sábado, 13 de marzo de 2021

PUBLICADO "2020, HAY ANDANCIO"

 


 

Editado por POTLATCH y publicado por BUBOK, con prólogo de Enrique Alvarez Carrillo, acaba de salir a la calle el libro que reúne mis textos publicados en este blog a lo largo del pasado año. A todos, gracias por meterme en estos líos. 


jueves, 11 de marzo de 2021

DE LO KE LE SUZEDIO A DON KIJOTE KON UNOS KABREROS

 

Discurso a los cabreros”. Tapiz sobre la obra El Quijote, fabricado en la Real Fábrica de Nápoles (s.XVIII)

 

Sí, ya sé que a casi nadie le interesa la defensa de las lenguas maternas. Soy consciente de lo quijotesco que eso es hoy en día, cuando está siendo arrasada la riquísima diversidad cultural de los pueblos de Europa y del mundo, gracias a la pasividad social con que es asumida la invasión de las culturas locales como consecuencia del imperio económico y cultural de los EEUU. Veremos qué pasa en los próximos años, cuando culmine el relevo que ya está en marcha, del liderazgo geopolítico, a favor de China. La minoría consciente de la situación de las lenguas maternas, incluso tenemos que soportar benevolentes risitas, cuando para la comunicación internacional proponemos el uso de una lengua neutra, anacional, como el esperanto.

Hace unos cuantos días publiqué un artículo titulado “De la Zeka a la Meka y Biceversa”, que puede verse en este enlace: https://blognanin.blogspot.com/2021/02/de-la-zeka-la-meka-y-bizebersa.html

En ese texto intentaba reflexionar acerca de la mucha mejora que permite la lengua castellana, mal llamada "español". Una de estas mejoras podría consistir en resolver sus grandes irregularidades, una de las cuales es la de tener letras consonantes cuya norma de escritura es ambigua y confusa, no se corresponde con la pronunciación, baste como ejemplo la consonante c, que puede pronunciarse con sonido de k o z dependiendo de  la vocal que la acompañe (así, suena k en caza y z en cena). No es tan cierto lo que decimos del castellano en el sentido de que es una lengua fácil de aprender por su regularidad, podría serlo, pero no lo es; y  no se debe a que tenga una estructura tan rígida que no admita cambios en las normas de uso. No hay más que ver la facilidad con que la sociedad y la Academia incorporan cientos de palabras y pronunciaciones procedentes de la lengua del imperio.

A continuación va una muestra de lo que digo, un texto cuya forma escrita se corresponde con la hablada:

Kapítulo XI. De lo ke le suzedió a don Kijote kon unos kabreros  (ekstrakto del libro “El injenioso idalgo don Kijote de la Manha”, de Miguel de Zerbantes)

No entendían los kabreros akeya jerigonza de eskuderos i de kabayeros andantes, i no azían otra kosa ke komer i kayar, i mirar a sus uéspedes, ke, kon muho donaire i gana, embaulaban tasajo komo el puño. Akabado el serbizio de karne, tendieron sobre las zaleas gran kantidad de beyotas abeyanadas, i juntamente pusieron un medio keso, más duro ke si fuera eho de argamasa. No estaba, en esto, ozioso el kuerno, porke andaba a la rredonda tan a menudo (ya yeno, ya bazío, komo arkaduz de noria) ke kon fazilidad bació un zake de dos ke estaban de manifiesto. Después ke don Kijote ubo bien satisfeho su estómago, tomó un puño de bellotas en la mano, i, mirándolas atentamente, soltó la boz a semejantes rrazones:

— Dihosa edad i siglos dihosos akéyos a kien los antiguos pusieron nombre de dorados, i no porke en eyos el oro, ke en esta nuestra edad de ierro tanto se estima, se alkanzase en akeya benturosa sin fatiga alguna, sino porke entonzes los ke en eya bibían ijnoraban estas dos palabras de tuyo i mío. Eran en akella santa edad todas las kosas komunes; a nadie le era nezesario, para alkanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo ke alzar la mano i alkanzarle de las rrobustas enzinas, ke liberalmente les estaban konbidando kon su dulze i sazonado fruto. 

Las klaras fuentes i korrientes rríos, en majnífika abundanzia, sabrosas i transparentes aguas les ofrezían. En las kiebras de las peñas i en lo ueko de los árboles formaban su repúblika las solízitas i diskretas abejas, ofreziendo a kualkiera mano, sin interés alguno, la fértil koseha de su dulzísimo trabajo. Los balientes alkornokes despedían de sí, sin otro artifizio ke el de su kortesía, sus anhas i libianas kortezas, kon ke se komenzaron a kubrir las kasas, sobre rrústikas estakas sustentadas, no más ke para defensa de las inklemenzias del zielo. Todo era paz entonzes, todo amistad, todo konkordia; aún no se había atrebido la pesada rreja del corbo arado a abrir ni bisitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, ke eya, sin ser forzada, ofrezía, por todas las partes de su fértil i espazioso seno, lo ke pudiese artar, sustentar i deleitar a los ijos que entonzes la poseían. 

Entonzes sí ke andaban las simples i ermosas zagalejas de baye en baye i de otero en otero, en trenza i en cabeyo, sin más bestidos de akeyos ke eran menester para kubrir onestamente lo ke la onestidad kiere i a kerido siempre ke se kubra; i no eran sus adornos de los ke aora se usan, a kien la púrpura de Tiro i la por tantos modos martirizada seda enkarezen, sino de algunas ojas berdes de lampazos i yedra entretejidas, kon lo ke kizá iban tan pomposas i kompuestas komo ban agora nuestras kortesanas kon las rraras i peregrinas inbenziones ke la kuriosidad oziosa les a mostrado. Entonzes se dekoraban los konzetos amorosos del alma simple i senziyamente, del mesmo modo i manera ke eya los konzebía, sin buscar artifizioso rrodeo de palabras para enkarezerlos. No abía la fraude, el engaño ni la malizia mezkládose kon la berdad i yaneza. La justizia se estaba en sus proprios términos, sin ke la osasen turbar ni ofender los del fabor i los del interese, ke tanto aora la menoskaban, turban i persigen. 

La lei del enkaje aún no se abía sentado en el entendimiento del juez, porke entonzes no abía ké juzgar, ni kién fuese juzgado. Las donzeyas i la onestidad andaban, komo tengo diho, por dondekiera, sola i señora, sin temor ke la ajena desenboltura i lascibo intento le menoskabasen, i su perdizión nazía de su gusto i propria boluntad. I agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunke la okulte i zierre otro nuebo laberinto komo el de Kreta; porke ayí, por los reskizios o por el aire, kon el zelo de la maldita solizitud, se les entra la amorosa pestilenzia i les aze dar kon todo su rekojimiento al traste. Para kuya seguridad, andando más los tiempos i kreziendo más la malizia, se instituyó la orden de los kabayeros andantes, para defender las donzellas, amparar las biudas i socorrer a los uérfanos i a los menesterosos. Desta orden soi yo, ermanos kabreros, a kien agradezko el gasaje i buen akojimiento ke azéis a mí i a mi eskudero; ke, aunke por lei natural están todos los ke biben obligados a faborezer a los kabayeros andantes, todabía, por saber ke sin saber bosotros esta obligazión me akojistes i rregalastes, es rrazón ke, kon la boluntad a mí posible, os agradezka la buestra.

Toda esta larga arenga —ke se pudiera mui bien eskusar— dijo nuestro kabayero porke las beyotas ke le dieron le trujeron a la memoria la edad dorada i antojósele azer akel inútil rrazonamiento a los kabreros, ke, sin rrespondeye palabra, embobados i suspensos, le estubieron eskuhando. Sanho, asimesmo, cayaba i komía beyotas, i bisitaba mui a menudo el segundo zake, ke, porke se enfriase el bino, le tenían kolgado de un alkornoke.








JUICIO A RUYMAN RODRÍGUEZ



Ruyman Rodríguez

Publicado en:  www.portaloaca.com/opinion/15413-un-juicio-ruyman-rodriguez.html

 

En unas semanas seré enjuiciado y también, indudablemente, condenado. Se me acusa de un delito de«atentado a la autoridad» (poético, para un anarquista) y se me pide un mínimo de 1 año y 6 meses de prisión y 770 pavos de multa. Todo esto por supuestamente haber dado en 2015 una patada a un guardia civil en el cuartelillo donde se me retenía y torturaba con la finalidad de intimidarme y desestabilizar el proyecto autogestionario de vivienda de la Comunidad«La Esperanza», ubicada en el municipio grancanario de Guía.

No gastaré el tiempo en clamar por mi inocencia ni chorradas similares, y menos aun cuando hay compañeras y compañeros que en estos momentos, mientras escribo, ya están en la cárcel. Además, sería inútil. Que seré condenado es tan seguro como que mañana saldrá el sol. Se intentará con ello (si quiero evitar, según parece, que se ejecute la sentencia) tenerme «tranquilo» y sin alborotar durante algunos años y, si es posible, escarmentar en mi espalda a un anarquismo canario y a un movimiento insular por el derecho a la vivienda que lleva demasiado tiempo incordiando por encima de sus posibilidades.

Y luego dicen que los anarquistas somos ingenuos… Si piensan que la convicción de los militantes y la necesidad de los desahuciados pueden sofocarse con leyes, juicios y condenas es que no han comprendido nada. Hasta los propios fundadores del Derecho Romano lo asumían: necessitas caret lege («la necesidad carece de ley»). Ningún papel ni barrote han podido aplastar nunca el instinto de supervivencia y la urgencia de conseguir comida, techo y abrigo. Mi condena tampoco lo logrará.

Dicho esto, me gustaría usar este episodio como pretexto para compartir algunas reflexiones sobre el entramado judicial y sus mecanismos.

Lo primero es el propio acto del juicio. Entrar por primera vez en una sala donde se te va a procesar es como tomar parte en una suerte de ritual sobrecogedor. La liturgia recargada, el lenguaje arcaico, la atmósfera deshumanizada, las vestimentas ridículas, todo lo necesario para fabricar un ambiente solemne que apabulle a la víctima y la haga presa de la angustia y la culpabilidad. La sensación es como la de acercarse a un altar de sacrificios donde un sumo sacerdote puede decidir, a su antojo, tu destino. Aunque todo ello esté adornado con la parafernalia burocrática de la era moderna, el evento es tremendamente similar al que podría celebrar un chamán consultando a los espíritus sobre la culpabilidad del infractor o un inquisidor exigiéndole que confiese la verdad ante Dios: gente con disfraces absurdos asume un rol de autoridad suprema y decide sobre el destino ajeno en base a una fórmula, escrita o no, que para el enjuiciado adquiere cierto carácter sobrenatural.

La experiencia o la formación política pueden ir resquebrajando el aspecto mágico del chiringuito. Ver a los protagonistas momentos después del juicio con las togas en la mano, riéndose de lo sucedido en la sala, hablando de fútbol mientras mean en los baños del juzgado o apurándose un carajillo mientras fuman en una terraza cercana, le quita un poco de rigor al asunto. Igual que pasa con las detenciones en comisaría, con el tiempo llegas a comprender que todo es un teatrillo, una farsa enorme, patética, cómica y a la vez dramática. Gente adulta, orgullosa de símbolos y uniformes, amparada en un rango, convencidos más o menos del papel que interpretan y que han convertido una ópera bufa, un trágico carnaval, en un oficio respetable del que sus hijos pueden presumir en el colegio. Si no tuvieran el poder de destrozar la vida de otros, serían dignos de lástima.

Pero todo este circo se fundamenta sobre el texto sagrado de la sociedad civil desde el Código de Hammurabi: la ley.

Si las sociedades necesitan o no un código escrito para regularse puede ser tema de debate. Que ese código sea elegido por una minoría en base a sus intereses, impuesto a la mayoría y de obligado cumplimiento a través de la compulsión o la violencia, me parece algo mucho menos debatible. Siempre que los anarquistas planteamos la ridiculez que supone que un código verticalmente impuesto rija nuestras vidas se nos pregunta que haríamos con los crímenes, la violencia, etcétera (si nos dieran un céntimo cada vez que nos interrogan sobre esta cuestión tendríamos un PIB muy superior al de cualquier Estado). La realidad es que los códigos penales llevan existiendo siglos y nunca han conseguido mitigar o suprimir la violencia humana; con suerte la han refinado.

El Código Penal español, como todos los códigos punitivos del resto del mundo, sólo se fundamenta en la defensa de dos principios elementales: proteger la propiedad privada (todos los artículos sobre robo, allanamiento, usurpación, etc., derivan de ahí1) y garantizar que sea el Estado, y no ningún particular, el detentador único del monopolio de la violencia (usando la expresión de Max Weber). El Estado no tiene ningún interés en suprimir la violencia; sólo pretende controlarla y asegurarse de que nadie le disputa el privilegio de su aplicación. Ese, por encima de cuestiones morales, es el fundamento del que emanan todos los artículos que penalizan el uso de la violencia entre terceros.

