lunes, 16 de noviembre de 2020

NO ME GUSTA CUANDO VOTAS, XQ HACIÉNDOTE VISIBLE ESTÁS COMO AUSENTE


 

Retrato prepandemia de la vieja Normalidad (texto de un Comité Invisible, acerca de la imaginaria insurrección, que por entonces “se veía” venir): 

 La conminación generalizada a «ser alguien» sustenta el estado patológico que hace necesaria esta sociedad. La conminación a ser fuerte produce la debilidad a través de la cual se mantiene, hasta el punto de que todo parece adquirir un aspecto terapéutico, incluso trabajar, incluso amar. Todos los «¿Qué tal?» que se intercambian en una jornada hacen pensar en una sociedad de pacientes que se toman mutuamente la temperatura.

La sociabilidad ahora está hecha de mil pequeños nichos, de mil pequeños refugios donde uno se mantiene caliente. Donde siempre se está mejor que en el intenso frío de afuera. Donde todo es falso, pues todo es un pretexto para calentarse. Donde nada puede acontecer porque uno está secretamente ocupado en tiritar junto a los demás. Pronto esta sociedad no se sostendrá más que por la tensión de todos los átomos sociales hacia una ilusoria curación. Es una central que extrae su energía de un gigantesco embalse de lágrimas siempre a punto de desbordarse”. 

 

Eso decía aquel autodisuelto Comité Invisible que nos precediera. Puro nihilismo, anarquista y muy bonito, pero nada práctico. Pero no es ésta la única razón que ahora justifica la fundación de un Partido Invisible (PI)

Aquella fue una profecía con trampa, como todas las que auguran y sentencian finales previsibles, que siempre conocemos si reducimos el “siempre” a solo una parte, concretamente al pasado. Así, la insurrección “siempre estuvo viniendo", siempre tuvimos por delante una “revolución pendiente” y siempre su desbordante energía fue desviada en “otra misma" dirección o propósito, siempre contrario al original. Con esa trampa, toda revolución, incluso toda evolución, es imposible. La historia ya no daría más de sí, sólo cabría un presente pluscuamperfecto y contínuo, como profetizaron Fukuyama y luego Margaret Thatcher. Nada quedaría por hacer, sino dejarnos llevar por la inmutable corriente   de los estáticos tiempos estatales y su infalible Ciencia Estadística

Pero lo experiencialmente cierto es que sin conocer la mayor parte del Siempre -esa que llamamos futuro-, hay que ser muy ignorantes o muy interesados, como ambos personajes citados, para atreverse a aventurar futuros fijos.  Lo que sí podemos hacer es imaginar, diseñar, pactar y practicar, para que los inciertos futuros se parezcan lo más posible a nuestros mejores deseos.

Como radicales disidentes de toda religión profética, ahora fundamos, sin acto ni fecha de inauguración,  un Partido Invisible (PI), alegal y anacional, siguiendo la exitosa tradición de nuestro ancestral enemigo, el Estado. Una pacífica red, sí, pero tan invisible como el terrorismo de Estado. Sólo que sin necesidad de afiliación, sin dirigentes ni presupuesto y, por tanto, sin necesidad de pagar cuotas, nóminas y sobornos. Autoorganizados y todos  igualmente constituyentes, libres, combativos e invisibles, para que el Estado nunca sepa quién le golpea, guardando  cara y esperanza, para que no nos las rompan.

Ante la Nueva Normalidad o Verdad Revelada (la experto-estatal),  a modo de básica prevención popular, fundamentada en la experiencia histórica, tenemos la empírica sospecha de que es la mala vida que llevamos lo que provoca la Enfermedad y que los virus acuden a ella como los bomberos a un incendio y las moscas a la mierda, sin que eso les haga responsables de la enfermedad, del incendio o de la mierda. Es en la mala vida donde hay que buscar al agente responsable de la Enfermedad: en la comida basura y en la medicina industrial, en el aislamiento social que nos procuran las  masas nacionales, en los múltiples suicidios, ecocidios y genocidios normalizados cada día en las Noticias; en la devastación erótica que nos hace infértiles y en el trabajo asalariado que nos hace tan esclavos como idiotas; en las cárceles empresariales y escolares donde se doma al individuo “salvaje”, en la carencia de empatía y comunidad...buscad ahí, donde se condimentan los futuros convenientes, donde se llama autonomía a la libertad condicional, en la olla donde se cuecen nuestros futuros, en el negocio y en el ocio tecnológico-político-comercial y en las democracias de cartón piedra.

Sabed que anunciaremos nuestro programa y estrategia principalmente mediante hechos. Y cuando sea de palabra, lo será en asamblea. ¿Y por escrito?... como mucho en octavillas y de mano en mano. Entonces, ¿cómo reconocernos y saber quiénes somos? Sencillamente: somos todos los  invisibles que, ocultos o no detrás de la mascarilla, ni se la ponen ni se la quitan sólo porque lo mande el BOE. Así sabremos quiénes somos, pero no el Estado. ¿Y mientras?... estaremos ocupados en preparar la insurrección que queremos y ninguna otra, sea ésta a la medida o de encargo. Pero esta vez sin ofrecer la mejilla para luego ser crucificados, como de costumbre. 

