viernes, 24 de enero de 2025

DOS: DE AMIGOS Y DE LIBROS

DOS HAIKUS Y DOS PREGUNTAS

  1

Tengo un olvido,

un amigo sin rostro, 

todo un vacío

 2

Cierro los ojos

y en la página quince

sigo leyendo

 

 1 y 2. ¿Dónde van a parar los libros que no se venden? y ¿dónde los amigos que se pierden?

 

DOS AUTORES

 


1. Aristóteles, filósofo nacido en 384 a. C. en Estagira (Grecia).  2. Eduardo Berti, escritor nacido en 1964 en Buenos Aires (Argentina).

 Para saber más:

-De Aristóteles: https://es.wikipedia.org/wiki/Arist%C3%B3teles

-De Eduardo Berti: https://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Berti

 

 DOS LIBROS

 

 

“Sobre la amistad, libros 8 y 9 de la Ética a Nicómaco” de Aristóteles y “Maneras de leer. Pequeño obrador de lecturas potenciales” de Eduardo Berti.

 

Tengo un poco de mala conciencia por leer libros digitales que compro más baratos o que descargo a coste cero. Pero de vez en cuando me permito el lujo de comprar algunos libros, y entonces lo primero que miro son los catálogos de Pepitas y Acantilado, mis dos editoriales preferidas. Estos días estoy con estos dos libros cuya lectura me permito recomendar.

1. En "Sobre la Amistad", de Aristóteles, Cicerón recuerda este pasaje: «Hay que comer juntos muchas fanegas de sal para cumplir el deber de la amistad».

-Ciertamente, si la separación se prolonga puede extinguirse la amistad, de ahí el dicho: «La ausencia causa olvido».

-A quienes se aprecian pero no conviven podríamos considerarlos unidos por una mutua afabilidad, más que por auténtica amistad, pues lo propio de ésta es la convivencia. Cuando estamos necesitados deseamos ver a los amigos porque nos procuran ayuda, y cuando somos dichosos, por la alegría de compartir nuestro tiempo con personas queridas. Nada es más perjudicial para los amigos que la falta de trato, pero sólo podrán frecuentarse si la relación es agradable y disfrutan de cosas parecidas, como ocurre en la camaradería.

2. Manera de leer n.º 2, de las 142 que figuran en el libro:

--Corte un libro que no pudo terminar (que le resultó aburrido y «se le caía de las manos», como reza la expresión), córtelo con la complicidad de una tijera de acero (que no sea una de plástico, barata), construya una casa inmensa, un palacio de papel.

-Pase unos meses adentro. Viviendo, pensando, durmiendo. Leyendo de vez en cuando lo que dicen las paredes, si es que los fragmentos de frases tienen algo para decir. Sienta que ahora, sí, al fin, este libro no lo expulsa, que se siente muy a gusto en el seno de sus palabras.

-Invite a un amigo a pasar unos días en la casa.

 

DOS EDITORIALES

 


1. Editorial Acantilado.

“En su profundidad vi que se encierra, cosido con amor en un volumen, todo lo que despliega el universo”.


Acantilado es una editorial independiente fundada en 1999 por Jaume Vallcorba. En 2008 se incorporó al sello Sandra Ollo, quien desempeñó los cargos de editora y gerente hasta el 2014, cuando asumió la dirección. El catálogo se concibe como un espacio de reflexión transversal donde los libros de distintas épocas y géneros dialogan entre sí y van configurando un universo cada vez más rico. Tan decisiva como la selección de títulos es la edición de los textos, el cuidado con que se abordan las traducciones y la elaboración material y formal, que distingue los libros de Acantilado no sólo por su singular apariencia, sino también porque envejecen bien y permiten una lectura muy cómoda. Hoy, tras veinte años de vida, el sello reúne autores imprescindibles de la mejor tradición literaria europea, desde los clásicos hasta los contemporáneos.

2. Editorial Pepitas de Calabaza.

"Una editorial con menos proyección que un Cinexín"

»Yo no puedo olvidar que en los momentos más difíciles de mi vida —cuando mi hermana se quedó preñada del negro, o cuando me caparon el hurón a mala leche—, solo tú prestabas oídos a mis quejas e iluminabas mi camino. Calabaza, yo te llevo en el corazón».
Estas palabras de «Amanece, que no es poco»(Jose Luis Cuerda) inauguraban, hace más de ocho mil días, una pequeña aventura editorial —que se ha convertido en una gran aventura vital— llamada Pepitas Editorial. Y, con unas cuantas canas más en la cabeza, unos trescientos títulos a la espalda y la calabaza llena de pepitas, continuamos fieles a las mismas ideas que nos empujaron a ponernos en marcha: abrir las puertas y ventanas de una casa que, a nuestro juicio, llevaba demasiado tiempo sin ventilar: la crítica social, radical y sincera.
En este tiempo nos hemos tomado un especial interés en la crítica de la política —en tanto que lenguaje de la Economía y el Estado— y hemos abrazado el humor como seguro de vida. Y, a grandes rasgos, hemos incidido en dos líneas de trabajo: el ensayo (donde conviven tanto los documentos de la guerra social como esos documentos del conflicto individual que son los diarios) y la narrativa (en donde hemos prestado especial atención a las vidas de individuos siempre únicos e irrepetibles, pero con frecuencia siempre a desmano).

 

DOS LIBRERÍAS

 


1. Librería Maxtor. El sello Maxtor, primero como librería y después como editorial, es una empresa que pronto cumplirá cuarenta años. Surge en un principio como librería especializada de fondo antiguo y de ocasión, hasta que en 1989 —con motivo del traslado a la actual sede en la calle Fray Luis de León, 20 de Valladolid— el negocio se amplía con el objetivo de alcanzar la idea de la librería completa, en la que se reúnan fondos generales, fondos especializados y libros antiguos y de ocasión. Como editora, inicia su andadura en 1999 y desde su nacimiento ofrece una selecta propuesta de libros antiguos recuperados en edición facsímil. El objetivo comercial de Maxtor Editorial es ofrecer ediciones de calidad en facsímil y a un precio muy ajustado, para que acceder al libro antiguo no sea un lujo al alcance de unos pocos. 

2. Librerías Oletum. Comienzan su actividad en 1992. Actualmente disponen de una librería de ámbito general y otra especializada en literatura infantil (OLETVM Junior) con una sección muy importante de álbumes ilustrados, ambas ubicadas en el centro de Valladolid. Desde sus comienzos siempre han intentado conjugar la implantación de las últimas tecnologías con el amor a los libros. Disponen de una base de datos de algo mas de 300.000 títulos con aproximadamente 40.000 títulos en stock.El servicio al cliente, buscando la calidad y la rapidez siempre ha sido esmerado. Da gusto asistir a las presentaciones de libros que con frecuencia tienen lugar en sus locales.

