Me cuenta un compañero de la asociación ARCO (para la defensa del patrimonio de Aguilar de Campoo) que le ha llegado el relato directo de alguna gente mayor, de los que vivieron los carnavales antíguos, que recuerdan muy bien que junto a "zamarrones" y "mascaritos" había otro personaje que no podía faltar en aquellos carnavales de la posguerra: “el Aliguí”. Me mueve la curiosidad y me pongo a investigar sobre este personaje.
Lo
primero que me llama la atención es que “al aliguí” ha quedado
recogido en el diccionario como expresión coloquial de algo hecho
sin pensar, de forma improvisada y chapucera, aprovechando la ocasión, algo
que con parecido sentido también se expresa con la locución «aquí
te pillo, aquí te mato».
Volviendo
al origen carnavalesco de la palabra y del personaje, en el número
282 de la revista Folklore,
que edita la Fundación
Joaquín Díaz, encuentro este texto referido al Aliguí, cuya
descripción es similar a la recordada por algunas gentes de Aguilar
de Campoo:
“Anciano
protagonista de nuestro folklore tradicional, lleno de simbolismo y
que aparecía en época de Carnaval. Antaño, muy popular en toda la
geografía manchega (Pío Baroja recuerda su presencia en Madrid a
principios de siglo y García Bellido en Villanueva de los Infantes,
siendo niño). Ídolo carnavalesco infantil.
El
“Tío Aliguí”, en Torre de Juan Abad, desde que hay memoria,
siempre fue un hijo del pueblo y durante décadas el mismo varón de
una familia muy conocida. Su disfraz era una humilde máscara de
trapo para el rostro, como atuendo, harapos o prendas muy remendadas
y un gran capote de gañán cubriendo las espaldas. En una de sus
manos llevaba una larga vara de la cual pendía una cuerda de pita
con un higo atado a su final, en la otra mano, una vara más corta, a
veces unos sarmientos.
Cuando de forma súbita aparecía, dando asombrosos y continuos brincos, por algún rincón del pueblo, pues, era condición exigida que los muchachillos lo buscaran, persiguieran, por los lugares más inverosímiles, el niño que lo atinaba daba la voz de alarma, e inmediatamente acudían en grupo los pequeños, que llegaban de todas partes. Entonces, asediaban al “Tío Aliguí” y empezaba un lúdico ritual, en aquellos días ya olvidado su significado. Los niños más decididos intentaban arrebatar el higo colgante, que se sabía era obligatorio hacerlo con la boca. En la algarabía infantil, una y otra vez, el “Tío“Aliguí” ponía el higo al alcance de sus bocas y cuando al punto de ser apresado por alguna de ellas, el “Tío Aliguí”, con un inesperado y brusco movimiento apartaba la fruta de la boca del niño, que mordía con sus dientes el vacío. La fruta era el premio del pequeño que superaba en astucia y rapidez de reflejos al “Tío Aliguí".
Cuando de forma súbita aparecía, dando asombrosos y continuos brincos, por algún rincón del pueblo, pues, era condición exigida que los muchachillos lo buscaran, persiguieran, por los lugares más inverosímiles, el niño que lo atinaba daba la voz de alarma, e inmediatamente acudían en grupo los pequeños, que llegaban de todas partes. Entonces, asediaban al “Tío Aliguí” y empezaba un lúdico ritual, en aquellos días ya olvidado su significado. Los niños más decididos intentaban arrebatar el higo colgante, que se sabía era obligatorio hacerlo con la boca. En la algarabía infantil, una y otra vez, el “Tío“Aliguí” ponía el higo al alcance de sus bocas y cuando al punto de ser apresado por alguna de ellas, el “Tío Aliguí”, con un inesperado y brusco movimiento apartaba la fruta de la boca del niño, que mordía con sus dientes el vacío. La fruta era el premio del pequeño que superaba en astucia y rapidez de reflejos al “Tío Aliguí".
¡Y,
ay…! del cuco que pensara usar las manos para conseguir el higo, un
recio y decidido golpe de la vara corta en las manos, desanimaba al
"nifo", y al resto de la chiquillería, que cantaban a coro
y a todo pulmón…
“Aliguí,
Aliguí / con la mano no / con la boca sí”.
En
Villanueva de los Infantes: “Era un hombre vestido con sacos de
arpillera y careta, que aparecía por los carnavales, simpático y a
veces cruel. Con una vara de la que colgaban higos secos y caramelos
que se podían coger con la boca, sin ayudarse de las manos. Aparecía
por las calles cantando: ¡Aliguí, aliguí / con la mano no / con la
boca, sí!
Con
otra vara, a veces, cuando ibas a morder los higos o los caramelos,
sacudía en la boca…”.
Según
citan esas fuentes locales, en
Aguilar de Campoo -como
en otros muchos pueblos de España y de Hispanoamérica-
no faltaba ese
personaje generalmente llamado el “Tío Aliguí “, aunque
también he encontrado el mismo personaje con el nombre de
Zarrabullo, con arraigo en algunos carnavales del País Vasco.
Incluso lo he encontrado en un diccionario de riojanismos, recogido
por Goicoechea como definición
de algo confuso, que
favorece el embrollo, o sea
“un lío”.
