Autor de la imagen: Bankys |
En algo más de dos siglos de existencia, la ideología capitalista ha demostrado en la práctica, sobradamente, su extremismo radical y utópico. La experiencia histórica ha puesto en evidencia su promesa de progreso y su objetiva falsedad. Bajo el imperio del capitalismo el mundo avanza, sí, pero hacia un precipicio que ya presentimos como inevitable e inminente.
Según el imaginario capitalista, en este mismo y único mundo real caben dos mundos. Dos mundos separados por un espejo, un artefacto que proporciona una visión inversa de la realidad, confundida ésta con la imagen reflejada. Y sobre esta confusión elemental, la religión capitalista edifica su fe en el progreso, su Más Allá socialdemócrata, su prometido Estado de Bienestar anticipado a esta vida, podemos verlo: un hipermercado en cada esquina, donde tirar de Visa a discreción, mientras las máquinas trabajan y cotizan para nosotros, para pagarnos una magnífica renta básica, una pensión de por vida.