A ver si así esta vez nos da resultado, teniendo en cuenta la novedad y oportunidad de los tiempos, el cambio radical de circunstancias y que a la fuerza ahorcan. Ánimo y a ello, que si el universo es la hostia, nosotros no somos menos.

 



martes, 3 de noviembre de 2020

INFORME CORONAVIRUS, ANÁLISIS COMPARATIVO

 

Este informe tiene como finalidad realizar un análisis comparado de las diferentes formas en las que ha sido gestionada la epidemia de coronavirus en los principales países europeos. No pretende ser exhaustivo, sino presentar de manera general los distintos modos de abordar esta situación, y las razones que explican esa variedad de gestiones. Además de esto también pretende efectuar una aproximación a la problemática que representa esta pandemia desde una perspectiva politológica, y esclarecer así el impacto de las medidas adoptadas.

Índice de contenido:

PRIMERA PARTE                                                                                                                         1.Introducción a las políticas de gestión de la pandemia en Europa. 2.Modelo de intervención mínima. 3.Modelo de intervención máxima.4.El caso del Reino Unido: el modelo de intervención moderada.5.Razones que explican las dispares políticas sanitarias en Europa para afrontar la epidemia del covid-19. 6.La gestión de la epidemia en Alemania y Suecia.

SEGUNDA PARTE                                                                                                                                   7.La epidemia del covid-19 desde una perspectiva politológica. 8.La pandemia: una cuestión política y no sanitaria. 9.La biopolítica de la nueva normalidad. 10.El controvertido uso de las pruebas PCR. 11.Dominación: miedo y vigilancia. 12.Sumisión. 13.Una nueva sociedad. 14.La economía. 15.La vacuna. 16.Conclusiones

APÉNDICE                                                                                                                                                17. Event 201. 18. Referencias

Enlace al texto:  INFORME CORONAVIRUS

Vídeo de ENTREVISTA a Esteban VIdal en El Vórtice Radio

 




lunes, 2 de noviembre de 2020

EN CHILE: ABIERTA LA POSIBLIDAD DE UN PROCESO CONSTITUYENTE DEL PODER POPULAR

 

A propósito del histórico resultado en Chile del plebiscito, el pasado 25 de octubre, en donde más del 78% de las personas votaron la opción para elaborar una nueva Constitución, el nuevo desafío es consolidar un proceso democrático que vaya mucho más allá de lo electoral. El proceso para una nueva Constitución pone a prueba la democracia en Chile Después de que el 78% de los votantes avalaran en el plebiscito elaborar la nueva Constitución, el desafío para los chilenos ahora es consolidar la dinámica democrática.

Se abre para el pueblo chileno un apasionante periodo y oportunidad de creatividad social. Lo más interesante está en la posibilidad real de realizar un proceso constituyente protagonizado por los movimientos sociales que promueven la democracia directa. Cuentan para ello con cierta experiencia histórica, de la que pudieron aprender a no fiarse de la clase política y que sólo al pueblo le corresponde generar por sí mismo el poder  necesario para ese tránsito  a la verdadera democracia.   

“Porque, para cambiar la realidad, no es necesario empezar tomando por asalto las grandes estructuras nacionales o mundiales, sino las bases locales de esas estructuras, aquellas que están instaladas en nuestro propio territorio, valle, barrio, caleta o población. Si comenzamos a controlar o a administrar de modo creciente las bases locales de las grandes estructuras ¿en qué se van a sostener esas grandes estructuras?”                                                                          .../...                                                                                                                                                            "Se nos dirá que procesos similares ocurridos en América Latina (en Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia, sobre todo) han terminado con regímenes caudillistas y graves desórdenes en la economía. Esto, en parte, es cierto. Allí ocurrió lo que no deberíamos permitir que ocurra acá: allá el proceso de desarrollo del poder popular constituyente quedó incompleto. Inconcluso. Hubo un salto muy rápido desde la movilización local de la clase popular a la Asamblea Nacional Constituyente, sin pasar por experiencias intermedias de ejercicios reales de poder popular a nivel local, comunal y regional primero, razón por la que los dirigentes y los políticos ‘completaron’ el proceso por su cuenta, al precio de la personalización y caudillización del movimiento. De ese modo, a través de ese proceso trunco, la clase popular queda de nuevo convertida en un movimiento de masas que sigue y apoya a su caudillo (tipo Chávez), de modo que, si éste muere, se genera una situación de desconcierto y confusión. El riesgo de que el proceso dé un salto para llegar pronto a la realización formal de una Asamblea Constituyente, obviando las etapas en que la clase popular y ciudadana aprende de hecho a ejercer poder real en comunas y regiones, puede llevar a la caudillización, personalización o bien a la oligarquización del movimiento, y esto implica una regresión del movimiento sociocrático a su condición inicial de pasivo movimiento de masas.                                                                             .../...                                                                                                                                                             Si la clase popular y ciudadana se moviliza a partir de la potenciación de sus comunidades de base (asambleas locales y regionales) desarrollando su cultura soberana, la clase política civil (los políticos profesionales) es muy poco o nada lo que pueden hacer para detener ese proceso. Por eso le temen: saben que, si ese proceso culmina, su destino más probable es la cesantía política. En verdad, un movimiento social-ciudadano como el que aquí estamos examinando, no tiene que temer nada serio de la clase política civil".

