Ya en el ‘Libro de refranes y sentencias’ de Mosén Pedro Vallés (1.549), aparece recogida la expresión “de aquellos polvos estos lodos”, que con el tiempo se ha hecho muy popular. En pleno siglo XVII, en el texto de la célebre novela “El Criticón”, de Baltasar Gracián, publicada en 1.653, se decía: “Es la niñez fuente risueña: nace entre menudas arenas, que de los polvos de la nada salen los lodos del cuerpo, brilla tan clara como sencilla, ríe lo que no murmura, bulle entre campanillas de viento, arrúllase entre pucheros y cíñese de verduras que la fajan”. De entonces para acá dicha expresión ha formado parte del lenguaje coloquial y popular, sin que sea fácil dar con su motivo original; incluso hay quien la relaciona con otra expresión, no menos popular, esa de “echar un polvo” y sus posibles consecuencias...lo mismo un embarazo que una enfermedad venérea, sin olvidar a quienes la relacionan con la fórmula bíblica: “polvo eres y en polvo te convertirás” (Génesis 3:19). Y hasta en un “auto de fe” del tribunal de la Santa Inquisición, celebrado en el Madrid de 1.784, se acusó de brujería a varias personas por haber elaborado unos supuestos “polvos afrodisiacos”. En todo caso, polvos y lodos, se puede decir que genéricamente refieren a la relación siempre existente entre las causas de los hechos y sus correspondientes consecuencias.
Posverdad, ataques de falsa bandera...inquisición y caza de brujas
Hay un fango material y efímero, como el que a día de hoy todavía inunda las calles y casas de muchas poblaciones de Valencia y alguna de Albacete; y hay otro fango inmaterial mucho más persistente, pero que a la larga es más dañino: es un fango que inunda todo el espacio público hasta hacer odiosa la política. Sus más notorias excreciones son la denominada "posverdad" y los ataques de "falsa bandera", junto a la normalización inquisitoria de la “caza de brujas”.
Recomiendo la lectura del artículo de Marga Mediavilla (1) publicado en su blog (Habas contadas) con el título “Fango y caza de brujas”, que comienza así:
“El fango no sólo ha inundado las calles de Valencia. También las redes sociales, las conversaciones, las televisiones y la política se han llenado de fango. Fango de interminables discusiones, insultos, teorías, acusaciones y peleas. Todo el mundo culpa a su víctima favorita: los de derechas al gobierno de izquierdas, los de izquierdas al de derechas, los unos culpan al cambio climático y los otros se enervan como fieras «demostrando» que no ha sido el cambio climático. Abundan los insultos y las palabrotas y todos «saben bien» cómo se deberían haber hecho las cosas. ..../... La vida política se está llenando de cazas de brujas. La ultraderecha la ha emprendido contra el ecologismo, a quien no perdona que le "culpe" del deterioro ambiental y ponga en duda el tradicional antropocentrismo europeo, pero hay muchos otros buenos candidatos a brujas, porque hay también muchos otros inquisidores dispuestos a quemar al vecino. Y, aunque los círculos extremistas y la ultraderecha son, en este momento, los más agresivos, no debemos olvidar que en 2020 la propia oficialidad de los gobiernos (de todos los países) abrió la veda animando a los ciudadanos a ser policías de balcón delatores del vecino y enseñándoles a arrinconar al hereje".
En ese artículo hay un párrafo que a mí me toca especialmente, porque todavía, cuatro años después de la pandemia de la Covid 19, me duran los efectos emocionales de aquel arrinconamiento -aislamiento social- que padecimos muchos de los “herejes” a los que se refiere Marga Mediavilla, entre los que ella misma se cuenta, como toda la gente que fuimos metidos en un mismo saco de sospecha “conspiracionista”. Eso es caza de brujas, a cargo, como siempre, de gobiernos autoritarios y sociedades penosamente sumisas, con argumentos no menos burdos y acientíficos que los de los propios conspiracionistas.
¿Alguien se acuerda de aquello?...ruedas de prensa diarias con portavoces políticos y científicos junto a militares, policías y guardias civiles...soldados fumigando ridículamente aceras y jardines...aquella paranoia de los respiradores, el miedo escénico que mató a muchos enfermos crónicos y a gente muy anciana...el abandono clínico y asistencial de todos ellos en hospitales y residencias geriátricas...la resistencia a realizar autopsias que certificaran la causa real de aquellas muertes...la persecución de la guardia civil a la gente que salíamos a pasear por el monte, ¡sin mascarillas!, a kilómetros de otra gente...la censura total de toda opinión científica que fuera mínimamente crítica, de toda opinión que fuera diferente de la oficial y científica-estatal, con la sola excepción de las bobas teorías conspiracionistas, que fueron bien publicitadas y burdamente utilizadas para reforzar la “verdad oficial”, hurtando todo debate realmente científico y democrático, destrozando así la escasa credibilidad de las “democracias”, estatales, todas capitalistas...¿queda alguien que se acuerde de aquello?
