Nadie de ese espacio ideológico queda hoy que cuestione el sistema capitalista en su integridad, nadie que cuestione la Ley de la Propiedad capitalista que instituye y sacraliza el robo de los bienes comunales universales, de la Tierra y el Conocimiento. Nadie mínimamente organizado que conspire contra un sistema cuya forma política es el estado-nación-moderno, la misma que tanto adoran liberales, como fascistas y estalinistas. Nadie que conspire...y mucho menos durante la pandemia, cuando izquierdas y derechas coincidieron en una misma veneración, sumisa y hasta religiosa, por el aparato político (el Estado) del Sistema.
Definitivamente, el conjunto de las izquierdas sigue intentando algo tan imposible como resucitar a una clase proletaria ya inexistente; y buscando la confrontación escénica con un simbólico enemigo de clase, la burguesía, que si lo fue, ahora es mucho más: TODO UN SISTEMA, toda una sociedad global estratificada en dobles segmentos, como clientes y contribuyentes. Ya tenemos bien aprendido eso de que "el Estado y el Mercado somos Todos". Toda una sociedad fragmentada con su pensamiento único y su propia forma de vida capitalista, de individuos agregados en masa, todos tratados como los "idiotes" del ejemplar modelo de la democracia griega, en la que solo podían decidir los propietarios y sacerdotes, quedando excluida la mayoría social compuesta por siervos, esclavos y todas las mujeres. Toda una sociedad tratada, al igual que entonces, como idiotas asociales, necesariamente apolíticos e irresponsables, tal como hoy corresponde a las ficticias democracias estatales y parlamentarias, todas liberales y sucedáneas o "representativas".
De ahí la proverbial desorientación programática y estratégica de todas las izquierdas, y su confusión con las políticas liberales e identitarias, que tan eficazmente están contribuyendo en todo el mundo a despejar el camino de una extrema derecha adaptada a los nuevos tiempos y tecnologías, ultraliberal y totalitaria sin disimulo en un mundo a punto de entrar en una tercera guerra mundial preparatoria de la nueva economía feudal -con todo el poder repartido entre "democracias monárquicas", al estilo Donald Trump o Xi Jinping, y corporativos señoríos tecnológico-financieros, toda una evolución hacia el feudalismo con la que el Sistema espera sobrevivir a su propio colapso.
Podrá
ser casualidad, pero las fechas de la pandemia del Covid19 me
parece a mí que marcan
el comienzo de un nuevo ciclo histórico mundial, cuyo factor más
sobresaliente es el auge ideológico
y electoral de
las
facciones conservadoras, ultraliberales y de extremas
derecha, junto al declive
generalizado de todas las izquierdas, lo
que a su vez marca el
inicio de un convulso proceso de reorganización geopolítica, de
las Corporaciones económicas y estatales a escala global, siendo
testigas las actuales generaciones de
un relevo histórico
en la dirigencia mundial del Orden Capitalista, entre los imperios estatales de los EEUU de América y de la República Popular de
China, ambos con similares economías capitalistas, ambos igualmente
republicanos y nacionalistas, con ideologías "oficialmente" contrarias solo en su apariencia: un estado
con aire protofascista y protocomunista el otro, ambos
de
igual naturaleza sistémica: totalitaria en modo capitalista y estatista.
La izquierda real ha sido abandonada, ahí no queda nadie. No hay más remedio que reconstruirlo, actualizado al contexto histórico de la nueva Barbarie. Todos los que estaban en ese sitio, declarados en rebeldía, ya ni siquiera son capaces de imaginar sociedades no-capitalistas y menos aún no-estatales, ni ninguna otra forma de habitar la Tierra. Ya olvidaron el viejo sueño humano de comunidades convivenciales e igualitarias, realmente democráticas, el proyecto civilizatorio de un mundo Procomún compartido, de bienes materiales e inmateriales que, como la Tierra y el Conocimiento, son los bienes comunales universales que, respectivamente, son propios de la Vida en general y de nuestra especie en particular.
***
Recordemos quién gobernaba en USA y en China en 2020, en medio de la pandemia, que ambos estados estaban gobernados por los mismos presidentes de ahora: por el multimillonario y empresario republicano Donald Trump y por el ingeniero químico y comunista Xi Jinping. Donald Trump ejerció como presidente entre 2017 y 2021, y se convirtió en el 47.º presidente de EEUU a partir de enero del presente año 2025, con clara mayoría sobre el partido demócrata a pesar de su errática gestión de la pandemia en su anterior periodo de gobierno. En el caso de Xi Jinping, éste fue designado Secretario General del Partido Comunista Chino en noviembre de 2012 y es presidente de la república desde marzo de 2013.
Al contrario que Donald Trump, para frenar la propagación de la pandemia, Xi Jinping adoptó la política dinámica de “cero COVID”, cuyo objetivo consistió en diagnosticar y aislar rápidamente a los casos y contactos cercanos, si bien, hubo gran incertidumbre acerca de la relación del gobierno chino con la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como acerca del impacto real de las medidas de aislamiento en el orden social, incluyendo la economía, el empleo y la salud mental de la sumisa y disciplinada población china.
Reproduzco a continuación el texto publicado por la web de “Cuadernos para el colapso” -(1), (2)- de una entrevista que le hizo la revista suiza “Moins! Journal romand d’écologie politique” a los autores (anónimos) del "Manifiesto Conspiracionista" editado en 2022, publicado en Francia por “Éditions du Seuil” y en España por la editorial “Pepitas de Calabaza”.
LA ILUSIÓN ESTATAL
Obra fuera de lo común y anónima, el Manifiesto conspiracionista (Seuil, 2022) [en castellano en la editorial Pepitas de calabaza, 2022) ] despliega un conjunto de ideas para un argumentario acusatorio repleto de referencias y sin estructuración explícita. La «conspiración» –que el sentido común asocia de buen grado a complots secretos urdidos por unos cuantos villanos malintencionados– arroja luz sobre la organización de la moderna desposesión de los seres humanos. Ejemplo tras ejemplo, se ve cómo la gobernanza se desarrolla en la serenidad de los salones y de ejercicios de simulación de la vida real. El Estado se revela a la vez como una máquina de alienación y una cortina de humo para desviarnos de los lugares del poder efectivo. Un manifiesto que nos invita a respirar juntos, contra el mundo-máquina. ¡Entrevista exclusiva!
Publicado en enero de 2022, el Manifiesto parece que ya no está disponible. ¿Qué ha pasado?
Puede parecer una locura, pero este libro ha sido despublicado, a pesar de que se vendía bien, o incluso mejor que nunca. Que nosotros sepamos, es una novedad en la historia de la edición francesa: una despublicación con restitución integral de los derechos franceses y extranjeros, de cuentas y stocks. Se sabía que un tweet o un post de Facebook se podía «despublicar» en un clic, pero un libro… eso no se había visto nunca. Y todo ello ha transcurrido en el mismo gran silencio cómplice que ha rodeado y sigue rodeando los abusos inverosímiles que han marcado la gestión de la Covid y su solución vacunal.
"La insurrección que viene", el libro del Comité Invisible, había sido incluido integralmente en un expediente de instrucción antiterrorista, algo no visto desde la guerra de Argelia. Ahora, con la despublicación del Manifiesto Conspiracionista tras más de un año de distribución comercial, hemos sentado una especie de precedente, un precedente tanto más inquietante cuanto que interviene sin ruido ni escándalo, con nocturnidad. Hay que verlo como un homenaje del vicio a la virtud, o más bien de la mentira a la verdad. Por lo demás, cuando esto ocurrió, no pusimos el grito en el cielo, ni buscamos gloria por ello. La época soporta dosis cada vez más ínfimas de verdad, particularmente el público francés, con su racionalismo mórbido, su cientificismo atávico y su grandiosidad nacional. Y este libro contenía dosis masivas de ella. Hay que decir que desde su publicación, e incluso antes, las presiones a Seuil (la editora) tanto internas como externas, incluídas las policiales, nunca han cejado en el empeño de hacerse con su pellejo. La formidable voluntad de no saber, que aflige ahora a la mayoría de los que pretenden ser críticos sociales, ha llegado a hacer desaparecer la afrenta que representa el Manifiesto para ellos. No se podía imaginar una confirmación más perfecta de sus tesis.
Lúcido y necesario para unos, peligroso para otros, el libro ha recibido una acogida muy contrastada. ¿Cuál era su objetivo?
¿Contrastada? ¡Estáis siendo educados! No, uniformemente hostil, al menos en Francia. Todos aquellos que, ya fueran periodistas, izquierdistas, gente de «cultura», ambiciosos, cobardes o influenciadores, habían apoyado con sus acciones u omisiones la gestión gubernamental de la Covid, se sintieron legítimamente atacados.
El hecho de que los libreros de izquierdas se hayan creído en la obligación de esconder el libro en el fondo de sus estanterías para no ser acusados de «conspiracionismo» es en sí mismo cómico, aunque diga mucho del grado de terror ideológico reinante, pero no deja de inquietar el hecho de que los autodenominados «anarquistas» busquen aliarse con un antiguo miembro de la Ligue du LOL (3) o con los periodistas de L’Observateur en su pequeña cruzada contra la intolerable herejía del Manifiesto. La decadencia del humor es uno de los indices más seguros de la fascistización de una sociedad. Y la pérdida de toda lucidez intelectual suele preceder a los grandes horrores históricos.
El objetivo del Manifiesto es explícito desde su introducción: el epíteto «conspiracionista» constituye un arma retórica de descalificación dirigida contra todos aquellos que buscan comprender las fuerzas que arrastran a esta civilización hacia un desastre a fin de cuentas rentable, contra todos aquellos que se niegan a resignarse a semejante destino. Prestar consistencia teórica a esta categoría, manejarla como una evidencia, es de facto ponerse del lado de la dominación, cualesquiera que sean los edificantes motivos que se aleguen. Con el Manifiesto hemos intentado aportar, como siempre hemos hecho, una inteligibilidad estratégica de los procesos en curso. Al constatar cómo este libro anticipa y hace legible la nueva «guerra fría» declarada tras la invasión de Ucrania, tenemos la impresión de haber hecho un trabajo útil. Nuestra proposición «política» es la de asumir la conspiración positivamente, como disposición a la conspiración contra los dueños de este mundo. Una proposición suficiente y banalmente autónoma, después de todo.
¿De qué modo puede servir la «conspiración» para comprender el papel de los Estados y las relaciones de poder?
¡He aquí una pregunta que, formulada desde la Confederación Helvética, no deja indiferente a nadie! En Suiza es difícil ignorar lo que significa el provechoso y organizado reino del secreto, o el discreto pero definitivo divorcio entre lo que se dice y lo que se hace. Muchos de los acontecimientos mundiales, vistos desde las puertas cuidadosamente cerradas de los bufetes de abogados, bancos, laboratorios o sedes centrales suizas, por no hablar de las reuniones extraoficiales de Davos, ofrecen una cara completamente diferente y algo más realista de lo que la vulgata histórica proclama. Obsérvese más de cerca la trayectoria de un gran filántropo como Stephan Schmidheiny, el magnate suizo del amianto condenado formalmente a 18 años de prisión firme por sus pequeñas masacres industriales, amante de las plantaciones industriales de eucaliptos en tierras mapuches y coorganizador de la Cumbre de la Tierra de Río en 1992. O la de su gran amigo canadiense Maurice Strong, hombre de negocios del petróleo, la minería, el agua y la energía, cofundador del IPCC y del Foro de Davos, gran capitoste de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente de 1972, de las Cumbres de la Tierra bajo la égida de la ONU y miembro ejecutivo de la Fundación Rockefeller, pero también inventor de la noción orwelliana de «desarrollo sostenible» e intermediario bien remunerado en el escándalo del programa de la ONU «petróleo por alimentos» para Irak.
También es instructiva la trayectoria, en el siglo XX, de pioneros de la propaganda como Walter Lippmann, oficialmente periodista y teórico, pero sobre todo asesor de presidentes y hombre de confianza de los servicios secretos estadounidenses y británicos. No contento con inspirar los 14 puntos de Wilson, teorizar cínicamente la necesidad de la manipulación mediática de las masas democráticas ya en 1922, organizar la conferencia fundacional del neoliberalismo en París en 1938 o propagar la noción de «Guerra Fría», conspiró literalmente toda su vida, llegando incluso a participar en la concepción de la CIA. La necesidad de una conspiración de las élites por el bien de la humanidad nunca le abandonó desde su afiliación, cuando era un joven estudiante socialista en Harvard, a la Sociedad Fabiana. Toda acción histórica comporta una dimensión conspirativa, simplemente porque el poder es una cuestión de lealtad personal; hay conspiración en todas partes y, en cierto modo, esto es una buena noticia. No son sólo misteriosos procesos impersonales los que arrastran a las civilizaciones hacia su fatalidad, existe también el poder de actuar, por parte de los dominantes, pero también de la nuestra. Si para los dominantes es tan importante negar la dimensión conspirativa en el ejercicio del poder, es porque conocen su potencia e intentan reservársela en exclusiva. Por nuestra parte, sólo nos hace falta la audacia de conspirar contra ellos, a ser posible de manera tan feliz como siniestra es la suya.
Tras algunas vacilaciones, finalmente hemos incluido la palabra «cibernética» en nuestro glosario (véanse las páginas 16-17). ¿Qué relación tiene con la «conspiración» de la que habláis?
