Estamos
en la fase inicial del nuevo paradigma de la revolución integral y, dado el
alcance de su programa y finalidad básica –reconstruir la esencia humana y
vivir en democracia-, no parece aconsejable forzar el periodo de análisis y reflexión
que nos ha de llevar a la adopción de una estrategia proporcionada a tal propósito
de emancipación personal y social. Sin embargo, este periodo supone, a mi
entender, un esfuerzo personal y
colectivo que, en sí mismo, ya forma parte de la estrategia revolucionaria e
implica la necesidad de una organización básica que considero ha de prefigurar
la de la nueva sociedad alternativa. A esta parte de la
organización estratégica pienso dedicar mis próximas reflexiones, si bien,
ahora me parece sustancial y prioritaria la parte de esa tarea que corresponde,
nada menos, que al esfuerzo por (des)educarnos del amaestramiento al que cada
individuo hemos sido sometidos durante toda nuestra vida; porque ese y no otro
es el propósito de la educación estatal,
conseguir nuestra adaptación-aceptación, del sistema de sumisión en el
que vivimos.
jueves, 13 de marzo de 2014
sábado, 8 de marzo de 2014
EL DÍA INTERNACIONAL DE LA ALIENACIÓN FEMINISTA
La
alienación es una patología individual que es contagiosa, que infecta a toda la sociedad. Consiste
en el extrañamiento del ser, conduce a negar la realidad e impone la exclusión
de interpretar y cuestionar la realidad personalmente. La realidad deja de ser
una construcción histórica de la humanidad, dinámica y perfectible, quedando
así constituida en realidad estática, inamovible y totalitaria, preexistente y
superior a la voluntad humana. Significa la defunción del pensamiento
propio, la renuncia a esta facultad, que es cedida a “otro” que piensa y decide
por mí, perdiendo así mi condición natural de sujeto, transformándome en
objeto. Afectados por esta enfermedad del ser, la realidad es negada al igual
que la posibilidad de ser pensada, se llega así a la muerte del pensamiento libre y propio, para no enfrentarse al límite extremo en el que el ser humano se ve
ante el esfuerzo y el sufrimiento que supone comprender la realidad de su existencia.
Vengo
ahora mismo de asistir a una charla conmemorativa del Día Internacional de la
Mujer (¿Trabajadora?), organizada por un partido de la izquierda; y he vuelto a
escuchar el mismo discurso feminista que ha hecho suyo esta izquierda
empecinada en profundizar su propia alienación, su renuncia definitiva al
inalienable derecho de la emancipación individual y social, derecho que es anterior y
superior al Estado y a toda declaración de los Derechos Humanos. Este discurso de la izquierda es alienado y alienante, es feminismo de
Estado, es colaboracionista y reproductor del sistema de dominación
vigente, un sistema que en la actual fase de la historia tiene la forma
resultante de una hibridación perfecta, estatal-capitalista.
lunes, 24 de febrero de 2014
EL TRABAJO COMO DERECHO, EL DERECHO COMO ZANAHORIA
La maldad, que parece
gobernar al mundo y guiar su evolución, no es capaz de ocultar la maravilla que
es la vida, que incluye la belleza del trabajo creativo y los esfuerzos
necesarios a la existencia humana. Esa maldad la ensombrece
y afea, es verdad, pero no puede impedir el impulso de perfección que la alienta.
Por eso que no tengamos otra opción que enderezar el rumbo, rebelarnos, trabajar para
hacer del mundo el mejor lugar para esa maravilla que es la vida.
El
derecho al trabajo es considerado como fundamental y así se reconoce en las principales
normas internacionales sobre derechos humanos, como la “Declaración Universal
de Derechos Humanos” o el “Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales” y otros cuantos, además de figurar en los textos constitucionales
de la mayor parte de los estados.(1)
Existe
general coincidencia en situar el origen histórico del derecho al trabajo en
las nuevas relaciones de dominación surgidas
en la revolución industrial. En sus comienzos, los propietarios de las
industrias consideraban que su poder no necesitaba de la
intromisión de las leyes del Estado para regular el contrato de trabajo, un
contrato privado que sólo concernía a las partes.
miércoles, 19 de febrero de 2014
¿QUÉ AUTODETERMINACIÓN, QUÉ INSURRECCIÓN?
