Dibujo de Pawla Kuczynskiego |
A
partir del desencadenamiento de la actual crisis, existe un pensamiento muy
extendido en torno a la certeza sobre la descomposición del capitalismo,
fundamentado en las abundantes evidencias que la propia crisis nos muestra a
diario. Comparto dicha certeza pero no la ingenuidad que lleva a creer que
existe un día siguiente al de la descomposición, tras el que se producirá un
cambio revolucionario, que nos situará en una sociedad justa y democrática en unos cuantos días.
Recordemos
que la decadencia del sistema soviético empezó a manifestarse plenamente a partir de
la década de los setenta y que con anterioridad a esas fechas, su economía
había crecido a igual e incluso a superior ritmo que el de las economías occidentales. Un proceso de lento retorno al
sistema capitalista se inició en época
de Nikita Jrushchov, al comienzo de los años cincuenta, de tal modo que una
gran parte de los historiadores y economistas que han estudiado la evolución de
aquel sistema, coinciden en la idea de que el colapso económico y político que
tuvo lugar a final de los años ochenta venía incubándose desde las reformas impuestas por la cúpula del partido comunista a
lo largo de las dos últimas décadas y que, por tanto, la decadencia del sistema
soviético tiene su más acertada explicación en el contexto de las crisis
típicamente capitalistas.