lunes, 12 de febrero de 2018

DIGNIDAD, SÓLO DIGNIDAD


Hubo un tiempo en el que el control del mundo se lo disputaban dos imperios estatales, dos versiones del capitalismo enfrentadas entre sí. Eso se acabó con el triunfo de una de las versiones y ahora lo que existe es un único imperio, territorialmente estructurado en provincias, que eso son hoy los Estados, diputaciones provinciales del capitalismo global. Que las provincias compitan, incluso que se maten entre sí, no debilita la estructura del imperio, incluso la fortalece cuando las provincias enfrentadas son periféricas y el imperio se muestra como única fuerza capaz de imponer la paz y el orden.



Creer que por sólo habitar un mismo pedazo de tierra, por mucho que le llamemos “Estado” y lo escribamos con mayúsculas, creer que sólo por eso ya constituimos una comunidad -“nacional” en este caso- es más que un error conceptual, es una gilipollez perfectamente integral, que sólo puede cometer una masa de gilipollas, bien amaestrados por quien se dedica profesionalmente al oficio de producir gilipollas amaestrados, donde sea que esto suceda...sea en Cataluña, en España o en cualquiera de las Coreas. Genéricamente nos consideran “gilipollas” y nosotros genéricamente les consideramos “cabrones”, pero sustancialmente sólo nos diferenciamos en que los gilipollas actuamos en masa, en que no tenemos nombre propio, bueno, en que no tenemos casi nada.

viernes, 2 de febrero de 2018

SI DE LO QUE SE TRATA ES DE NO SUFRIR, LO MÁS CONVENIENTE ES HACERSE EL TONTO O EL CIEGO


El pensamiento conspiranoico triunfa porque la mayoría de los individuos buscamos asirnos a alguna certeza en medio del azaroso y confuso océano en el que se ha convertido el mundo en general y nuestras vidas en particular.

Sin duda contaminado de positiva conspiranoia, constato que el pensamiento dominante es inducido, diseñado para nuestro bien, para evitar el sufrimiento que experimentaríamos si tuviéramos abiertos los ojos, si pudiéramos ver lo que tenemos delante, el futuro que ya está sucediendo. Toda una gran industria de la política y el entretenimiento se ocupa de procurarnos agradables y variadas distracciones, con el fin de evitarnos el mayor sufrimiento posible.

miércoles, 31 de enero de 2018

EL ALIGUÍ O ZARRABULLO


 

Me cuenta un compañero de la asociación ARCO (para la defensa del patrimonio de Aguilar de Campoo) que le ha llegado el relato directo de alguna gente mayor, de los que vivieron los carnavales antíguos, que recuerdan muy bien que junto a "zamarrones" y "mascaritos" había otro personaje que no podía faltar en aquellos carnavales de la posguerra: “el Aliguí”. Me mueve la curiosidad y me pongo a investigar sobre este personaje.

Lo primero que me llama la atención es que “al aliguí” ha quedado recogido en el diccionario como expresión coloquial de algo hecho sin pensar, de forma improvisada y chapucera, aprovechando la ocasión, algo que con parecido sentido también se expresa con la locución «aquí te pillo, aquí te mato».
Volviendo al origen carnavalesco de la palabra y del personaje, en el número 282 de la revista Folklore, que edita la Fundación Joaquín Díaz, encuentro este texto referido al Aliguí, cuya descripción es similar a la recordada por algunas gentes de Aguilar de Campoo:

domingo, 14 de enero de 2018

LA REVOLUCIÓN HOY: AJUNTAMIENTO COMUNAL, LOCAL Y GLOBAL, DEMOCRACIA INTEGRAL






En “Revolución y democracia”, Boaventura de Sousa Santos dice: 
 
La tensión entre revolución y democracia recorrió todo el siglo XIX europeo, pero fue en la Revolución rusa que la separación, o incluso incompatibilidad, tomó forma política. Es discutible la fecha exacta en la que esto ocurrió, pero lo más probable es que fuera en enero de 1918, cuando Lenin ordenó la disolución de la Asamblea Constituyente en la que el Partido Bolchevique no tenía mayoría. La gran revolucionaria Rosa Luxemburgo fue la primera en alertar sobre el peligro de la ruptura entre revolución y democracia”.
La revolución siguió una trayectoria que fue dando cada vez más razón a las previsiones de Rosa Luxemburgo y fue llevando a cabo una transición que, en vez de transitar al socialismo, acabó por transitar al capitalismo, como bien ilustra hoy el caso de China. Por su parte, la democracia (reducida progresivamente a la democracia liberal) perdió el impulso reformista y demostró no ser capaz de defenderse de los fascistas, como lo puso de manifiesto la elección democrática de Adolf Hitler. Además, el “olvido” de la injusticia socioeconómica (además de otras, como la injusticia histórica, racial, sexual, cultural y ambiental) hace que la mayoría de la población viva hoy en sociedades políticamente democráticas, pero socialmente fascistas”.
Mucho antes, Jacques Ellul, en su libro titulado “¿Es posible la revolución?” completó y profundizó su estudio sobre los fenómenos revolucionarios de su época, llegando a conclusiones tremendamente sombrías sobre el futuro y la posibilidad de la revolución: 
 
