
A Pablo Iglesias no hace falta presentarle, todo el mundo sabe quién es el exsecretario general del partido Podemos y exvicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España entre 2020 y 2021. Pero poca gente sabe quién es la persona que le dirige esta carta abierta, Margarita Mediavilla: licenciada en Ciencias Físicas y doctora por la
Universidad de Valladolid, actualmente es profesora titular en el
Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Escuela de
Ingenierías Industriales de esta misma Universidad. Sus líneas de
investigación se centraron en la ingeniería de control y la robótica
hasta el año 2003, en que orienta su investigación hacia la energía y la
sostenibilidad. Desde el año 2008 sus líneas de investigación se centran en la
Dinámica de Sistemas aplicada a modelos energía-economía-medio ambiente (WoLiM,
MEDEAS) y al estudio de la transición hacia las energías renovables en
el contexto del agotamiento de los recursos fósiles y cambio climático.
Desde el año 2016 trabaja en el proyecto europeo MEDEAS (http://www.medeas.eu/),
cuyo objetivo es la creación de una nueva herramienta para la toma de
decisiones en la transición de la Unión Europea hacia un sistema
energético sostenible. Participa en publicaciones y foros de debate como el blog Ultima Llamada (http://www.eldiario.es/ultima-llamada/), la Revista 15/1515 (https://www.15-15-15.org/webzine/es/) y el Foro Transiciones (http://forotransiciones.org/), así como en movimientos de fomento de la soberanía alimentaria y el consumo ecológico (Ecogermen http://ecogermen.com/) y en Ecologistas en Acción. Sus artículos de divulgación y publicaciones no académicas se recogen en su blog Habas Contadas https://contadashabas.wordpress.com/.
Reproduzco aquí su carta porque en ella Margarita da en el clavo de un debate hasta ahora evitado por las izquierdas, a las que pienso les va a salir muy caro su acrítico seguidismo pseudocientífico, más bien político, al rebufo de la verdad corporativa del Estado y de la todopoderosa industria farmacéutica. Aunque se tarde un tiempo, no podrán evitar los juicios y condenas pendientes, menos aún el debate pendiente, a partir de datos realmente científicos. Se tardará, pero no podrán ocultar el manoseo informativo que logró adocenar sumisamente a la sociedad española, la más sumisa de toda Europa, incapaz de exigir de sus gobernantes una información realmente científica y no pura propaganda. Este es el texto de la carta, publicada el pasado 5 de Abril en su blog "Habas Contadas":
Estimado Pablo,
Hace unos meses pude ver aquella
entrevista tuya en la que arremetías con enorme beligerancia contra
quienes han optado por no inyectarse las vacunas covid y defendías la
vacunación obligatoria. Me sorprendió enormemente, más que tu mensaje en
sí, la vehemencia y seguridad con que hablabas de una medida que, en
aquellos momentos, se me antojaba, como mínimo, inmensamente compleja y
espinosa.
He de reconocer que la lógica que exponías
en tu discurso era clara como el agua y perfectamente coherente.
Decías, más o menos, algo así: “si es cierto que las vacunas son la
única solución conocida a una enfermedad que está saturando las unidades
de cuidados intensivos, es lógico que sean obligatorias para poder
proteger a las personas más débiles que necesitarán el cuidado
hospitalario”.
Tu razonamiento es lógicamente perfecto.
Se basa en valores de solidaridad, cohesión social y cuidado de los más
débiles que suscribo completamente. Pero la lógica y los valores sólo
son instrumentos útiles cuando se basan en premisas verdaderas. La
lógica necesita del empirismo. Sin ese cuidadoso análisis de los datos
que nos permite acercarnos lo más honestamente posible a la realidad, la
lógica se convierte en entelequia manipulable y capaz de llevarnos a
las mayores aberraciones.
Tampoco los valores altruistas sirven para
mucho cuando son conducidos ciegamente. No deberíamos olvidar la
cantidad de veces que valores como el “compromiso social” el “amor a la
patria” y la “caridad cristiana” han sido utilizados a lo largo de
nuestra historia para quemar herejes, fusilar ilustrados o enterrar
vecinos en las cunetas.
Y me temo, Pablo, que ese razonamiento
tuyo tan impecable estaba basado en tres premisas cuya veracidad, a
estas alturas, no sé si todavía eres capaz de sostener: que las vacunas
eran la única solución y que son seguras y eficaces. Porque imaginemos,
por ejemplo, que los datos confirmasen algo que en estos momentos
todavía suena bastante “conspiranoico”, pero quizá algún día se
convierta en la versión oficial (como tantas otras cosas que han
cambiado de bando estos meses): que las vacunas tienen muchísimos
efectos adversos y, aunque reducen muertes por covid, causan más
ingresos en UCI de los que evitan. Si esta suposición que ahora parece
“rocambolesca” se confirmase, Pablo, tu clara y coherente lógica se
volvería contra ti y te acusaría de ese crimen que ves en los otros: de
la muerte de los más débiles, no tanto por egoísmo, como por
inconsciencia.