Y
también me llama la atención que en la región galaicoportuguesa
del Miño se conserve zarrabullo
para denominar un plato típico muy antíguo, propio del invierno,
tras la matanza del cerdo, que
consistía en amasar sangre del gocho con diferentes ingredientes,
generalmente
con harina de maíz en la zona gallega y con arroz o
patatas en
la parte portuguesa, donde
es nombrado como “sarrabulho”
Zarrabullo
también es recogido en un diccionario de riojanismos como expresión
referida a embrollo, algo que produce confusión y lío.
Al
parecer, el juego del Aliguí, formando parte del carnaval popular
es antiquísimo. Rodrigo Caro, en el siglo XVII, recogía en sus
Días geniales o lúdicos unos versos traducidos del griego
Aristófanes hablando de un viejo marrullero:
Todo
el día en su casa está sentado...
la boca abierta, el cuello levantado,
para tragarse al triste pasajero,
como cuando el muchacho está aguardando
el higo, que del hilo está colgando.
la boca abierta, el cuello levantado,
para tragarse al triste pasajero,
como cuando el muchacho está aguardando
el higo, que del hilo está colgando.
José
Mª Iribarren lo califica de entretenimiento de máscaras, típico
del Carnaval, citando un texto de Rodríguez Marín, publicado en el
siglo XIX: "Del extremo de una caña pende una cuerdecilla,
de la que cuelga, atado, un higo; el que tiene la caña da
golpecillos con ella, haciendo saltar la codiciada fruta y
desesperando a un enjambre de chiquillos que porfían por cogerla
con la boca".
En
una crónica de 1892 se nos muestra el aspecto del Aliguí portando
el codiciado fruto: "El del higuí hace sus aprestos
indispensables. Para la cabeza una chistera valvular, para el cuerpo
una estera mil veces pisada, para el rostro un carbón o un corcho
quemado; para los gastos de representación, media docena de higos,
blancos de harina al ser comprados, y negros y pringados después
por los labios juguetones y las manos atrevidas de los muchachos"
En
otro texto vasco encuentro esta descripción: “El Zarrabullo se
celebraba en Carnaval y venía a ser así: el personaje se
disfrazaba con traje de Arlequín, muy colorido, con pantalón
bombacho, camisa blanca, chaqueta abierta y gorro de pico plano. El
diseño era de rombos en colores amarillo, rojo, azul y blanco. En
la mano portaba una vara de avellano de un metro de larga con una
cuerda de 50 centímetros atada en su extremo y colgando de ésta un
higo untado en miel. Los chavales pedían el higo y cantaban:
¡Zarrabullo,
Zarrabullo,
Dame
el higo
Que
no es tuyo!
¡Aliguí,
Aliguí,
Con
la mano no,
Con
la boca sí!
Los chavales intentaban coger el higo con la boca y el Zarrabullo intentaba manchar la cara de los chicos con la miel del higo. Cuando el chaval conseguía morder el higo, recibía en premio el higo entero y otro más de regalo”
Y referido a los carnavales de Bilbao, también encuentro:
“...en
el carnaval txinbero (txinbo es mote aplicado a los bilbainos)
era tan imprescindible aquella pléyade de personajes
singulares que todos los años aparecían con sus txirenadas, como el
‘Tío del Aliguí’, que con una caña y una pita sostenía una
manzana y al estribillo de “¡Aliguí, aliguí, con la mano no, con
la boca sí!” atizaba con una makilla que llevaba en la otra mano,
un garrotazo en la “txinostra”, al listillo que no observaba
la regla”.
Y,
por si fuera poco, me topo con una interpretación metafórica, de
significado político, a cargo de un periodista cacereño, Fernando
García Morales:
“Pues
mira, alma de cántaro —continuó Belvedere—, el juego de
la política es como el viejo juego del “Aliguí” con el que
están jugando con nosotros estas naciones desde “luengos años”…
Nos
explicó cómo era el “juego del aliguí”, por si alguno
no lo sabía, y que consiste en atar un higo de una vara y pasárselo
por las narices al jugador mientras se le dice: “¡Al aliguí,
con la mano no, con la boca sí!”, para indicar que el higo
pude tratar de cogerlo con la boca, pero no con las manos,
engañándole cuando se quiere, puesto que se hace saltar la vara
para que no pueda cogerlo; agregando después la explicación: “Este
es el juego que se está jugando con nosotros, desde hace siglos, y
si no, recapitula; Cuando se muriera Franco y fuéramos una
democracia, entraríamos en el Mercado Común, se nos daría
Gibraltar… y la Biblia en pastas que quisiéramos; sucedió todo
eso y nos quedamos sin el higo. Se nos volvió a decir; “el higo os
lo daremos si entráis en la OTAN”, y el higo sigue brincando
delante de las narices, más lejos de nuestra boca nacional que lo
que estaba hace un siglo, aunque en la OTAN estamos y hasta nos
llaman aliados”.
Pero
esta interpretación política del Aliguí -y del Carnaval en su
conjunto- es otra historia, a la que dedicaré más reflexión
próximamente. El caso es que por todas partes existen huellas del
Aliguí como personaje de los carnavales populares y que merecería
la pena recobrarlo en los próximos carnavales de Aguilar de Campoo.
2 comentarios:
Muy interesante tradición. Yo la conocí a través de la película Domingo de Carnaval (1945) en la que sale de protagonista Fernando Fernán Gómez, y en una escena sale el Tio Aliguí con su sonsonete...
Gracias por el aporte de cultura popular. Yo lo conocía por el cuplé picante "aquí les traigo el higo"
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