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lunes, 20 de enero de 2025

¿QUE HOY COMIENZA OTRA ERA?, ¿APOCALIPSIS TRUMP?, NO LO CREO

 

Apocalipsis-Trump, imégenes creadas con Inteligencia Artificial

Cuando escribo ésto, en el Capitolio todo está a punto para la ceremonia de coronación imperial que allí tendrá lugar esta tarde (20/01/2025), con ocasión de la toma del poder en EEUU por el magnate Donald John Trump, por segunda vez, ahora  a sus 78 años de edad. 

Será en plena aceleración reaccionaria a escala mundial; y en el ambiente hay como un andancio, que decimos por las montañas de Palencia, algo así como un vértigo que se contagia por aldeas y barrios de todo el mundo, ante lo que parece un tsunami imparable de nuevos nacionalismos de extrema derecha, que a mi entender ni son nuevos ni deberíamos llamarlos nacionalismos, sino más bien "estatalismos", más que nada por no seguir alimentando la sistemática corrupción del lenguaje que es característica de nuestras democracias liberales, en las que tan fácilmente se tiende a cambiar la realidad a partir de alterar el significado de los conceptos. 

Así, por ejemplo, con total ambigüedad, se hace colar la confusión conceptual entre "Nación" y "Estado":  una Nación que en la realidad refiere a la comunidad cultural y prepolítica  integrada por los hablantes de una misma lengua materna y un Estado que en realidad corresponde al  aparato militar y burocrático del que históricamente se han servido las élites  para ejercer su dominio sobre  la Sociedad y  la Naturaleza. 

Es falso, pues, el dilema que plantean quienes ven la situación actual como una simple confrontación entre nacionalistas "de derechas" (como Trump o Milei) y globalistas "de izquierdas" (como Pedro Sánchez y muy poco más). Por favor, véase cómo los  capitalistas que juegan a la Bolsa, al igual que los pequeños comerciantes de una misma calle son necesariamente enemigos, al igual que los proletarios que en dura competencia se disputan un mismo puesto de trabajo en el mercado laboral. Véase que unos y otros son enemigos POR SISTEMA: un orden social que es estatal y capitalista por su propia naturaleza primaria, fundada en el más primario instinto de nuestra condición animal, que es el de Propiedad territorial y reproductiva, o sea, nada diferente al orden social de los animales de otras especies. Más sofisticado en su apariencia tecnológica e  institucional   (Estado-Capitalismo-Patriarcado)...sí, pero bajo la misma ley animal de la selva.

Por favor,  véase la emoción que en los campos de fútbol conmueve y hermana a gente desconocida entre sí, en torno a "su equipo", aunque éste lo integren jugadores de diferentes razas y nacionalidades comprados en el mercado futbolero. Su vínculo emocional, su pasión, no es con los que juegan, es con la masa de los que vociferan y animan a "su equipo" en la misma lengua; es por sentirse parte de esa comunidad lingüística, de los que allí solo tienen en común una misma lengua materna, la que  cada individuo tiene "de nación o nacimiento". Ni siquiera "su equipo" es suyo, "del Común", sino más bien es propiedad de uno o más socios-empresarios- capitalistas...y véase el fervor de los independentistas de todo pelaje, su patriotismo, de derechas o de izquierdas, fijado en la comunidad cultural-inmaterial  de su lengua materna y común, ese sentimiento de básica comunidad que tan bien han sabido instrumentalizar las élites dominantes al servicio del Estado, como sentimiento "nacionalista" de las masas y  en su propio beneficio, claro.

Por eso, ese sentimiento "de nación" en esencia es prepolítico, emocional, cultural y no político, porque al Estadio  se va a ver jugar a un equipo de fútbol, no  a tratar de los asuntos políticos que conciernen a la masa allí congregada. Por eso deberíamos decir "estatalismo" en vez de "nacionalismo", para no seguir contribuyendo a la corrupción del lenguaje que subyace al sistema de dominio estatal-capitalista.  

¡Menos mal que no es globalista el nacionalista Trump, que de momento, solo quiere anexionarse a Canadá, Groenlandia y Panamá!.  Todos estos nuevos falsos nacionalismos son verdaderos estatalismos,  nacen todos con un claro sesgo totalitario, con  ramalazo imperialista y con un  indisimulable tufo neofascista. Y es que, como el agua de la montaña tiende a bajar al valle, por efecto de una inexorable ley de la gravedad, todo Estado tiende a su forma ideal de Imperio.

Hace tiempo que dejé de darle vueltas a ésto que ya se veía venir desde hace años. Al menos yo empecé a verlo venir después de que disolviéramos en Aguilar de Campoo una de las últimas Asambleas del 15M. Dejé de darle vueltas, digo, porque entiendo -o quiero entender- de qué va "ésto" del Capitalismo y del Estado. Y, sobre todo, de dónde viene esta afiliación masiva a la Apolítica por parte de las mismas clases medias y trabajadoras que en 2011 llenaban las plazas del 15M.

El caso es que hoy ha llamado mi atención lo dicho recientemente por alguien muy de la cuerda de Trump, un tal Peter Thiel, que es uno de los individuos más poderosas de Estados Unidos (empresario, administrador de fondos de inversión libre y capitalista de riesgo, el que fundara PayPal junto con Elon Musk), quien pronostica el inicio de una Nueva Era a partir de hoy lunes, añadiendo un mensaje críptico y un tanto enigmático: "oscuras cuestiones emergerán en las últimas semanas crepusculares de nuestro interregno"....según este elemento, “vivimos en los últimos días de un mundo muy antiguo”, y ésto es lo único en lo que estoy con él totalmente de acuerdo.

Su hipótesis viene acompañada de vaticinios que están asustando a mucha gente, porque a propósito de los primeros dias de esa supuesta “nueva era del Apocalipsis-Trump”, Peter Thiel ha anticipado los primeros acontecimientos que sucederán al comienzo de esta nueva era, o sea desde ya, cosas como éstas: “pronto se revelará una vasta conspiración milenaria: desde el asesinato de John F. Kennedy hasta el suicidio de Epstein, pasando por la Covid y por Anthony Fauci, las organizaciones mediáticas, las burocracias, las universidades y las ONG financiadas por el Estado, que tradicionalmente delimitaban la conversación pública, serán derrotadas. La verdad saldrá a la luz”. Además, afirma estar convencido de que “en la vieja guerra entre democracia y libertad, internet está ganando la guerra, las instituciones del antiguo régimen se están derrumbando"...¿se entiende, no?, con eso el tal Peter Thiel acaba de despejar en un pis-pas la ecuación civilizacional que trae por la calle de la amargura al mundo entero, porque, según Thiel: "Internet, por fin, significa el triunfo de la libertad sobre la democracia". Solo Milei puede ser más cachondo.

Hay, pues, que prepararse para la entrada, si no en una nueva era, sí en una nueva dimensión mental-patológica, concretamente esquizofrénica, de la política a escala global, para poder soportar el estilo críptico-paranoico que tomará la nueva Apolítica imperial del Gran Zar americano a partir de hoy, 20 de enero de 2025...por favor, apunten bien esta fecha. 

Resumo lo que pienso al respecto y puestos a profetizar yo no voy a quedarme atrás: el mandato de Trump para nada marcará el inicio de una nueva era, su proyecto de imperio (un Estado a lo Bestia), está más gastado que la pana y es bastante más antiguo que el romano acueducto de Segovia. No obstante, pienso que dentro de cuatro años, cuando Trump finalice su mandato y en caso de llegar vivo y cuerdo a esa fecha, yo me veré obligado a agradecerle que  me haya ayudado a demostrar,  de modo práctico e irrefutable, mi ya vieja teoría acerca de la Historia de la Evolución Humana, por la que pienso y afirmo que a estas alturas de los tiempos, en 2025, todavía nuestra especie sigue atascada en el Neolítico. 

En serio, ¿es que nadie ve que  aún siendo una de las especies más sociales y, sin duda, la más avanzada tecnológicamente, hoy como hace no menos de 10.000 años, esta especie nuestra, homo sapìens, sigue organizando su  compleja existencia a partir de una ley salvaje de la Propiedad territorial y reproductiva. De ahí la remota antigüedad de las instituciones estatales, en origen creadas por una alianza de sacerdotes-propietarios-mercenarios  para proteger esos salvajes "derechos" de  apropiación y de herencia, sobre la Tierra y el Conocimiento (nuestros bienes comunales universales), lo que necesariamente incluye el derecho machista a la apropiación privada de las hembras reproductoras. 

Por favor, mirad los programas de todos los partidos políticos, o las constituciones estatales, todas, de extremo a extremo,  que por ningún lado encontraréis una propuesta parecida a una Declaración de la Tierra y el Conocimiento como Procomún Universal...no, nada de eso...ni ecosocialistas, ni feministas, ni comunistas, ni anarquistas, nadie, nada de nada, nadie que se atreva a cuestionar la Propiedad. 

Y así, de qué futuro post-Trump podemos hablar, que no sea un más-de-lo-mismo  y en bucle...de qué democracia, de qué ecología, de qué justicia o igualdad, de qué feminismo, de qué otro mundo mejor...en qué futuro podemos siquiera pensar mientras seguimos atascados en la neolítica era estatal de la Propiedad? 

No sé lo que  esperáis vosotres de la Era Trump. Para mí lo único positivo que espero de los próximos cuatro años (aparte de seguir vivo), es lo que ya dije antes: que Trump me ayudará a demostrar en la práctica lo que no logro demostrar con el pensamiento y la palabra, que diez mil años después de inventar la agricultura y la política sigamos atascados en el Neolítico. 

Eso sí, cuatro años más cerca de superarlo...que a optimista no hay quien me gane.

lunes, 13 de enero de 2025

RÍOS, VECINDADES, PAISANÍA...TOPOFILIA

 

“Los paraísos tienden a ser más semejantes entre sí que sus correspondencias terrenales.../...para el comanche, la tierra donde el sol se pone es un valle diez mil veces más largo y más ancho que el valle de Arkansas. En ese mundo feliz no hay oscuridad, ni viento, ni lluvia y abundan los bisontes y los alces. Para el esquimal de Groenlandia, el paraíso de los elegidos está en una región subterránea y es un dulce lugar de sol y verano perpetuos, provisto de agua, peces y aves en abundancia, en donde las focas y los renos se cazan con facilidad o se los encuentra cociéndose vivos en una gran caldera”
(Yi Fu Tuan, de “Topofilia, amor al territorio”)
 

“Todo lo que no es amor, es mercancía”
(Pablo Ardisana)

 



El país donde nacen las aguas que van a todos los mares de Iberia. Tres son todos los mares de Ibería (Cantábrico, Mediterráneo y Atlántico), pero si contamos a este último océano como uno más entre los mares del mundo, entonces, por razón de básica justicia geográfica, tendremos que decir que todos ellos, con todas sus aguas y con las de todos los ríos y arroyos que pasan cerca o lejos de nuestras casas, todas, pertenecen a un mismo Océano Global...por mucho que dividamos las aguas de la Tierra en parcelas marinas u oceánicas. Todas juntas, las aguas del mundo ocupan nada menos que las tres cuartas partes de la superficie del planeta en que vivimos, al que, sin embargo, le hemos puesto el nombre de Tierra y no el de Agua. Claro, que también llamamos “Europa” a un continente inexistente, a lo que solo es un conjunto de Estados, los 27 que de momento forman la UE y que entre todos ocupan algo menos de la quinta parte de Eurasia, que es el nombre correcto del continente en el que vivimos. Tales errores se deben, sin duda, a la azarosa historia de este continente y también a ese moderno modo de pensar científico/analítico, que fragmenta la realidad “para explicarla mejor”, lo que acaba en un exceso de especialización que nos hace percibir la realidad distorsionadamente, casi siempre. En esta líquida modernidad contemporánea asistimos a un acelerado proceso mental que comprime, juntos, espacio y tiempo. Y puede que sea por eso que sintamos cierto desasosiego y confusión generalizada, algo así como que la vida nos sobrepasa y que la Historia funciona a su bola, sin contar con nosotros para nada.


El caso es que en el confín del sur occidental de Eurasia existe un territorio singular, con lugares muy especiales donde nacen aguas que van a parar al océano común que baña todas las costas de la península ibérica. Son encrucijadas geográficas e históricas, que conforman un compendio de cuencas hidrográficas y culturales, de ecosistemas aldeanos entre valles, brañas y altas montañas, todo ello en torno a vértices geodésicos que marcan divisorias que son solo topográficas y administrativas, pero no culturales, ni convivenciales. Son, según miramos hacia el oriente: la cumbre de Tres Provincias (Cantabria, León y Palencia), la del pico Tres Mares (Cantábrico, Mediterráneo y Atlántico), y también es una línea imprecisa que cruza el loriego valle del río Lucio, ese modesto río que se abre paso entre las grandes Loras de Valdivia, de la Pata del Cid y de Valdelucio. 

 

Arriba, fuentes del Rudrón (Ebro) en San Mamés de Abar, Burgos. Abajo, fuentes del río Lucio
(Camesa/Pisuerga) en Barriolucio, Burgos (fotos: Montacedo, tierrasdeburgos.blogspot.com)


Las Loras son esos inmensos sinclinales colgados que parecen acantilados y castillos naturales, que los vemos aparecer cuando subimos de Polientes y Reinosa hacia Burgos y Palencia, como fantasmales trasatlánticos varados. Ah, no se me olvide que lo de la “Pata del Cid” debe ser otro error de toponimia, porque refiere al lugar donde la leyenda sitúa el enorme agujero en la roca que hizo con su pata, no el Cid, sino más bien su caballo Babieca, abriendo un arco monumental que se conoce como “el Puente del Diablo”. En realidad ese monumento natural es obra de un río nacido muy cerca del Lucio, el Rudrón, afluente del Ebro que, cómo éste, también se abre camino, encañonado entre Las Loras, antes de apuntar al Oriente mediterráneo.

El pico Tres Mares tiene una vertiente que mira por el norte a Cantabria y otra, por el sur, a Castilla. Son altas y muy pindias laderas en las que nacen aguas con destino al Mediterráneo a través del río Ebro; hacia el Atlántico mediante las aguas del Pisuerga, el gran afluente del Duero; y con destino al Cantábrico siguiendo el cauce del río Nansa. Y en la contigua sierra de Fuentes Carrionas, el pico denominado “Tres Provincias” tiene laderas que se reparten por tres comarcas naturales pertenecientes a otras tantas regiones: la cántabra de Vega de Liébana, la leonesa de la Montaña de Riaño y la castellana de la Montaña Palentina. Así pues, ese no es un territorio cualquiera. Ese territorio existe realmente, es el sitio por donde se plegó la cordillera cantábrica hace no menos de ochenta millones de años, mucho después de que chocaran las placas tectónicas de Iberia (una isla por entonces) y del continente Eurasia, produciendo elevaciones y hundimientos que por entonces aprovechaban los ríos para ir naciendo, cada cual por donde podía.

Por entonces, nadie vivía por aquellas altas brañas, al menos nadie que pudiera contarlo. Pues bien, yo le digo “país” al conjunto de valles y aldeas que riegan esas aguas nada más nacer, por eso y porque quienes vivimos por esos “paisajes” tenemos la costumbre de tratarnos como “paisanos”, en virtud de una relación de proximidad convivencial (la paisanía) respecto de un país/territorio que habitamos en común. Paisanía es palabra que viene, pues, de “país” o “paisaje”, próximo y común; es palabra todavía en uso a uno y otro lado de los puertos, entre las gentes que pertenecemos a ese mismo y singular territorio, que perfectamente podría ser “simbioético” (1), con ese sentido al que me refiero, de paisaje vital donde acontece la inmensa mayor parte de nuestras vidas.

Ese vínculo de paisanía es físico, emocional y cultural al mismo tiempo y sucede en grado de intensidad variable, según sea la proximidad, si doméstica, vecinal o territorial. Son esas relaciones que otorgan consistencia vital a las comunidades reales, las convivenciales que son previas a las administrativas y oficiales “comunidades” que nos son impuestas, abstractas y burocráticas... téngase en cuenta que -al menos hasta ahora- siempre fueron las élites, nunca los pueblos, quienes fijaron Fronteras, fundaron Estados y escribieron la Historia. Yo pienso que los vínculos de vecindad y paisanía se completan entre sí y son perfectamente congruentes con los generales vínculos “de humanidad”, los que tenemos a escala de especie. Y veo en ello la misma ley de la gravedad que lleva el agua de los arroyos al océano común. Pues bien, a mi entender, ese vínculo de paisanía y humanidad, aldeano y global, comporta una responsabilidad que tenemos contraída con el resto de especies, por ser la nuestra la que va por delante en la evolución de la vida, y la única que puede llegar a ser consciente de su responsabilidad en el cuidado de la Vida Toda. Porque, que sepamos, aparte de nosotros, no hay nadie más, ningún otro animal que pueda cargar con esa responsabilidad universal.

Así pues, el “país” real es -hablo por mí- un territorio tan físico como emocional, con lógica comunitaria y convivencial de escala necesariamente humana, integral y glocal, geo-bio-ética, sí, todo al tiempo. Tal como lo entiendo, un país es autoconstituido y por tanto es voluntario, por lo que no es necesario que tenga límites precisos e invariables. Ésto de los límites no debiera ser problema si se sabe distinguir entre la realidad (que es el país habitado) y el mapa (que es su representación). Si no, véase lo imprecisa que es la raya entre Liébana, Polaciones y Pernía, o entre la gente campurriana de Reinosa y de Aguilar de Campoo; o qué decir de la gente cántabro/palentina/burgalesa, la de Valderredible (el valle del comunal “río de los iberos”) y de los páramos loriegos de por arriba del valle. Y todo gracias a los ríos, todo un mapa/territorio 1:1, orgánico e impreciso, como acostumbra a ser todo lo que refiere a la vida: promiscuo, comunitario y carente de fronteras.

No se me va de la cabeza lo que decía el poeta asturiano Pablo Ardisana (2), eso de que “todo lo que no es amor, es mercancía”. Pero hay que decir, en nuestro descargo, que es muy fácil la confusión cuando se vive todo junto, amor y mercancía, en la calle y en el campo, en el trabajo y en la plaza del mercado, los lunes en Reinosa y los martes en Aguilar de Campoo, en ese paisaje común donde nos encontramos y tratamos personas y poblaciones del mismo “país” singular, éste donde nacen los ríos que van a parar a los Tres Mares de Iberia, que son -no se nos olvide- un mismo mar común, oceánico y global.

Sueños y pasos que me unían
a la voz del río,
seres en movimiento,
golpes de luz en la historia,
tercetos encendidos como lámparas.
El pan y la sangre cantaban
con la voz nocturna del agua
.
(Neruda, 1954)

 

Aún así, lo que más echo en falta son los comunales perdidos, unos robados y otros malvendidos...sus respectivos corros vecinales, de concejo abierto, esos corros de libertad y dignidad elementales...¡ay! ese viejo sueño de fraternidad y autonomía, ese proyecto de siempre pendiente -creo yo que desde el Neolítico-, tan lejano que ya nos parece imposible, y más en estos tiempos que corren, que amenazan con sustituir la natural inteligencia humana por otra artificial que promete ser “mejor”, cosa de algoritmos y de máquinas mucho más precisas que nosotros...inteligencia artificial, sí, pero manejada por humanos, que no se nos olvide, y a saber con qué intenciones.


El caminar como reinvención del horizonte: hubo quien pensó el territorio como un “país románico”. “La década de los ochenta terminó mal para los agricultores o empresarios agrarios. Hubo crisis y se les quedó esa mirada triste, como cuando «a la vaca le llora el ojo».../...Ya nadie pone unos puñados de paja debajo del cuello de la vaca para que no le rocen los hierros de la caja del camión en el que la llevan al matadero. Nadie encierra a los inspectores de Hacienda en el pajar con las ovejas por ver de meterles en la cabeza otros valores que no sean los del dinero”. (Emilio Barco, “Donde viven los caracoles. De campesinos, paisajes y pueblos”, Editorial Pepitas de calabaza).

“Cuando el más apartado rincón del globo haya sido técnicamente conquistado y económicamente explotado; cuando un suceso cualquiera sea rápidamente accesible en un lugar cualquiera y en un tiempo cualquiera (...) cuando el tiempo sólo sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad mientras que lo temporal, entendido como acontecer histórico, desaparezca de la existencia de los pueblos...entonces, justo entonces, volverán como fantasmas las preguntas: ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿y después qué?” (3) Ésto que decía Heidegger como un presentimiento, por el vértigo propio de su época, está sucediendo, vuelve a suceder una y otra vez, ahora ante el espectáculo omnipresente del hiperdesarrollo tecnológico. De nuevo los mismos fantasmas y las mismas preguntas.