“Nada de lo que se presenta está, ni de lejos, a la altura de la situación. Incluso en su silencio, la propia poblacion parece infinitamente más adulta que todos los títeres que se pelean por gobernarla”. (De “La insurrección que viene”. Comite Invisible- La fabrique editions. Paris. Marzo 2007)
Cuando
hablamos con pasión de la tierra en la que vivimos, a veces nos ocurre que tenemos que soportar la
descalificación de tal sentimiento, tildado como nacionalismo de aldea, una especie de
burla hacia este vínculo de pertenencia e identidad que para algunos de
nosotros - muy pocos, es verdad-, tiene una entidad política, además de emocional. Pero la expresión “nacionalismo de aldea” es errónea
a todas luces, porque siendo la nación una invención del Estado, cuando decimos
“nacionalismo” estamos hablando de una ideología que hace referencia a una comunidad
ficticia, a la nación, mientras que la
aldea es, no, mejor, fue durante siglos una comunidad real, de vecinos reales
que convivían realmente, compartiendo cosas reales: un territorio, unos
recursos naturales, un conocimiento y unas costumbres, una cultura común
surgida de una experiencia histórica común, originada en la común relación con el
territorio y en la producción de bienes comunes, en convivencia y en proximidad.
No
dudo que quienes vivimos en la Montaña Palentina tengamos algunas cosas en común
con gente que vive en la Alpujarra granadina, por poner un ejemplo. Pero sólo unas
pocas más que las que podemos tener en común con otra gente que viva en
Manhattan, por poner otro ejemplo…quizá el uso de un mismo idioma para
comunicarnos, quizá algunos principios éticos y morales que, por otra parte, suelen
ser universales, pero poco más. Pero, sobre todo, lo que sí tenemos en común
con todos ellos, es que todos nosotros vivimos bajo la imposición de un Estado
que determina nuestras vidas, tanto en la Montaña Palentina como en la
Alpujarra granadina o en Manhattan.
sábado, 15 de febrero de 2014
2 RUTAS CIRCULARES POR SALINAS DE PISUERGA
1. Por los
portillos de la Bubilla y Cocubillos (antíguo camino de Mudá a Salinas de Pisuerga). 2. Por las
Vías Verdes de la Chocolatera y la Pisuerga
Antón Dké
cuadernos de caminería |
He recorrido estos parajes muchas veces
porque los tengo muy cerca de casa. Y, aún así, me sigue emocionando pisar el
viejo camino por el que durante décadas, puede que siglos, transitaron las
gentes de Mudá y Salinas. Desde el alto de Cocubillos, en la divisoria de
vertientes (Mudá al norte, Salinas al
sur), el camino está casi perdido, pero aún es posible seguir su traza
primitiva, que aún conserva el ancho que permitió en su día pasar por allí con un
carro. Las arroyadas lo han deteriorado bastante y la vegetación lo ha invadido
en algunas partes. Los corzos frecuentan este bosque y es fácil cruzarse con
ellos. Aún podemos reconocer el desgaste que las ruedas produjeron en algunos
tramos de roca viva, en medio del robledal por el que transcurre entre ambas
poblaciones.
Recuerdo muy bien que tuve noticia de este camino por un vecino de
Mudá, que recordaba emocionado haberlo recorrido muchas veces con su padre
cuando era niño, por lo que calculo que hasta entrados los años setenta del
siglo pasado debió de estar en pleno uso. Casi siempre lo he recorrido
partiendo de Mudá, pero aquí lo describiré saliendo desde Salinas de Pisuerga,
cosa recomendable para quien quiera hacer el recorrido circular completo, cuyos
hitos principales son los dos collados por los que cruzaremos la divisoria
entre los valles de Pisuerga y Mudá: el de Cocubillas, cerca de Mudá y el de la
peña de la Bubilla, muy cerca de la hermosa aldea de Monasterio.
jueves, 6 de febrero de 2014
CONTRA LA MORAL Y LA DEMOCRACIA RELATIVAS
¿Cómo que todo es
relativo?, ¿es que ya no es distinguible el bien del mal?, ¿es que no es
perverso el pluralismo “democrático” que incluye y ampara al mal?
Quien maltrata a otro ser humano sabe
que hace mal, igual que lo sabe quien lo sufre. Quien maltrata tiene una
responsabilidad ética y moral indiscutible, que no pueden ser justificada por razón
de alienación o sumisión del maltratado, ni siquiera por su consentimiento. Y también
sabemos que quien se opone y responde al maltrato merece un juicio bien
distinto, porque está defendiendo el valor universal de la dignidad humana, aunque a él le parezca que sólo se
defiende a sí mismo. Eso no es relativo, está bien y es lo justo.
Maltrata quien domina a otro ser
humano, sea cual sea la sinrazón de su jerarquía: género, raza, clase,
nacionalidad,… Una persona vinculada a otra u otras por un trabajo asalariado,
padece una situación de dependencia vital, que afecta a la totalidad de su
existencia, al completo de su dignidad como persona. Este vínculo de
dependencia, aunque sea voluntario, aunque tenga la apariencia de un contrato,
nunca lo es entre iguales, siempre establece el dominio de una parte sobre la
otra, por lo que el trabajo asalariado es un mal en sí mismo, un maltrato
incompatible con la dignidad atribuible a la existencia humana, una dignidad
que no admite fragmentación ni grados, porque nos hace iguales por
muy diferentes que seamos como individuos.
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