Aun cuando esto se admita, se nos seguirá insistiendo sobre cuál es la alternativa anarquista a leyes, cárceles, policías y judicatura. Muchas compañeras y compañeros, antes y mejor que yo, nos han legado elaboradas respuestas al respecto2. Yo, con menos tiempo y luces, sólo puedo decir que no conozco la solución perfecta y definitiva, porque quizás no la haya. Sólo sé que el Estado español tiene casi la mayor población penitenciaria de la UE con una de las ratios más bajas de criminalidad3. Sólo sé que los delitos relacionados con la violación de la propiedad privada perderían su razón de ser si tuviéramos una sociedad donde la riqueza fuera compartida por todos y no estuviera retenida en manos de un porcentaje mínimo de la población. Sólo sé que gran parte de los presos y presas de las cárceles españolas están recluidos por delitos morales que quizás mañana no lo sean, como por ejemplo los vinculados con las drogas (tal y como en su día dejó de ser punible el adulterio). Sólo sé que fenómenos humanos naturales como la migración son considerados ilegales y que encerrar con ese pretexto a miles de personas en condiciones infrahumanas, como ocurre ahora mismo en Canarias, parece ser algo perfectamente legal. Sólo sé que en el Estado español es delito blasfemar contra Dios, ultrajar a la bandera, al rey o a las comunidades autónomas, hacer comentarios de mal gusto sobre terrorismo (quedan excluidos, por supuesto, el terrorismo de extrema-derecha o el de Estado) y que hay gente procesada o encarcelada por chistes, canciones, obras de teatro, performances o por quemar símbolos. Sólo sé que los cuerpos policiales profesionales existen desde hace siglos y sólo han servido para mantener los privilegios de la clase dirigente, salvaguardar la desigualdad, perseguir la pobreza, reprimir la disidencia política e imponer una violencia vertical muy superior a cualquier violencia horizontal. Sólo sé que las cárceles evidencian un grave estado de inmadurez social, donde el Estado, convertido en padre ignorante y cruel, soluciona los problemas de su hijo, el individuo disruptivo, encerrándolo en un cuarto oscuro hasta que aprenda la lección. Sólo sé que después de milenios con todo tipo de condenas, de cadenas perpetuas o penas de muerte, la violencia no se ha reducido un ápice. Sólo sé que quizás nunca haya una cura para la violencia humana, pero que tal vez no estaría mal analizar qué porcentaje de actos atroces son un reflejo de la sociedad donde se producen; probar con otros modelos de sociedad y aprendizaje donde a lo mejor no se nos inculque a los hombres que violentar a las mujeres forma parte de nuestra naturaleza y de nuestros privilegios; experimentar, quizás, con otras fórmulas de resolución de conflictos que no pasen por sumar más violencia a la violencia o por enterrar los problemas, también cuando esos problemas son seres humanos, bajo la alfombra.

Como humanos sufrimos una disociación cognitiva que nos desgarra por dentro. Se nos ha injertado dos morales: una superficial (la que públicamente define lo que es bueno o malo) y otra profunda (la que íntimamente define lo que es bueno o malo), las mismas que nos permiten repetir que «matar es malo» mientras somos capaces de racionalizar como aceptable que un soldado o policía pueda disparar a alguien. Nos han educado para interiorizar la violencia individual como un fenómeno desconectado de la violencia social, económica y gubernamental. Nos han adoctrinado para que las guerras, el heteropatriarcado, los desahucios, los despidos, la explotación laboral, el racismo institucional, las torturas y cargas policiales, nos parezcan violencias de una naturaleza más aceptable, lógica, racional, que la violencia espontánea de los individuos. Nos han enseñado que hay leyes de sangre –como las que atañen a la propiedad y a la obediencia– de obligado cumplimiento, y leyes de papel –como las que hablan de la responsabilidad social de los Estados– que pueden ignorarse sin consecuencias. Nos han acostumbrado a que las empresas, instituciones y partidos puedan romper sus propias leyes, como pájaros que atraviesan una telaraña, mientras nosotros, simples moscas, quedamos enredados en los delitos más ridículos, tal y como decía el viejo Calicles.

A pesar de esta cierta y dura conclusión, el mundo real, sensitivo, lejos de artificios y medidas de control mental, se puede abrir paso aunque te arrojen al más infecto agujero. Lo único que necesitamos es aprender a reducir el mundo oficial a su justa dimensión, poderoso en lo relativo a la fuerza bruta, pero impostado, ficticio y penoso en su expresión más pura. Todo se limita a que un grupo de gente, creyentes en el principio de autoridad que establece que unas personas son superiores a otras, se disfraza de jueces y policías para obligarnos a hacer lo que otro grupo de gente, que se disfraza de políticos, escribe periódicamente en un libro que dictamina qué es delito y qué no, y todo ello para salvaguardar el patrimonio de otro reducido grupo de gente que lleva siglos disfrazándose de propietarios, acaparando lo que es de todos y dictando lo que hace el resto de gente disfrazada. No te puedes tomar en serio algo así, aunque desgraciadamente por esa broma pesada la gente pierda su libertad, su salud, física y mental, años de vida o incluso la vida misma.

