Consiste en un truco magistral: hacer
creer al espectador que el pan se fabrica con crédito (capital) y no con
harina ni con el trabajo de los agricultores y panaderos. Que el
Bienestar depende de los servicios públicos (estatales), como la
sanidad y la educación, que "provienen" del Estado. Así, a los ojos del
espectador todo parece natural y lógico, el patriotismo es eso, un
espectáculo de magia, un truco perfecto que convierte al espectador en
miembro de una falsa comunidad de contribuyentes-patriotas, así todos somos Hacienda (Estado).
A pesar de su perfección, el truco tiene una paradoja que, a la larga,
acabará poniendo al descubierto la trampa en que se basa. Las élites
económicas y políticas que defraudan al Estado organizadas en redes
criminales, dedicadas a evadir impuestos en paraísos fiscales,
acostumbran a presentarse a sí mismas como patriotas, son los más firmes
defensores de la libertad de mercado, son los más liberales, los que
quieren menos Estado, pero al tiempo son los más necesitados de él, los
más interesados en la reproducción y perpetuidad del aparato
mercantil-estatal.
Así, quienes más desprecian al aparato son los verdaderos
beneficiaros del Estado, de su Bienestar. Por eso invocan al patriotismo
de las masas, solicitando su amor por el Estado, porque de ello depende
la hacienda pública y su modus vivendi.
Ahora salen los papeles
de Panamá con la intención de producir el escándalo de los honrados
contribuyentes. Hasta ahora nadie parecía saber nada. Pero es que ahora
los Estados tienen una gran merma de ingresos, cada vez tienen más deuda
y menos contribuyentes seguros, menos trabajadores, porque el
capitalismo necesita cada vez menos trabajo para producir lo mismo o más
que cuando había trabajo. ¿Quién contribuirá en adelante a sostener el
aparato estatal?...La solución pasa por reducir al máximo las
concesiones a las clases populares (los servicios públicos y las
pensiones). Pero eso no basta, y aunque bastase, hay un tope a partir
del cual podría producirse una rebelión generalizada e incontrolable.
Por eso, es preferible hacer una ofrenda, sacrificar a unos pocos
defraudadores profesionales para escarmiento y ejemplo de las masas. Es
el mal menor que han pensado, mejor eso y no que se hunda todo el
tinglado.
De lo que tratan ahora es de ganar tiempo, de rehacer
el balance de la cuenta de beneficios, que los más perjudicados por la
crisis se sientan confortados en su sacrificio personal, al ver que el
Estado también obliga a pagar impuestos a la jet tradicionalmente
defraudadora. Que vean las clases populares que la justicia del Estado
funciona. El caso es que el aparato siga en pie, que las masas
populares refuercen su patriotismo, su adicción al Mercado y al
Estado...Deslumbrante, perfecto el truco.