Asamblea popular en un pueblo de Madrid |
Propuesta para la reflexión estratégica.
"Si se trata de transformar
hay que hacer reflexión estratégica. Si se trata de poseer creencias
personales, una fe, doctrina o dogma para, real o pretendidamente, dotar de
sentido a la propia vida, aquélla es innecesaria.…/… La
reconstrucción del sujeto demanda el trabajo interior tanto como el trabajo
exterior. Estas tareas se han de hacer de acuerdo a proyectos y planes cuya
raíz sólo puede ser la reflexión estratégica. Ambas, sumadas, son la revolución
integral". (De "Para pensar estratégicamente". Félix Rodrigo Mora)
Estoy de acuerdo en que
la verdad y la virtud son necesarias para vencer, pero también pienso que no
son suficientes. Si el sistema de dominación no se derrumba por sí mismo, habrá
que esperar una eternidad para encontrar el momento en que la verdad y la
virtud se extiendan a la mayor parte de la humanidad y, además, ello habría de
coincidir con la oportunidad histórica en la que el sistema se halle en
situación de máxima debilidad. Ni puedo ni quiero esperar una eternidad. Si la
revolución no es un momento sino un proceso, podemos considerar que éste ya se
ha iniciado desde el instante en que concebimos la necesidad de la revolución,
por improbable que ahora nos parezca. Pero esta conciencia no es útil a la
revolución si le falta una estrategia, un plan encaminado a su resolución, por
largo y difícil que resulte dicho
proceso.
Conviene a este propósito no olvidar que la aniquilación del sujeto de la que partimos, no es
producto de una deriva natural de la sociedad hacia el mal, sino que es el
resultado de una acción planificada y desarrollada a través de un complejo mecanismo de estructuras de poder con profunda raíz histórica, que han sido institucionalizadas
y perfeccionadas en los dos últimos siglos, hasta alcanzar el predominio
absoluto bajo sus formas actuales de Capital y Estado. Como tampoco conviene
olvidar que, a pesar del continuado fracaso de todas las experiencias
históricas que han intentado subvertir el orden impuesto, dicho fracaso es
atribuible a la responsabilidad de las élites que lideraron todos los intentos
de rebelión mediante formas organizativas (partidos y sindicatos) que
reproducían los valores y los mecanismos de dominación del sistema que se pretendía derribar.
Subvertir el estado de
dominación significa tener por finalidad
la emancipación, individual y colectiva, que nos permita tomar las
riendas de nuestra propia vida y superar el estado de sumisión generalizada. La
forma política de la emancipación es el autogobierno mediante asambleas
comunitarias, en las que todos sus integrantes tengan plena e idéntica
responsabilidad en la toma de decisiones que les afectan, por lo que el objetivo estratégico que
propongo a reflexión es el de crear la estructura organizativa encaminada a
preparar la futura constitución de las asambleas soberanas que habrán de sustituir a las
actuales instituciones estatal-capitalistas. Esa estructura organizativa debe
ser útil a tres objetivos claves: a) realizar la paideia o autoeducación de los
individuos y su comunidad para autoconstruirse como sujetos del cambio revolucionario
pretendido; b) extender los valores de la revolución integral en su teoría y
praxis y c) ser espacio de convergencia de todos los movimientos sociales que coinciden en la finalidad de la
emancipación y, por tanto, en la lucha frontal contra las instituciones que
favorecen el actual estado de sumisión-dominación.
La organización propuesta
es la preasamblea municipal,
integrada por la paisanía local comprometida en su propia autoeducación para la
emancipación y la autonomía; comprometida
en la resistencia y lucha revolucionaria contra las instituciones dominantes; y
comprometida en la autoconstrucción del
regimen político necesario para lograr la emancipación, o sea, el
autogobierno de la sociedad mediante asambleas municipales autónomas y
soberanas.
Una carta de compromiso paisano debería ser la tarea primera de la
preasamblea, que exprese el consenso de sus miembros acerca de los principios y
valores de la revolución integral que tiene por objetivo prioritario la reconstrucción
de las cualidades humanas que habrán de favorecer la autoconstrucción del sujeto
individual y colectivo, para alcanzar el estado de emancipación que es propio
de la condición humana. La participación en la preasamblea debería presuponer
la aceptación de esta carta de compromiso, que podría ser anulado en cualquier
momento por decisión de la asamblea o por decisión individual y voluntaria.
