miércoles, 14 de octubre de 2020

EL NACIONALISMO COMO FILOSOFÍA POLÍTICA DEL ESTADO MODERNO.

EL NACIONALISMO COMO FILOSOFÍA POLÍTICA DEL ESTADO MODERNO

Ser de izquierdas o de derechas pudo tener sentido en tiempos pasados, pero hoy es insustancial, por ambíguo y antihistórico, porque hoy tenemos un conocimiento de la historia (1) que no pudieron tener quienes a lo largo de los pasados siglos XIX y XX dirimían el conflicto de clases en esos términos, a partir del posicionamiento ideológico de las vanguardias que se disputaban  el poder político (aún lo siguen haciendo)  en los modernos Estados-Nación propios de la sociedad burguesa que emergiera de las revoluciones políticas acaecidas en ese periodo histórico (Revoluciones Americana y Francesa), tras la Revolución Industrial precedente, acaecida en la segunda mitad del siglo XVIII. 

Ese posicionamiento ideológico fue representado como posición física de sus respectivos asientos en los Parlamentos, a izquierda y derecha de los mismos. Hemos sido testigos de una constante deriva de las izquierdas hacia las posiciones de derechas. Gobiernos socialistas más privatizadores y  nacionalistas que ningún otro, neoliberales incluidos. De tal modo es así, que el conflicto de clases no pasa de ser retórico, un recurso propagandístico-electoral, falseado en su origen, en su imagen y, lo peor, en la realidad. A medida que el neoliberalismo ha avanzado en el sentido de la globalización, hemos visto como en todo el mundo la línea divisoria entre izquierdas y derechas se ha escorado nítidamente hacia posiciones neocapitalistas o neoliberales, más o menos totalitarias, en grado variable según países y bloques tácticos, guiados por una misma estrategia: mantener un mismo estatus operativo, asentado sobre los principios burgueses de acumulación de capital y concentración del poder en el Estado. Así, lo que la historia ha sentenciado es la existencia real de un muro infranqueable para unas izquierdas que, siendo presuntas defensoras de una clase, la proletaria, han privado a ésta de todo horizonte comunitario y emancipador, dejándola sometida a una condena  de precariedad existencial, a perpetuidad, dictada por una clase política  construida de facto como amalgama ideológica de intereses comunes, en facciones de izquierdas y derechas. Sin el sustento que le prestan  esas izquierdas, sea en la "oposición" y más aún en el gobierno,  el Tinglado estatal-capitalista de las derechas caería por sí mismo al día siguiente. 

Tan es así, que habiendo desistido de todo liderazgo moral y político, las izquierdas han relegado y centrado su actividad en el campo de la cultura, en el que su logro más conseguido consiste en el aburguesamiento cultural de la clase asalariada,  disipando el conflicto de clases y reduciendo su original y universal finalidad emancipatoria a objetivos individualistas, de mayor consumo y derechos, de naturaleza nítidamente liberal y burguesa. 

Sentadas en los mismos parlamentos, en posiciones enfrentadas, izquierdas y derechas compiten entre sí bajo el mismo impulso con que lo hacen las empresas capitalistas en los mercados: por un trozo más grande de beneficio propio, sueñan con mayorías absolutas, su ideal económico y político es el monopolio, el totalitarismo como su propio y perfecto horizonte. Fascismo y nazismo fueron la realización de ese ideal totalitario, no conviene olvidar que sus respectivas organizaciones se definían a sí mismas como partidos nacionalistas y socialistas. ¿Y qué decir de los partidos "comunistas" de las repúblicas soviéticas,  de China o de Korea?... Pero, sin duda, la perfección totalitaria ha sido lograda en los Estados de Bienestar que alcanzaron su mayor grado de camuflaje "progresista", con su cara "amable", logrando  institucionalizar, blanquear, el conflicto de clases.

Mírese lo principal de aquello que les es común a los partidos competidores, tanto en el mercado capitalista como en el mercado político: inequívocamente es el Estado, el aparato de poder que organiza la competencia mercantil y política, regula los mercados, protege la propiedad, controla el orden mediante leyes y fuerzas del “orden público”, educa las conciencias de los individuos, crea la opinión “pública” a través de sus Medios y dicta la forma en que las masas (a las que indistintamente nombran como Pueblo o Nación) participan en el poder, reducido éste al nebuloso concepto de “lo público” (estatal en la realidad): depositar una papeleta en una urna, de cuando en cuando.