«En la medida en que la revolución necesaria se opone a esa facilidad que el progreso técnico otorga al hombre, en la medida en que pone en juego la satisfacción de ciertas necesidades convertidas en vitales por costumbre y persuasión, en la medida en que rechaza el avance demasiado evidente hacia ese paraíso, la revolución necesaria no tiene ninguna probabilidad de éxito. El mito del progreso ha matado el espíritu revolucionario y la posibilidad de una toma de conciencia de la actual necesidad revolucionaria. El peso que hay que levantar es demasiado pesado. El hombre tranquilo, seguro de que la técnica le proporcionará todo cuanto pueda desear, no ve la razón para hacer otro esfuerzo que no sea el facilitar este desarrollo técnico, ni por qué habría que lanzarse a una aventura incierta y dudosa.»

viernes, 29 de diciembre de 2017

PROPÓSITO DE ENMIENDA

Ilustración de Pawel  Kuczynski



No hablaré más que por mí mismo, ya que a nadie represento ni a nadie quiero representar. Mi premura esencial es la de intentar averiguar cuáles son los problemas decisivos del tiempo que me ha tocado vivir, precisar hasta donde pueda cuáles son los asuntos que organizan esta época, cuál es la razón subjetiva que mueve a las multitudes de las que formo parte, descubrir el perfil de quien gobierna hoy este averiado mundo, quién es ese individuo medio de las democracias massmedia, que se cree gobernante del mundo o que presta su pasivo sustento, su incondicional sumisión.

Cuanto más viejo me hago más amo la vida y, en consecuencia, más repudio todo lo que veo sucederse y que va contra ella, el espectáculo de un mundo que se me ofrece como una representación, como un burdo sucedáneo que desde hace mucho tiempo ya no siento como propio, pero del que no quiero apearme del todo, en plan mafalda, porque sé que es el único mundo existente, el único en el que, a pesar de todo, sigue sucediendo la vida.

Con la altura de los años, creo haber llegado a conocer bien los estrechos límites de mi inteligencia, por eso que guarde un gran rencor contra todos mis congéneres superdotados, contra todas las personas sabias que a diario desperdician sus capacidades a cambio de un salario fijo, mercantil o estatal, enfrascados de por vida en diseñar más y más cacharrería para el consumo ideológico y tecnológico de las masas, con la que justificar la vergonzosa relación de vasallaje que les ata al pagador de su nómina.

domingo, 17 de diciembre de 2017

EL “MONOTEMA”, LA TÉCNICA DEL POLITICISMO



Recurro a la definición de politicismo que hiciera Félix Rodrigo en uno de sus textos, el titulado “Negatividad del politicismo”: “por politicismo se entiende la creencia en que todos los problemas de la sociedad y del ser humano tienen solución y se resuelven con la política. Bajo el actual régimen partitocrático, el monodiscurso politicista se hace aún más reduccionista, al manifestarse como irracional fe subjetiva en que votando a tal o cual partido, formación o coalición se realiza el bien del cuerpo social”.

Se ha hecho popular el adjetivar como “monotema” la cuestión catalana, su sóla mención pone de los nervios a la mayoría de las personas. El efecto de su abuso por los medios de comunicación de masas no es inocente, consigue la banalización de la política, esa posición aparentemente contraria que es el apoliticismo, del que muchas personas hacen gala, como manifestación de su “hartura de lo político”, que se concreta en ignorar, “pasar de la política”, lo que conlleva una actitud pasiva y acrítica, que a los politicistas, mayoritariamente progresistas, les pone también de los nervios, porque identifican esta postura con el conservadurismo de derechas.
Por eso, ellos entienden que “todas las personas” que se dicen apolíticas son de derechas y, en definitiva, son sus enemigos políticos, aunque quienes así se manifiesten sean personas de las clases populares. Incluso se llega a decir que “no hay cosa más idiota que un obrero de derechas”.