Para ampliar información al respecto, me remito al artículo de Félix Rodrigo Mora:
jueves, 22 de diciembre de 2016
miércoles, 21 de diciembre de 2016
VER EN EL PAISAJE LA BELLEZA QUE NOS MIRA
Anochecer en La Ulaña. Fotografía de Nicolás Gallego Rojas |
Quería leer el último
libro de Jhon Berger -“Rondó para Beverly”- y por eso buscaba
una reseña del mismo, para enterarme de qué va. Y ya lo sé, va de
ausencia, la de Beverly Bancroft, su mujer, que murió en 2013 tras
una larga enfermedad. Me quedo con un párrafo: "La belleza
de tu valentía te acompañó hasta el final. Y, desafiando al
tiempo, se ha quedado con nosotros. Llena el silencio".
Antes de
cerrar el ordenador miro el correo atrasado, veo que me ha llegado la foto de un paisaje de
Las Loras, un atardecer en las peñas de La Ulaña. Es de Nico, el
geólogo, un amigo. No sé por qué me he puesto a mirarla con
detenimiento, seguramente porque es muy bonita (¿la foto en sí, el
paisaje, la palidez de esa luz de invierno al atardecer, la
monumentalidad de las peñas, la misma Ulaña, su nombre, su
evocación de remotos tiempos prerromanos ?)...vaya, vuelve Jhon
Berger, su contagioso modo de ver me ha dejado su huella. Me pasa cuando veo un hermoso paisaje al natural, incluso cuando lo veo
en pintura o en fotografía, y no sólo con paisajes, también me pasa con algunas personas.
Antes de leer a J.B. no me pasaba,
tampoco la primera vez, con la trilogía “De sus fatigas” (Puerca
tierra, Una vez en Europa, Lila y Flag). Lo que me atrapó entonces fue su
relato del excepcional acontecimiento humano que supuso el paso de la
vida rural a la urbana. Me empezó a pasar después de leer su “Modos
de ver”, donde decía que “La vista llega antes
que las palabras. El niño mira y ve antes de hablar”, desde
entonces, cuando me sorprende algo que me parece hermoso, me paro
un buen rato y espero, sin saber a qué.
El caso es que La Ulaña
es un hermoso lugar de Las Loras. Y que de entre todo lo que aprendí
leyendo a J.B. y dicho en resumen y con otras palabras, creo que ésto es lo
que espero cuando miro esta foto, eso que no se me va de la cabeza: un lugar no es paisaje hasta que alguien fija en él su mirada, su
belleza sólo se desvela si esa mirada es prolongada. Ante la
belleza de un paisaje -o de una persona- detenemos la mirada sólo
porque nos gusta ser mirados por ella...eso, eso es lo que espero. Gracias, Nico.
miércoles, 14 de diciembre de 2016
POR EL RADÓN (¿RUDRÓN?) DE LA RAD Y POR LA HONOR DE SEDANO
En 1780 T. Sánchez y en 1894 F. Janer interpretan el vocablo “rad” atraídos por escribirlo Gonzalo de Berceo en su obra:
Oido lo avedes, si bien vos acordades,
este abad benito, lumne de los abades,
cuantas sufrio de coitas e de adversidades
por ond a passar ovo de Ortoya las rades.
(Gonzalo de Berceo. Vida de Santo Domingo de Silos, (c.1230). Estrofa nº 223)
PIEDRAS Y LEÑAS (en las ruinas de un cementerio y en una casa habitada) |
viernes, 9 de diciembre de 2016
REFORMAR LA CONSTITUCIÓN, MAREAR LA PERDIZ
Escribo hoy porque el pasado día de la Constitución no tenía ganas, me
fui a pasear entre las ruinas de un pequeño pueblo abandonado, arrasado
por el olvido, entre zarzas y cascotes de escombro; quise conmemorarlo
así , a modo de premonición y huérfano de toda fe constitucional.
Todas las dictaduras han tenido su Constitución, todas las monarquías y todas las repúblicas, todos los estados y de todo pelaje: capitalistas, comunistas y fascistas. Desde siempre, la cuestión esencial no se dirime entre variables de un texto constitucional, sino que sigue planteada, como siempre, entre heteronomía o autonomía, sumisión o libertad, estado o democracia, ser constituyentes o ser constituidos...ser o no ser.
lunes, 5 de diciembre de 2016
GEOSITIOS , PUEBLOS, DEL SILENCIO
Coincido con lo que dice
Monticedo en
su blog Tierras de
Burgos: no es lo mismo un pueblo deshabitado que otro
abandonado. Que todavía salga humo, aunque sea ocasional, por las
chimeneas de unas pocas casas o que la vegetación se coma las
paredes hasta borrar su existencia y su memoria. Algo habría que
hacer para remediarlo, porque un paisaje deja de serlo cuando nadie
lo mira y, aún más, cuando nadie lo habita.
El paso del tiempo deja
su sedimento en sólidos estratos, como poso y testimonio del correr
de los siglos, pero es insoportable la ausencia de sedimento,
memoria, cuando se trata de vidas humanas. No deberíamos permitir
el olvido de quienes habitaron esos pueblos hoy abandonados, ni
deberíamos dejar sólos a los que mantienen vivos los últimos
pueblos habitados. Ellos y nosotros deberíamos hacer algo. Por de
pronto, sólo se me ocurre una heroica resistencia y un viaje
iniciático, para mantener abiertas las calles que fueron veredas y
las veredas que fueron calles.
Podríamos recordar en
piedra los últimos nombres, de las gentes que definitivamente se
fueron, al igual que conservamos en los mapas el nombre de ríos y
montañas, de generación en generación. No podemos permitirnos el
olvido de sus vidas resistentes. Podríamos levantar pequeños hitos
monumentales que desafiaran al olvido, un leve amontonamiento de
sutiles estratos, con el sedimento de sus sueños y los nuestros.
Podríamos hacer geología humana, del conocimiento y del
sentimiento, en estos paisajes únicos y sublimes, olvidados, de Las
Loras:
ALBACASTRO-CENICEROS-CORTIGUERA-FRESNO
DE NIDÁGUILA-HORMICEDO-ICEDO-LORILLA-MOZUELOS DE SEDANO-PUENTES DE
AMAYA-SIERO
Podríamos trazar un
camino de poética peregrinación por esos pueblos, para que los
caminantes puedan conocer-sentir la ausencia y la presencia de lo
humano, una ruta emocional por los pueblos del silencio. Propongo
poner allí una sencilla campana, que puedan tañir los solitarios
caminantes a su paso entre las ruinas. Y un tendal multicolor de
pañuelos tibetanos, para que cada nuevo caminante cuelgue allí uno
con su nombre, como alegre ropa tendida a la esperanza, a modo de
empadronamiento renovable, solidario y poético.
Un abrazo de
agradecimiento a quienes tuvieron la sensibilidad de sentir y
difundir el recuerdo de los últimos pueblos habitados:
-A Elías Rubio:
*Los pueblos del
silencio
Libro editado
en el año 2000 (Burgos, Gráf. Aldecoa). ISBN: 84-923878-0-7)
-A José Díaz
Martín:
-A Faustino Calderón:
-A Monticedo:
-A Espacio Tangente:
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