Esta es, en síntesis, la propuesta de esos movimientos sociales en palabras de Gabriel Salazar, (1) que es una de las voces más visibles y comprometidas en el proceso constituyente. Traigo aquí el enlace a su texto "Dispositivo Histórico para Asambleas Populares de Base que se proponen desarrollar su poder constituyente", publicado en 2016, con el objeto de "exponer, desde la historia de Chile, la formación del poder popular constituyente, como herramienta de trabajo para las organizaciones sociales y populares". Así mismo es interesante este vídeo en el que, de modo muy pedagógico, G. Salazar habla del proceso constituyente y la soberanía popular.

Destaco mi coincidencia plena con su idea del "mandato soberano", que considero clave para la calidad del proceso asambleario: "Se eligen los representantes después de que se ha acordado el mandato. NUNCA ANTES. Lo que vale es el ‘mandato’, que sube de nivel en nivel, siendo deliberado de abajo hacia arriba, no el representante. El representante de ese mandato es una cuestión menor, secundaria, puedes ser tú o tú; pero lo que importa es que existe el ‘mandato’. Porque la tarea de todo representante es ejecutar bien el mandato de su base en el nivel que le corresponde. Porque si no lo hace bien, debe ser revocado de su cargo y juzgado en su comunidad de base".

Si bien, disiento radicalmente en la formulación del objetivo final, expresado como "la construcción del Estado desde abajo" . Esto es un error fatal, propio de quien como Salazar, a pesar de su altura intelectual, de sus buenas intenciones y propuestas, no puede evitar la contradicción que supone -incluso desde la Historia Social que él representa- la defensa a ultranza del nacionalismo, su naturalización y la del Estado como única forma posible de organización política de la sociedad. Si algo nos enseña precisamente la Historia Social es que  las naciones son comunidades artificiales creadas por el Estado,  que éste es un producto histórico de las élites dominantes. Y que siempre que se actúa bajo la "lógica estatal" se concluye en el mismo bucle histórico, el que nos devuelve a la finalidad original del Estado como instrumento de dominación en manos de las élites.                                                                     

Es algo que Gabriel Salazar todavía no puede evitar, sin duda por su formación y trayectoria marxista, pero aún así, nos cabe un largo trecho de coincidencias que pueden fructificar en el camino. Y siempre cabe la posibilidad de que la propia práctica asamblearia sea capaz de enmendar este grave error conceptual e histórico del marxismo, en el que tanto perseveran incluso los neomarxistas más autocríticos, como es el caso de Gabriel Salazar.

   

Nota:  

(1) Gabriel Salazar es un historiador chileno, profesor de Estado en Historia y Geografía por la Universidad de Chile (1963). Obtuvo el grado de Doctor en Historia Económica y Social por la University of Hull, Inglaterra (1984). Su campo de estudio es la Historia Social de Chile Contemporánea (siglos XIX y XX). Se le considera uno de los fundadores de la Nueva Historia Social. Fue reconocido con el Premio Nacional de Historia en 2006. Entre algunas de sus obras se encuentran:

 


jueves, 29 de octubre de 2020

LA ILÍADA O EL POEMA DE LA FUERZA

 


Para aquellos soñadores que consideran que la fuerza gracias al progreso pronto será una cosa del pasado. Para aquellos otros que perciben la realidad con más claridad y que ven que la fuerza siempre ha sido el centro de la historia de la humanidad, la Ilíada es el más puro y hermoso de los espejos.

El verdadero héroe -el centro- de la Ilíada es la fuerza. La fuerza que usan los humanos, la fuerza que los esclaviza. La fuerza ante la que la carne de los humanos perece. En esta obra se muestra constantemente cómo cambian los humanos en relación con la fuerza. Son arrastrados, cegados y deformados por la misma fuerza a la que sucumben habiendo creído poder dominarla.

¿Cómo se define la fuerza? La fuerza es todo aquello que reduce a cualquiera que se subyugue a ella a un objeto. Practicada hasta el extremo, convierte a cualquier hombre en una cosa. En un sentido literal, te convierte en un cadáver, una carcasa. En un momento hay alguien y en el siguiente ya no está nadie. La Ilíada jamás se cansa de mostrarnos este fenómeno. 

(Sobre  La Ilíada o el poema de la fuerza", escrito por Simone Weil en 1940) 

 


Simone Weil nació en 1909, en el seno de una familia judeo-francesa agnóstica y murió de un fallo cardíaco en agosto de 1943. Fue profesora, erudita clásica y una inconformista tanto en lo político como en lo religioso. Filósofa, trabajadora de fábrica y agrícola, pensadora política y mística. En palabras de Flannery O’Connor, Simone Weil fue “un misterio que nos debería mantener humildes a todos”...lo cierto es que en todos sus escritos se percibe la actualidad de su pensamiento. 

En este enlace a la web del Instituto Simone Weil (1), podéis leer o descargar el texto completo:

https://institutosimoneweilediciones.files.wordpress.com/2019/08/simone-weil-o-el-poema-de-la-fuerza..pdf

Recomiendo ver en vídeo una magnífica versión teatralizada de ese texto, a cargo de Simona Giurgea (2) , con subtítulos en castellano : 

https://youtu.be/HACFXJEKKWg

El verdadero héroe, el verdadero tema, el centro de La Ilíada es la fuerza. La fuerza manejada por los hombres, la fuerza que somete a los hombres, la fuerza ante la cual la carne de los hombres se retrae. El alma humana sin cesar aparece modificada por sus relaciones con la fuerza, arrastrada, cegada por la fuerza de que cree disponer, doblegada por la presión de la fuerza que sufre. Los que soñaron que la fuerza, gracias al progreso, pertenecía ya al pasado, pudieron ver en este poema un documento; los que saben discernir la fuerza, hoy como antes, en el centro de toda historia humana, encuentran en él el más bello, el más puro de los espejos.

La fuerza es lo que hace de quien le esté sometido una cosa. Cuando se ejerce hasta el extremo, hace del hombre una cosa en el sentido más literal, pues hace de él un cadáver. Había alguien y, un instante después, no hay nadie. Es un cuadro que La Ilíada no se cansa de presentar.

... los caballos

haciendo resonar los carros vacíos por los caminos de la guerra,

en duelo de sus conductores sin reproche. Ellos sobre la tierra

yacían, de los buitres más queridos que de sus esposas.

.../...

La fuerza que mata es una forma sumaria, grosera, de la fuerza. Mucho más variada en sus procedimientos y sorprendente en sus efectos es la otra fuerza, la que no mata; es decir, la que no mata todavía. Matará seguramente, o matará quizá, o bien está suspendida sobre el ser al que en cualquier momento puede matar; de todas maneras, transforma al hombre en piedra. Del poder de transformar un hombre en cosa matándolo procede otro poder, mucho más prodigioso aún: el de hacer una cosa de un hombre que todavía vive. Vive, tiene un alma, y sin embargo es una cosa. Ser muy extraño, una cosa que tiene un alma; extraño estado para el alma.

¿Quién podría decir cómo el alma en cada instante debe torcerse y replegarse sobre sí misma para adaptarse a esta situación? No ha sido hecha para habitar una cosa, y cuando se ve obligada a hacerlo no hay ya nada en ella que no sufra violencia.

Un hombre desarmado y desnudo sobre el cual se dirige un arma se convierte en cadáver antes de ser alcanzado. Durante un momento todavía calcula, actúa, espera:

Pensaba, inmóvil. El otro se aproxima, todo sobrecogido,

ansioso de tocar sus rodillas. En su corazón deseaba

escapar a la muerte malvada, al negro destino...

Y con un brazo apretaba para suplicar sus rodillas, con el otro mantenía

la aguda lanza sin abandonarla…

Pero pronto comprendió que el arma no se desviaría y, respirando aún, ya no es más que materia, pensando todavía que ya no puede pensar en nada”

( Extracto del texto "La Ilíada o el poema de la fuerza")

 


 Notas:

(1) Web del Instituto Simone Weil:   http://institutosimoneweil.net/

(2) Simona Giurgea representó en 2014 en el Colgate University NY el escrito de Simone Weil "La Ilíada o el poema de la fuerza".En esta universidad imparte clases de Actuación y Dirección, al tiempo que dirige proyectos de alto nivel y producciones de teatro universitario.

Nació en Rumania. Estudió teatro en la Academia de Teatro, Cine y Televisión de Bucarest, donde obtuvo su maestría en Actuación y comenzó a enseñar en 1991. Fue miembro permanente de la Compañía de Teatro Odeon y trabajó constantemente en teatro de repertorio, televisión, cine y radio. festivales nacionales e internacionales (Bélgica, Alemania, Italia y Egipto). Se mudó a los Estados Unidos en 1995, donde enseñó actuación y movimiento para actores, tanto en programas de posgrado como de pregrado en el American Conservatory Theatre de San Francisco, Universidad de California en Riverside, Universidad Estatal de California en Long Beach, Pomona College y Colgate University.
 
 



sábado, 24 de octubre de 2020

LA COMPROBADA ESTERILIDAD DEL REFORMISMO Y SUS PARCHES “ALTERNATIVOS”

 

 


Proliferan por todas partes  organizaciones y movimientos sociales autodefinidos como “alternativos”, algunos de ellos con muchos años de rodaje: desde el ecologismo, el feminismo, el cooperativismo o el comunitarismo...ecoaldeas, municipalismos, indigenismos, monedas locales, neorruralistas...así como desde el pensamiento crítico y la política en general, tanto en su versión más académico-filosófica, como desde iniciativas más militantes y comprometidas, conformando todas estas iniciativas un enorme y fragmentado prisma de experiencias, que en conjunto constituyen lo que podríamos denominar la gran nebulosa "anticapitalista" y/o "alternativa". 