Así, “la historia, como dispositivo metanarrativo de legitimidad, permanece suspendida entre los vaivenes de época”. Con el autor (4) de esta reflexión, convengo que este dispositivo (la historia) es la matriz del imaginario moderno, ese que puede reinventarse sobre sí mismo, repetidamente, sin temor a extinguirse. Lo expresa muy bien su autor con esta analogía: “la construcción de la historia es como la acción del caminante que quiere alcanzar la línea del horizonte. Al llegar al sitio imaginario donde se encontraba, se abre de nuevo ante sus ojos el espacio infinito bordado a lo lejos por la línea imaginaria de un nuevo horizonte” (5)

Puede que hayamos perdido la memoria histórica, o tal vez sea que nos hemos reconciliado con la historia y la protegemos como una obra maestra en peligro. O, quizá, puede que sea porque tememos que no podremos librarnos de lo peor, que no tenga fin y que todos sus restos -como la Iglesia, el comunismo, la democracia, la esclavitud, el racismo, los nacionalismos, con todos sus conflictos e ideologías- sean indefinidamente reciclables. Así lo pensaba Jean Baudrillard y lo fantástico es que todo lo que creíamos superado siga ahí, dispuesto a resurgir, porque nada de ello ha desaparecido realmente: “todas las formas arcaicas, anacrónicas, intactas e intemporales, como los virus en lo más hondo de un cuerpo.” (6) A lo que yo añadiría la guerra permanente en la que estamos involucrados, ahora mismo a punto de hacerse atómica y expandirse desde Ucrania y Palestina por medio mundo.

 

 Esa es la sensación que tengo después de vivir en primera persona tres décadas de “crecimiento y desarrollo rural” subvencionado: un horizonte huidizo y una traicionada promesa de futuro. Y también un gran desengaño personal, que supongo también colectivo. Al comienzo, primeros años noventa, se nos dijo que respondía al fracaso de las administraciones públicas, que no sabían cómo frenar el abandono y deterioro imparable de los territorios rurales de Europa tras la crisis de los años ochenta, que por eso el intento LEADER significaba una apuesta por la iniciativa de la sociedad civil local, en modo participativo, de abajo hacia arriba.
Por entonces no éramos conscientes de que eso era un imposible, un objetivo incompatible con la política “realmente existente”, la estatal y corporativa de los estados miembros de la UE, cuyo ADN es necesaria y ontológicamente jerárquico en origen, desde hace no menos de seis mil años (pero, bueno, podemos seguir intentándolo durante otros seis milenios). 

Solo en la primera edición del programa LEADER (1991-1993) pudo darse una relativa autonomía de los grupos de acción local que por entonces gestionaban ese programa europeo. Después de su relativo “éxito” inicial, debido principalmente al impulso que supuso la puesta en marcha del turismo rural, se acabó su autonomía.
Las administraciones políticas, municipales, provinciales y autonómicas, todas estatales, no podían soportar ese relativo “éxito” de la iniciativa cívica y local.
Necesitaban controlarla y poco a poco fuimos comprendiendo que aquella iniciativa europea de desarrollo rural, siendo solo un 5% del presupuesto total de la Política Agraria Común (la PAC), tenía nulas posibilidades de cumplir su promesa. La PAC tenía por finalidad la plena industrialización de las actividades agroganaderas y forestales, lo que venía a suponer la necesidad de incrementar el tamaño de las explotaciones mediante la concentración de la propiedad, para reducir a solo un 3 o 4% el porcentaje de población dedicada al trabajo campesino. Así, la despoblación definitiva de la mayor parte de los territorios rurales europeos era el inevitable peaje a pagar por su competitividad y “desarrollo”

Solo un breve apunte para una nueva teoría/práctica del país como bioterritorio. En un texto de Ricardo Rozzi (Ética biocultural: hacia un cohabitar biosférico) se dice: “Los ríos son mucho más que meros canales de agua. Son comunidades bioculturales donde se ensamblan elementos biofísicos y culturales. Los ríos representan relaciones ancestrales con los pueblos de distintos  continentes y la mayoría de las civilizaciones han surgido asociadas a ellos. Hoy, la sociedad global mantiene con los ríos relaciones complejas, especialmente asociadas a actividades productivas como la ganadería, la agricultura, la minería, la energía, el transporte y la urbanización (United Nations [UN], 2014). Si examinamos los ríos con una perspectiva biocultural, la observación de estos socio-ecosistemas puede incitarnos a revalorizar su importancia para la vida biosférica y a repensar críticamente la concepción unidimensional que los ha considerado como simples cursos de agua que han sido canalizados física y mentalmente durante la modernidad”. 

Como Elías Canetti, pienso que lo incierto es el verdadero dominio del pensamiento; pero incierto no es vago, ni complaciente, más bien es por donde abrimos nuevos caminos, que no están plenamente asegurados por planes previos, ni por atajos, pero que de seguro nos llevarán a otra parte y a otro tiempo.

La noción de país como bioterritorio, sea su tamaño comarcal o regional, emerge en plena crisis global y sistémica como categoría que puede ayudarnos a salir del callejón sin salida en que estamos atollados por obra y gracia del moderno y suicida proyecto capitalista de “crecimiento y progreso ilimitado”, a su modo, claro, mercantil y financiero...¡y necesariamente militar, no se olvide!, mucho menos en estos días, cuando se libra, aunque disimulada, la Tercera Guerra Mundial entre imperios comerciales y estatales que solo ponen armas y dinero, mientras a otros les toca poner los muertos.

La organización paisana/bioterritorial posee la potencialidad de ayudar a delinear respuestas congruentes, en clave ética, ecológica y social, para hacer frente a la deriva autodestructiva en la que estamos inmersos en esta fase posfeudal de la época moderna/capitalista/global, que sus propios apóstoles han llegado a calificar como “el fin de la historia” (7): un tiempo detenido en un presente perpetuo, donde ya no habrá nada nuevo por pensar ni por hacer. 

No puede ser que la creatividad y el conocimiento humano, junto a sus grandes avances científico-tecnológicos, sirvan solo a los negocios y a los ejércitos. Y tan poco, casi nada, a mejorar las condiciones y calidad de la existencia humana, lo que incluye necesariamente el cuidado de la biosfera, de la que dependemos y somos parte. Me gusta definir el bioterritorio como la unidad de complejidad mínima que es necesaria para abordar la reterritorialización de la economía, la cultura, la ecología, la política y, en definitiva, para estar a la altura de la transición ecoética que hoy es extremadamente urgente, por imperativo existencial. El bioterritorio es un “país” de límites pactados entre iguales, con límites reconocibles, como son los de las cuencas hidrográficas. La noción bioterritorial es una llamada a la reorganización de las relaciones sociedad/territorio y cultura/naturaleza, que compromete a imaginar, diseñar y materializar nuevas y mejores formas de cohabitar la Tierra Común. 


