Casa de concejo y teleclub de Vallespinoso de Cervera |
En muchos pueblos pequeños se conserva la llamada “casa de
concejo”. Ya en tiempo de la dictadura franquista estas casas
fueron reconvertidas en teleclubs. Reunirse para ver la televisión y
jugar a las cartas quedó como único vestigio de la secular
tradición democrática del concejo. La conversión de las casas de
concejo en teleclubs durante el franquismo representa
perfectamente la decadencia y derrota definitiva de la institución
del autogobierno popular que por siglos rigió la vida de pueblos y
ciudades. El concejo era la forma de resistencia ante el creciente
poder de las clases dominantes, durante el pasado feudal como después
en la modernidad, cuando fueron emergiendo y confluyendo los estados
y el capitalismo tal como hoy los conocemos y padecemos.
En 1978, el texto constitucional del Estado español no tuvo
inconveniente en conservar el concejo como reliquia democrática de
tiempos pasados, eso sí, restringido a las despobladas aldeas que
lograron sobrevivir a la masiva migración rural planificada por el
franquismo en su fiebre desarrollista. Los polos industriales
construidos junto a las grandes ciudades precisaban con urgencia de
la mano de obra barata procedente de las aldeas, que ya por entonces
sólo se reunían en la casa de concejo para jugar a las cartas y ver
la televisión.