Dos portadas: Del
Informe 2021 del Foro Económico Mundial sobre los riegos globales (1) y
del libro "Manual para detectar la impostura científica" (2), del
biólogo Emilio Cervantes (3)
Desde hace tiempo, habitualmente me asomo al facebook un par de veces
a la semana, como mucho. Esta vez me he encontrado con una cantidad
inusual de comentarios y con reacciones que me avisan de haber tocado
alguna fibra muy sensible en una parte de quienes llegan a leer algo
más que el titular de lo que ahí escribo. Antes que nada, quiero
aclarar que el texto que utilizo de referencia en mi artículo
proviene de medios políticos afines al movimiento zapatista, con
los que mantengo buenas relaciones a pesar de algunas discrepancias,
más estratégicas que de principios, pero que son bien compatibles
con la amistad y con mi propia autonomía de pensamiento. Me disculparán que me extienda en la respuesta y que lo haga en bloque.
Hacer un cálculo especulativo sobre el efecto negativo, ¡y hasta
peligroso!, que en la opinión pública pueda tener hablar sobre
desconfianza en el relato oficial de la pandemia, es un gesto
radicalmente político, en el sentido más sectario o faccioso del
término “político”. Defiendo que ante todo poder
político la desconfianza es por sí misma una medida de sentido
común, de salud mental y autonomía personal. Puedo llegar a entender
que desconfiar del poder político sea considerado “opcional” en
el contexto faccioso en el que sucede la política, y que cada hijo
de vecino opte por depositar su confianza en quien quiera, lo
entiendo pero no lo comparto, porque esa confianza política implica
una grave dejación de libertad y responsabilidad, pero es que en el
plano del conocimiento científico, el de la Ciencia, la desconfianza
es consustancial a su propia definición y método. La confianza, sí
es ciega y no es entre iguales, hace inviable todo avance del
conocimiento, niega el método científico con el que la ciencia
justifica su propia autoridad. Ni en el contexto científico, ni
menos aún en el plano político, estoy dispuesto a entregar mi
confianza. Me ha llevado mucho tiempo, porque es muy incómodo, pero
a día de hoy tengo muy claro que sólo estoy dispuesto a depositar
mi confianza en mis iguales, nunca en quien ejerza una posición de
poder sobre mí, sea político, científico o sea el mismísimo
Verbo divino.
De haber sido otro el color político del actual gobierno, puedo
imaginar cuál sería la “lógica” desconfianza de quienes hoy me
la desprecian, aunque ese hipotético gobierno estuviera igualmente
guiado por los mismos expertos científicos. Hasta puedo imaginar que
contaría con su adhesión y apoyo si se diera tal circunstancia.
Solo espero que si fracasan las medidas contra esta pandemia no me
atribuyan parte de la culpa.
La desconfianza ante todo poder político no sólo es una
medida de salud mental y sentido común, además es, como ya dije,
inherente al método científico, por lo que la desconfianza está
mucho más justificada si es despreciada desde ese ámbito
científico, porque en éste es hipótesis obligada, camino a
explorar y a tener siempre en cuenta, a no ser que el proceso sea de
naturaleza no científica, política por ejemplo. Ésto es muy difícil de
aceptar, lo sé, desde el paradigma dominante y su relato
oficial.
Pero, ¿cómo no desconfiar cuando el relato científico - su discurso
comunicativo- coincide con el político?, ¿cómo que la pandemia y
la política son planos distintos?, es como decir que la economía no
tiene que ver con la política. ¿Quién puede decir, sin sonrojo,
que el modelo de medicina hoy dominante es exclusivamente científico, que no está infectado por intereses económicos y políticos?,
¿cómo no desconfiar cuando se afirma que todas las medidas
políticas se toman con subordinación al criterio de los expertos
“científicos”?...de unos concretos científicos, que sin rubor
han contribuido a fijar en la opinión pública la idea, tan
contraria a la ciencia, de que este coronavirus y todos los virus
son “bichos” y son “malos” (4). Habrá quien justifique
esta barbaridad científica como mentira piadosa, “para que lo
pueda entender el público ignorante y no se relaje su obediencia
durante la pandemia”. No sé qué es peor.
