miércoles, 13 de junio de 2012

ORDENACION DEL TERRITORIO: MUNICIPIOS COMARCALES

MUNICIPIO DE LA MONTAÑA PALENTINA
Castilla y León


La ordenación del territorio que la Junta de Castilla y León tiene previsto implantar a lo largo de la presente legislatura no significa ningún avance en autonomía local ni, por tanto, en calidad democrática. Esta reordenación traerá consigo una merma aún mayor de soberanía y democracia local. Su única aportación  positiva  podría ser la simplificación burocrática que,  con toda seguridad, el gobierno regional  traducirá en recortes  presupuestarios a aplicar en los servicios públicos y en el empleo que generan los municipios. Más allá no alcanzan, no pueden alcanzar desde sus presupuestos ideológicos, en las antípodas del municipalismo y de la democracia.  Lo van a hacer porque lo pueden hacer, porque cuentan con el apoyo de una mayoría social  que ni quiere ni puede ser consciente  de la operación,  porque se encuentra totalmente ajena y desmovilizada aunque, una vez más, vaya a ser  directamente perjudicada.


Es obvio que necesitamos una nueva ordenación del territorio en Castilla y León, por supuesto que la actual organización municipal es inoperante, pero no porque sea cara (los municipios españoles están entre los que menos perciben del presupuesto estatal de toda Europa), sino porque es antidemocrática e ineficiente, porque coloca a los municipios a la cola de las instituciones públicas, carentes de presupuestos y competencias, totalmente anulada su  capacidad de gestión por falta de autonomía política, lo que les hace totalmente dependientes de las instituciones “superiores”- las diputaciones, la propia Junta y el Estado- convirtiendo esta dependencia en una enfermedad crónica de la democracia.

No hay democracia sin soberanía y ésta no es posible sin autonomía. Para que la comunidad que vive en un territorio recupere su soberanía tiene que ser lo más autónoma posible, tanto en sus recursos económicos como en su capacidad de decisión y gestión. En Castilla y León necesitamos  municipios empoderados, más fuertes y soberanos, más grandes, para disponer de recursos propios suficientes y de las máximas competencias. En el horizonte de una sociedad plenamente democrática hay que pensar en municipios totalmente soberanos y autónomos. Mientras se produce el tránsito hacia esa sociedad  mejor, deberíamos aspirar a unas condiciones que se acerquen lo más posible a ese objetivo ideal.

El municipio es la institución propia de cada comunidad local, en la que se producen más del 90% de las relaciones sociales, culturales y económicas. Las comunidades humanas habitan en territorios que son urbanos (ciudades) o rurales (comarcas), según que su sistema poblacional  sea concentrado o disperso; de ahí que deban existir dos tipos de municipios, los urbanos y los rurales, de ciudades y de comarcas. No es razonable que existan municipios de barrio, como tampoco lo es que existan municipios de pueblos. El territorio delimita el ámbito de cada comunidad, contiene los recursos naturales y humanos en los que debe basar su sistema productivo  y su economía, que debería ser lo más autosuficiente posible para permitir una gestión  sustentable  y responsable.

La comarca es, pues, el territorio propio de los municipios rurales. ¿Quiere èsto decir que hay que concentrar los pequeños municipios en uno grande? Rotundamente no. No se trata de cargarse los municipios pequeños para integrarlos en uno más grande, lo democrático es constituir un municipio comarcal nuevo y que todos los ayuntamientos, los grandes y los pequeños, se integren voluntariamente en el mismo, en absoluta igualdad de condiciones, con total respeto a su autonomía.
Pongamos por ejemplo mi comarca, la Montaña Palentina: aquí el nuevo municipio  se denominaría “Municipio de la Montaña Palentina”, con delegaciones municipales en todas las poblaciones, tanto si son pedanías como ayuntamientos, ya que todos serían "el Ayuntamiento" comarcal; todo el municipio podría estar organizado en tres distritos –Occidental, Central y Oriental- respectivamente constituidos por los alfoces de Guardo, Cervera de Pisuerga y Aguilar de Campoo. Sería un único municipio con una extensión superior a los 1.700 kilómetros cuadrados y con cerca de treinta mil habitantes, con capacidad para gestionar sobradamente unos recursos naturales y culturales que constituyen un cuantioso y valioso patrimonio, un procomún que permitiría desarrollar una economía más justa, eficiente y sostenible. Todas las competencias y presupuestos que hoy absorben la diputación de Palencia (cuya desaparición es cada vez más necesaria y urgente) y la Junta de Castilla y León, podrían ser recuperados por el nuevo Ayuntamiento comarcal.

En un ayuntamiento comarcal todos los pueblos del territorio, como todos sus habitantes, tendrían una participación igualitaria en la constitución y gobierno del nuevo ayuntamiento. Esto sería lo deseable en esta primera instancia, sin olvidar que a largo plazo, para constituir una sociedad verdaderamente democrática, todavía nos quedaría prescindir de la clase política y del propio Estado. 

No hay comentarios: