lunes, 7 de octubre de 2013

BRAÑOSERA 824-2013, VERDAD HISTÓRICA Y OPORTUNIDAD PERDIDA

“Nos, que valemos tanto como Vos, e que juntos valemos más que Vos, os facemos Rei, 
si guardáis nuestros fueros y libertades, e si non, non”
(Juramento de los súbditos del rey de Aragón)


Un año más, ya van veinte, el ayuntamiento  y la Asociación del Fuero de Brañosera organizan sus anuales jornadas de exaltación del Fuero, dedicadas a una conmemoración que considero vacía de contenido cultural, histórico y político, basada en el supuesto histórico de considerar a  Brañosera como “primer municipio” de España e incluso de Europa y el mundo, como se llegó a decir el año pasado, con osadía que alcanza el ridículo, tal y como queda recogido en esta noticia de El Norte de Castilla: “Brañosera se reivindica en Madrid como primer municipio de Europa” 


El documento histórico que da origen a la conmemoración de Brañosera no puede ser considerado con el mínimo rigor histórico como fundación de municipio alguno, ya que esta institución tiene en España un origen romano y ni  siquiera puede ser considerado como Fuero, ya que los primeros de éstos fueron promulgados a partir del siglo XI, como el de León, datado en 1017. El documento fechado en el año 824 en Brañosera es en realidad una Carta Puebla, al parecer la más antigua de entre las que tenemos constancia documental, junto con las de Obona (Asturias) y Valpuesta (Burgos), en el reino asturleonés. La precisión no es baladí, aunque solo fuera por servicio a la verdad.

En todo caso, lo cierto es que en el año 824 subyacía la costumbre vigente y heredada de la ley visigoda, la “Conventus Publicus Vicinorum”-asamblea de vecinos-, que sí puede ser considerada el antecedente histórico de la medieval y comunal institución del concejo –pero no del municipio-, que ha logrado supervivir en el medio rural hasta nuestros días,  aunque en modo extremadamente limitado, subordinado y agónico, reducida su aplicación en Castilla y León a las poblaciones con menos de cien habitantes censados.

No hay acuerdo entre los especialistas acerca del origen de la institución municipal, que unos lo sitúan en Egipto y otros en Grecia  o en Roma. Pero lo cierto es que en España el municipio, tal y como lo conocemos hoy en día, como institución dependiente del Estado (lo que me lleva a considerarla ni autónoma ni democrática), tiene su origen en la dominación romana. Con el estado imperial romano las ciudades conquistadas sólo tenían dos tipos de relaciones: la sumisión o la alianza; la primera se correspondía con el sistema de organización colonial y la segunda con el sistema municipal, si bien, con el paso del tiempo, ambas formas de organización se confundieron plenamente. Es obvio que en su origen romano se configura el rasgo fundamental de nuestros municipios,  dependientes e insertos en una unidad política superior, que entonces era el imperio romano y que hoy es el Estado español. La etimología de la palabra municipio nos lo aclara definitivamente: las cargas económicas que las ciudades conquistadas debían pagar al Estado imperial romano se llamaban “munera”, de donde derivó el concepto de “municipia” para nombrar a esas ciudades, ya en el siglo segundo antes de nuestra era.    

A pesar del interés histórico y conceptual de todas estas cuestiones, no me interesa mucho la discusión en torno a la interpretación de los datos históricos acerca del  “Fuero” de Brañosera y  que han dado lugar a notables controversias entre los estudiosos del tema, fundamentadas en las abundantes dudas que éste suscita en su datación, como en su discutible consideración como “fuero” y, mucho más,  en torno a la exageración que supone considerarlo el antecedente del municipalismo español.
Lo que más me interesa ahora es señalar la oportunidad perdida que supone orientar esta conmemoración como una fiesta de exaltación vacua del municipalismo, primando exclusivamente la intención promocional de las autoridades políticas. Es verdad que ese error estaba ya en la idea original  del que entonces fuera alcalde, el socialista Fidel Fernandez, como también lo es que en presencia de quien habría de relevarle en el cargo, el actual alcalde y también socialista Jesús Mediavilla (actuando yo entonces como agente de desarrollo rural en el territorio), les propuse a ambos la idea de trascender aquel enfoque original, con la intención de hacer de Brañosera un foro actualizado, abierto y permanente del municipalismo, complementado con la creación de un centro documental que reuniera los archivos históricos y sirviera de centro de referencia para la investigación y el estudio del municipalismo en España.
Nada de ésto ha sucedido, más bien al contrario, la conmemoración ha venido celebrándose en estos años con una programación más o menos cultural y festiva, ajena a la temática y a la actualidad municipalista y reducida a una sucesión inconesa de actos concentrados en unas jornadas anuales, cuya máxima conexión con el municipalismo es una superficial y desacertada glosa del documento histórico mal llamado Fuero de Brañosera; en definitiva, una programación que denota una errática desorientación, que se hace patente en el programa del presente año 2013, centrado en un homenaje a la Real Academia de la Lengua Española, con aditamentos tan nulamente concernientes como un trofeo de golf en el club de Nestares, localidad del vecino municipio de Campoo de En medio.
En conclusión, el único interés de esta oportunidad perdida es que ayuda a poner en evidencia el desinterés por la verdad histórica, como que también pudiera hacernos reflexionar acerca de la manipulación  oficial del origen histórico de nuestro municipalismo. Esta manipulación sitúa a esta institución en su realidad, es decir, en las antípodas del verdadero concepto democrático: el del autogobierno.


1 comentario:

mikaela dijo...

Aplausos :)

He disfrutado con la lectura. Voy a ponerme con la reflexión.

bss