jueves, 7 de febrero de 2013

NI TALIBANES NI BROKERS, HACIA UNA ECONOMÍA LAICA.


Los talibanes lo han dicho muy claro; serán  más o menos terroristas, pero, como a Chus Lampreave, su religión no les permite mentir: “expulsamos de Afganistán a los comunistas soviéticos porque querían hacernos a todos iguales, pero Dios no quiere eso, Dios ha querido que unos seamos ricos y otros pobres”. De ahí que los brokers, profesionales del Mercado en el mundo occidental, estén tan emparentados con los talibanes orientales, profesionales de la Yihad,  que hoy guerrean por todo el mundo. Ambos en guerra permanente; ambos unidos por la misma fe religiosa que les lleva a profesar sus respectivas guerras santas, para extender a todo el mundo la misma ley religiosa, que unos dicen de Dios y  los otros del Mercado.
La Yihad es un deber religioso para los talibanes, tanto como lo es el Beneficio para los brokers. Ambos creen que son distintos,  incluso contrarios, pero son tan hermanos como Caín y Abel, sin que acertemos a saber quién es quién. Y ya se sabe que el odio entre hermanos hace que, de vez en cuando, se tiren a matar. Y si no, véase la reciente historia: ¿por qué, si no, el estado broker de USA armó a los talibanes afganos con el fin de expulsar al ejército soviético en Afganistán?, ¿y por qué, más tarde, los desagradecidos talibanes hicieron papilla las torres gemelas de sus hermanos, destruyendo su sagrado corazón en el World Trade Center neoyorkino?


La ley de Dios y la Ley del Dinero no están tan lejanas como quieren hacernos creer. Dios es el fundamento mítico de toda organización jerárquica, el principio impuesto e indiscutible de toda autoridad; Dios es el principio organizativo que ha fundamentado las sociedades  heterónimas, basadas en la desigualdad, cuya máxima perfección ha sido lograda por el  sistema capitalista.  No es exagerado afirmar ésto último; cierto es que en la Edad Media, los señores feudales imponían su autoridad a mandobles y cierto es que los señores capitalistas han perfeccionado mucho esa primitiva estrategia, cierto que ahora consiguen lo mismo con bellas palabras, “mercado libre” y “elecciones  “libres”. También es verdad que -por si ésto fallara-, se guardan el recurso a los medievales mandobles. Que para eso son liberales. Porque esa es la utilidad última del Estado. Hay que reconocer que a los buenos liberales no les gustan las dictaduras, salvo sin son necesarias para poner orden, para imponer la ley de Dios, aquello que Dios ha querido -ya lo he dicho-, siguiendo la misma fe religiosa de brokers y talibanes.

Más sabiamente que yo, Walter Benjamín dejó dicho que “el capitalismo es una religión de mero culto, sin dogma. En Occidente, el capitalismo se ha desarrollado parasitariamente respecto del cristianismo –como se puede demostrar no sólo en el calvinismo, sino en el resto de las orientaciones cristianas ortodoxas-, de modo tal que, al final, su historia es, en lo esencial,  la de su parásito, el capitalismo”.…“En tiempos de la Reforma el cristianismo no favoreció el advenimiento del capitalismo, sino que se transformó en él” (texto póstumo, escrito en 1921, de Walter Benjamin: El capitalismo como religión).  Max Webwer definía al capitalismo como “forma condicionada religiosamente”, emparentándolo con la idea de idolatría que mantienen muchos de los teólogos críticos. Pero Walter Benjamín va mucho más allá, observando el capitalismo como fenómeno esencialmente religioso, un espíritu religioso que habla a través de la ornamentación de los billetes de banco, que nos revela la herencia teológica, de carácter sacramental, de la mercancía y el dinero,  los pilares  que constituyen la ontología política del capitalismo.

Marx ya había señalado que “las mercancías son objetos muy intrincados, llenos de sutilezas metafísicas y de resabios teológicos”. Ernst Bloch, en su libro sobre Thomas Münzer, acusa a Calvino de destruir el cristianismo para reemplazarlo por el “capitalismo como religión”, pero W. Benjamín nos anuncia en sus notas la existencia de una religión capitalista, resultado de una completa metamorfosis del  cristianismo en religión civil del dinero.
Por tanto, el capitalismo es esencialmente heredero de la praxis socio-política cristiana, que no se limita a secularizar el culto  por el dinero, sino que  lo asimila como su signo más eficaz, como verdadero sacramento, conviertiéndolo  en su operador teológico fundamental, en el auténtico sacramento del poder.

El relato bíblico del desierto es de una pedagogía  ilustrativa: el pueblo, que venía de experimentar tanto la liberación de la esclavitud, superior a sus posibilidades humanas y militares, como la  dureza del desierto que  sigue a esa libertad, acaba postrándose  ante un montón de oro fundido, clamando: “estos son tus dioses que te sacaron de la esclavitud”… (Ex, 32,4)
Giorgio Agamben, uno de los filósofos vivos más importantes, afirma que “el capitalismo es una religión, la más feroz, implacable e irracional que jamás haya existido, porque no conoce ni tregua ni redención. Ella celebra un culto ininterrumpido, cuya liturgia es la obra y cuyo objeto es el dinero”. Y el mismísimo Keynes sostenía la tesis de que  “la seguridad que antes ofertaba la religión es ahora proporcionada por el Dinero. El Dinero asegura el futuro mejor que Dios y, por tanto, el Dinero no es un simple medio de cambio inocente. La liquidez es como la reliquia milagrosa que llevan en el bolsillo las gentes supersticiosas, porque protege contra todos los males. Y todo ello se hace deslumbradoramente visible en la clásica inscripción del dólar, de la que he dicho alguna vez que no debería decir “in God we trust” (confiamos en Dios)  sino “in this god we trust” (en este Dios confíamos).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hi, There's no doubt that your blog could possibly be having browser compatibility issues. Whenever I look at your blog in Safari, it looks fine however, if opening in Internet Explorer, it's got some
overlapping issues. I simply wanted to provide you with a quick heads up!
Besides that, fantastic blog!

Here is my web page :: cellulite treatment cream