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Elon Musk y Donald Trump * Portada de "Hipnocracia" junto a la foto de Jianwei Xun
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Creo
saber en qué consiste el movimiento ultraconservador y ultranacionalista (1) que está removiendo
las bases del mundo que conocemos, el que saliera pactado tras la
Segunda Guerra Mundial. Pero estoy empeñado en saber, además, cómo
funciona, a caballo de las novísimas tecnologías algorìtmicas de la Inteligencia Artificial que, por lo que anuncian sus acérrimos, abren una nueva forma "revolucionaria" (¡cómo no!) de gobernanza mundial, que dejará obsoleta toda idea de democracia, incluida la representativa y mala democracia actual, la única que conocemos.
Y por eso me ha interesado este libro del filósofo Jianwei
Xun (2), que todavía no ha sido publicado en castellano, solo en
italiano y en inglés. Su título es el mismo que he dado a este artículo.
Tuve noticia de su publicación por la nueva revista europea "Le grand Continent", que desde 2019 es editada en París por el Grupo de Estudios Geopolíticos" (3). Se publica en varios idiomas, actualmente en francés, castellano e italiano, y proximamente en polaco y alemán.
Y
a la espera de esa publicación en castellano, a partir de una reseña escrita en italiano he podido extraer el texto
de la introducción, tras una traducción artesanal que, aunque tenga algún
fallo, me parece a mí que es fiel al sentido del texto original:
Introducción:
"La
hipnocracia es el primer régimen que opera directamente en la
conciencia. No
controla el cuerpo. No reprime el pensamiento. Más bien induce un
estado alterado de conciencia permanente.Un
sueño lúcido. Un trance funcional.
La vigilia, de hecho, ha sido reemplazada por un sueño guiado. La
realidad de una sugestión continua. La atención se modula como una
onda. Los
estados emocionales son inducidos y manipulados.
Y
así, la sugestión se repite, incansable, y la realidad se disuelve
en múltiples sueños guiados. El
pensamiento crítico está suavemente adormecido y la percepción es
remodelada, capa tras capa. Mientras
tanto, las pantallas brillan incesantemente en la noche de la razón.
La
información fluye como un humo hipnótico, alternando shock y
letargo con un ritmo estudiado. La
experiencia está fragmentada y se multiplica en mil espejos.
La
repetición bate como un tambor subterráneo. Los sentidos están
abrumados por estímulos constantes. La dopamina fluye por el
sistema. La incredulidad se disuelve como una niebla por la mañana. El
tiempo se retuerce sobre sí mismo. La memoria se convierte en un eco
pálido. La
obediencia fluye, invisible. La realidad se rompió en miles de
realidades.
Ya
no hay un centro, ni narrativa unificadora a través de la cual dar
sentido al mundo. Nos encontramos en un espacio fragmentado, donde
compiten innumerables historias. Un dominio extemporáneo, donde cada
uno proclama la última verdad.
Estas
narrativas no dialogan: chocan. Se superponen y reflexionan
indefinidamente sobre sí mismas, creando una vertiginosa galería de
espejos, donde la realidad y la simulación se vuelven sinónimos.
Pero
el poder, mientras tanto, ha evolucionado mucho más allá de la
fuerza física y la persuasión lógica. Se ha vuelto gaseoso o
invisible, capaz de infiltrarse en todos los aspectos de nuestras
vidas. Cada imagen, cada palabra, cada fragmento de datos ya no es
neutral; y un arma sutil, diseñada para capturar, manipular y
transformar la conciencia. Estamos en un estado permanente de
hipnosis, donde la conciencia permanece atrapada, pero nunca completamente
tranquila.
La
era de la hipnocracia está en pleno apogeo.
En
este escenario se mueven figuras emblemáticas, artífices y símbolos
de esta época del mundo: Donald Trump y Elon Musk; que no son
simplemente individuos poderosos, son los sacerdotes de este nuevo
paradigma, fuerzas opuestas, pero complementarias, en la batalla por
la realidad.
Por
una parte, Trump vacía el lenguaje: su palabra, repetida al
infinito, acaba vacía, sin sentido significativo y cargada de poder
hipnótico. Por otro lado, Musk inunda nuestra imaginación de
promesas utópicas destinadas a no materializarse, arrastrando las
mentes en un trance perenne de anticipación obsesiva. Juntos modulan
deseos, reescriben expectativas, colonizan el inconsciente.
Ambos
han perfeccionado el arte de crear crisis, para después proponerse a
sí mismos como solución. Trump evoca invasiones imaginarias para
presentarse como protector. Musk anuncia apocalipsis de la
inteligencia artificial, para luego proponerse como guardián de la
humanidad. Es la técnica hipnótica de creación y resolución de
problemas imaginarios.
