lunes, 27 de abril de 2020

SOBRE LA CIENCIA, LA TECNOLOGÍA Y EL CONOCIMIENTO: ALGO MÁS QUE MERCANCÍAS

Ilustración de Pawel Kuczynski









  Por un Pacto (glocal) del Común (3) Sobre la ciencia, la tecnología y el conocimiento: algo más que mercancías

 

Mi desprecio por la tecnología no es general, es selectivo, más referido al manejo interesado en su gobierno, a la tecnocracia. Distingo entre ciencia y tecnología. La tecnología que desprecio no me lleva a extender ese desprecio a toda la ciencia, ni tampoco a todas sus aplicaciones tecnológicas. No desprecio la ciencia médica, como no desprecio la internet, lo que desprecio son sus erróneas aplicaciones tecnológicas, insisto, la tecnocracia.

He aprendido a diferenciar entre ciencia y conocimiento, entre el impulso -permanente - por saber  y el saber mismo (algo temporal y, por tanto, necesariamente contingente, provisional). Y también distingo entre conocimiento como conjunto de saberes y conocimiento como ese complejo proceso de nuestra inteligencia por el que nos relacionamos con el mundo y mediante el cual adquirimos con-ciencia, de nosotros mismos como de nuestro contexto “vital”.

Quien se rinde al desprecio generalizado por la ciencia y la tecnología, casi siempre es por causa de que hemos sido acostumbrados a confundir los avances de la ciencia y la tecnología asociados al éxito del capitalismo que los financia. Sin entender qué es el conocimiento humano, no podremos entender ésta confusión por la que le es atribuido al capitalismo un mérito que no le corresponde.

sábado, 18 de abril de 2020

DE VERDAD QUE NO ES UN CUENTO



A pesar de su nombre, Manolín ya tenía más de sesenta años años. Tuvo tiempo para muchos oficios y varias vidas, de obrero en los valles mineros de Asturias, peón en una industria metalúrgica de Alemania y luego de campesino aquí, ya de vuelta a su origen, el páramo leonés donde Manolín vino al mundo, hacía por entonces más de medio siglo. 

Al comienzo de cada verano me gustaba encontrármelo el primer día y buscar ocasión para hablar con él, eso sí, sólo de vez en cuando, porque Manolín no paraba en cuanto cogía carrerilla. Tras la primera media hora ya no había quien le siguiera la conversación, que podía derivar tanto por los cerros del Rhin como por los oscuros vericuetos del barrio húmedo de León, según le viniera a la cabeza. 

viernes, 10 de abril de 2020

EL SUEÑO AMERICANO DE LOS CHINOS, LA RELIGIÓN HORTERA DEL NUEVO MUNDO

Por un Pacto (glocal) del Común (2): El sueño americano de los chinos, la religión hortera del nuevo mundo.

Vaya por delante que ya no soporto a los críticos, tertulianos y comentaristas de oficio, sea cual sea su materia. Tampoco a los antisistema que reducen la crítica al desahogo de sus personales frustraciones en un estéril intento por tapar sus íntimas fobias y contradicciones, como no me soporto a mí mismo cuando me descuido y me dejo resbalar por similares complacencias. Comprendo a quien carece de propuesta, pero no soporto a quien la oculta o disimula, a quien no se atreve a reconocer sus errores, a correr el riesgo de enmienda, a quien no esté dispuesto a  hacer lo que dice, con todas sus consecuencias. 


Un primer apunte sobre la propiedad y el trabajo

Si los habitantes de un territorio llegan a pactar la propiedad universal de los bienes de la naturaleza y del conocimiento, con ese pacto se hacen constituyentes de una comunidad política inédita en la historia humana. Nada que ver con la recurrente pamplina histórica de la reforma agraria, ni con la “justa” distribución de tierras que vienen reclamando los anarquistas europeos y los indigenistas americanos. “La tierra para quien la trabaja” pudo valer como reclamo y consigna de adhesión popular en revoluciones campesinas que nunca llegaron a cuajar porque nunca fueron capaces de superar los tiempos feudales, que siempre acabaron reclamando el liderazgo de clérigos parlanchines, la protección de señores a caballo y bien armados, que siempre sucumbieron a su esclava necesidad de reyes y leyes.

Si ninguna forma de trabajo es sólo manual o sólo intelectual, sea cual sea su proporción, no hay trabajo ni ley que puedan legitimar el robo de aquello que pertenece al común universal. Mirad nuestro planeta desde el espacio y decidme si allí véis líneas de frontera; acercar ahora el zoom a ras de Tierra y decidme cuál es la razón y belleza de todas las tapias, lindes y alambradas que ahora véis, esa masiva y global concentración parcelaria, decidme quién la ordenó y a qué ley responde.

lunes, 6 de abril de 2020

POR UN PACTO (GLOCAL) DEL COMÚN (1)





Ilustración de Pawel Kuczynski

Ni realismo conformista (esto es lo que hay), ni utopismo trascendente (lo que debe ser).
Lo que aquí se propone es un cambio de premisa: lo que puede ser mejor y suficiente.

Por un Pacto (glocal) del Común sobre el uso comunal de los bienes universales (la Tierra y el Conocimiento) y la organización de nuestra especie en comunidades convivenciales (democracia integral). A partir de la virtud general de la materia -su  impulso de perpetuidad- y de  la especial virtud,  individual y social, de la inteligencia humana (su impulso perfectivo).

