El
pasado viernes, 28 de octubre, estuve en Amayuelas de Abajo, participando en
la 127 edición del Foro para el Diálogo y la Expresión de Nuevas
Utopías, dedicado al tema del decrecimiento, presentado
por Carlos Ballesteros, profesor de la Universidad
Pontificia de Comillas y miembro de REAS (Red de Economía Alternativa
y Solidaria). Como pude comprobar en el tiempo de debate, entre
el nutrido público de la sala estábamos
unas cuantas personas vinculadas a diferentes asambleas del movimiento 15M…de Valladolid, León y Burgos,
además de Palencia, lo que `prueba el interés que este tema suscita entre el
movimiento de indignados, lo que también puede ser constatado en las redes sociales en las que el 15M se
desenvuelve. O sea, que el decrecimiento está de moda, como vino a afirmar el conferenciante,
al poco de iniciar su intervención. Carlos Ballesteros fue presentado esta vez
por Jerónimo Aguado, presidente de Plataforma Rural, promotora de estos foros a través de su
Universidad Rural Pablo Freire.
Carlos Ballesteros hizo una exposición pedagógica del
pensamiento decrecentista con un enfoque que, desde mi punto de vista, pone un
excesivo acento en el factor consumo y en la responsabilidad moral de cada individuo como consumidor.
Luego, en el debate, diferentes intervenciones del público contribuyeron a
reforzar ese enfoque, de modo que parecía flotar en el ambiente de la “sala de
la lana“ en Amayuelas, dos ideas mayoritariamente aceptadas por el público que
suele asistir a estos foros: primero, la idea de que el decrecimiento es
inevitable por razones ecológicas y segundo, que es necesario por razones
morales, para redistribuir la riqueza y avanzar hacia un mundo más
equilibrado…y, por tanto, según la mayoría de personas que intervinieron en
coincidencia con el orador, sólo un cambio de conciencia individual puede hacer cambiar de rumbo al sistema de producción
capitalista, que nos lleva directos al
suicidio colectivo de la especie, en perfecta alianza con un descontrolado crecimiento
demográfico.
Yo estoy básicamente de acuerdo en la parte ecologista del
diagnóstico que hace Sergie Latouche,
principal ideólogo del movimiento decrecentista…de acuerdo, frenar el
crecimiento es necesario…pero a mí me parece que no es suficiente. Creo que hace
falta, además, una correcta identificación del problema en su origen, a mi entender
localizado en la concentración de poder, tanto en su estructura económica (la
propiedad privada y la economía de mercado) como en su estructura política (el
Estado y la democracia representativa). En tal sentido, coincido plenamente con
la posición de Takis Fotopoulos, que
mantiene serias diferencias con el movimiento decrecentista, mientras éste no
cuestione la economía de mercado ni la democracia representativa.
En el debate que siguió a la exposición de Carlos
Ballesteros, pude comprobar que es mayoritaria la creencia de que el cambio
global que necesitamos sólo es posible a
través del “cambio de conciencia” individual. Podría estar de acuerdo, de hecho
lo estoy básicamente, pero, insisto una vez más en que de no tener bien identificado el problema original en su
estructura económica y política (propiedad-economía de mercado y Estado-democracia liberal), si falla el diagnóstico, no
sabremos cuáles son los objetivos finales hacia los que dirigirnos y, por tanto,
seguiremos en la larga deriva que aqueja
a toda la izquierda reformista. En efecto, el viernes, en Amayuelas pude
comprobar, una vez más, que hay mucha gente haciendo su cambio de conciencia individual, modificando
sus hábitos de consumo, sumándose a causas solidarias, un cambio de conciencia
plenamente bienintencionado, más o menos ecologista y moral…pero sin rumbo y,
por tanto, sin estrategias.
La lógica del proyecto de decrecimiento se corresponde con la del
ecologismo más o menos radical: el crecimiento por el crecimiento es insostenible ya que sobreexcede
los límites de la biosfera. Por lo tanto, es incuestionable que el
decrecimiento, en términos de la reducción de escala de nuestra economía, no
sólo es necesario, sino que también es deseable. Sin embargo, coincido con T. Fotopoulos
en su artículo sobre Decrecimiento y economía de
mercado, en el que viene a afirmar que “Latouche aún cree que un
capitalismo eco-compatible es concebible
en teoría - ignorando las dinámicas del sistema de economía de mercado, totalmente
incompatibles con controles efectivos para la protección del medioambiente - y
ya sólo en la práctica no es realista”.