Pero por mucho daño que nos hagan no podrán borrar nunca una evidencia cruda: sus leyes, incluso las de sangre, están escritas en papel y hay que tener la certeza de que algún día, más tarde o más temprano, lloverá.

Desde aquí, y a modo de conclusión, sólo quiero ofrecer mi agradecimiento a todas las compañeras y compañeros y a todos los colectivos que de una u otra forma se han solidarizado con mi situación personal. Nunca podré agradecerles lo suficiente. Ustedes han hecho posible que pudiera seguir activo en un frente de lucha tan desgraciada pero necesariamente público y visible como el que afrontan la Federación Anarquista de Gran Canaria y el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria. También a mis compañeras y compañeros de ambas organizaciones, a mis compis de fatiga diaria, por estar ahí cuando lo más fácil era no estar, por ayudarme a recoger los pedazos. Gracias a todos.

Sólo recuerden que si estos cabrones nos prohíben respirar sólo obtendrán una cosa: una desobediencia, como mínimo, de doce veces por minuto. Respiren fuerte, mis compas.

 

Ruymán Rodríguez

Norte de África, a finales del año 1 de la distopía pandémica

 

 

Notas: 

1.Incluso los delitos contra la salud pública y todos los relacionados con el tráfico de drogas no tienen otro pilar que la defensa de la propiedad privada: la ilegalización del alcohol entre 1920-1933 en EE. UU (la llamada«Ley Seca») provocó el auge del crimen organizado haciendo que un producto como el alcohol alcanzara un precio desorbitado y arrojara, por tanto, unos beneficios descomunales para los contrabandistas. Hoy, es evidente, la legalización de las drogas abarataría su precio y haría que el narcotráfico a gran escala perdiera enormes dividendos. Mientras las drogas sean ilegales su precio no bajará y el margen de beneficios de los grandes traficantes, que también tienen derecho a que se proteja su propiedad privada, se mantendrá.

2.El listado de obras convertiría esta humilde reflexión en una bibliografía académica. Baste para los interesados con el clásico de Piotr Kropotkin Las prisiones(1887). 

3.Violeta Aguado,«España tiene menos delitos que la media europea pero más personas encarceladas» (elDiario.es), 21 de abril de 2016.

domingo, 7 de marzo de 2021

EL FEMINISMO OFICIAL PIDE IGUALDAD AL ESTADO, ALGO QUE ÉSTE NO PUEDE DAR SIN DEJAR DE SER LO QUE ES

 

Imagen de la web de Moncloa

Mejor hablar de feminismo el 9M, una vez que ha pasado la eclosión propagandística que despliega el Estado en esta efeméride y al día siguiente se concentra en la pandemia. Hasta hace poco el 8 de marzo era el “día de la mujer trabajadora” y ahora es el “día de la mujer”. Ha desaparecido el adjetivo “trabajadora”, sin duda por alguna potente razón de marketing institucional, que no debería pasar desapercibida.

La comunista Clara Zetkin propuso la conmemoración de este día en la conferencia de mujeres socialistas de 1910, para homenajear la lucha de las mujeres contra la explotación capitalista, porque ese día se recuerda el asesinato de 129 obreras en huelga, quemadas vivas en una fábrica textil en EEUU; los dueños de la fábrica cerraron las puertas con ellas dentro y le prendieron fuego para hacerlas arder como medida de "disuasión", para evitar que otras obreras siguieran su ejemplo de lucha. Se conmemoraba la lucha por la justicia social, por los derechos de la clase trabajadora, la lucha contra el patriarcado y el capitalismo, cuyos respectivos mecanismos se articulan el uno al otro a la perfección. El 8 de marzo también quedó apuntalado como fecha eminentemente revolucionaria por los sucesos del 8 de marzo de 1917 en la Rusia zarista: miles de mujeres salieron a las calles clamando contra la explotación y las guerras que la burguesía imponía al pueblo. Ellas detonaron la Revolución de Octubre.

Las mujeres trabajadoras fueron y siguen siendo la parte más golpeada de la clase explotada, eran y siguen siendo víctimas de las guerras imperialistas, del saqueo capitalista que devasta regiones y países enteros, privatizando la tierra y el conocimiento, provocando la precariedad sistémica de las poblaciones. Ellas fueron y siguen siendo víctimas del machismo incesantemente promovido por la publicidad comercial, los medios de información y propaganda y, en definitiva, por toda la industria cultural capitalista, sistema que se sostiene gracias a que ha aprendido a fragmentar a las masas de explotados dedicada a difundir modelos de discriminación machista y xenófoba. Y, más recientemente, difunde un modelo de feminismo interclasista (he ahí una razonable explicación a la desaparición de la palabra “trabajadora” en la propaganda oficial de este día), cuyo adversario es un genérico varón “dominante”, así, en abstracto, sin diferenciar entre varones explotadores y explotados.