¿Cuál
es la diferencia entre la lógica del ideal solidario y la lógica de la
barbaridad extrema? Ninguna. Lo que separa la barbaridad del heroísmo es
la conciencia, la sensibilidad ante la realidad, la visión libre de
dogmas y prejuicios.
Y bien… ¿qué nos dice la realidad? Para
saberlo es preciso revisar los datos, todos los datos, no solo aquellos
que aparecen en los medios de comunicación de masas, que sabemos bien (y
tú más que nadie, Pablo) a quién pertenecen.
No soy experta en biología, ni médico ni
epidemióloga, pero mi trabajo consiste en revisar y analizar cientos de
estudios científicos. A mediados de 2020 empecé a analizar estudios
sobre esta enfermedad que estaba condicionando tantísimo nuestras vidas y
tropecé con un aspecto especialmente insidioso: los ensayos clínicos de
los tratamientos precoces. A la luz de los datos que empezaron a
destapar notables médicos y científicos de todo el mundo (y que me tomé
el trabajo de revisar desde las fuentes originales, cosa que pocas
personas hacen) la brillante narrativa oficial del “seguras, eficaces e
imprescindibles” se empezó a hacer añicos en mi mente.
No voy a explicar los estudios que me
llevaron a dudar en un primer momento y a confirmar, más adelante, que
el discurso oficial estaba lleno de peligrosísimas verdades a medias,
porque convertiría esta carta en un texto ilegible, pero, para quien
quiera tomarse el trabajo de revisarlos, he escrito varios posts[1] y existen buenas recopilaciones[2].
A estas alturas, quien quiere abrir los ojos, puede ver que hay
millones de datos que muestran que el discurso oficial sobre la covid y
las vacunas ha estado lleno hasta arriba de inconsistencias.
Existen pocas personas en este mundo con
conocimientos científicos suficientes para juzgar si, como afirman los
doctores de la FLCCC, se conocen ya más de una docena de tratamientos precoces cuya
eficacia es superior a la de las vacunas y cuyo uso podría haber
salvado millones de vidas; o si, como afirman los doctores Peter
McCullough, Tess Lawrie, Luc Montagnier o Robert Malone, las vacunas
covid son las inyecciones más tóxicas de la historia de la medicina[3].
Pero lo que sí tengo conocimientos suficiente para juzgar (tanto yo
como cualquier persona que lea inglés, tenga una formación mínima y se
tome la molestia), es que existe una cantidad inmensa de información
científica sólida y enormemente relevante para la vida de millones de
personas que debería hacer sido debatida extensamente en los medios de
comunicación, en los parlamentos y en todo tipo de organizaciones
sociales y, durante dos años, ha sido marginada, silenciada,
censurada…y, lo que es peor, autocensurada.
A
pesar de que la pandemia ha salido súbitamente del foco de atención
mediático (o quizá, precisamente, por ello) es de una importancia
extrema que la sociedad preste atención a las cicatrices que estos dos
años han dejado en el tejido social. Creo que no exageran quienes dicen
que 2020 dio paso una nueva época histórica con unas tendencias
políticas extremadamente preocupantes que algunos llaman “globalismo”.
No creo que lo que estamos viendo estos
años sea la manipulación “de siempre”, como me decís muchos amigos y
amigas a quienes intento explicar (inútilmente) la imperiosa necesidad
de que vuestras organizaciones reaccionen. Y lo creo, no sólo porque la
cantidad de información ocultada es varios órdenes de magnitud mayor,
sino porque se ha establecido un peligroso precedente que podríamos
llamar “la excepción sanitaria”: el miedo a criticar la oficialidad en
cuestiones relacionadas con la salud.
Personas y organizaciones que durante
décadas habéis sacado a la luz numerosas corrupciones empresariales y
gubernamentales, estáis teniendo unos reparos ridículos a la hora de
investigar la corrupción farmacéutica que ha acompañado a la pandemia,
porque, decís “no ser expertos en medicina”. Es cierto que la avalancha
informativa es inmensa y es lógico que nos sintamos incapaces de
distinguir la realidad de la falsedad, pero ¿no podemos siquiera exigir a
las autoridades sanitarias que nos expliquen bien los datos y promuevan
debates públicos entre científicos sin conflictos de intereses? ¿Tan
peligroso es dejar debatir públicamente a todas esas personas a las que
se ha silenciado y marginado por ser “antivacunas”? Peligroso…¿para
quién?
Podríamos debatir, pero no lo hacemos,
porque la manipulación mediática no sólo ha crecido en magnitud sino en
calidad. Los medios de incomunicación de masas han trabajado
extensamente los prejuicios y han conseguido que la izquierda y gran
parte de sus mentes más lúcidas renuncien voluntariamente a saber.
¿Veremos dentro de unos años cómo a la “excepción sanitaria” se suma la
“excepción ecológica”, la “excepción política”, o la “excepción
tecnológica” y nos acostumbramos a ver con malos ojos el pensamiento
crítico y el tener opiniones disidentes de las versiones oficiales en
todo?
La ausencia de debates reales sobre este
tema ha hecho extremadamente difícil informarse, pero los datos están
ahí para quien se tome el trabajo de revisarlos. Lo malo es que revisar
los datos no sólo requiere tiempo, también requiere humildad, porque es
frecuente que los datos nos digan que todo aquello en lo que creíamos es
mentira. Quizá por eso este país ha sido el menos crítico con las
vacunas de Europa: nunca hemos sido muy dados a la humildad ni tampoco
al empirismo.
Es
mucho más sencillo y agradable “crearse una opinión” a través de las
“narrativas” que se nos ofrecen, y durante estos dos años se han
utilizado narrativas muy hermosas. Se nos habló de la necesidad de
contar con “un estado fuerte que imponga medidas orientadas al bien
común”. Esta es una narrativa muy del gusto de la gente de izquierda por
todos esos valores “socialistas” del compromiso, la responsabilidad, el
esfuerzo colectivo, la sanidad pública, etc. Ha sido también una
narrativa “ecologista”, al asociarse la pérdida de biodiversidad con las
pandemias e incluso “feminista” por el empleo de la palabra “cuidados”.
Pero, si los insidiosos datos empiezan a hablar, quizá nos demos cuenta de que la preciosa narrativa no era más que un vulgar cuento
y no ha habido estados fuertes protegiendo el bien común sino algo
mucho más parecido a lo de siempre: gobiernos que actúan al dictado de
los grandes fondos de inversión internacionales con los que estamos
endeudados hasta las cejas.
He visto que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que
los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto
del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los
entierran con cuentos …decía León Felipe
Aquellos que nos decimos de izquierda
¿queremos ver la realidad o preferimos cuentos “socialistas, ecologistas
y feministas” porque nos han enseñado que criticar las vacunas es
“hacer el juego a la ultraderecha”? Porque… ¿quién nos ha enseñado que
los antivacunas son de ultraderecha… quizá los mismos que nos enseñaron
que la creación de las vacunas de ARNm fue el más fabuloso ejercicio de
la ciencia de todos los tiempos mientras escribían en la letra pequeña
del artículo que sirvió para su autorización que había el mismo número
de muertes en el grupo placebo que el vacunado y no se podía demostrar
que redujeran la mortandad [4]?
El gobierno español participó hace unas
semanas en la primera reunión del órgano intergubernamental encargado de
la negociación de un acuerdo internacional vinculante sobre prevención, preparación y respuesta ante pandemias promovido
por la OMS. ¿Dónde están todas las organizaciones sociales que se
opusieron hace años tan activamente a otros acuerdos internacionales
como el TTIP? ¿Van a investigar qué se está negociando en este nuevo
tratado internacional? ¿No es muy probable que, como otros tratados
internacionales, esté dirigido por intereses corporativos y destinado
poner los beneficios de las grandes empresas por delante de las
políticas estatales y la vida de las personas?
¿Por
qué ahora no hay reacción del movimiento alterglobalización ante un
tratado dirigido por una institución financiada ampliamente por
multinacionales farmacéuticas y fundaciones como la de Bill y Melinda
Gates? ¿No es un poco vergonzante que la única oposición a esta oleada
globalizadora venga de los sectores ultranacionalistas mientras la
izquierda alterglobalizacion se alinea con instituciones internacionales
que hace muchos años dejaron de estar controladas por los gobiernos
democráticos?
El mundo se ha vuelto mucho más complicado
desde marzo de 2020. El tradicional eje derecha-liberal versus
izquierda-socialdemócrata partidaria del estado se ha roto. Estamos
viendo un panorama mucho más complejo de estados permeados por los
intereses corporativos, derechas nacionalistas opuestas al globalismo y
clases populares sufriendo los intereses de ambos. A todo ello se suma
el choque contra los límites planetarios y un más que probable aumento
del autoritarismo de tintes “ecofascistas”. La izquierda debe saber
posicionarse en este nuevo panorama y ofrecer alternativas para este
mundo tan complejo y no caer en la trampa de todas esas
narrativas-cuento con las que la poderosa industria mediática digital
nos está intentando adormecer.
Publicada originalmente en Diario 16
[1] https://contadashabas.wordpress.com/2021/12/09/dinamicas-incubadas-en-un-ano-de-pandemia-que-deberian-preocupar-al-mundo-ecologista/ https://contadashabas.wordpress.com/2021/02/09/evidencias-y-noticias-sobre-la-ivermectina/
[2] https://contadashabas.wordpress.com/2021/10/24/la-pandemia-desde-otros-angulos-si-se-nos-permite/ https://covid19criticalcare.com/ https://bird-group.org/ https://worldcouncilforhealth.org/ https://c19early.com/
[3] https://tv.gab.com/channel/endtimeevangelist/view/dr-peter-mccullough-vax-most-lethal-61f2de345eb4cb218eb03ed7
[4] Este dato fue presentado por el doctor Joan Ramón Laporte en el Congreso de los Diputados https://odysee.com/@Ant%C3%ADtesis:5/Joan-Ramon-Laporte-congreso y puede revisarse en el material suplementario de este artículo (tabla S4) https://www.nejm.org/doi/suppl/10.1056/NE