lunes, 2 de noviembre de 2020

EN CHILE: ABIERTA LA POSIBLIDAD DE UN PROCESO CONSTITUYENTE DEL PODER POPULAR

 

A propósito del histórico resultado en Chile del plebiscito, el pasado 25 de octubre, en donde más del 78% de las personas votaron la opción para elaborar una nueva Constitución, el nuevo desafío es consolidar un proceso democrático que vaya mucho más allá de lo electoral. El proceso para una nueva Constitución pone a prueba la democracia en Chile Después de que el 78% de los votantes avalaran en el plebiscito elaborar la nueva Constitución, el desafío para los chilenos ahora es consolidar la dinámica democrática.

Se abre para el pueblo chileno un apasionante periodo y oportunidad de creatividad social. Lo más interesante está en la posibilidad real de realizar un proceso constituyente protagonizado por los movimientos sociales que promueven la democracia directa. Cuentan para ello con cierta experiencia histórica, de la que pudieron aprender a no fiarse de la clase política y que sólo al pueblo le corresponde generar por sí mismo el poder  necesario para ese tránsito  a la verdadera democracia.   

“Porque, para cambiar la realidad, no es necesario empezar tomando por asalto las grandes estructuras nacionales o mundiales, sino las bases locales de esas estructuras, aquellas que están instaladas en nuestro propio territorio, valle, barrio, caleta o población. Si comenzamos a controlar o a administrar de modo creciente las bases locales de las grandes estructuras ¿en qué se van a sostener esas grandes estructuras?”                                                                          .../...                                                                                                                                                            "Se nos dirá que procesos similares ocurridos en América Latina (en Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia, sobre todo) han terminado con regímenes caudillistas y graves desórdenes en la economía. Esto, en parte, es cierto. Allí ocurrió lo que no deberíamos permitir que ocurra acá: allá el proceso de desarrollo del poder popular constituyente quedó incompleto. Inconcluso. Hubo un salto muy rápido desde la movilización local de la clase popular a la Asamblea Nacional Constituyente, sin pasar por experiencias intermedias de ejercicios reales de poder popular a nivel local, comunal y regional primero, razón por la que los dirigentes y los políticos ‘completaron’ el proceso por su cuenta, al precio de la personalización y caudillización del movimiento. De ese modo, a través de ese proceso trunco, la clase popular queda de nuevo convertida en un movimiento de masas que sigue y apoya a su caudillo (tipo Chávez), de modo que, si éste muere, se genera una situación de desconcierto y confusión. El riesgo de que el proceso dé un salto para llegar pronto a la realización formal de una Asamblea Constituyente, obviando las etapas en que la clase popular y ciudadana aprende de hecho a ejercer poder real en comunas y regiones, puede llevar a la caudillización, personalización o bien a la oligarquización del movimiento, y esto implica una regresión del movimiento sociocrático a su condición inicial de pasivo movimiento de masas.                                                                             .../...                                                                                                                                                             Si la clase popular y ciudadana se moviliza a partir de la potenciación de sus comunidades de base (asambleas locales y regionales) desarrollando su cultura soberana, la clase política civil (los políticos profesionales) es muy poco o nada lo que pueden hacer para detener ese proceso. Por eso le temen: saben que, si ese proceso culmina, su destino más probable es la cesantía política. En verdad, un movimiento social-ciudadano como el que aquí estamos examinando, no tiene que temer nada serio de la clase política civil".

Esta es, en síntesis, la propuesta de esos movimientos sociales en palabras de Gabriel Salazar, (1) que es una de las voces más visibles y comprometidas en el proceso constituyente. Traigo aquí el enlace a su texto "Dispositivo Histórico para Asambleas Populares de Base que se proponen desarrollar su poder constituyente", publicado en 2016, con el objeto de "exponer, desde la historia de Chile, la formación del poder popular constituyente, como herramienta de trabajo para las organizaciones sociales y populares". Así mismo es interesante este vídeo en el que, de modo muy pedagógico, G. Salazar habla del proceso constituyente y la soberanía popular.

Destaco mi coincidencia plena con su idea del "mandato soberano", que considero clave para la calidad del proceso asambleario: "Se eligen los representantes después de que se ha acordado el mandato. NUNCA ANTES. Lo que vale es el ‘mandato’, que sube de nivel en nivel, siendo deliberado de abajo hacia arriba, no el representante. El representante de ese mandato es una cuestión menor, secundaria, puedes ser tú o tú; pero lo que importa es que existe el ‘mandato’. Porque la tarea de todo representante es ejecutar bien el mandato de su base en el nivel que le corresponde. Porque si no lo hace bien, debe ser revocado de su cargo y juzgado en su comunidad de base".

Si bien, disiento radicalmente en la formulación del objetivo final, expresado como "la construcción del Estado desde abajo" . Esto es un error fatal, propio de quien como Salazar, a pesar de su altura intelectual, de sus buenas intenciones y propuestas, no puede evitar la contradicción que supone -incluso desde la Historia Social que él representa- la defensa a ultranza del nacionalismo, su naturalización y la del Estado como única forma posible de organización política de la sociedad. Si algo nos enseña precisamente la Historia Social es que  las naciones son comunidades artificiales creadas por el Estado,  que éste es un producto histórico de las élites dominantes. Y que siempre que se actúa bajo la "lógica estatal" se concluye en el mismo bucle histórico, el que nos devuelve a la finalidad original del Estado como instrumento de dominación en manos de las élites.                                                                     

Es algo que Gabriel Salazar todavía no puede evitar, sin duda por su formación y trayectoria marxista, pero aún así, nos cabe un largo trecho de coincidencias que pueden fructificar en el camino. Y siempre cabe la posibilidad de que la propia práctica asamblearia sea capaz de enmendar este grave error conceptual e histórico del marxismo, en el que tanto perseveran incluso los neomarxistas más autocríticos, como es el caso de Gabriel Salazar.

   

Nota:  

(1) Gabriel Salazar es un historiador chileno, profesor de Estado en Historia y Geografía por la Universidad de Chile (1963). Obtuvo el grado de Doctor en Historia Económica y Social por la University of Hull, Inglaterra (1984). Su campo de estudio es la Historia Social de Chile Contemporánea (siglos XIX y XX). Se le considera uno de los fundadores de la Nueva Historia Social. Fue reconocido con el Premio Nacional de Historia en 2006. Entre algunas de sus obras se encuentran:

 


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