jueves, 9 de junio de 2016

COMIENZA EL JUEGO DEL MONDONGO



Quienes creen que no hay otro sistema posible a éste en el que vivimos, para quienes han interiorizado que el Estado y el Mercado son la forma natural de organizar la sociedad, están obligados a elegir entre dos opciones dentro del mismo sistema. En campaña electoral ambas opciones son condimentadas con ingredientes que son variables del mismo mondongo, de una misma fe en la organización estatal-capitalista, fundamentada en la concentración del poder político y económico en manos de élites políticas (estatalistas) y económicas (capitalistas) perfectamente aliadas.

Su forma de “participación democrática” tiene así, como principal objetivo, el reforzamiento del sistema de dominación, impedir la organización democrática de la sociedad, entendida en su sentido integral, como autogobierno del pueblo, la autoconstrucción de éste como sujeto político y económico. El mondongo pretende lo contrario, su misión es construir artificialmente un sujeto política y económicamente pasivo, que así es perfectamente dominado, que así, mediante el voto, conscientemente o no, aporta su consentimiento sumiso a la continuidad y perpetuidad del sistema de dominación.

Lo que hacemos cuando acudimos a votar es retrasar lo que es inevitable, la revolución democrática restituyente de las cualidades humanas y del equilibrio ecológico que sistematicamente vienen siendo destruidos por el sistema dominante, por el mondongo global, estatal y capitalista, que en cada campaña electoral reclama nuestro voto de complicidad,  su única fuente de legitimación, lo que le sostiene, lo único que puede garantizar su mantenimiento y reproducción.

Cierto es que el autogobierno en comunidades libres y autónomas es todavía imposible como alternativa inmediata y global a la dominación, pero es el único horizonte posible, es la única posibilidad de supervivencia del individuo y la sociedad. Para comprenderlo no hace falta el recurso a la fe, porque las evidencias del colapso social y ecológico son ya bien palpables en todo el mundo y en nuestra propia vida personal y cotidiana. 

Lo posible y necesario ahora es ir preparando la sociedad que habrá de sobrevivir al colapso, irnos preparando, individual y comunitariamente para el autogobierno, ir anticipando la sociedad comunal y democrática, constituyendo ajuntamientos comunales allí donde se den las mínimas condiciones, integrando a personas y grupos verdaderamente antisistema. 

Eso es absolutamente incompatible con cualquier forma de voto al sistema. Sólo la abstención, consciente y constante le hace daño al mondongo, a condición de ir acompañada de una resistencia activa, reconstructora de la autonomía individual y comunitaria. Ellos lo saben y por eso echan el resto en cada campaña electoral, mientras nosotros seguimos elucubrando estúpidamente, usando su propia lógica, sobre a quien beneficia o perjudica la abstención. 




3 comentarios:

David de Ugarte dijo...

Pero Nanín fiu, lo que no puedes es simplemente expresar deseo. Si quieres que las cosas sean diferentes, tienes que empezar por crear o unirte a eso que, estamos de acuerdo, tiene las semillas de una alternativa real: lo que Buber llamaba cooperativa integral y el mundo conoce como kibutz o comunidades igualitarias. De lo contrario le estás diciendo a tus lectores que no hagan nada, que esperen a una gran iluminación colectiva para que todo cambie.

nanin dijo...

Siento que no va conmigo lo que dices. No pretendo decirle a nadie lo que tiene que hacer. Bastante tengo con saber lo que a mí me corresponde. Hace tiempo que estoy en eso, cultivando la semilla de una alternativa real, que tu llamas kibutz y yo ajuntamiento comunal. Un abrazo, David. Y no me llames fiu, que podría ser tu padre.

David de Ugarte dijo...

Perdona si te molestó el «fiu», por aquí lo usamos entre pares y no significa edad ni jerarquía, es solo un apelativo cariñoso que pretende proximidad.

La idea que te quería transmitir es que no creo que avancemos sobre propuestas para hacer, sino sobre cosas hechas y que se pueden mostrar. Un ayuntamiento comunal es algo muy guapo... pero inexistente. Podemos tener todos un acuerdo sobre su deseabilidad, pero vamos a tener difícil realizarlo sin un cambio institucional tan grande que hace que nadie que escuche sienta que puede aportar para hacerlo realidad.

En cambio, si somos capaces de poner la semilla de modo que quien se una no solo se una a una experiencia igualitaria y alternativa sino que pueda de verdad satisfacer sus necesidades económicas mediante su trabajo, la idea de comunidad se vería de una forma completamente distinta.