domingo, 20 de octubre de 2013

ROMANCE DEL SIGLO XXI



Corría el siglo veintiuno
y todo seguía igual.
Esta  historia no contada,
es la que os voy a narrar.

Desde antiguo, los esclavos
querían se de rebelar,
no quisieron,  no pudieron
derribar la propiedad,
no quisieron, no pudieron
al estado derribar.


Si marchaban por el monte,
no podían  de pasar,
alambradas y carteles
dicen que es particular.

Aquí hay perros peligrosos,
lo mejor es no pasar,
respeto muy religioso
tienen por la propiedad.

No son propias las sus vidas,
son bienes para alquilar
a su jefe y al estado
que llaman del bienestar.

Imitando a los sus amos,
 a ratos están contentos,
si le deben poco al banco
y hacen futing con el perro.

Imitando a los sus amos
el esclavo está feliz,
cuando llena bien el carro
y consume hasta morir.

Currando para el estado
está la esclava feliz,
quiso ser como el marido
y ahora es guardia civil.

Los amos ya no maltratan,
el estado  es quien lo hará,
o la poli a cualquier hora
si se comportan muy mal.

Su vida  no era su vida,
la tenían de alquilar,
mercancía que depende
del mercado salarial.

Lo llamaban democracia
y era de lo más moderno,
eran libres de elegir
entre perros y podencos.

Lo llamaban democracia,
lo mejor en aquel tiempo,
el tiempo libre tenían,
pero preso el pensamiento.

Para qué la libertad
teniendo el salario fijo
de la multinacional
y del estado un subsidio.

En la Grecia, tan antigua,
estuvo todo más claro,
para tales democracias
sobra el voto del esclavo.

Ni en la tele, ni en la escuela,
encontraban la verdad.
La conciencia es sólo tuya,
no te dejes enredar.

Los filósofos dijeron
 relativa es la verdad,
saben mucho de una cosa
pero ignoran lo demás.

Era muy triste la vida
y el Estado dio en pensar,
dióles fútbol, gran hermano
y la fiesta nacional.

Una muy grande y muy libre,
aún se dice todavía,
patria y constitución
son pura palabrería.

 Sobra  la mano de obra
donde  máquinas están
produciendo más barato…
¡el paro qué más les da!

Fabricamos aparatos
que no sirven para nada,
que le sirven al mercado
sólo para su ganancia.

Pacifistas somos todos
y también ecologistas,
¡ para todos paz y aire!,
gritan los capitalistas.

Fuéramos muy de derechas
fuéramos muy izquierdistas,
todos hicimos más fuerte
al patrón sindicalista.

Corre el siglo veintiuno
y todo seguía igual...
hasta que llegó la crisis,
una crisis muy global.

Hubo entonces alborotos
y la gente allí acampó,
hicieron una asamblea
en medio la plaza el Sol.

No somos antisistema,
que el sistema es anti yo…
y al gobierno y a la banca
mucho les tranquilizó.

Sin empleo y sin consumo,
estaban muy cabreados,
quieren cadenas de oro
y olvidar que son  esclavos.

La asamblea no funciona,
y ¡cómo va a funcionar!,
si la gente fue anulada
en la universidad.

Estado sin capital,
gritaron todo indignados,
pensaron que era posible
un espejo sin dos lados.

Y así pasaron los  años,
yendo la cosa a peor,
pero de aquella enseñanza
aprendimos tú y yo.

Sin carteles ni alambradas
hoy la tierra no es de nadie.
Y el sudor, como los frutos,
los repartimos a iguales.

Sin propietarios ni estado
se gobiernan las ciudades.
Culpables lo fueron ellos,
nosotros los responsables.

Ya no hay esclavitud
como en los siglos pasados,
que después del veintiuno
despertaron los esclavos.

Hoy la vida continúa
y aprendimos la lección,
de la historia mal contada
y la falsa indignación.

Sin propietarios ni estado
se gobiernan las ciudades.
Y la vida continúa
con nuevas dificultades...

Corría el siglo veintiuno
y todo seguía igual.
Esta  historia no contada,
es la que os voy a narrar.

Desde antiguo, los esclavos
querían se de rebelar,
no quisieron,  no pudieron
derribar la propiedad,
no quisieron, no pudieron
al estado derribar.

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