No es el fin del mundo en general, sino de uno en concreto, hecho de mierda y muerte a partes iguales, al menos a día de hoy, día de San Halloween y de todos los Santos. Mientras más de medio mundo hace el gilipollas disfrazándose de zombi feliz, o elucubra en torno al presentimiento de un próximo apocalipsis, en Palestina el fin del mundo es literal, algo cotidiano y muy real, que no es que se espere, es que sucede a cada hora de cada día.
No puedo con ello, con esta extrañeza que uno siente ante un mundo que resulta ser el mío, tan hermoso y tan terrible al tiempo, tan sin sentido, tan desmesurado en su grandiosidad y en sus miserias, tan sin arreglo, a corto plazo al menos, que me desborda y descorazona, tanto que a uno se le van estrechando las ganas de vivir Aquí...Por supuesto que hay que dejar que hable el dolor y que esa es la condición de toda verdad, que no me importa darle en ésto la razón al rico-judío-marxista Theodor Adorno, que tan cierto es eso que dice como que sin justicia el concepto de Naciones Unidas (ONU), como el de los "Derechos Humanos", hoy me suena a chiste de mal gusto.
Cierto que dos guerras mundiales pueden parecer pocas, si de lo que se trata es de no dejar rastro del paso humano por este planeta. Cuesta comprender, lo sé, que la guerra sea lo propio de todo Estado y que no tenga otra lógica que la eliminación del Otro diferente, el extranjero-nacional de otro Estado, cuando resulta que al cabo cada cual somos ese Otro, extranjero en alguna otra Nación, cuando no declarados directamente enemigos de la Nación, por un Estado que puede ser el "mío" y en mi nombre. He ahí la fúnebre retahila: mi Nación, mi Tierra, mi Cementerio, la mi Patria de los mis muertos, multitudes nacionales de muertos en potencia, gente a punto, que mata o por matar, siempre en nombre de la su Gran Causa, incluso de un mi Dios.
Me digan ¿cual es la sustancial diferencia entre violencias o guerras, sean económicas, políticas, sociales, identitarias, ecológicas, machistas, militares o sencillamente criminales?...¿en cuántos cadáveres y categorías se diferencian entre sí estas guerras o violencias, y díganme de dónde brota esa histórica y natural "necesidad humana", si no es nacional o religiosa, de explotar o matar, no solo al Otro-Extranjero, también al Otro-Nacional y casi a cualquier Otro?... ¿solo por nacer en lugar equivocado, en territorio de otro Estado, por infiel, por desheredado, por eso hay que matar al Otro diferente, de otra clase, por esa Gran Causa, solo por eso?
Asistimos al derrumbre de un mundo, pero no del mundo, que no se hagan ilusiones los profesionales del Apocalipsis y del catastrofismo existencial, los que sacan tajada de la desesperanza de las gentes. Hay que sobrevivir aunque solo sea por sostener la dignidad de nuestro ser propiamente humano. Para no olvidar la inmensa tarea y el compromiso que nos ha caído encima, por ser la única especie que se piensa a sí misma como parte de la Vida Toda, ésta que se reproduce y sobrevive precariamente en el absurdo silencio de las galaxias, la materia viva de la que somos autores y responsables en gran medida, al menos desde el momento en que nos quedamos solos Aquí, en medio y a cargo de este desmesurado universo al que no acabamos de encontrarle medida ni sentido, que nos parece un inmenso desperdicio de celestiales cuerpos inertes, metálicos, gaseosos, y de espacios vacíos llenos de agujeros negros sin vida. Y todo ello para criar a cuatro gatos humanos, quiero decir para solo algo más de ocho mil millones. Porque ¿quién, si no, cuidará de la Vida, qué otro animal no humano, qué especie, qué poder, qué justicia, quién, en un mundo tan vacío y tan sin Dios?
No es "bárbaro" el Otro, NO, lo bárbaro es su rechazo, como lo es la presunción de ser parte de una Nación Elegida, por un Destino o por un Dios protector, como aquel bíblico Yahavé que despreciara las ofrendas del agricultor Caín, mostrando su preferencia por los sacrificios de su hermano, el ganadero Abel, provocando así la ira y celos que llevarían a Caín a ser el asesino de su hermano, mientras aquel Dios ejercía su derecho punitivo, poniendo una señal protectora en Caín, el asesino, para que nadie lo matara. Las Naciones que se creen "elegidas entre otras", crean un Dios político que solo distingue entre amigos y enemigos, se trate de hombres, pueblos o dioses. Así ese Dios ayudará a la Nación o Pueblo elegido contra sus enemigos y éste contribuirá a su victoria frente a Dioses extraños. Y si la ley interna que rige al interior de las fronteras de la Nación manda no matar, se sabe que afuera y contra las naciones enemigas, todo está permitido. Que por eso sucedieron las grandes masacres que jalonan la Memoria de las Naciones, ya desde antes de ser Ejércitos y Estados.
Fue así como el Dios que eligiera a su Pueblo o Nación, tuvo ya unos malos comienzos, nada más crear a los dos primeros humanos, hembra y varón, de nombre Eva y Adán, dirigiéndose con preferencia a éste: "quiero poner enemistad entre tú y la mujer y entre tu semilla y la suya"...pues bien, ahora no queda más remedio que referirse a los textos bíblicos, ahora que una vez más asistimos a la secular e interminable masacre por la Tierra Santa, ese Cementerio en primera línea de playa a orillas del mar Mediterráneo, por cuya propiedad se siguen matando, hoy como antaño, las mismas Naciones de judíos, musulmanes y cristianos, creyentes o ateos.
Casi todos los relatos bíblicos refieren a historias sangrientas, veáse por ejemplo cómo entre sus hijos, Jacob prefiere a José, lo que provoca que sus hermanos lo arrojen a un pozo y luego lo vendan como esclavo; y aún así, José resulta victorioso y conduce a su tribu hasta Egipto, donde prospera, provocando con ello la reacción y castigo de los egipcios, que a su vez son castigados por el Dios de los judíos que les envía plagas, dejando inmune a la tribu de Jacob, todo para hacer notar su preferencia por el pueblo judío frente al egipcio.
Y después de aquél Éxodo comenzó la guerra de conquista que aún perdura, por la tierra que Dios prometiera a la Nación elegida, la del reino de Sión, centro espiritual y "madre de todos los pueblos" según señala el Libro de los Salmos: "enviaré mi espanto por delante de ti, y sembraré confusión entre todos los pueblos a los que tú llegues, y te pondré de espaldas a todos tus enemigos" (dicho tal como leo en la cita de Rüdiger Safranski en su magnífico libro sobre "El mal o el drama de la libertad").
No encuentro argumento más razonable que el del espanto, contra esta guerra inacabable: NO, si pertenecemos a un Lugar o a una Nación por la casualidad del nacimiento; NO, si nuestra humanidad es principio personal de comunidad convivencial y no algo abstracto, como es la Nación o Estado; NO, si esta humanidad se hace verbo y carne en cada individuo y eso no le impide ser tan amplia como el mundo. Me sumo al deseo de Patrick Viveret, de "cómo hacer buen uso del fin de un mundo", en su libro "La causa humana" (humanidad), porque cierto es que estamos al final de un mundo que necesita tiempo para morir, mientras emerge con fuerza otro mundo cuyo perfil apenas alcanzamos a imaginar.
Es la causa de humanidad, conciencia de un destino común para nuestra especie, es a través de la inmensa diversidad que producen las fuerzas de la vida, en subversiva resistencia contra el Estado totalitario, de guerra autodestructiva y de crisis permanente, que en frase de Antonio Gramsci "se
produce cuando el viejo mundo es lento para morir y nacer de nuevo"...para añadir a continuación que "en ese (intérvalo) claroscuro, pueden surgir monstruos", como bien sabemos: negacionistas de la fraternidad humana, de la vida libre y convivencial, todos creyentes y fieles servidores de las Grandes Causas que matan, sean religiosas o nacionales, o una Alianza de ambas.
Nota: me permito recomendar la lectura de un texto del que es autor Saree Makdisi, profesor norteamericano de ascendencia palestina y libanesa, donde aclara que en vísperas del 7 de octubre, las fuerzas israelíes ya habían matado a más de doscientos palestinos en 2023. Que el asedio en Gaza tenía más de dieciséis años e Israel llevaba setenta y cinco años operando al margen del derecho internacional. Y que lo “normal” en Palestina era una matanza al día, pero que una matanza al día en una ocupación que ya dura décadas no era noticia y, desde luego, no justificaba una entrevista en directo en una cadena de televisión nacional. Este es el enlace a ese texto:
NINGÚN SER HUMANO PUEDE EXISTIR
1 comentario:
Magnífico artículo. Humanidad es lo que nos hace falta a raudales. Salut.
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