La
vía reformista está agotada, incluida la instauración de una tercera república.
Sobran las acreditaciones para esta afirmación. No sólo las que provienen del
pasado, de la experiencia histórica, también y sobre todo las que nos
proporciona el presente: una situación de crisis crónica del capitalismo, que
anuncia su irreversible estado terminal.
Alcanzar
la Democracia a través de un proceso acumulativo de graduales reformas fue la
ilusión republicana y socialdemócrata, una efímera ilusión que contagió a toda
la izquierda. La última crisis del capitalismo, ésta en la que estamos, nos ha
devuelto a la realidad. Ya no queda tiempo para más ensayos reformistas, ahora
sólo cabe ir a por todas, al socialismo, a por la Democracia de verdad, por
razón de pura supervivencia, de pura racionalidad. El capitalismo, bajo
cualquier forma de gobierno o de Estado, ya no se sostiene porque ha agotado su
ciclo, ya no es capaz de producir siquiera la riqueza de la que se beneficiaron
las clases medias de la pequeña parte del mundo que explotaba al resto.