Su
implementación sobre la conciencia colectiva es tan profunda que las
contradicciones más evidentes no solo no merman su poder, sino que
lo refuerzan. Trump puede ser, simultáneamente, víctima
de un sistema corrupto y el hombre más poderoso del mundo. Musk
puede criticar el transhumanismo mientras implanta chips en el
cerebro, y puede acusar a los multimillonarios mientras él acumula una riqueza
astronómica.
El
elemento más inquietante es su capacidad para transformar cada
crítica en conformidad, cada desgaste en prueba de autenticidad. Es
la señal de la perfecta hipnosis: el sujeto hipnotizado interpreta
cualquier intento de despertarlo como una razón para sumergirse más
profundamente en el trance.
El
verdadero peligro de la hipnocracia demuestra estar aquí: no
necesita convencer a todos, le basta mantener una cierta masa crítica
en estado de trance, para alterar por completo el campo de la realidad
social. Trump y Musk han perfeccionado este arte para convertirse en
los mayores hipnotizadores de nuestro tiempo.
Además,
el capitalismo digital no es simplemente una evolución del
capitalismo tradicional. Los algoritmos no son solo herramientas de
cálculo y pronóstico: son tecnologías hipnóticas de masas. Y la
economía de la atención no es solo un modelo de negocio: es un
sistema de inducción al trance colectivo.
El
entrelazamiento es totalizante y opera en múltiples niveles. Las
plataformas sociales no venden publicidad: venden estados alterados
de conciencia. Su producto no son los datos, es la sugestión
profunda. No perfilan a los usuarios, modulan sus estados mentales.
No rastrean comportamientos, inducen sueños.
Los
algoritmos de recomendación son verdaderos técnicos de hipnotización
automatizada. Cada
nuevo plano es una inducción más profunda. Cada notificación es un
desencadenante hipnótico. Cada flujo de contenidos en las redes sociales (feed) es una sesión de hipnosis
personalizada. La personalización algorítmica no sirve
para mostrarnos lo que nos interesa: sirve para mantenernos en un
estado de trance óptimo para el consumo y el control.
El
capital ya no acumula solo un valor excedente o económico: provoca
estados alterados de la conciencia. Las criptomonedas no son solo
especulaciones, son una forma de trance financiero colectivo. Los
NFT no son solo activos digitales, son fetiches hipnóticos. El
Metaverso no es una nueva frontera tecnológica, es un medio de
sugestión integral.
La
economía de las plataformas, por lo tanto, es una economía del
trance. Y siempre con engaño: Uber no vende desplazamientos en
coche, vende el sueño del emprendimiento independiente. Airbnb no
alquila casas, comercia la fantasía de una vida alternativa. Amazon
no entrega productos, distribuye microdosis de compra dopamínica,
adictiva. La inteligencia artificial no emula a la inteligencia
humana, perfecciona la técnica de inducción hipnótica. La economía
del contrato esporádico (gig economy), sin relación laboral
estable, no es solo de precariedad, es la inducción de un estado
de trance laboral permanente, donde la explotación del trabajo
autónomo o “por cuenta propia” se experimenta como libertad.
Finalmente, el trabajo “flexible e inteligente” (smart working),
no es solo un trabajo remoto (teletrabajo), es la transformación de
toda la vida en trabajo".
Y éste es el índice de contenidos del libro:
Primera
parte: Diagnóstico del presente: El experimento de
Berlín. El trance algorítmico. El reinado de los reflejos. La
formación de la subjetividad en la era de la hipnocracia. Breve
genealogía de la hipnocracia. Arquitectura de la sugestión.
Intimidad algorítmica. Simulación total. La ilusión de la acción.
La economía de la anticipación. La memoria en la era del presente
infinito.
Segunda
parte: El ejercicio de la resistencia: Superar el
fact-cheking. La absorción de la disidencia. Identidad líquida. La
matriz del placer. Resistencia invisible. Criticar la crítica de la
hipnocracia. La geopolítica hipnocrática. El espejo triturado.
Prácticas de resistencia en la era hipnocrática. Epílogo. El otro
plan.
* * *
Si la llegada de Donald Trump al gobierno de EEUU ha significado un subidón para los partidos de extrema derecha que en Europa ya están a las puertas de conseguir lo mismo, para los partidos del sector liberal-socialista o "progresistas" ésto está provocando un gran revuelo y confusión, que les lleva a reclamar la conformación de un frente democrático de resistencia antifascista...una vez más, lo que nos hace pensar en un "deja vu" que suena a repetición de los mismos fracasos históricos de los movimientos revolucionarios, a cargo de las izquierdas integradas o progresismo capitalista que, como otras veces, por no saber para quien faena, no sabe si mata o espanta, repitiendo una y otra vez la misma jugada del frentismo, que disuelve los objetivos de la emancipación humana en el batiburrillo interclasista que se autodefine como "progresista", con total olvido de los malos resultados de esa experiencia histórica "frentista", que tan eficazmente sirviera -y sigue haciéndolo- para darle alas al sistema estatal-capitalista dominante.
Ignorar las actuales condiciones históricas y llamar fascismo a todo lo que no sabes qué es, lleva a graves errores estratégicos, como los que se cometieron en épocas pasadas y como ahora estamos a punto de asistir a su torpe repetición. No se puede combatir contra un enemigo que no sabes en qué consiste, y el recurso simplón de llamarlo "fascismo" por costumbre, acaba volviéndose en contra, sobre todo cuando acaba quedando en evidencia que juegas en el mismo equipo de esos fascistas, o sea, a favor de sus mismas instituciones: de la Propiedad y el Patriarcado, del Trabajo asalariado, de la Democracia representativa, del Capitalismo y del Orden estatal o jerárquico que protege a todas esas instituciones, manteniendo así el "Estado Permanante" de división social y, por tanto, en un juego eterno de lucha de clases, en el que una parte siempre juega con las cartas marcadas.
Lo ven, pero no se enteran.
A propósito de tal sensación de "deja vu", conviene recordar la reflexión estratégica que acerca del "frentismo" hizo buena parte del anarquismo y del comunismo internacionalista, lo que ahora recobra cierta actualidad, a la vista de los acontecimientos.
Pienso que caer en la misma estrategia “frentista” del
antifascismo supone un doble y gravísimo error: primero,
porque la situación
histórica actual es completamente diferente a la de los años treinta previos a la Segunda Guerra Mundial; y también
porque insistir
en una estrategia fracasada es la mejor forma de asegurar un nuevo
fracaso.Los
mismos comunistas internacionalistas, a día de hoy siguen
sosteniendo la misma posición estratégica que entonces:
“La
lucha proletaria sólo puede ser efectivamente una lucha contra el
fascismo, cuando es una lucha revolucionaria independiente, contra
todos los Estados y por la abolición del trabajo asalariado. La
polarización fascista/antifascista permite y obliga a los
trabajadores a elegir uno de los campos burgueses presentes y a
disolverse en él, de modo que dejan de existir como
clase”.
Fuente: https://materiauxcritiques.wixsite.com/monsite/archives
Y en
la revista “El
Esclavo Asalariado” (1995-1996)
se decía:
«En
nombre de la unidad antifascista, el Comité Central de las Milicias
se incorporó como un cártel de organizaciones al gobierno de la
Generalitat. En nombre de la unidad antifascista, las milicias
obreras se militarizaron y recibieron órdenes del gobierno central.
En nombre de la unidad antifascista, se expropiaron comunidades, se
nacionalizó parte de la economía y parte se devolvió a los
propietarios originales. Lo que la clase obrera había conseguido fue
destruido en nombre del antifascismo, no sin la participación,
insistimos, de ministros anarquistas y del POUM.»
(L’Esclave Salarié, nº4, p.7, nov. 1996)
Pero de ésto me ocuparé más adelante y más a fondo.
Notas:
(1) Conviene no olvidar que el significado del concepto "nación" es igualmente manejado por los "modernos" (liberales, marxistas, fascistas y socialdemócratas), como por los "postmodernos" populistas de última hora:
“En
realidad, el término «nación» equivale simplemente a la expresión
democrático-burguesa de la soberanía popular, que según el liberalismo
se manifiesta en el Estado. Por tanto, el fascismo no ha hecho más que
heredar las nociones liberales, y su recurso al imperativo categórico de
la nación no es más que otra manifestación del clásico engaño de
ocultar la coincidencia entre el Estado y la clase capitalista
dominante.” (Fuente:
Le programme fasciste: Il comunista, 27 de noviembre de 1921, en:
Communisme et fascisme, p.59, Textos del Partido Comunista
Internacional, ediciones «Programme Communiste», Marsella, 1970).
(2) Jianwei Xun es así presentado por la revista Le Grand Continent: "es un
analista cultural y filósofo nacido en Hong Kong, cuyo trabajo
conecta los mundos de los medios, la teoría narrativa y la
filosofía. Con formación en filosofía política y estudios de
medios en la Universidad de Dublín, Xun pasó años asesorando sobre
narrativas estratégicas para instituciones globales antes de
dedicarse a la escritura. "Hipnocracia: Trump, Musk y la nueva
arquitectura de la realidad" es su primer libro, una exploración
sin tapujos de los sistemas de poder que moldean la percepción y la
realidad. Basándose en influencias que van desde la filosofía
oriental hasta la teoría crítica occidental, Xun aporta una voz
única a las conversaciones urgentes de nuestro tiempo".
(3) El Grupo de Estudios Geopolíticos se autodefine como centro de investigación independiente, fundado en La Escuela Normal Superior en 2017, dedicado a pensar el mundo y las relaciones internacionales a escala de europea. La revista Le Grand Continent se autodefine como revista "consagrada a la geopolítica , a las cuestiones europeas y jurídicas, así como al debate intelectual y artístico que tiende a propiciar un debate estratégico, político e intelectual a la escala pertinente".