Notas:

 
(1) Simbioética es el título de uno de los libros más leídos de Jorge Riechmann. Según su propia definición, es el desarrollo de posiciones morales de amor compasivo, congruentes con lo que de hecho (ontológicamente) somos: holobiontes en un planeta simbiótico. 

(2) El escritor y poeta Pablo Ardisana (Llanes, 1940-2017), fue uno de los autores más relevantes de la literatura en asturiano durante el último tercio del siglo XX. 

(3) M.Heidegger citado por N.J. Minaya; “Prolegómenos a un discurso sobre la Magna Patria: una lectura desde la posmodernidad”. 

(4) “El fin de la Historia y otros relatos de dominación”, Gazir Sued, 2016, Editorial La Grieta.

(5) Serrano Caldera, El fin de la historia: reaparición del mito; op.cit., p.22. 

(6) Jean Baudrillard, La ilusión del fin: la huelga de los acontecimientos; op.cit., p.42-47.

(7) Francis Fukuyama, en su libro “El fin de la Historia y el último hombre”, publicado en 1992, argumentaba que el sentimiento global de haber llegado al final de la Historia se debía al fracaso de los grandes regímenes autoritarios del siglo XX -fascismo y comunismo-, lo que supondría el triunfo definitivo de la democracia burguesa, representativa o liberal, que así se habría quedado sin alternativa.

 

jueves, 2 de enero de 2025

2025, MÁS CERCA DEL MÁS ALLÁ

"Esperando el regreso de los pescadores" (1894). Henry Moret. Óleo sobre lienzo: el mar agitado por la espuma de las olas simboliza la angustia de las personas que, intranquilas, otean el horizonte desde tierra firme.

A primera vista, el título sugiere algo obvio: en 2025 estaremos un poco más cerca del límite de nuestras particulares vidas,  de todos sin excepción,  creyentes e incrédulos, de toda clase y de todo género. Y, por lo que hasta ahora he podido ver, a los no/humanos en general les preocupa muy poco el más allá, prácticamente nada. Si acaso, puede que piensen en algo parecido al futuro solo aquellos animales -como por ejemplo las ardillas- que procuran acumular alimento para cuando escasea, que suele ser en los meses de invierno. A partir de esa obviedad, el más allá da para mucho.  

La versión del más-allá más tradicional y duradera fue durante siglos la clásica versión religiosa que fuera universal para el conjunto de culturas medievales y campesinas,  y que aún predomina en buena parte del mundo menos industrializado, en ese Sur Global que sigue siendo campesino en gran medida, donde  el más allá sigue refieriéndose a "otra vida" después de ésta, algo así como una segunda oportunidad correctora y/o consoladora. La hegemonía de ese más-allá-religioso entró en crisis al llegar el siglo de las Luces (XVIII), a partir de las revoluciones francesa y americana, además de la tecnológica/industrial; coincidió su declive  con la aparición de la nueva economía mercantil-capitalista, ya fuera liberal-de-Mercado o socialista-de-Estado (1), y ocurrió en un contexto general de materialización de la existencia humana, más urgida por las necesidades del cuerpo que por las del espíritu. 

Las versiones  más actuales (postmodernas) del más allá son: a) el "más allá del colapso ecosocial" que profesa buena parte de la corriente ideológica neomarxista y b) el "más allá de la izquierda y la derecha", cuyo máximo exponente es el filósofo francés Alain de Benoist, ideólogo principal de la Nueva Derecha francesa y, en general, de la corriente neofascista que vemos extenderse por todas las latitudes y que, de no remediarlo,  marcará la tendencia ideológica de la política global durante el próximo cuarto de siglo. (2)

No obstante,  cabe un pensamiento crítico y alternativo, que a mi entender da con la clave del éxito capitalista, que consiste en descubrir el profundo sentido religioso del  capitalismo, de su materialismo sublimado en el amor al dinero, que por cualquier lado que se le mire, es un amor basado en la fe, en una profunda creencia religiosa en torno a lo que el dinero es: puro crédito, crédito de creer, de pura  fe religiosa.  A partir de agosto de 1.971 en que el gobierno de EE.UU., bajo la presidencia de Richard Nixon declaró la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro, de hecho quedaba consagrado -nunca mejor dicho- el fundamento religioso del sistema capitalista: el dinero  pasó a tener un valor autorreferencial y eso sólo a condición de contar con la fe incondicional del conjunto de creyentes/usuarios. Porque, de no ser así, ¿por qué un trozo de papel/dinero tiene que "valer" (valor de cambio) la cantidad de moneda (unidad de cambio) que figura escrita en sus dos caras, y no la que le correspondería por su valor real,  como trozo de papel?... que es lo que realmente el dinero es. En menos de una década asistiremos a  su completa sustitución electrónica, que dará al dinero una existencia completamente virtual y definitivamente religiosa.

En la religión capitalista el dinero cumple la misma función que las representaciones escultóricas en la religión cristiana, cuyo valor es atribuido por la creencia que representan y no por el arte o la materia de la que están hechas. La desmaterialización del dinero tuvo su precedente en el comercio global a partir de los procesos de colonización desplegados en el siglo XV, tras el descubrimiento de América,  cuando las necesidades del mercado llevaron a añadir letras de cambio (títulos de crédito) a la moneda metálica, cuyo manejo resultaba engorroso en aquellas nuevas condiciones mercantiles, que perfectamente podemos catalogar como "primera globalización".

Uno de los trabajos más interesantes de Walter Benjamín es "El capitalismo como religión", título de uno de sus más penetrantes escritos  póstumos. Para W. Benjamin, el capitalismo no es sólo una secularización de la fe protestante, sino que él mismo es esencialmente un fenómeno religioso, que se desarrolla como parásito a partir del cristianismo y que, como religión de la Modernidad burguesa, se caracteriza: 1. Por ser una religión de culto, posiblemente la más extrema que ha existido. 2. Por ser un culto permanente, que no distingue entre días festivos y laborables, sólo  un único e ininterrumpido día en  el que coinciden trabajo y culto. 3. Porque este culto capitalista no remite a la redención o expiación de la culpa, sino a la culpa misma. Precisamente porque  no tiende a la redención,  como religión no tiende a la transformación del mundo sino a su consumo (destrucción).  

Decía W. Benjamín que el dominio del capitalismo es tan absoluto que los tres grandes profetas de la modernidad (Nietzsche, Marx y Freud) de alguna manera conspiraron con la religión capitalista. En paralelo y respecto del socialismo, para Carl Schmitt esta ideología también se parece mucho a una religión: "el socialismo pretende dar vida a una nueva religión que para los hombres de los siglos XIX y XX tuvo el mismo significado que el cristianismo para los hombres de hace dos mil años." 

