Hoy es imposible un gobierno que favorezca a las clases populares más allá de lo que, forzados por las circunstancias, pudieran hacerlo el Partido Popular o Ciudadanos. El capitalismo no se lo puede permitir. Fue imposible en nuestro remoto pasado republicano y lo es en el presente monárquico. Sigue siendo imposible porque el contexto de fondo sigue siendo hoy el mismo de entonces, seguimos viviendo en un orden político totalitario y todopoderoso, ahora hegemónico y dominante a escala global. Podemos llamarlo como queramos, pero sigue siendo Capitalismo Parlamentario.
Ahora, esa vía hacia el poder es incluso más imposible que en ocasiones precedentes, como lo evidencia el ejemplo de Grecia. Cuando en 1936 ganó las elecciones el Frente Popular -con un programa reformista y socialdemócrata, no más avanzado que el del PSOE actual-, el sistema lo impidió con un levantamiento militar del ejército de la República, a costa de una guerra fratricida y con la consecuencia de cientos de miles de muertos...daños colaterales. Hoy la oportunidad es aún menor y lo sabe cualquiera que haya dedicado algo de tiempo a la reflexión sobre la realidad de nuestro tiempo y a analizar nuestra propia experiencia histórico-politica. Hoy sabemos que un triunfo electoral de cualquier coalición que se parezca a un Frente Popular -aunque sea reformista y socialdemócrata-, es TOTALMENTE imposible con la Banca europea y los ejércitos de la OTAN en contra de cualquier experimento neocapitalista de la izquierda. Esa derecha genuina sabe que eso sería un capitalismo “flojo”, inconveniente para estos momentos, un quiero y no puedo, de progresismo light, que sólo funcionó en tiempos de bonanza económica y de grandes tasas de beneficio.