¡Hacéis bien en plantear esta cuestión! Figuraos que Heinz von Foerster, secretario de las Conferencias Macy que apadrinaron la cibernética, dice exactamente lo siguiente sobre la década 1943-1953, en un texto que sirve de introducción a las transcripciones de estas conferencias en su edición zuriquesa: «Es la década de una conspiración, un «respirar juntos» entre una veintena de curiosos, intrépidos, elocuentes, ingeniosos y pragmáticos soñadores que acordaron dejar que su diversidad fuera su guía». Por supuesto, la cibernética, como ciencia del control y de la comunicación, y como ciencia del control a través de la comunicación, reviste todos los estigmas del contexto en el que nació –la Segunda Guerra Mundial, el Proyecto Manhattan, el alistamiento de científicos, sociólogos, antropólogos, psicólogos, teóricos y profesionales de la comunicación, etc. en el empeño bélico estadounidense–, pero sobre todo lleva el sello de las fundaciones «filantrópicas» estadounidenses cuya principal preocupación desde los años veinte son el control social, si es posible a nivel biológico, y la «gobernanza» de las democracias industriales de masas, en particular a través de los mass-media, es decir, la preocupación por preservar el poder por parte de la fracción más conspirativa del Capital. Como ha mostrado Bernard Dionysius Geoghegan en Code, From information theory to French theory, la cibernética sirvió inicialmente para recubrir con un barniz «científico», «epistemológico» y en el fondo religioso, un proyecto político y antropológico de colonización interna de las sociedades occidentales –un proyecto consciente de ingeniería social–. ¡Por supuesto que era necesario incluir la cibernética en vuestro glosario!
Algunos pensadores tecnocríticos hablan de la autonomía de la técnica, cuando las cosas se hacen «forzados por las circunstancias». Vosotros desarrolláis este punto, al tiempo que lo equilibráis con una reflexión sobre quienes planifican este mundo-máquina. ¿Quiénes son esos «ellos» que contraponéis a menudo al «nosotros»?
Hay, del lado del capital, de sus burocracias gerenciales, de sus think tanks transnacionales, de sus fundaciones filantrópicas, de sus agencias de comunicación, de sus servicios secretos, en resumen, de su tecnocracia, un grado de reflexividad histórica y estratégica que nuestro orgullo se niega a admitir. En el fondo, es humillante dejarse timar por los mismos burdos trucos que ya utilizaba Edward Bernays (4), o denunciados por Smedley Butler en su War is a racket, hace un siglo. Sí, fue British Petroleum quien lanzó la noción de «huella de carbono» en 2003 para difundir entre la población su culpabilidad concentrada en el saqueo de la vida en la Tierra. Sí, el modelizador del informe Meadows sobre los «límites del crecimiento» en 1972, Jay Forrester, no era otro que el jefe del proyecto Whirlwind en los años 50, que se utilizó para dotar al sistema de defensa antiaérea estadounidense SAGE con un ordenador adecuado, y nunca ha negado sus relaciones con el Pentágono. Y sí, no se trata sólo de que las industrias petroleras, químicas, tabaqueras o farmacéuticas lleven casi un siglo desplegando las más retorcidas estrategias de influencia para poder continuar con sus fechorías hasta el fin de los tiempos, sino que en realidad todo el asunto del «Medio ambiente», tal y como se plantea en los medios de comunicación es un señuelo lanzado deliberadamente por nuestros enemigos para neutralizar nuestra legítima venganza. Parafraseando a Deleuze, las estructuras que pisotean el medio ambiente son a tal punto excrecencias de las que se jactan de identificarse con él, que parecen dos funciones complementarias. No sin razón, cuando el conservador Haeckel apenas había inventado la «ecología», el comunero Reclus le opuso su mesología. Es bastante vertiginoso, pero cuanto más se acentúa y unifica planetariamente el despliegue tecnológico, mayor es la brecha entre las ontologías practicadas esotéricamente por los arquitectos del sistema y las ontologías obsoletas cuyo mantenimiento en la sociedad es asegurado públicamente. Lo único que importa a los dueños de este mundo es que su maquiavelismo se mantenga dentro de los límites de la «negación plausible». La obsolescencia programada es la manifestación más banal de la conspiración capitalista en nuestras vidas. La masa de crímenes sobre la que se ha construido esta civilización exige actualmente la liquidación de todo lo que no es ella, a fin de que, al no tener afuera, quede también sin juzgar. El crimen quisiera, habiéndose convertido en mundo, dejar de ser crimen.
En el panorama más bien sombrío que pintáis, uno se pregunta cómo podemos «conspirar» por nuestra parte –es decir, respirar juntos– o incluso cómo podemos simplemente «respirar»…
En realidad, es muy sencillo. Basta con encontrarnos, experimentar una percepción compartida del mundo, de lo que ocurre, de la vida que se desea, y dotarnos de los medios materiales, tanto cotidianos como ofensivos, para sostener y desplegar esta forma de vida singular. No pretendemos que esto pueda advenir sin guerra civil. Pero, después de todo, ¿no nació Suiza de una guerra civil hábilmente librada por campesinos armados?
***
Notas:
(1) https://cuadernosparaelcolapso.noblogs.org/post/2024/03/13/la-ilusion-del-estado/#more-813
(2) Cuadernos para el Colapso n.º 0. Fragmentos en torno al encuentro, la furia y el éxodo. Dos reseñas:
a) De la web anarquista www.botiga.ellokal.org: "Cuadernos para el colapso. Fragmentos en torno al encuentro, la furia y el éxodo.
(…) "No queda otra que intensificar los conflictos y revueltas, no solo para evitar que la vida se vea reducida a una angustiosa supervivencia, sino además para quebrantar una normalidad que bloquea con su masiva inercia el acceso a otras maneras de vivir, a otras percepciones, y a fogonazos de una necesaria liberación de gestos, palabras, imaginación.
Al
mismo tiempo que se crean, extienden y defienden ferozmente
estructuras comunitarias que desertan de la lógica capitalista, una
tarea se nos resiste. Una investigación nómada que establezca
vínculos entre ellas y ayude a expandirlas. Una investigación
intercomunal sobre sus hallazgos y sus carencias, sus obstáculos y
su potencia, de manera que rompamos el sentimiento de dispersión y
aislamiento frente a la amplitud de los territorios. Una
investigación apasionada que nos permita comprender la red de
infraestructuras que hacen funcionar este mundo: 1) para clarificar
en qué consiste nuestra dependencia; y 2) para que el colapso
deje de aparecer como una simple pesadilla para millonarios y pueda
convertirse en verdadero éxodo".
b) De la web Traficantes de Sueños: www.traficantes.net
“En primer lugar, porque no da igual ver una cosa o ver otra. Como tampoco da igual la manera de ver las mismas cosas. En este sentido, lo que vemos, aquello que tratamos y la manera de tratarlo, nos modifica internamente y modifica el aspecto del mundo. Modifica de esta forma el sentido de las relaciones que mantenemos y lo acuciante de nuestra tarea.La cuestión no es que haya un acceso al mundo que sea falso y otro verdadero, o que en general se viva con una conciencia alienada que haya que desalienar por medio de la crítica. Cualquiera puede percibir lo que está ocurriendo: que vivimos un empobrecimiento creciente de vidas precarias, que la catástrofe ecológica es ineluctable. Pero no todos y todas lo vemos de la misma manera, ni por tanto extraemos las mismas consecuencias prácticas. La cuestión es que cada cosa vista, cada verdad situada, cada evidencia vivida y sentida comporta unas consecuencias y templa una tonalidad emotiva: un aletargamiento exhausto o un expectante furor; una prudencia desmedida o un alegre arrojo; un incremento de la confusión y la duda, o algunas certezas afiladas como cuchillos. Desde aquí no vemos que las cosas estén progresando, ni esperamos que el tiempo que viene traiga ninguna estabilidad nueva. Tampoco vemos que con un esfuerzo de presión «política» y un programa de reformas en todos los ámbitos, sea posible interrumpir o hacer bifurcar el aciago mundo del capital que nos habita. Desde aquí, lo que vemos, es toda una civilización que está colapsando. Colapso económico y ambiental, energético y existencial, metafísico y demográfico. Nosotros y nosotras, antropomorfosis del capital ? es decir, la misma vida que satura diariamente el tráfico de nuestras ciudades y nuestra dependencia de ella?, somos el colapso.
Estos cuadernos quieren ser una excusa para encontrarnos, una contribución a revertir la dispersión acelerada en que vivimos, una invitación a transitar entre experiencias de construcción, de sanación, de apoyo mutuo y de simple rechazo de lo existente. Estos cuadernos quieren compartir algunas intuiciones y anudar algunas amistades, como una contribución más a la recomposición de una fuerza histórica a la altura de la época”.
(3) La Liga LOL es un grupo privado en Facebook, de blogueros, periodistas, comunicadores y publicistas influyentes de Francia, cuyas supuestas actividades de acoso fueron objeto de un escándalo en 2019. [nota del editor]
(4) Publicista austriaco-estadounidense considerado como el padre de la propaganda moderna vía «relaciones públicas», trabajó para el gobierno estadounidense y la industria tabacalera. [nota del editor]
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