Del "Cuaderno de Caminería", caminatas por el territorio del País Románico (comarcas de la Montaña Palentina, Las Loras y Campoo-Los Valles).
Panorámica de Castrecías. Fotografía de Jesús Granados |
Palencia, Burgos y Cantabria comparten las Loras, comarca natural mayoritariamente burgalesa, que posee una personalidad propia
gracias a su especial paisaje geológico, formado por gigantescos relieves
colgados y parameras calizas que atestiguan su origen de fondo marino
depositado en la era de los dinosaurios, la mesozoica, hace sólo doscientos cincuenta millones de años.
Cuando se caminan las Loras y se miran en silencio,
uno imagina una sucesión fantástica de colosales convulsiones que sucedieron
bajo nuestros pies, cuando el interior de la tierra se recolocaba y levantaba a cámara lenta, mientras vemos que la orilla del océano se aleja hacia el norte
y sentimos que las rocas se fruncen como si fueran de plastilina, retorciéndose en algunos sitios e, incluso, podemos ver cómo los estratos que estaban tumbados
se levantan verticales y forman grandes acantilados y aristas afiladas como cuchillones. Y entre
medias, sentimos que se suceden largas pausas de tranquilidad en las que el viento y el agua hacen su labor erosiva; el viento descascarilla las paredes y el agua horada la roca, rellena los huecos, se hiela reventando las
grietas, desgasta los relieves y acumula en los valles la piedra desmenuzada,
hecha añicos, cantos rodados, arenas y arcillas. Y, ya al atardecer del tiempo,
recién comenzada la historia, cuando ya casi es Ahora, se puede ver pasar un gran
rebaño de cabras…y, si tuviéramos prismáticos, podríamos ver a una familia de
pastores que levanta una casa al abrigo de los cantiles, allí donde se rompe la inmensa lora.