¿Cómo extrañarnos del lodo que hoy lo inunda todo, cómo, si no es olvidando, como dice Marga Mediavilla: “que en 2020 la propia oficialidad de los gobiernos (de todos los países) abrió la veda animando a los ciudadanos a ser policías de balcón delatores del vecino y enseñándoles a arrinconar al "hereje". A partir de ahí cualquiera podía ser sospechoso de negacionismo y/o conspiracionismo. Este es el fango moral y material que inunda hoy el mundo a escala global, ese lodo-mierda de la nueva normalidad/posverdad con la que se explica, por ejemplo, que ganen elecciones y gobiernen individuos perfectamente imbéciles o asociales, junto a corruptos y totalitarios compulsivos, secundados por sociedades perfectamente sumisas, que son la evidencia, bien palpable, del proceso autodestructivo en el que estamos inmersos, por primera vez en la historia, a escala global o de especie.
Y a mayores, vienen las izquierdas sistémicas -las neoliberales, estatales o globalistas, pero a lo “progre”- y se extrañan de lo que pasa, perplejas, porque no aciertan a explicar por qué la mayoría de la gente de clase trabajadora acaba votando a líderes capitalistas y corruptos. No aciertan a explicar lo obvio del momento histórico: que la mayoría proletaria prefiere en el gobierno a líderes ricos y no a los suyos, más pobres, dando a entender una novedosa desconfianza en su propia honradez, "de clase". Con ello, su mensaje viene a ser "que los ricos, por tener menos necesidad de robar, robarán menos y gobernarán más interesados en el bien común que los pobres"...¿no es esa la razón de la victoria del trastornado y ultramillonario Donald Trump, gracias al voto de la mayoría de la gente trabajadora?, ¿es que todavía cabe alcanzar cotas más altas de confusión y nihilismo?
Fango, caza de brujas, inquisición, posverdad y también ataques de falsa bandera...todo tan viejo y tan actual al mismo tiempo. Este último truco, tan viejo, solo ahora lo vamos conociendo, profusa y sistemáticamente empleado en todas las redes sociales. El denominado “ataque de falsa bandera” viene de muy antíguo, consiste en una acción hostil emprendida por sus propios autores, de manera que éstos no parezcan los responsables de la misma. Mediante tal artimaña se busca atribuir la autoría de la agresión a “otros”, con el objetivo de iniciar un conflicto o para obtener un rédito político. Ya en el siglo XVI se aludía a la falsa bandera cuando los piratas enarbolaban la de otros barcos, para poder acercarse a sus objetivos y atacarlos (esta artimaña se difundió en el mundo naval-militar, incluso fue aceptada por las leyes marítimas internacionales). A día de hoy nadie duda de que esta artimaña forma parte principal de las actuales estrategias desplegadas por las "Inteligencias" y Ejércitos de todos los Estados.
No solo en las guerras, militares y/o comerciales, que ahora se libran por todo el mundo, sino también y sobre todo en el campo de la información y del conocimiento, los ataques de falsa bandera, digitales y mediáticos, “profesionales” e “institucionales”, están a la orden del día, invadiendo e infectando la red global de internet, lo que no quita que, a mayores, se sumen a la ceremonia de la confusión, por su cuenta, multitud de francotiradores individuales, de toda ideología y color de pellejo, dispuestos a contribuir en la gran confusión y a pescar todo lo que puedan en río revuelto. Eso es lo que a mí me parece que pasa...pero, claro, no conviene fiarse mucho de lo que digo... porque yo puedo ser un hereje, incluso sin saberlo, un conspiracionista o un negacionista, legítimo o de falsa bandera.
Nota:
(1) Margarita Mediavilla Pascual es licenciada en Ciencias Físicas y doctora por la Universidad de Valladolid. Actualmente es profesora titular en el Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Escuela de Ingenierías Industriales de esta misma Universidad. Sus líneas de investigación se centraron en la ingeniería de control y la robótica hasta el año 2003, en que orienta su investigación hacia la energía y la sostenibilidad. Pertenece al Grupo de Investigación en Energía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid. Ha colaborado desde hace años en diversos colectivos y organizaciones sociales como Universitas 3M, Red de Consumidores de Productos Ecológicos, Asamblea Ciclista. Es miembro de Ecologistas en Acción de Valladolid.