El
movimiento de “indignados” tiene sobre sí potentes amenazas que han empezado a emerger en estas últimas
semanas. La principal es, sin duda, el riesgo que corre el movimiento de quedar
aislado en un limbo político que le condena a ser lo que no quería ser: un
partido político. Y a este aislamiento se puede llegar no sólo porque las
fuerzas contrarias son muy poderosas, sino también porque desde el propio 15M
no seamos capaces de construir pronto un programa de futuro y dotarnos de una estrategia que vaya dirigida a incluir al máximo de gente, profundizando en las dos ideas-fuerza que llevaron a tantas personas, de España y del mundo, a
tomar la calle.
Refresco estas ideas: Primera, “los de abajo, que somos el 99%, hemos decidido que la crisis la paguen los de arriba, ese 1% que concentra todo el poder junto con la mayor parte de la riqueza”. Segunda, “no nos sentimos representados por los políticos y hemos decidido representarnos a nosotros mismos, construyendo una democracia real.
Refresco estas ideas: Primera, “los de abajo, que somos el 99%, hemos decidido que la crisis la paguen los de arriba, ese 1% que concentra todo el poder junto con la mayor parte de la riqueza”. Segunda, “no nos sentimos representados por los políticos y hemos decidido representarnos a nosotros mismos, construyendo una democracia real.