domingo, 30 de octubre de 2011

DEL DECRECIMIENTO SE HABLÓ EN AMAYUELAS



El pasado viernes, 28 de octubre, estuve en Amayuelas de Abajo, participando en la 127 edición del Foro para el Diálogo y la Expresión de Nuevas Utopías, dedicado al tema del decrecimiento, presentado por Carlos Ballesteros, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas y miembro de REAS (Red de Economía Alternativa y Solidaria). Como pude comprobar en el tiempo de debate, entre el nutrido público de la sala estábamos  unas cuantas personas vinculadas a diferentes asambleas del  movimiento 15M…de Valladolid, León y Burgos, además de Palencia, lo que `prueba el interés que este tema suscita entre el movimiento de indignados, lo que también puede ser constatado  en las redes sociales en las que el 15M se desenvuelve. O sea, que el decrecimiento está de moda, como vino a afirmar el conferenciante, al poco de iniciar su intervención. Carlos Ballesteros fue presentado esta vez por Jerónimo Aguado, presidente de Plataforma Rural, promotora de estos foros  a través de su  Universidad Rural Pablo Freire.

Carlos Ballesteros hizo una exposición pedagógica del pensamiento decrecentista con un enfoque que, desde mi punto de vista, pone un excesivo acento en el factor consumo y en la responsabilidad  moral de cada individuo como consumidor. Luego, en el debate, diferentes intervenciones del público contribuyeron a reforzar ese enfoque, de modo que parecía flotar en el ambiente de la “sala de la lana“ en Amayuelas, dos ideas mayoritariamente aceptadas por el público que suele asistir a estos foros: primero, la idea de que el decrecimiento es inevitable por razones ecológicas y segundo, que es necesario por razones morales, para redistribuir la riqueza y avanzar hacia un mundo más equilibrado…y, por tanto, según la mayoría de personas que intervinieron en coincidencia con el orador, sólo un cambio de conciencia  individual puede hacer  cambiar de rumbo al sistema de producción capitalista, que nos lleva  directos al suicidio colectivo de la especie, en perfecta alianza con un descontrolado crecimiento demográfico. 
Yo estoy básicamente de acuerdo en la parte ecologista del diagnóstico  que hace Sergie Latouche, principal ideólogo del movimiento decrecentista…de acuerdo, frenar el crecimiento es necesario…pero a mí me parece que no es suficiente. Creo que hace falta, además, una correcta identificación del problema en su origen, a mi entender localizado en la concentración de poder, tanto en su estructura económica (la propiedad privada y la economía de mercado) como en su estructura política (el Estado y la democracia representativa). En tal sentido, coincido plenamente con la posición de Takis Fotopoulos,  que mantiene serias diferencias con el movimiento decrecentista, mientras éste no cuestione la economía de mercado ni la democracia representativa.
En el debate que siguió a la exposición de Carlos Ballesteros, pude comprobar que es mayoritaria la creencia de que el cambio global que necesitamos  sólo es posible a través del “cambio de conciencia” individual. Podría estar de acuerdo, de hecho lo estoy básicamente, pero, insisto una vez más en que de no tener bien  identificado el problema original en su estructura económica y política (propiedad-economía de mercado y  Estado-democracia  liberal), si falla el diagnóstico, no sabremos cuáles son los objetivos finales  hacia los que dirigirnos y, por tanto, seguiremos  en la larga deriva que aqueja a toda la izquierda reformista. En efecto, el viernes, en Amayuelas pude comprobar, una vez más, que hay mucha gente  haciendo su cambio de conciencia individual, modificando sus hábitos de consumo, sumándose a causas solidarias, un cambio de conciencia plenamente bienintencionado, más o menos ecologista y moral…pero sin rumbo y, por tanto, sin estrategias.
La lógica del proyecto de decrecimiento se corresponde con la del ecologismo más o menos radical: el crecimiento por el  crecimiento es insostenible ya que sobreexcede los límites de la biosfera. Por lo tanto, es incuestionable que el decrecimiento, en términos de la reducción de escala de nuestra economía, no sólo es necesario, sino que también es deseable. Sin embargo, coincido con T. Fotopoulos en su artículo sobre Decrecimiento y economía de mercado, en el que viene a afirmar que “Latouche aún cree que un capitalismo eco-compatible es concebible en teoría - ignorando las dinámicas del sistema de economía de mercado, totalmente incompatibles con controles efectivos para la protección del medioambiente - y ya sólo en la práctica no es realista”.
El proyecto de decrecimiento adopta una postura que no rechaza categóricamente el complemento político de la economía de mercado: la democracia representativa. Latouche lo expresa claramente: “En este contexto, el rechazo radical de la "democracia" representativa es algo excesivo. Ahora forma parte de nuestra tradición, nos guste o no. Y no es necesariamente la reencarnación del diablo... Una mejor representación, con cargos revocables y participación directa en algunos casos (por ejemplo, el presupuesto participativo en Porto Alegre), puede constituir un compromiso satisfactorio. El tema clave de la distribución igualitaria del poder económico permanecerá ciertamente irresuelto, pero es algo ilusorio concebir su resolución de golpe con la barita mágica de la democracia directa”. 
O sea, que el sistema de democracia representativa, con algunas mejoras, es adoptado por el  movimiento decrecentista, implícita o explícitamente.
La desigualdad tampoco parece interesarle mucho al diagnóstico decrecentista, a no ser que esté relacionada con el crecimiento económico. Aquí vuelvo a encontrar una distancia importante, porque creo, como T. Fotopoulos, que la desigualdad está  fundamentalmente relacionada con el mismo sistema de propiedad y la economía de mercado.
La crisis social, como resultado de la creación de una superclase y una subclase tras la expansión de la globalización neoliberal, tampoco parece merecer la consideración del decrecentismo, a no ser, una vez más, en su relación con el crecimiento económico a través del consumismo.
En el artículo de T. Fotopoulos que antes he mencionado, éste viene a concluir: “Contrariamente a las perspectivas de la izquierda reformista, la economía de crecimiento en el Norte no sólo no es amenazada por la creciente desigualdad de la actual economía de mercado internacionalizada, sino que depende de ella. De esta manera, así como la producción del crecimiento económico no es posible sin el saqueo de la naturaleza, su reproducción física es igualmente imposible sin una concentración del poder económico cada vez mayor. Sin embargo, dado lo dicho anteriormente acerca de que el proyecto de decrecimiento no rechaza ni el sistema de economía de mercado ni su complemento político, la "democracia" representativa, está claro que la revolución cultural imaginada por el proyecto de decrecimiento no implica un cambio sistémico”.
Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, principal referente del movimiento decrecentista en España, en un artículo publicado en Rebelión (“En defensa del decrecimiento”) afirma: “…El decrecimiento no implicaría, para la mayoría de los habitantes, un deterioro de sus condiciones de vida. Antes bien, debe acarrear mejoras sustanciales como las vinculadas con la redistribución de los recursos, la creación de nuevos sectores, la preservación del medio ambiente, el bienestar de las generaciones futuras, la salud de los ciudadanos, las condiciones del trabajo asalariado o el crecimiento relacional en sociedades en las que el tiempo de trabajo se reducirá sensiblemente. Al margen de lo anterior, conviene subrayar que en el mundo rico se hacen valer elementos --así, la presencia de infraestructuras en muchos ámbitos, la satisfacción de necesidades elementales o el propio decrecimiento de la población-- que facilitarían el tránsito a una sociedad distinta. Y es que hay que partir de la certeza de que, si no decrecemos voluntaria y racionalmente, tendremos que hacerlo obligados de resultas del hundimiento, antes o después, de la sinrazón económica y social que padecemos”.


Referencias: *Takis Fotopoulos, filósofo y economista griego, es el principal ideólogo del movimiento de Democracia Inclusiva. *Visiones próximas al decrecentismo son las del economista chileno Max Neef, nobel de economía y autor de “La economía a escala humana” y la de Red Trainer, cuyo pensamiento es referente para  el también emergente movimiento de transición.

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