Todas son experiencias reformistas en esencia, incluso las autoetiquetadas como revolucionarias. Su propuesta alternativa es parcial, o localista sin perspectiva global o viceversa; y en todo caso referida únicamente a algún aspecto parcial, sin abordar la hipercompleja realidad de nuestro mundo contemporáneo. Y las que más se acercan, como el ecosocialismo o el anarquismo, carecen de visión holística y de propuesta estratégica. Véase la amplia lista de “anticapitalismos” y compruébese quiénes de entre ellos cuestionan la propiedad de los bienes comunes universales, la Tierra y el Conocimiento, o quiénes cuestionan el trabajo asalariado, el sistema productivo y los mercados, quiénes tienen una propuesta que sea completa y no de parte...porque, ¿cómo ser anticapitalistas y estatalistas a la vez, cómo sin comprender que el Estado es el aparato  generador y sostén del capitalismo en todas sus formas?, ¿cómo sin saber qué hacer para deshacernos del Estado?

Cierto que la mayoría de estas “alternativas”, vistas de una en una, contienen valiosos conocimientos y experiencias muy útiles en el corto plazo, que sus aportaciones son revolucionarias en muchos casos, pero siempre limitadas a un aspecto. Es como si el pensamiento y la capacidad humana se hubieran rendido definitivamente a la fuerza descomunal del sistema dominante, considerado ya como inevitable y, por tanto, insuperable.

En el reciente IV Encuentro de Transformación Integral repasamos y analizamos algunas de estas experiencias, en un proceso abierto a la autocrítica radical, lo que nos es imprescindible en el camino que hemos tomado, para la definición  de una propuesta revolucionaria holística, que necesita encontrar fundamentos comunes a todas estas iniciativas y movimientos sociales, para la autoconstrucción de una verdadera alternativa autónoma y radical, transversal y convergente, que cuanto antes pueda traducirse y articularse en un gran movimiento de resistencia y transformación integral, a escala local y global: todo lo contrario a los eclécticos populismos en auge, que sólo buscan avances electorales, a izquierda y derecha del circo político.

En adelante iré desgranando la autocrítica de todas esas experiencias, que será constructiva, porque todas ellas reúnen valiosas experiencias prácticas, que nos serán muy útiles, más en los próximos tiempos postpandemia. Traigo aquí, como ejemplo, los casos  de la agroecología y la permacultura, considerados movimientos alternativos. Se trata de un breve texto, recién publicado en la web de Revolución Integral por uno de los compañeros que participaron en el mencionado IV Encuentro:

EL DILEMA PERMACULTURAL. LIBERTAD O ECOCACIQUISMO.Texto de Diego Martínez Urruchi 

El recientemente celebrado IV Encuentro de Transformación Integral ha puesto de manifiesto la creciente disconformidad con los frutos cosechados de lo que se conoce como “Revolución Verde”, efectuada en el estado español hacia los años 60 del siglo pasado.

Alimentos carentes de nutrientes, sabor y plenos de tóxicos; desarraigo profundo tras abandonar los pueblos para poblar las ciudades; desconexión completa con el medio natural, con un contacto reducido a algunas actividades lúdicas; pérdida de la libertad que supone la producción del alimento propio y dependencia total del sistema productivo industrial; destrucción de suelos y contaminación de masas de agua y del aire; bajada drástica de la biodiversidad; entre otras.

Todo esto ha sido motivo de una preocupación que ha originado diversas reacciones. Quizá la más conocida es la agricultura ecológica, cuyos productos ya ocupan buena parte de las estanterías de todos los supermercados. Sus méritos no son otros que ser un calco de la agricultura convencional, pero envolviéndose bajo la atractiva y dudosa rúbrica “eco”. De esta manera, ahora es una ecoindustria ecoquímica la que provee al empresario agrícola de fitoquímicos, la calidad de los alimentos sigue siendo bastante pobre, se mantiene una clase empresarial separada por una inmensa brecha de una masa de asalariados que reciben un jornal mísero por un trabajo repetitivo y agotador[1], los daños ambientales siguen siendo muy preocupantes, la concentración de tierras que desplaza a cada vez más gente del rural, especialmente a los agricultores con poca/media cantidad de tierras, se agrava y el lucro permanece como categoría central sobre otras como la sostenibilidad o la repoblación rural, completamente desterradas.

Huelga decir que una agricultura de este tipo es incompatible con una transformación positiva de la sociedad, por neofeudal y destructiva, así que no me detendré más en ella.

Sí que son interesantes algunas propuestas que se autoenmarcan dentro del ámbito de la agroecología que, con una modesta producción, pero la eliminación de intermediarios, logran asentar una cierta población en el mundo rural. Ejemplo de ello es la cooperativa agroecológica BAH, a partir de la que han surgido multitud de proyectos de naturaleza similar. Uno de ellos, de nombre “Los Esquimos”, asentado en Perales de Tajuña, asumirá próximamente la iniciativa de otorgar formación a quien lo desee en su escuela de horticultura.

Por otro lado, quizá la más sonada alternativa al modelo productivo convencional sea la conocida como permacultura[2], nacida a finales de los 70 a partir del trabajo de los australianos Bill Mollison y David Holmgrem. Esta disciplina, cada vez más generalizada a lo largo y ancho del territorio peninsular, engloba multitud de operaciones agrícolas y ganaderas muy útiles y a tener en cuenta y practicar, así como a personas muy valiosas enfocadas en el avance de la misma.

Sin embargo, considero conveniente una crítica a este modelo, por insuficiente, desarraigado y poco fiel a su nombre, resultante de la contracción “cultura permanente”. Si se pretende que sea una herramienta para la construcción de un mundo nuevo, mucho mejor que el actual orden social: tiránico, hostil al amor y a la convivencia, y profundamente desigual; es crucial sacar a relucir sus defectos y faltas, para pulirlos y completarlos.

En primer lugar, la permacultura, proveniente de culturas y territorios foráneos, además de haberse fraguado en el calor de la modernidad, obnubilada en sí misma, ignora el pasado (y presente) cultural, estructural y social de los pueblos peninsulares. Así, ahonda en la desmemoria que sufre la gestión tradicional, milenariamente sostenible, de los ecosistemas ibéricos[3]. Sobre el comunal, de cardinal importancia en nuestro territorio, no existen en ella referencias. Al contrario que en aquel, las iniciativas permaculturales consisten en la adquisición de un pedazo de tierra para cultivar, opción cada día menos factible, dada la decreciente capacidad adquisitiva y la creciente acumulación de la tierra en manos del Estado y las grandes empresas.

Es fundamental proponer recetas para el mantenimiento y recuperación de las tierras y medios de producción comunales, capaces de cohesionar un conjunto social de manera eficaz. No solo en el ámbito de lo material, sino que también otorga la base para una forma de vida convivencial y más libre, que a la vez facilita y depende de la existencia de un tipo de persona inclinada hacia el bien moral, la autoconstrucción personal, la capacidad de diálogo y el encuentro cordial, y la responsabilidad, entre otras.

La permacultura adolece de un análisis histórico y político que le permita comprender los motivos del punto al que hemos llegado, y por tanto ha de errar en sus soluciones. El término permanente se confunde con sostenible, y la diferencia es abismal. Como he descrito brevemente, los pueblos ibéricos fueron capaces de asegurar la existencia futura de sus ecosistemas en el pasado y, sin embargo, aquellas culturas hoy se han extinguido prácticamente. Si no fueron capaces de “permanecer” no fue por su mal hacer agropecuario, sino más bien por la brutalidad con que el ente estatal se propuso adueñarse de aquellos recursos, así como de la mano de obra que precisaba para industrializar el país.

La permacultura puede, a pequeña escala, corregir la debacle ambiental que la fractura de aquella cultura trajo, pero si no tiene voluntad revolucionaria, si no hace propia la propuesta de un cambio profundo de las estructuras de poder, de la ética individual o del sistema de propiedad no puede ofrecerse como permanente. No, porque nada propone para constituir una sociedad libre y hermanada, con unas oportunidades razonables para acceder a la tierra y formar comunidad. Para esto debe dotarse de una estrategia, como la que propone el proyecto de Transformación Integral, que le permita evitar que el sistema de poder se adueñe de ella (si esto le fuera posible) para corregir sus fallos garrafales y así apuntalar una ecodictadura.

Las sociedades tradicionales pretéritas asistieron a su resquebrajamiento tan pronto como el Estado se vio capaz de ello, al percibirlas como una amenaza y como una fuente de recursos. Las primeras, ya bastante debilitada su capacidad para recibir tal envite, finalmente sucumbieron ante la horda de veterinarios, técnicos forestales, propagandistas varios, ingenieros agrónomos y ganaderos, policías y militares, entre otros, en quien el poder estatal confió tal empresa[4].

Hay cosas aún más importantes que la sostenibilidad, que es perfectamente compatible con una vida esclava, solitaria y de espaldas a la verdad. Por eso animo a quienes con muy buenas intenciones se decantan por la permacultura y otras fórmulas similares, a que conozcan, profundicen y practiquen lo que desde la Transformación Integral venimos planteando. Porque para “permanecer” habrán de escoger, y o lo hacen bajo un modelo social de dictadura estatal o desde la voluntad de cultivar una sociedad nueva y superior (por muchos motivos), que sólo podrá serlo tras auto otorgarse una razonable libertad desde la que partir.

A continuación, propongo una breve bibliografía para seguir profundizando en el tema, recomiendo su estudio.

- “Tierra y sociedad en Castilla” – David E. Vassberg.

- “Naturaleza, ruralidad y civilización” – Félix Rodrigo Mora.

- “El común catalán” – David Algarra Bascón.

- Artículos varios de los autores María Bueno y Enrique Bardají, que pueden encontrarse en esta página web.

 

[1] Podría pensarse que esto es el resultado de un sistema meritocrático que premia a quien se esfuerza más que los demás (o es más listo, más tramposo, parte de una situación inicial más favorable, etc.) y esto le permite adueñarse de cantidades crecientes de tierra. Dejando a un lado la legitimidad de este modelo, la realidad es que la agricultura ultra concentrada actual no hubiera sido posible sin la actuación estatal, quien, por ejemplo, expolió violentamente los medios productivos comunales para favorecer una propiedad latifundista a su servicio. Este es solo un ejemplo de las muchas intervenciones de las que el aparato estatal se sirve para dar pie a una agricultura como la actual, cuya existencia solamente se puede explicar desde la voluntad de poder del mismo.

