"Extensas áreas que
alguna vez fueron lugares rurales las están convirtiendo en “zonas”.
Los detalles de este proceso varían según el continente: África,
América Central o el sureste asiático. El desmembramiento inicial,
sin embargo, siempre proviene de otra parte y es efectuado por los
intereses corporativos que dan rienda suelta a su apetito de más y
más acumulación, lo que significa apoderarse de los recursos
naturales (peces en el Lago Victoria, madera del Amazonas, petróleo
donde quiera que haya, uranio de Gabón, etcétera), sin importarles
a quién pertenezca la tierra o el agua. La explotación resultante
pronto exige aeropuertos, bases militares y paramilitares para
defender lo que se chupan, y la colaboración de los mafiosos
locales. Pueden ocurrir entonces la guerra tribal o intercomunitaria,
la hambruna y el genocidio. La gente de tales “zonas” pierde todo
sentido de residencia: los niños se vuelven huérfanos (aunque no lo
sean), las mujeres se vuelven esclavas, los hombres, desesperados.
Una vez que esto ocurre, restaurar sentido alguno de lo doméstico
toma generaciones. Cada año tal acumulación prolonga esa ninguna
parte, en tiempo y espacio.
Mes tras mes, millones
abandonan su tierra natal. Se van porque no hay nada ahí, excepto su
todo, que no ofrece lo suficiente para alimentar a sus niños. Alguna
vez lo hizo. Esta es la pobreza del nuevo capitalismo.
Después de largos y
terribles viajes, después de experimentar la bajeza de la que otros
son capaces, después de llegar y confiar en su obstinada e
incomparable valentía propia, los emigrantes se encuentran esperando
en alguna estación extranjera de tránsito, y entonces lo único que
les queda de su continente natal es su ser mismo: sus manos, sus
ojos, sus pies, hombros, cuerpos, la ropa que usan y aquello con lo
que se tapan por las noches para dormir debajo, ansiando techo". (Extracto de "Diez comunicados", texto de J. Berger, publicado en 2015)
El 2 de enero moría John Berger, marxista recalcitrante hasta el final, pero que, sobre todo, a mí me parecía un hombre bueno. Además de su profunda mirada sobre el arte, desde que lo descubrí, J. Berger me interesó por su permanente reflexión sobre el mundo rural y su análisis como programada extinción a cargo de la globalización capitalista. Pienso, como J. Berger, que la extinción del mundo rural tiene su máxima expresión como emigración forzada y constante, pero bien diferente a todas las emigraciones anteriores, una emigración que hoy sentimos como una constante derrota humana, que hoy alcanza una dolorosa dimensión universal en el cuerpo concreto de cientos de miles de emigrantes que buscan refugio desesperadamente. Es una derrota que en este tiempo del imperio globalizador nos involucra a todos como “pérdida del lugar”, como emigrantes potenciales que somos. Una desorientación generalizada, en la que el sentido del lugar y el sentido de la vida son “sentidos” que se funden en una misma carencia, en un mismo dolor, al tiempo individual y universal... esta es la pobreza del nuevo capitalismo, como decía J. Berger.
Sirva de personal homenaje y agradecimiento a la vida y obra de J. Berger este texto que recupera “El Viejo Topo”, “Diez comunicados”, que hablan de todo ésto.
http://www.elviejotopo.com/topoexpress/diez-comunicados/