Existen, pues, dos nacionalismos, diferentes sólo en apariencia, un nacionalismo capitalista-de derechas y otro nacionalismo capitalista-de izquierdas, un “capitalismo privado” a título individual o corporativo y con entramado partidista/financiero y un “capitalismo público”, de entramado partidista/burocrático, a título no menos privado o corporativo y con similar finalidad de lucro.
La ideología nacionalista es el artilugio común del que se sirven ambas facciones del poder totalitario, político-económico. Desde su remoto orígen, el Estado, en todas sus formas, es  creador de naciones,  la creencia nacionalista es consustancial al Estado, una necesidad que nunca tuvieron los Pueblos,  diferencia por la que Pueblo y Estado son conceptos y realidades tan perfectamente contrarias como incompatibles. Los Pueblos no pueden existir bajo la forma de Estado-nación, ni éste bajo la forma de Pueblo. 

Desentrañar la comunión de las facciones políticas que constituyen la clase dominante, herederas y continuadoras de la burguesía inaugural de la Modernidad, es la tarea revolucionaria  a acometer por los Pueblos, autoconstruidos al margen y contra los Estados, en este decisivo siglo XXI.

Por eso que me haya parecido tan útil el trabajo de investigación llevado a cabo por Félix Rodrigo Mora (con su obra LA DEMOCRACIA Y EL TRIUNFO DEL ESTADO) (2), como oportuno el trabajo ahora continuado y completado por Enrique Alvarez Carrillo con su libro “NACIONALISMO Y REVOLUCIÓN. El Estado Nación y el Paradigma de la Revolución Integral”, que el propio autor resume así: 

“La doctrina marxista, en cualquiera de sus variantes, siempre ha servido de inspiración política de los procesos "revolucionarios de liberación nacional". Es decir, que han sido los propios nacionalistas los que han tomado como referencia a las diferentes variantes de doctrinas basadas en el marxismo. Los modelos revolucionarios que han sido aportados por Rusia y China, de tipo proletarista, así como aquellos procesos inspirados en tales revoluciones como (Vietnam, Argelia o Cuba) han servido de estímulo y guía para establecer sus propias estrategias. Sucedió en el mundo, y también en el Estado español, en particular, en los últimos 50 años, en los llamados Movimientos de Liberación Nacional en Euskadi, Catalunya y Galiza (Canarias, por su especificidad es tratado en el Libro III de esta colección). En este sentido, tiene especial atención la experiencia de ETA, por su relevancia y significación. El objeto del análisis es mostrar cómo, efectivamente, tales movimientos inspirados en el marxismo o en teóricos del nacionalismo (de formación marxista), en realidad eran proyectos estratégicos destinados a la configuración de Estados nación, inevitablemente modernos y capitalistas”.

"La descomposición del régimen del 78 plantea una crisis de recomposición de la organización territorial del Estado español. La situación planteada desde hace años en Euskadi, y más recientemente en Catalunya con el procès, ha puesto al nacionalismo en una dificil postura, lo cual hace más que nunca imprescindible la superación de esta ideología política de la modernidad contenida en la cosmovisión de la izquierda nacionalista sobre la cuestión nacional, que viene suponiendo desde hace más de 50 años un auténtico lastre para el desarrollo de cualquier movimiento verdaderamente transformador". 


Esta ingente obra de E.Alvarez Carrillo es una colección que recomiendo leer  completa (3) y vaya como anticipo este libro 1 de la colección, dedicado al “Nacionalismo como filosofía política del Estado Moderno”, junto al texto de su ponencia presentada en el IV Encuentro de Transformación Integral recientemente celebrado en Amarauna-Ziordia (Navarra):

-Texto libro1

-Texto de la ponencia


Notas:

(1)La Historia como “ciencia” tiene una deuda con sus propios principios, los del método “científico”. Investigar, averiguar los acontecimientos, mostrar sus datos y luego interpretarlos sí es tarea científica, pero no cuando sistemáticamente se embarulla y camufla esa legítima interpretación de los hechos envuelta con la investigación de los mismos, para acabar siendo, intencionadamente, utilitaria y servil a una versión de parte, doctrinaria, del acontecer histórico.

(2)La democracia y el triunfo del Estado

(3)Publicado por la Editorial Potlach, en 5 tomos:

1.El nacionalismo como filosofía política del Estado Moderno.

2.Hispania, Estado y Nación

3.El nacionalismo anticolonialista en Canarias: verdades y fantasías.

4.La Izquierda y la cuestión nacional.

5.La cuestión nacional en el siglo XXI

Pedidos:

-Potlatch-ediciones: por e-correo a potlatch.kl@gmail.com

-Apartado de correos nº 315 - 38200, San Cristóbal de La Laguna – Tenerife - Islas Canarias.

-Apartado de correos nº 34801, 28080, Madrid.

Bubokeditores

Blog de Enrique Alvarez Carrillo

Blogdel libro




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios: