisis global y sistémica como categoría que puede ayudarnos a salir del callejón sin salida en que estamos atollados por obra y gracia del moderno y suicida proyecto capitalista de “crecimiento y progreso ilimitado”, a su modo, claro, mercantil y financiero...¡y necesariamente militar, no se olvide!, mucho menos en estos días, cuando se libra, aunque disimulada, la Tercera Guerra Mundial entre imperios comerciales y estatales que solo ponen armas y dinero, mientras a otros les toca poner los muertos.

La organización paisana/bioterritorial posee la potencialidad de ayudar a delinear respuestas congruentes, en clave ética, ecológica y social, para hacer frente a la deriva autodestructiva en la que estamos inmersos en esta fase posfeudal de la época moderna/capitalista/global, que sus propios apóstoles han llegado a calificar como “el fin de la historia” (7): un tiempo detenido en un presente perpetuo, donde ya no habrá nada nuevo por pensar ni por hacer. 

No puede ser que la creatividad y el conocimiento humano, junto a sus grandes avances científico-tecnológicos, sirvan solo a los negocios y a los ejércitos. Y tan poco, casi nada, a mejorar las condiciones y calidad de la existencia humana, lo que incluye necesariamente el cuidado de la biosfera, de la que dependemos y somos parte. Me gusta definir el bioterritorio como la unidad de complejidad mínima que es necesaria para abordar la reterritorialización de la economía, la cultura, la ecología, la política y, en definitiva, para estar a la altura de la transición ecoética que hoy es extremadamente urgente, por imperativo existencial. El bioterritorio es un “país” de límites pactados entre iguales, con límites reconocibles, como son los de las cuencas hidrográficas. La noción bioterritorial es una llamada a la reorganización de las relaciones sociedad/territorio y cultura/naturaleza, que compromete a imaginar, diseñar y materializar nuevas y mejores formas de cohabitar la Tierra Común. 


Notas:

 
(1) Simbioética es el título de uno de los libros más leídos de Jorge Riechmann. Según su propia definición, es el desarrollo de posiciones morales de amor compasivo, congruentes con lo que de hecho (ontológicamente) somos: holobiontes en un planeta simbiótico. 

(2) El escritor y poeta Pablo Ardisana (Llanes, 1940-2017), fue uno de los autores más relevantes de la literatura en asturiano durante el último tercio del siglo XX. 

(3) M.Heidegger citado por N.J. Minaya; “Prolegómenos a un discurso sobre la Magna Patria: una lectura desde la posmodernidad”. 

(4) “El fin de la Historia y otros relatos de dominación”, Gazir Sued, 2016, Editorial La Grieta.

(5) Serrano Caldera, El fin de la historia: reaparición del mito; op.cit., p.22. 

(6) Jean Baudrillard, La ilusión del fin: la huelga de los acontecimientos; op.cit., p.42-47.

(7) Francis Fukuyama, en su libro “El fin de la Historia y el último hombre”, publicado en 1992, argumentaba que el sentimiento global de haber llegado al final de la Historia se debía al fracaso de los grandes regímenes autoritarios del siglo XX -fascismo y comunismo-, lo que supondría el triunfo definitivo de la democracia burguesa, representativa o liberal, que así se habría quedado sin alternativa.