La democracia del
Estado español es teóricamente plural, institucionalmente bipartita y
facticamente un monopolio, porque el poder-poder es de las oligarquías
financieras que, en primera instancia, tienen en las instituciones
del Estado su brazo político-legal y en las fuerzas armadas su brazo
resolutivo de última instancia.
El
estatismo españolista se parte la cabeza dándole vueltas a si el
estatismo catalanista ha declarado o no la independencia. Por ahora,
tiene ventaja el estatismo catalanista, en esencia tan nefasto como
el españolista, pero tengo que reconocerle como mucho más pacífico, inteligente y astuto que éste. Es
precisamente su ambigüedad la que, de momento, está
neutralizando el ansia de violencia del españolismo tradicionalista,
que siendo genéticamente igual de totalitario, es menos instruido y más
cuartelero. Por eso prefiero que este pulso lo gane Puigdemont, sólo para
que no haya muertos, no por otra cosa. Me interesa
el empate, porque ahora la única victoria posible es la de la
facción que tiene de su lado a la mayor fuerza bruta.
La
pregunta de Rajoy es tan retórica como espero sea la respuesta de
Puigdemnont. La diferencia es que la pregunta de Rajoy
encierra, además, un defecto de provocación y prevaricación, porque la hace a sabiendas de
cuál es la respuesta. La República Catalana ha sido políticamente declarada, no cabe duda, de igual modo que legalmente es pura
ficción. Es lo mismo que sucede con la República del anuncio de
IKEA, que ha sido declarada, que no tiene validez legal, pero cuya
publicitaria existencia es innegable.