Este trasvase ideológico hacia un feminismo interclasista es nítidamente una operación de los partidos de la izquierda correcta, dirigida a ensanchar su menguante clientela electoral, que les obliga a realizar piruetas equilibristas con sus propios principios “de clase”. Esos partidos han arrastrado al feminismo original, revolucionario, hacia su estrategia electoralista. Se propusieron y consiguieron hacer del feminismo una ideología estatal que fuera asumible por las derechas, pero sin dejar de reclamar su titularidad ideológica, es decir: un batiburrillo ideológico enmarcado en eso que llaman centro político o clase media, que no es sino la ideología de la pequeña burguesía, principal sustrato cultural-electoral por el que compiten las actuales izquierdas y derechas, o sea, todas las facciones que se disputan el timón del aparato estatal-capitalista.

Las derechas deberían estar agradecidas y lo están aunque no puedan decirlo. La extrema derecha es más descarada aún que liberales y socialdemócratas, porque siendo la facción más estatista y neoliberal de entre todas ellas, no tiene reparo alguno en acusar al feminismo de ser “ideología de Estado”, como si el mundo hubiera perdido la memoria y ya nadie recordara lo que es esa extrema derecha cuando se hace con el poder del Estado. Y no menos cachondos son los “liberales”, que dicen querer “cuanto menos Estado mejor”, como si no fuera cierto que su “libre” mercado, con sulegítima” ganancia capitalista se sostienen gracias al arte de birlibirloque por el que mágicamente el Estado trasvasa la mayor parte de los impuestos extraídos del trabajo y el consumo de las masas trabajadoras hacia la cuenta de empresas, bancos, corporaciones industriales y financieras...como si éstas “no tuvieran suficiente con lo que a diario roban; unos impuestos que, a mayores, le sirven al Estado para ampliar su base social, creando una subclase parasitaria, pequeña burguesía de burócratas y funcionarios, cuya lealtad tiene asegurada.

Este feminismo institucionalizado (por el mismo aparato de poder totalitario que idolatran por igual monárquicos y republicanos) quiere algo imposible: le pide igualdad a un orden social y económico en esencia competitivo y extractivo, en consecuencia depredador, jerárquico y patriarcal. A partir de esta básica contradicción, sólo puede aspirar a un Ministerio propio y a un creciente listado de nóminas, que no es asunto menor: cátedras, juzgados, comisarías, gabinetes de estudio y observatorios de igualdad...toda una burocracia con miles de “funcionarios de igualdad”. Este feminismo le pide también al Estado una conciliación subvencionada, ya no tiene otro futuro que como ideología subordinada al Estado y su Mercado. En la conciliación está una de sus principales trampas. Toda mujer trabajadora y madre debería saber a estas alturas que al “derecho de conciliación" le sigue una pérdida de competitividad en el mercado laboral, con lo que la igualdad sigue siendo una quimera para las mujeres trabajadoras, mientras que para el Estado es una “conquista”, un avance en los derechos de las mujeres, que el Estado se apunta en su haber. Entonces, ¿por qué le molesta tanto a este feminismo que lo llamen ideología de Estado?

Hay que repasar la experiencia histórica si se quiere averiguar cómo los Estados logran sus “avances” feministas:

1. Cuando en tiempo de guerra colocan a mujeres en los puestos que han dejado vacíos los varones obreros que han enviado al exterminio en los frentes de guerra.

2. Cuando en tiempos de recesión económica mantienen una bolsa de reserva, integrada por parados ((hombres, mujeres y emigrantes), que le sirven para contener los salarios y mantener la ganancia y acumulación capitalista.

3. Cuando en tiempos de expansión fomentan la escasez mediante la competencia por el empleo, colocando en el mercado laboral a masas de emigrantes y mujeres obreras, cuya competencia mejora la productividad, incrementa el consumo y, por tanto, multiplica el beneficio empresarial.

Así, reduciendo los salarios, consiguen los estados dar empleo e “igualdad” a las mujeres asalariadas: igualdad por abajo, por salaríos mínimos.

Si no hubiera renunciado a su finalidad original -la emancipación humana universal- este feminismo hoy estatal y capitalista, se quedaría sin razón de ser. Porque una sociedad realmente democrática, igualitaria y no patriarcal, es incompatible con las estructuras de dominación con las que el feminismo quiere pactar y conciliar. Este feminismo solo aspira a mejorar las condiciones de explotación de las mujeres asalariadas, para igualarlas a las condiciones de explotación de los hombres, tradicional y mayoritaria forma de explotación laboral. Y el Estado lo hará sólo si le resulta más rentable, en modo de plusvalía empresarial y de impuestos estatales. Se ha metido este feminismo en una laberinto sin salida, en una absurda competencia por ser igualmente explotadas las mujeres. Así fortalece al sistema mientras debilita a la totalidad de explotados, hombres y mujeres.

Por eso que este movimiento feminista no tenga futuro que no sea reaccionario, teniendo atada su existencia a los aparatos del poder totalitario de las élites dominantes. A este feminismo le sucede lo mismo que a los sindicalismos y nacionalismos, que de “liberadores” pasaron a reaccionarios rápidamente, víctimas de sus propias contradicciones, de la codicia de sus élites dirigentes y de la mayoritaria resignación de sociedades cautivas. Estos movimientos, todos ellos deseantes de Estado y Mercado, con sus contradicciones, fracasos y decepciones, han generado el caldo de cultivo óptimo para el auge de los neofascismos que vemos proliferar por todo el mundo: si se trata de ser campeones del totalitarismo, nadie mejor que estos fascismos de nuevo cuño. 

Al igual que los domesticados partidos de izquierdas que son su matriz, este movimiento feminista vive hoy de las románticas rentas que dejara aquel viejo movimiento obrero que un día se soñó revolucionario, emancipador y universalista, pero que acabó rendido ante el irresistible atractivo, liberal-consumista, de aquella efímera y volátil clase media que le ofreciera el Estado de Bienestar. Veremos ahora qué dicen y, sobre todo, qué hacen estas clases medias en tiempo de crisis global y sistémica, veremos a dónde van con su ideología pequeño burguesa cuando descubran que lo que tienen por delante es su propio colapso, que no es otra cosa que una vuelta a la casilla de salida, a su antigua condición de igual precariedad existencial...igual para hombres y mujeres.

El movimiento feminista podrá decir su propia misa todos los ochos de marzo y demás fiestas de guardar, pero no podrá impedir la revolución integral cuya finalidad sigue siendo hoy, más que nunca, incompatible con ninguna forma de subordinación o conciliación con el orden estatal/capitalista dominante. Solo será posible la igualdad si el trabajo humano deja de ser mercancía, solo si pierde su “valor” de Mercado, sólo si deja de generar impuestos que alimentan a la bestia parasitaria que es todo Estado.


martes, 2 de marzo de 2021

LA VERDAD TEME AL PODER, NO A LA CIENCIA




La libertad de expresión está de saldo, secuestrado el conocimiento científico y la democracia todavía es un asunto pendiente. Para salvar el culo no hay mejor cosa que no salirse del guión establecido, mejor no dudar, no pensar, no argumentar...basta con insultar, soltar un exabrupto y sumarse a la corriente, de lo contrario serás etiquetado y sacrificado en el altar de la Verdad (oficial).


Bea Talegón (1), periodista: “Salvarse el culo y Victoria Abril”

Lo que Victoria dijo no se oye en España. Y no se oye porque ha habido una tendencia muy marcada y muy evidente: sobre la pandemia, “mucho cuidado”. Valorar datos, tener dudas, sospechar de que hay cosas que no se hacen bien es algo que cada vez se ve y se oye menos. Se ha diluido. Intentar dar información que ponga en duda alguna cuestión “oficial” conlleva un ataque brutal en redes sociales, en medios de comunicación. Y están pasando cosas que deberían tener respuesta: como el baile de los datos, por ejemplo, que se modifican y borran los que han sido publicados sin explicación. Pero claro, poca gente se dedica a mirarse los datos oficiales día a día, a guardarlos y a darse cuenta de que hay cosas que, por algún motivo, no se están explicando. Si tratas de aproximarte a investigar sobre este asunto, los especialistas te dirán que tengas cuidado, que aquí no es posible “contar lo que sucede” y que hay que tener mucho cuidado porque te van a atacar de todas las maneras posibles para desacreditarte.

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Otros dirán que me sumo a la conspiración por parecerme bien que haya gente que cuestione las medidas que se están tomando. Ahí está la ONU para respaldar las “conspiraciones” de Victoria, hablen con Guterres y cuéntenle que no es cierto: que cualquiera puede decir lo que quiera. Díganselo desde España que será muy gracioso verlo.