[2] A día de hoy, cuando se usa la palabra permacultura, se suele englobar otras iniciativas cercanas, como la agricultura natural de Masanobu Fukuoka, la agricultura regenerativa, el pastoreo racional, etc.

[3] Un hermoso ejemplo de ello nos lo ofrece Jaime Izquierdo Vallina en su obra “La conservación cultural de la naturaleza”. En este caso se hace eco de la realidad asturiana, pero es extrapolable a prácticamente toda la península Ibérica. Hoy en día, ya desarticuladas vía operación estatal aquellas sociedades que hacían posible esta formidable gestión de los recursos naturales, se pretende mantener por todos los medios aquellos ecosistemas tal como fueron abandonados. Así, lo que antaño era una fuente de riqueza, hoy es puro derroche: donde antes pastaban vacas, cabras, ovejas o cerdos, hoy es zona de campeo para las cuadrillas de desbrozadores.

[4] La mayoría de estas medidas se disfrazaron (y hoy lo hacen) de buenas intenciones. Para comprender cómo el llamado conservacionismo profundiza en la despoblación y la desposesión, el artículo “El conservacionismo contra la ruralidad, los pastores y los indígenas” de Enrique Bardají Cruz es de enorme ayuda.


miércoles, 14 de octubre de 2020

EL NACIONALISMO COMO FILOSOFÍA POLÍTICA DEL ESTADO MODERNO.

EL NACIONALISMO COMO FILOSOFÍA POLÍTICA DEL ESTADO MODERNO

Ser de izquierdas o de derechas pudo tener sentido en tiempos pasados, pero hoy es insustancial, por ambíguo y antihistórico, porque hoy tenemos un conocimiento de la historia (1) que no pudieron tener quienes a lo largo de los pasados siglos XIX y XX dirimían el conflicto de clases en esos términos, a partir del posicionamiento ideológico de las vanguardias que se disputaban  el poder político (aún lo siguen haciendo)  en los modernos Estados-Nación propios de la sociedad burguesa que emergiera de las revoluciones políticas acaecidas en ese periodo histórico (Revoluciones Americana y Francesa), tras la Revolución Industrial precedente, acaecida en la segunda mitad del siglo XVIII. 

Ese posicionamiento ideológico fue representado como posición física de sus respectivos asientos en los Parlamentos, a izquierda y derecha de los mismos. Hemos sido testigos de una constante deriva de las izquierdas hacia las posiciones de derechas. Gobiernos socialistas más privatizadores y  nacionalistas que ningún otro, neoliberales incluidos. De tal modo es así, que el conflicto de clases no pasa de ser retórico, un recurso propagandístico-electoral, falseado en su origen, en su imagen y, lo peor, en la realidad. A medida que el neoliberalismo ha avanzado en el sentido de la globalización, hemos visto como en todo el mundo la línea divisoria entre izquierdas y derechas se ha escorado nítidamente hacia posiciones neocapitalistas o neoliberales, más o menos totalitarias, en grado variable según países y bloques tácticos, guiados por una misma estrategia: mantener un mismo estatus operativo, asentado sobre los principios burgueses de acumulación de capital y concentración del poder en el Estado. Así, lo que la historia ha sentenciado es la existencia real de un muro infranqueable para unas izquierdas que, siendo presuntas defensoras de una clase, la proletaria, han privado a ésta de todo horizonte comunitario y emancipador, dejándola sometida a una condena  de precariedad existencial, a perpetuidad, dictada por una clase política  construida de facto como amalgama ideológica de intereses comunes, en facciones de izquierdas y derechas. Sin el sustento que le prestan  esas izquierdas, sea en la "oposición" y más aún en el gobierno,  el Tinglado estatal-capitalista de las derechas caería por sí mismo al día siguiente. 

Tan es así, que habiendo desistido de todo liderazgo moral y político, las izquierdas han relegado y centrado su actividad en el campo de la cultura, en el que su logro más conseguido consiste en el aburguesamiento cultural de la clase asalariada,  disipando el conflicto de clases y reduciendo su original y universal finalidad emancipatoria a objetivos individualistas, de mayor consumo y derechos, de naturaleza nítidamente liberal y burguesa. 

Sentadas en los mismos parlamentos, en posiciones enfrentadas, izquierdas y derechas compiten entre sí bajo el mismo impulso con que lo hacen las empresas capitalistas en los mercados: por un trozo más grande de beneficio propio, sueñan con mayorías absolutas, su ideal económico y político es el monopolio, el totalitarismo como su propio y perfecto horizonte. Fascismo y nazismo fueron la realización de ese ideal totalitario, no conviene olvidar que sus respectivas organizaciones se definían a sí mismas como partidos nacionalistas y socialistas. ¿Y qué decir de los partidos "comunistas" de las repúblicas soviéticas,  de China o de Korea?... Pero, sin duda, la perfección totalitaria ha sido lograda en los Estados de Bienestar que alcanzaron su mayor grado de camuflaje "progresista", con su cara "amable", logrando  institucionalizar, blanquear, el conflicto de clases.

Mírese lo principal de aquello que les es común a los partidos competidores, tanto en el mercado capitalista como en el mercado político: inequívocamente es el Estado, el aparato de poder que organiza la competencia mercantil y política, regula los mercados, protege la propiedad, controla el orden mediante leyes y fuerzas del “orden público”, educa las conciencias de los individuos, crea la opinión “pública” a través de sus Medios y dicta la forma en que las masas (a las que indistintamente nombran como Pueblo o Nación) participan en el poder, reducido éste al nebuloso concepto de “lo público” (estatal en la realidad): depositar una papeleta en una urna, de cuando en cuando.

Existen, pues, dos nacionalismos, diferentes sólo en apariencia, un nacionalismo capitalista-de derechas y otro nacionalismo capitalista-de izquierdas, un “capitalismo privado” a título individual o corporativo y con entramado partidista/financiero y un “capitalismo público”, de entramado partidista/burocrático, a título no menos privado o corporativo y con similar finalidad de lucro.
La ideología nacionalista es el artilugio común del que se sirven ambas facciones del poder totalitario, político-económico. Desde su remoto orígen, el Estado, en todas sus formas, es  creador de naciones,  la creencia nacionalista es consustancial al Estado, una necesidad que nunca tuvieron los Pueblos,  diferencia por la que Pueblo y Estado son conceptos y realidades tan perfectamente contrarias como incompatibles. Los Pueblos no pueden existir bajo la forma de Estado-nación, ni éste bajo la forma de Pueblo. 

Desentrañar la comunión de las facciones políticas que constituyen la clase dominante, herederas y continuadoras de la burguesía inaugural de la Modernidad, es la tarea revolucionaria  a acometer por los Pueblos, autoconstruidos al margen y contra los Estados, en este decisivo siglo XXI.

Por eso que me haya parecido tan útil el trabajo de investigación llevado a cabo por Félix Rodrigo Mora (con su obra LA DEMOCRACIA Y EL TRIUNFO DEL ESTADO) (2), como oportuno el trabajo ahora continuado y completado por Enrique Alvarez Carrillo con su libro “NACIONALISMO Y REVOLUCIÓN. El Estado Nación y el Paradigma de la Revolución Integral”, que el propio autor resume así: 

“La doctrina marxista, en cualquiera de sus variantes, siempre ha servido de inspiración política de los procesos "revolucionarios de liberación nacional". Es decir, que han sido los propios nacionalistas los que han tomado como referencia a las diferentes variantes de doctrinas basadas en el marxismo. Los modelos revolucionarios que han sido aportados por Rusia y China, de tipo proletarista, así como aquellos procesos inspirados en tales revoluciones como (Vietnam, Argelia o Cuba) han servido de estímulo y guía para establecer sus propias estrategias. Sucedió en el mundo, y también en el Estado español, en particular, en los últimos 50 años, en los llamados Movimientos de Liberación Nacional en Euskadi, Catalunya y Galiza (Canarias, por su especificidad es tratado en el Libro III de esta colección). En este sentido, tiene especial atención la experiencia de ETA, por su relevancia y significación. El objeto del análisis es mostrar cómo, efectivamente, tales movimientos inspirados en el marxismo o en teóricos del nacionalismo (de formación marxista), en realidad eran proyectos estratégicos destinados a la configuración de Estados nación, inevitablemente modernos y capitalistas”.

"La descomposición del régimen del 78 plantea una crisis de recomposición de la organización territorial del Estado español. La situación planteada desde hace años en Euskadi, y más recientemente en Catalunya con el procès, ha puesto al nacionalismo en una dificil postura, lo cual hace más que nunca imprescindible la superación de esta ideología política de la modernidad contenida en la cosmovisión de la izquierda nacionalista sobre la cuestión nacional, que viene suponiendo desde hace más de 50 años un auténtico lastre para el desarrollo de cualquier movimiento verdaderamente transformador". 


Esta ingente obra de E.Alvarez Carrillo es una colección que recomiendo leer  completa (3) y vaya como anticipo este libro 1 de la colección, dedicado al “Nacionalismo como filosofía política del Estado Moderno”, junto al texto de su ponencia presentada en el IV Encuentro de Transformación Integral recientemente celebrado en Amarauna-Ziordia (Navarra):

-Texto libro1

-Texto de la ponencia


Notas:

(1)La Historia como “ciencia” tiene una deuda con sus propios principios, los del método “científico”. Investigar, averiguar los acontecimientos, mostrar sus datos y luego interpretarlos sí es tarea científica, pero no cuando sistemáticamente se embarulla y camufla esa legítima interpretación de los hechos envuelta con la investigación de los mismos, para acabar siendo, intencionadamente, utilitaria y servil a una versión de parte, doctrinaria, del acontecer histórico.

(2)La democracia y el triunfo del Estado

(3)Publicado por la Editorial Potlach, en 5 tomos:

1.El nacionalismo como filosofía política del Estado Moderno.

2.Hispania, Estado y Nación

3.El nacionalismo anticolonialista en Canarias: verdades y fantasías.

4.La Izquierda y la cuestión nacional.

5.La cuestión nacional en el siglo XXI

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