Pero yo insisto: ¿no podría ser el Estado la causa real del fracaso del socialismo, además de la naturaleza religiosa de su histórica forma  burocrática, la estatal/capitalista? Sostengo que el socialismo sería contrario al capitalismo sólo a condición de abdicar de su doble y religiosa fe: en la Propiedad (como derecho de apropiación sobre los medios de producción) que genera el Capitalismo, y su fe en la organización jerárquica (Estado) de las sociedades, que genera la perpetuación institucional de la lucha de clases (entre desposeídos/súbditos y propietarios/gobernantes).

***

Por otra parte, nadie podrá discutirme que somos una especie de animales sociales, que naturalmente nos agrupamos (o somos agrupados) por orden de mayor a menor proximidad, en comunidades (familias, tribus, pueblos, naciones...), unos animales cuyo comportamiento hoy sigue siendo -como hace cientos de miles de años- básicamente instintivo y funcional a su principio más vital, que es el de superviviencia. Sí, pero ¿más  más-allá... de la religión, de la política?... la verdad es que, visto lo visto, no estoy muy seguro. 

A veces me imagino a la especie humana representada por un individuo de pequeña estatura, mitad hembra, mitad varón, cabalgando sobre un inmenso elefante que, por su enorme envergadura, el pequeño jinete no alcanza a dominar. Por eso que se le vea por ahí, dando tumbos de acá para allá, vueltas y más vueltas sin rumbo, sin ton ni son, deambulando errático por la gran bola del mundo. Ese "elefante" es nuestro instinto más básico a  efectos de supervivencia. Es el híbrido instinto de propiedad territorial y reproductiva, el más primitivo y más reaccionario, el más ingobernable de nuestros instintos...tanto, que con harta frecuencia nos lleva a matarnos entre nosotros, en guerras fratricidas, entre clanes por la posesión de una hacienda (mejor cuanto más grande) y entre machos por la posesión patriarcal de las hembras-madres-reproductoras (y protectoras de la herencia territorial y genética).

Junto a esa duda, también tengo un sueño racional y realmente político (según creo). Antes, aclaro que entiendo por política ese conocimiento y oficio de lo social que vamos adquiriendo a lo largo de la vida, mediante el conocimiento de la historia y de nuestra propia experiencia. Incluso pienso que, de forma consustancial, la política tiene que ver con la naturaleza social de nuestra especie. Por eso que, aunque por costumbre el término “política” nos remita a la idea de competencia al interior de cada sociedad, en disputa por el dominio o poder social, territorial y reproductivo, no por eso hay que reducir esta noción de la política solo a su moderna y última forma de actividad parasitaria y partidista, liberal/parlamentaria, de apenas poco más de doscientos años, simplificada en exceso como "confrontación izquierda-derecha" que se produce al interior de un mismo Orden estatal-capitalista; ni reducir la política solo a su forma de lucha de clases, propia de las  sociedades del capitalismo industrial/ mercantil desde el inicio del  Estado-Nación moderno

Conviene aquí recordar, una vez más, que la institución “Estado” tiene una antigüedad de más de seis mil años (muchos más que la Nación o el Capitalismo, que son , inventos estatales). La antigüedad del Estado es tanta como la de las primeras urbes que marcaron el final de la era Nómada (tribal) y el comienzo de una nueva era Sedentaria (la urbana en la que  estamos).

Llegado a este punto, necesito un paréntesis para remarcar la confluencia histórica de las instituciones que precedieron al Estado y cuya trabazón explica por qué la evolución de las sociedades humanas siguió, a partir del Estado, un sentido único y necesariamente jerárquico, siguiendo esta secuencia estratigráfica: creencia religiosa-autoridad patriarcal-propiedad territorial y reproductiva-trabajo esclavo, servil o asalariado, esclavitud-herencia-urbanización definitiva y, por fin -como culmen- el Estado.

Y, sin embargo, la huella cultural de cientos de miles de años vividos en modo nómada, cargando con mínimas posesiones muebles, con una solidaridad comunitaria natural, no ha podido ser borrada, no del todo. Su rescoldo permanece en el substrato prepolítico de nuestras cotidianas relaciones de proximidad (redes sociales de parentesco y de amistad, de vecindad y paisanía, de trabajo, estudio y tiempo "libre"...). Tanto es así, que las hipermaterialistas sociedades modernas no podrían subsistir sin el sostén  de millones de comportamientos solidarios y altruistas que tienen lugar a diario, como respuesta propia de nuestro instinto comunitario, también básico a escala de especie,  y  común por encima de nuestras particulares culturas y condiciones de existencia, individuales y comunitarias.

Estamos, no cabe duda, en una encrucijada histórica caracterizada como “de transición” y bajo el predominio de un “presentimiento de final de época”, en medio de una desazón general con causa en un sentimiento de impotencia y precariedad que nos genera miedo sistémico e incertidumbre existencial, ante un futuro que intuimos peligroso como mínimo. De ahí que hablemos tanto de un “Más-allá” de esta época de transición, y de cómo imaginamos un Después, el tiempo que está por venir tras esta post-modernidad, que no es sino la fase terminal de la revolución burguesa que nombramos como Modernidad y que surgiera como ilustrado sueño de la razón, en un siglo XVIII denominado  “de las Luces” (precipitadamente a mi entender).

No andan descaminados quienes piensan que la post-modernidad se ha convertido en un  Desmadre sistémico, una caótica acumulación de múltiples crisis. Y que mejor sería reemplazar la noción “post-modernidad” por la de “post-ilustración”, lo que podría ayudamos, quizá, a escapar de tal Desmadre. A tal propósito, conviene repasar qué fué y qué quiso ser la Ilustración. Y para eso, nadie mejor que el ilustrado Kant, que así le diera oportuna respuesta, en un texto escrito en 1.784, precisamente titulado “Qué es la Ilustración?”: .../...”es la liberación del hombre de su culpable minoría de edad. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Y esa incapacidad es culpable, porque su causa no reside en la falla de inteligencia, sino de decisión y de valor para servirse por uno mismo de ella sin la tutela ajena. Sapere audel ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! He aquí el lema de la Ilustración”.

La Ilustración fue sin duda ese momento en que una parte de la sociedad humana, "burguesa e lustrada", como nunca antes acarició el proyecto de  autonomía y emancipación para el conjunto universal de la especie, al menos respecto de las supersticiosas creencias que tenían secuestrada a la razón humana en los siglos anteriores. Y, consiguientemente, secuestrada respecto de las tiranías dominantes a lo largo de los siglos. No tuvo otro sentido la Revolución Francesa de la que ya se han cumplido largamente más de dos siglos; ese proyecto de autonomía y emancipación fue, sin duda, un sueño de la razón, a cuya revolucionaria promesa quiso dar respuesta el movimiento social de la Ilustración. Sin querer, me viene ahora a la memoria el famoso grabado que el genio de Goya titulara El sueño de la razón produce monstruos”, que -valga la expresión- sirve muy bien para “ilustrar” la fallida herencia que recibimos de la Ilustración.

 

"El sueño de la razón produce monstruos", aguafuerte de Francisco de Goya, perteneciente a la serie de "Los caprichos". Fue realizado en 1.799, el mismo año en que se produjera el Golpe de Estado de Napoleón, que acabó con el Directorio, última forma de gobierno popular resultante de la Revolución Francesa.

Porque estamos, sin duda, en ese tiempo del todo-se-acaba que Marina Garcés denomina “condición póstuma”. En esta condición, se acaba la biodiversidad, agotada por el Desmadre depredador, extractivista y consumista del imperio capitalista-progreliberal. Se acaba la normalidad climática de las estaciones y se acaba la energía fósil responsable del éxito económico del capitalismo convertido en sistema social (político) mundial. Se acaba también el sueño  etéreo del capitalismo financiero-digital, corporativo e incorpóreo al mismo tiempo. Y aunque está solo empezando, igual de efímera acabará siendo -no tardando- la emergente revolución reaccionaria y populista del -¿nuevo?- capitalismo patriótico, nacionalista, estatista y neofascista por tanto, rebotado de la globalización. 

A lo que de inmediato vamos, es hacia un capitalismo feudal y tecnológico que (con la boca pequeña) dice no necesitar de la propiedad de los medios de Producción, ni del Estado, porque le basta con tener en sus manos la llave del acceso a los mercados y mantener un MiniEstado  al estilo libertario de Milei, el bocazas presidente de la República Argentina, o sea, solo la Hacienda recaudadora, las Fuerzas Militares/Policiales... y poco más...solo eso, nada menos.

 ***

En las decadentes sociedades occidentales impera hoy la fascinación por el  Apocalipsis, incluso hay quien dice -como los neomarxistas/ecosocialistas de la talla de Jorge Riechman- que el Colapso no solo es inevitable, sino que ya estamos metidos en él de lleno y que solo nos cabe sobrepasarlo lo menos mal que nos sea posible. Estando básicamente de acuerdo en esa lógica colapsista, lo que yo digo es que antes de dar por clausurada la Ilustración, lo que sí podríamos ir haciendo, mientras tanto, es emplear este tiempo terminal en esbozar y ensayar los principios y estrategias que necesitamos para dejar de ser sociedades jerárquicas, clasistas y depredadoras, para poder superar la privatización y mercantilización de la vida...pero, ¿acaso no era este el pensamiento de la Ilustración, no es algo muy parecido a sus principios de racionalidad y emancipación, los  mismos de la Ilustración que ahora estamos a punto de clausurar?, ¿es ésta inversión de la razón la "condición póstuma” a la que se refieren Merleau-Ponty y Marina Garcés?, ¿es esta vuelta atrás en busca de una racionalidad que se nos ha extraviado por el camino?, ¿o es un reset o reinicio del viejo sueño ilustrado, de la racionalidad existencial/ecológica/convivencial como política?

En medio de lo que se parece mucho a un naufragio antropológico, cuando hemos llegado a aceptar de mala gana la irreversibilidad de la propia muerte y comenzado a abandonar la frívola idea de un presente contínuo y de un consumo sin límite, lo que ahora estamos cuestionando (de acuerdo con lo que Marina Garcés define como tiempo “vivible”), es ese tiempo abstracto propio de la modernidad capitalista, para empezar a hablar de ese nuevo tiempo vivible “en el que aún podemos intervenir sobre nuestras condiciones de vida”. Solo así podemos pensar que nuestro tiempo ya no es el de la post-modernidad y que estamos de lleno metidos en la novedosa experiencia de un  final de época realmente ilustrado e inédito. Esa es, pienso,  nuestra condición póstuma.

Además, en esta condición y tiempo nuevo, yo veo otra novedad de inmensa e incalculable trascendencia. Y es que por primera vez en la historia humana, hemos empezado a tener en común una básica conciencia de especie; y también una conciencia de propiedad comunal y responsable sobre el conjunto de  bienes culturales (constituyentes y derivados del Conocimiento humano) y sobre los bienes naturales que constituyen la Tierra toda; unos bienes comunales que juntos acabarán por integrar nuestro futuro Procomún Universal. Lo que yo propongo es que la administración del Procomún corra a cargo de cada comunidad convivencial (doméstica, vecinal y paisana), de cada una en su propio ámbito relacional-simbioético-ecosocial. Tendrá que ser (ahora sí) "más allá" de toda falsa ilustración posthumanista y de toda falsificación democrática: sin Capitalismo y sin Estado, ahora en soberanas asambleas de iguales, libremente asociadas para el intercambio, la cooperación y la ayuda mutua en todas las escalas territoriales.  

Y aunque yo no llegue a verlo, solo de saberlo se alegran y rejuvenecen mis viejos huesos.

 

Notas:

(1) Por cierto, muchas veces me he preguntado por qué cuando se habla del fracaso histórico del socialismo,  casi nadie, ni siquiera quienes se reclaman sus herederos directos,  le atribuyen dicho  fracaso a su maridaje con el Estado...¿es que a ningún socialista se le ha ocurrido imaginar un socialismo "más allá", es decir, sin Estado?

(2) Si queremos dar con las "razones" que explican el auge de las corrientes populistas "de extrema derecha", conviene leer al filósofo francés Alain de Benoist y no solo a los filósofos "que piensan como nosotros". En un escrito titulado "Más allá de la izquierda y la derecha", A. de Benoist viene a decir que se ha terminado la diferenciación entre izquierda y derecha, que marcara la política mundial durante los dos últimos siglos;  que ya no hay diferencia porque están resueltos  los tres grandes debates que marcaron su distancia: 

1º. El debate Monarquía-República, que concluye en 1875 con el establecimiento del sufragio universal y la instalación definitiva del régimen parlamentario/republicano. 2º. El debate, a partir de 1880, referido a la cuestión religiosa, enfrentando a los partidarios de una concepción «clerical» del orden social con los partidarios de una visión puramente laica. Durante algún tiempo fue el debate que se identificaba plenamente con la división derecha-izquierda, haciendo que cualquier otra divergencia pareciera secundaria.                                                                                         º. 3º. El último debate al que alude A. de Benoist es el  social, que a mediados del siglo XIX abriera el nuevo frente de la lucha de clases, entre la burguesía y el proletariado, intensificada  con el desarrollo de la sociedad industrial, con el nacimiento del socialismo y con el surgimiento del movimiento obrero. Pero la expansión de la clase media y la disolución de la URSS (1.991) comenzaron a disolver también las diferencias sociológicas o  "de clase" entre izquierdas y derechas. Literalmente, dice el filósofo francés en ese escrito: "La derecha defiende sobre todo el liberalismo económico, mientras que la izquierda defiende sobre todo el liberalismo cultural y filosófico, reconciliando así, aparentemente, a todo el mundo. El fuerte vínculo entre el liberalismo cultural y la orientación a la izquierda por un lado, y el liberalismo económico y la orientación a la derecha por otro, podrían llevar a preguntarnos si estos dos liberalismos no constituyen los dos polos opuestos de una única e igual dimensión, que no sería otra que la misma dimensión derecha/izquierda."