Y una última reflexión: tan científica es Abril (la critican por no tener ni idea de virus para opinar sobre la pandemia) como la mayoría de las personas que la han apedreado desde los medios de comunicación. Pero la clave está en saber lo que “se puede decir” y lo que “no se debe decir”. Y en España ya nos movemos en esta clave: hay cosas que no se deben decir públicamente, aunque te las puedas plantear. Y para que nadie pueda cuestionarte por ello, señalarte y mandarte a la hoguera, lo recomendable es poner un tuit donde dejes claro que no estás de acuerdo en nada con Victoria. Aunque nadie te pregunte y aunque a nadie le importe tu parecer sobre el tema. Pero hay que salvarse el culo, amigos, cosa nada habitual en una democracia tan perfecta. ¿No creen?”

Texto completo: www.elnacional.cat/es/opinion/beatriz-talegon-salvarse-culo-victoria-abril_587244_102.html


Dra. Karina Acevedo Whitehouse (2)

Ante el Covid-19, algunos opinan que es mejor dejar que los expertos entiendan la ciencia y se eviten los cuestionamientos por otros científicos con argumentos disimilares. Este discurso es inválido para la ciencia. Los expertos de la edad media recomendaban tratamientos de calor para tratar la viruela y, en consecuencia, la mortalidad de quienes recibían el tratamiento subía 20%. Equivocarse es humano, pero ocultar el error bajo el argumento de ser experto es reprobable. La generación del conocimiento depende del cuestionamiento. Discutamos, sin denostar con argumentos inválidos los cuestionamientos o a quienes los presentan. Levantemos el nivel de la discusión”.

Vídeo.

El conocimiento como remedio contra el miedo. Las vacunas contra SARS-Cov2":

https://youtu.be/8urAr6gMC3g


Pedro Baños Bajo, militar (3)

Por lo general, componemos nuestra opinión sobre la actualidad mayoritariamente a través de los medios de comunicación, anulando en gran medida nuestra capacidad de juicio.

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Ya no hace falta enviar decenas de barcos de guerra, lanzar andanadas de misiles, invadir con tropas terresyres o amenazar con ataques masivos para someter a poblaciones enteras, a países completos. Basta con actuar en las mentes de los ciudadanos, con subyugarlos psicológicamente, con condicionar sus pensamientos y comportamientos. Así, millones de individuos se subordinan a los dictados que se les imponen, reaccionando mansamente y felices con su situación. ¿No es ésto el verdadero geopoder? ¿Puede existir mejor geopolítica para dominar por completo el mundo? ¿No ha sido siempre el sueño de cualquier líder o grupo de poder?

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El dominio mental se traduce, en no pocas ocasiones, en la imposición de un pensamiento único. Una situación más común de lo que a priori podría pensarse. Se premia al que se subordina a la corriente dominante. Y se castiga sin piedad al que tan siquiera se atreve a dudar de lo impuesto. Porque, no nos engañemos, la libertad de expresión, que siempre ha sido un ejercicio arriesgado de practicar en su plenitud, se convierte cada vez más en una quimera. Aunque hoy en día no se lleve a nadie a la hoguera, los procedimientos de destrucción social son más sutiles, y no menos efectivos. El siguiente paso es exterminar la libertad de pensamiento, lo que dentro de poco permitirá la tecnología. Un gran retroceso para los ciudadanos, subyugados por el poder en pleno siglo XXI”.

(De su último libro: “El dominio mental. La geopolítica de la mente”, editado por Ariel)


NOTAS:

(1) Bea Talegón es columnista en diversos medios. Licenciada en derecho. Fue secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas y formó parte del Comité Federal del PSOE a propuesta de Izquierda Socialista. Se dio de baja en el PSOE en 2015.

(2)Karina Acevedo Whitehouses doctora en Ciencias Biológicas, especializada en Zoología y Ecología Molecular. (Universidad de Cambridge – Reino Unido) y Maestra en Ciencias-Ecología Marina (Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Méjico) y Licenciada en Medicina Veterinaria y Zootecnia (Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia - Universidad Nacional Autónoma de Méjico).

(3)Pedro Baños Bajo es coronel del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor, actualmente en situación de reserva. Ha sido jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo. Ha participado en misiones en Bosnia y Herzegovina (UNPROFOR, SFOR y EUFOR), y es hoy uno de los mayores especialistas en geopolítica, estrategia, defensa, seguridad, terrorismo, inteligencia y relaciones internacionales. Es autor de Así se domina el mundo, El dominio mundial y El dominio de la mente.