La declaración
universal de los bienes comunes y la democracia integral
Me refiero a la necesidad
de una declaración unilateral, porque es impensable que las élites
dominantes que controlan la sociedad a través de la economía y la
política, puedan algún día favorecer esta declaración, más bien
todo lo contrario.
Los bienes comunes y la
democracia participativa no dejan de ser eufemismos en boca de la
izquierda sistémica; fuegos fatuos, un ardid estratégico para
mantener en las masas la ilusión utópica de “la igualdad” y “lo
público”, que caracteriza al pensamiento reformista de esa
izquierda, en su progresiva deriva adaptativa al orden dominante,
estatal-capitalista. Esta aspiración abstracta y utópica, de apariencia “justiciera”,
sigue siendo rentable para la clase dirigente alineada en la
izquierda del sistema. Todavía permite el acceso a una cuota variable de poder.
En función de la coyuntura histórica, sí, subordinadamente, sí,
pero sin perder la cercanía del Poder, siempre a resguardo de la
intemperie, siempre cerca del sol que más calienta.