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Jordi Graupera |
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Precisamente porque repudio el sistema político dominante, me interesa
saber por dónde va. Barcelona será el próximo escenario de una larga
batalla que no ha hecho más que comenzar y que tendrá una gran
trascendencia en el inmediato futuro político porque, entre otras cosas,
significará el definitivo hundimiento de la izquierda estatalista
(Podemos, IU y PSOE), responsable directa del auge de la fórmula
“ciudadanista” (Cs), esa innovadora versión de fascismo democrático que
con toda seguridad se impondrá en Europa durante los próximos años.
“Hoy es un gran día”, han dicho con aire de misterio algunos notables
“indepes” republicanos y de izquierdas, no sé si porque hoy presentarán
un acuerdo definitivo para la investidura del nuevo President o por la
conferencia que Jordi Graupera pronunciará esta noche en el teatro
Victoria de Barcelona. JG es un perfecto desconocido en esta parte de
España en la que vivo, cuya audiencia se reparte entre la Uno o la Sexta
con el mismo furor que entre el Real Madrid y el Barcelona. Pero el
caso es que esta conferencia marcará el debate sobre las elecciones
municipales del 2019 en Barcelona. JG, filósofo y periodista,
colaborador habitual en medios de comunicación y residente desde hace
años en Estados Unidos, donde desarrolla su carrera académica
-actualmente en Princeton-, propondrá que las estructuras de partido den
un paso al lado y que sean los militantes quienes hagan posible unas
primarias abiertas a la ciudadanía, que trasciendan las siglas de los
partidos.
Hace unos días leí con atención lo que decía Bernat Dedeu (periodista incuestionable como “indepe”) al respecto de JG:
“A Jordi le dispararán, que es un niño bien que ahora vuelve de los
Estados Unidos con la pretensión de salvar la tribu, como si fuera un
mesías. Todo aquello que él tiene de bueno, todo su talento y su bondad,
será utilizado como un arma arrojadiza por los ratoncillos de la
envidia, demasiado interesados en repartirse aquello que nos han dejado
de nación. A Jordi le llamarán neocón, le llamarán soberbio, le dirán
que habla demasiado bien, todo para que vuelva a Princeton con la cola
entre las piernas y pidiendo perdón por haber propuesto una opción
ganadora para una de las ciudades más bellas del mundo, más todavía
cuando recuerde a los candidatos indepes como han pervertido la memoria
del 1-O hasta dejarla más sucia que el alcantarillado. Pero sobre todo,
amigo mío, no te perdonarán que, hoy por hoy, seas una de las pocas
esperanzas que tiene la Rosa de Foc para volver a intentar encender la
cerilla de la alegría ambiciosa. Ya te puedes preparar cuando aterrices,
Graupi”.
Y si hoy me ha interesado todo ésto es porque me ha
suscitado un presentimiento que, por supuesto, no es obligado compartir
conmigo: la Cataluña republicana -autonómica o estatalista- está
predestinada a ser el refugio de la última izquierda superviviente, allí
acabarán exiliados los últimos republicanos españoles, a los que Carles
Pugdemont, un republicano de derechas, les hará los honores, no sin un
regusto de venganza.