Venimos aceptando que el
topónimo “lora” está asociado al relieve en forma de grandes
“mesas”, esos grandes páramos calizos que no son sino el relieve
residual de enormes sinclinales colgados. Sin embargo, seguimos sin
tener bien aclarado su origen etimológico.
He estado rebuscando
topónimos similares, por intentar explorar a partir de similitudes.
Y la verdad es que son escasos. Me aparecen dos poblaciones sevillanas, Lora del Río y Lora de
Estepa; en sus inmediaciones aparecen
también Mesa de Lora o Lora Vieja, referida a un cerro próximo a
Lora del Río, donde se localiza un importante yacimiento
arqueológico que, presumiblemente, era el asentamiento original de
Lora del Río (de ahí su denominación alternativa de “Lora
Vieja”).
Lo que es indudable es que, en todo caso, existe una
clarísima relación de la palabra “lora” con la morfología del
relieve, con la forma de “mesa”, cerro elevado. Y así mismo,
tanto en las dos poblaciones sevillanas referidas, como aquí, en el
territorio de Las Loras, se da la circunstancia común de un mismo
carácter de “fortaleza”, con una enorme abundancia de restos
arqueológicos que nos hablan de un carácter defensivo estratégico en el poblamiento de esos altos páramos, alzados sobre la llanura, buscando la ventaja
que da el dominio de la altura y el amurallamiento natural que
proporcionan las paredes rocosas que bordean, casi en su totalidad,
estas mesas elevadas que son “las loras”.