Contra
la naturalidad del hormiguero
Masa
es un hormiguero gigante que ha logrado colonizar un planeta entero.
Es un organismo que se rige internamente por un sistema mecánico sin
conciencia de sí, del que cada hormiga sólo conoce una mínima y
exclusiva parte, la que a ella le afecta. Masa es un inmenso
organismo, parásito del planeta en el que se aloja, al que ha
superado en tamaño. A su costa, ha engordado tanto en estos últimos
años que lo ha dejado seco. Masa no tiene memoria, ha gastado todo
su futuro y sólo le queda un poco de presente, así que no tiene más
remedio que estirarlo hasta el infinito. Si quiere sobrevivir, Masa
tendrá que sacrificar a todas las hormigas que ahora le son
innecesarias. De todas formas iban a morir por inanición si el
mecanismo de Masa se detiene. Cada una de sus miles de millones de
hormigas, aisladas en su propia tarea, tienen muy difícil conocer
el mecanismo por el que funciona el hormiguero. Sólo unas pocas
comparten ese secreto, por el que Masa ha crecido y prosperado sin
parar durante casi tres siglos...hasta ahora. Así, es natural que el
mecanismo no pueda parar, sería el fin, de cada hormiga y de todo el
hormiguero. Cada una tiene que seguir a lo suyo, siguiendo la rutina
aprendida, la que le ha tocado a cada una en suerte, esa rutina que
le permite sobrevivir. Pero Masa sabe que ha llegado a un punto
crítico, por su superior inteligencia mecánica y por su experiencia
en situaciones parecidas, tiene la mejor solución. Si quiere
salvarse tendrá que deshacerse de todas las hormigas sobrantes. No
será muy difícil, la inmensa mayoría morirán de hambre o se
matarán entre ellas, como ya pasó otras veces. Y mientras hace este
cálculo, la mayoría de hormigas sobrantes piensan que las sobrantes
serán otras, no ellas. Ninguna quiere sufrir más de la cuenta,
prefieren seguir con su rutina diaria, como si nada, cada una a lo
suyo.