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No niego el juicio histórico-filosófico de Frederick Nietzsche (1844-1900) aplicado a su tiempo, su descripción del derrumbe de la civilización occidental por causa del triunfo del cristianismo como ideología de los esclavos, dejada en herencia a liberales, socialistas, comunistas y anarquistas. Niego su validez para el tiempo de hoy, del que ni él, ni Karl Marx (1818-1883), ni Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) , ni Adam Smith (1723-1790) -nadie de aquellos pasados tiempos- pudieron tener noticia ni conocimiento sobre el devenir de la historia, que nosotros sí tenemos. Lo que niego es que sea razonable seguir fundando teorías revolucionarias sobre pensamientos y juicios antiguos, desubicados en el tiempo y necesariamente ignorantes de la acumulación y consecuencias de los sucesos posteriores que han venido construyendo la historia reciente que alcanza a nuestros días.
El resentimiento moral de los esclavos que alentara la revolución cristiana y su rebelión contra el imperio romano, pudo haber sido causa de la disolución de aquel imperio, incluso pudo perdurar después como subterráneo motor de la lucha de clases que todavía sucede, causando la ruina del occidente globalizado. Pero pensarlo no resuelve las mismas dudas que conlleva: ¿es que era mejor la moral aristocrática de los amos, era tal su nobleza?, ¿es que a la luz de lo que hoy sabemos puede sostenerse que aquella aristocrática idea suya del “bien común” se compadezca hoy con un orden mundial basado en la misma expropiación de la tierra y del conocimiento, pero, sobre todo, en la misma humillación y desprecio de la mayor parte de la sociedad humana? 
 
Entiendo la preocupación y reticencia que causan los religiosos iconos de Occidente, esa imagen de los jardines del Edén aplazados a la entrada en los cielos, la del cristo pastor y redentor de ovejas, esa representación de la humanidad como sumiso rebaño y ese dicho desmentido por los hechos: "mi reino no es de este mundo".

viernes, 3 de abril de 2020

SOLO CABE ESPERAR LA SOCIALIZACIÓN DEL COLAPSO


Se le pueden dar todas las vueltas que se quiera a esta crisis de la pandemia por covid-19, que de ninguna forma tendrán explicación convincente si van desconectadas de la crisis sistémica en la que ya vivÍamos antes y de la que el coronavirus está resultando un acelerador, que nos sitúa en la antesala de un colapso generalizado del orden global  imperante.

Escucho por todas partes premoniciones acerca de la salida de la pandemia, mayoritariamente bienintencionadas, ingenuamente fundadas y desesperadamente optimistas (“la sociedad no será la misma, seremos mucho mejores”) a partir de datos parciales de lo que está sucediendo, como por ejemplo los gestos de ayuda y solidaridad social que la pandemia ha despertado en parte de la población mundial, convenientemente amplificada por los medios estatales de propaganda, con sensibleros y amarillos mensajes “humanitarios” que, por supuesto, evitan cualquier profundidad de análisis y cualquier manifestación de libre pensamiento.
De lo que se trata es de abrumar a la población con un exceso de información y opinión tertuliana, replicada hasta la exacerbación en las redes sociales, generando un estado de confusión que favorece la pasiva aceptación de los mensajes precocinados desde las instancias de poder.

domingo, 29 de marzo de 2020

AUTORRECLUSIÓN O PRISION PREVENTIVA (REFLEXIONES EN CUARENTENA)

Don Quijote y Nasreddín


No sabía Nasreddín (*) en qué lugar había perdido aquel objeto y sólo intentó buscarlo bajo la luz de la farola más próxima a su casa. 
 
Los cuentos de Nasreddín relatan las contradicciones y paradojas de su experiencia vital. Valga de ejemplo el cuento de “Nasreddín y el huevo” (**) transmitido oralmente desde la antigüedad y convertido en fábula popular que llegó al Mediterráneo desde la India (**). 
 

Caminando en soledad por una montaña siempre puede aparecer por delante una ladera bien empinada, resbaladiza y pedregosa, sin senderos ni veredas marcadas. El senderista tendrá que elegir: subir todo recto o en zigzag. Puede tener prisa si se presenta una amenaza de tormenta, o aún así no tenerla si piensa que va bien pertrechado. Puede preferir un esfuerzo intenso, subiendo en línea recta y en poco tiempo, o hacerlo más llevadero, subiendo en zigzag aunque le lleve más tiempo. Si no quiere renunciar a su intención de llegar a la cumbre tiene que elegir. Si el peligro de la tormenta es inminente, tendrá que elegir entre su promesa de no rendirse y el absurdo de correr un peligro gratuito. Cualquiera que sea su decisión, subir en línea recta o zigzag, alcanzar la cumbre o regresar, cumplir su palabra o renunciar, cualquiera que sea lo que elija, creerá que es lo más obvio. Pero no, lo más obvio de todo es su libertad, su poder de elegir entre una pluralidad de obviedades y afrontar sus consecuencias sin echarle la culpa a nadie, tampoco a sí mismo...y mucho menos a su soledad, o a la ley de la gravedad o a la fiereza de las tormentas.