Paisanía es la condición de
habitante del país o territorio local y, por tanto, son paisanos quienes se
reconocen como habitantes del mismo paisaje, del mismo territorio. La
ciudadanía es la condición de habitante de la ciudad, por lo que fuera de esa
circunstancia su aplicación es desechable, por errónea y porque contribuye a la
confusión interesada, propiciada por los Estados, que incluyen en ella al conjunto de “ciudadanos”
de esa comunidad ficticia de súbditos a la que denominan “nación”.
El municipio es la
institución natural y propia del autogobierno, es anterior al Estado y es
la institución que históricamente ha estado más próxima al autogobierno, al ideal de democracia. Es la institución que se corresponde con el
ámbito vital en el que se producen las relaciones humanas en su inmensa mayor
parte. Toda la soberanía, en todos los ámbitos y sin ninguna excepción, le
corresponde a la sociedad local, que ha de ejercerla mediante su autogobierno
en asambleas locales. No hay ninguna forma mejor de la democracia que aquella
en la que cada individuo la ejerce directamente, siendo plenamente responsable
de sus decisiones, que no delega en nadie su propia responsabilidad como ser
social y como miembro de la comunidad en la que vive.
La finalidad de la preasamblea municipal es realizar el
proceso de autoconstitución de la asamblea municipal como institución de
autogobierno, lo
que habrá de suceder en un momento avanzado del proceso revolucionario, previo
a la sustitución de las instituciones
hoy dominantes, integradas en la superestructura del Estado,
fundamentalmente: el patriarcado, la propiedad privada de los bienes comunales y el trabajo asalariado.
La participación en la
preasamblea municipal implicaría la militancia autónoma, comprometida con los principios
y valores de la revolución integral, acordados por la comunidad local y, por
tanto, debería ser incompatible con cualquier grado de filiación a organizaciones
partidarias, sean sindicales o políticas. La iniciativa de pertenencia a un
municipio sería de las asambleas de los núcleos de población del territorio (pueblos, barrios
o villas) y la decisión debería corresponderle a la asamblea municipal.
Todas las formas de
oposición y lucha contra el sistema estatal-capitalista son admisibles si son
coherentes con la ética y los valores revolucionarios, si sirven para aproximarse a los
objetivos finales de la revolución, si están por encima de los procedimientos
reivindicativos propios de la contestación reformista y son beligerantes con
los procedimientos electorales que falsifican la democracia. La violencia debe
ser rechazada como procedimiento de lucha revolucionaria y sólo debería ser
admisible en situación de autodefensa.
Las preasambleas deberían
servir para prefigurar la democracia real y directa, para hacer visibles y
reales los procedimientos de autogestión y autogobierno de las sociedades
locales. Bastan dos paisanos o paisanas para tomar la iniciativa de constituir la
preasamblea municipal en su territorio. La preasamblea es el ámbito propio para
la reflexión y la acción revolucionaria, cuyos contenidos no deberían limitarse al ámbito de lo local,
sino al ámbito global del sistema que se pretende derribar en el proceso revolucionario. Lo
ahora considerado como “política local” está reducido al tamaño de la nula soberanía
de los actuales municipios, conformados como apéndices del aparato Estatal y
sometidos a su ordenamiento totalitario, bajo la ficción denominada “autonomía
local”.
Al igual que las futuras
Asambleas Municipales, las preasambleas podrían construir redes confederadas,
para ejercer la ayuda mutua, reforzar la lucha común y ensayar los
procedimientos de cooperación intermunicipal en ámbitos territoriales de tamaño
regional, continental e, incluso, global.
La autonomía de todas las
iniciativas de lucha y resistencia democrática radical, de naturaleza autogestionaria
y, por tanto, antiestatal y anticapitalista (como los grupos de afinidad, las
cooperativas integrales, ateneos, etc) es compatible con la participación de
sus miembros en las preasambleas municipales,
en las que estas iniciativas deberían converger para reforzar la
organización que habría de prefigurar la forma política propia de la revolución integral:
la Asamblea Municipal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario