Oxímoron |
“El
Estado del Bienestar Social” es un concepto-artilugio por excelencia y cuasi
universal, que sirve tanto a los
conservadores más o menos reaccionarios, como al progresismo de izquierdas y de
derechas. Básicamente, atribuimos esa denominación al periodo histórico del capitalismo que
media entre la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo de 1.973,
coincidiendo con una fase expansiva del sistema de acumulación capitalista. Esa
fase fue consecuencia del modo de producción “fordista” y de las posteriores recetas
económicas keynesianas, que permitieron al sistema utilizar el Estado para
asumir determinadas reclamaciones sociales que supusieron una mejora en las
condiciones de trabajo y en la remuneración del mismo. Todo ello tuvo un efecto
así mismo expansivo, tanto en la producción como en el consumo. Y pudo suceder sin
alterar en nada las bases mismas del sistema: la simultánea concentración del
poder económico-político, a través del Mercado y del Estado, el Mercaestado.
Hay
que producir cada vez más cosas, sean necesarias o no, porque sin crecimiento
el sistema se colapsa. Producir cada vez más cosas significa agotar las
materias primas, los recursos naturales necesarios para producirlas. Producir
cosas deja de ser rentable cuando hay que pagar bien el trabajo necesario para
hacerlo…y como consecuencia de ese círculo infernal, el sistema se ha ido
especializando y concentrando en el producto más rentable en esas condiciones, que
es el dinero. Producir dinero es barato, se hace a partir de la deuda, cuanta
más deuda exista más dinero se produce y más dinero se comercializa, generando a
su vez más ganancia, mucha más que produciendo cosas. Y esa es la lógica infernal en la que el
propio sistema está atrapado y con la que, a su vez, atrapa al conjunto de la
sociedad. Ha llegado a un punto en que sólo es capaz de mantener la ganancia mediante la producción de dinero. Pero, por otra parte, no puede dejar de producir cosas
porque necesita provocar el consumo, imprescindible
para generar la deuda de la que nace el dinero… (en fin, que si salimos de
ésta, la gente del futuro tendrá grandes motivos de agradecimiento cuando
analice porqué el “homo antecessor” de la era capitalista estuvo tan al borde
de la extinción).
Supongamos
que al Mercaestado le gustara el Bienestar de la gente; aunque así fuera,
estaría obligado a limitarlo para no
comprometer su ganancia. Supongamos que al sistema le gustara el Estado, que le
gusta -por eso es Mercaestado-, pero lo cierto es que le estorba buena parte del
Estado, aquella que no es útil a su
ganancia, porque es caro de mantener y la gente le pide al Estado algo de
Bienestar a cambio de la ganancia del Mercaestado, la que la gente produce con
su trabajo. Por eso, el Mercaestado dice, con su boca pequeña y liberal, que no
le gusta el Estado, pero se agarra a él como las lapas a las rocas, porque lo necesita
para controlar a la gente, aquellos que quieren más Bienestar y que piensan que se lo debe
dar el Estado. Para su funcionamiento, el sistema necesita del monopolio que la
estructura del Estado articula sobre sectores estratégicos para la reproducción
del sistema y para su dominio hegemónico, como es el monopolio sobre las leyes, la
escuela, los medios de comunicación y, por si algo de ésto falla, necesita sobremanera
el monopolio de la fuerza, la policía y el ejército.
Supongamos
que al sistema le
gusta el Estado de Bienestar, incluso supongamos que lo necesita, aunque sea en una
mínima dosis, aunque sólo sea para poder mantener mínimamente satisfecha a la
gente productora-consumidora. Pero la verdad es que no puede, porque el dinero que cuesta el Estado de Bienestar
es dinero que deja de ganar el sistema.
Ahora,
supongamos que el sistema, el Mercaestado, fuera intrínsecamente incompatible con el Bienestar de la gente,… ¿parece mucho suponer?
El
Mercaestado de Bienestar Social ha
demostrado sobradamente ser un oxímoron -al igual que una “luz negra” o “una vida que mata”-,
esa figura retórica tan empleada en la poesía mística y amorosa para mostrar el
sentido absurdo de conceptos antónimos, forzando
a la comprensión de su sentido metafórico. Lo que pasa es que en el oxímoron del
que estamos hablando, en esta absurda metáfora del progresismo, desperdiciamos cada
día que pasa la oportunidad de una buena vida, la del verdadero estado del bienestar del individuo
y la sociedad.
Amigos
progresistas, sé que sois sinceros cuando decís que no defendéis al capitalismo
y que lucháis por el “Estado de Bienestar
Social” y entiendo que os referís al bienestar de la gente…entonces, ¿de dónde
os nace esa erótica atracción (¡tan cómplice, tan fatal!) hacia el artilugio
capitalista del Mercaestado?
PD.: Llegando al año nuevo, os deseo mucha salud. Que el libre pensamiento ilumine nuestro camino y nos libre del Oxímoron. Amén.
1 comentario:
Muy bueno, comparto este pensamiento, siempre me pareció una falacia tanto el estado de bienestar como otras fórmulas que circulan sin mayor sentido...
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