El proyecto de decrecimiento adopta una postura que no
rechaza categóricamente el complemento político de la economía de mercado: la democracia
representativa. Latouche lo expresa claramente: “En este
contexto, el rechazo radical de la "democracia" representativa es
algo excesivo. Ahora forma parte de nuestra tradición, nos guste o no. Y no es
necesariamente la reencarnación del diablo... Una mejor representación, con
cargos revocables y participación directa en algunos casos (por ejemplo, el
presupuesto participativo en Porto Alegre), puede constituir un compromiso
satisfactorio. El tema clave de la distribución igualitaria del poder económico
permanecerá ciertamente irresuelto, pero es algo ilusorio concebir su
resolución de golpe con la barita mágica de la democracia directa”.
O sea, que el sistema de democracia representativa, con algunas mejoras, es adoptado por el movimiento decrecentista, implícita o explícitamente.
O sea, que el sistema de democracia representativa, con algunas mejoras, es adoptado por el movimiento decrecentista, implícita o explícitamente.
La desigualdad tampoco parece interesarle mucho al diagnóstico
decrecentista, a no ser que esté relacionada con el crecimiento económico. Aquí
vuelvo a encontrar una distancia importante, porque creo, como T. Fotopoulos,
que la desigualdad está fundamentalmente
relacionada con el mismo sistema de propiedad y la economía de mercado.
La crisis social, como resultado de la creación de
una superclase y una subclase tras la expansión de la globalización neoliberal,
tampoco parece merecer la consideración del decrecentismo, a no ser, una vez
más, en su relación con el crecimiento económico a través del consumismo.
En el artículo de T. Fotopoulos que antes he mencionado, éste viene a
concluir: “Contrariamente a las
perspectivas de la izquierda reformista, la economía de crecimiento en el Norte
no sólo no es amenazada por la creciente desigualdad de la actual economía de
mercado internacionalizada, sino que depende de ella. De esta manera, así como
la producción del crecimiento económico no es posible sin el saqueo de la
naturaleza, su reproducción física es igualmente imposible sin una
concentración del poder económico cada vez mayor. Sin embargo, dado lo dicho
anteriormente acerca de que el proyecto de decrecimiento no rechaza ni el
sistema de economía de mercado ni su complemento político, la
"democracia" representativa, está claro que la revolución cultural
imaginada por el proyecto de decrecimiento no implica un cambio sistémico”.
Carlos
Taibo, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma
de Madrid, principal referente del movimiento decrecentista en España, en un artículo publicado en Rebelión
(“En defensa del decrecimiento”) afirma: “…El decrecimiento no implicaría, para la
mayoría de los habitantes, un deterioro de sus condiciones de vida. Antes bien,
debe acarrear mejoras sustanciales como las vinculadas con la redistribución de
los recursos, la creación de nuevos sectores, la preservación del medio
ambiente, el bienestar de las generaciones futuras, la salud de los ciudadanos,
las condiciones del trabajo asalariado o el crecimiento relacional en
sociedades en las que el tiempo de trabajo se reducirá sensiblemente. Al margen
de lo anterior, conviene subrayar que en el mundo rico se hacen valer elementos
--así, la presencia de infraestructuras en muchos ámbitos, la satisfacción de
necesidades elementales o el propio decrecimiento de la población-- que
facilitarían el tránsito a una sociedad distinta. Y es que hay que partir de la
certeza de que, si no decrecemos voluntaria y racionalmente, tendremos que
hacerlo obligados de resultas del hundimiento, antes o después, de la sinrazón
económica y social que padecemos”.
Referencias: *Takis Fotopoulos, filósofo y economista griego, es el principal ideólogo del movimiento de Democracia Inclusiva. *Visiones próximas al decrecentismo son las del economista chileno Max Neef, nobel de economía y autor de “La economía a escala humana” y la de Red Trainer, cuyo pensamiento es referente para el también emergente movimiento de transición.
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