¿Dónde estaba esta ciega confianza en la ciencia moderna y su
tecnología, cuando nos oponíamos al despliegue de la energía
nuclear o de las aplicaciones industriales de la investigación
genética (contra los transgénicos)?
Quede bien claro que aciertan quienes sospechan que mi intención es
la de promover la desconfianza, pero fallan si piensan que esa
intención es oculta, porque para mí la desconfianza en el poder es
un principio tan ético como científico. Y hasta me atrevo a decir
que tan ecológico como político (5).
Si no fuera por el interés general y la gravedad de la situación, le dedicaría más
tiempo a refutar los gratuitos ataques personales. Tiene toda la razón uno de
los comentaristas cuando afirma que no se puede frivolizar con los
muertos en esta pandemia. Tan de acuerdo estoy que por eso reclamo no
sólo investigación y transparencia -si no política, sí al menos
científica-, reclamo justicia y castigo por las muertes no
provocadas por la pandemia sino por la gestión no científica y
nulamente ética de la misma, así como por las muertes provocadas
por mala gestión y por mala praxis médica, por el abandono de las personas mayores y de la gente con enfermedades crónicas y graves, por ejemplo, de todos los enfermos oncológicos que dejaron de ser detectados y tratados a tiempo (¡¿dónde está esa estadística?!), por centrar los recursos en el control de la gente sana y, en definitiva, por la burda
subordinación a la agenda económica capitalista, por su coincidencia con la
misión eugenésica que le es consustancial a este sistema, ¿o
hay quien lo duda todavía?.
Y a propósito de tal agenda, éste es mi mensaje al bando de los
ingenuos negacionistas-conspiracionistas : no busquen intenciones ocultas, ni grupos
masónicos en la sombra, no pierdan más tiempo y energía, dejen de
prestarse al juego haciendo de tancredos útiles. Si el darwinismo
produjo el creacionismo, ustedes, conspiranoicos y negacionistas, son
el producto útil al afirmacionismo que hoy, a todos, nos manda callar
y confiar a ciegas.
A todos recomiendo una dosis de realidad, como por ejemplo: leer el
último informe del Foro Económico Mundial, publicado a principios
de este año 2021. Dedicado a los riesgos globales; es su propio
análisis y previsión, basada en la generalización de las
tendencias puestas de manifiesto en esta pandemia. No puede ser más
tremendo, es una verdadera e histórica confesión de incompetencia
sistémica, que ya no tienen reparo en confesar, no al menos mientras
tengan asegurada su propia supervivencia, bien ligada ésta a la
acumulación/concentración de capital y poder, nada que ver con la
vida de la gente. La pandemia del covid19 se desvela como el
desastre perfecto para el capitalismo del desastre. En ese informe,
éste es, resumido, el cuadro de sus previsiones a corto, medio y
largo plazo, que debajo he traducido:
Riesgos
a corto plazo (0 a 2 ños): Enfermedad
infecciosa- Crisis de subsistencia-Meteorología
extrema-Medidas de ciberseguridad-Desigualdad digital.
Riesgos
a medio plazo (3 a 5 años): Estallido
de la burbuja de activos-Ruptura de la infraestructura
informática-Inestabilidad de precios-Choque de materias
primas/productos básicos-Crisis de la deuda.
Riesgos
a largo plazo (5 a 10 años): Armas
de destrucción masiva-Colapso del Estado-Pérdida de
biodiversidad-Avances tecnológicos adversos-Crisis de recursos
naturales.
Que la perspectiva de la
Humanidad a diez años tenga como principal riesgo el desarrollo de
guerras nucleares y la descomposición de potencias globales,
evidencia hasta qué punto el mantenimiento del sistema se asocia al
desarrollo de la barbarie… incluso entre la propia clase dirigente.
Notas:
(1) El Foro Económico Mundial dice de sí mismo: "El Foro involucra a los líderes políticos, empresariales, culturales y otros líderes de la sociedad para dar forma a las agendas globales, regionales y de la industria. Fue establecido en 1971 como una fundación sin fines de lucro y tiene su sede en Davos, Ginebra (Suiza). Es independiente, imparcial y no está vinculado a ningún interés especial. El Foro se esfuerza en demostrar el espíritu empresarial en el interés público mundial, al tiempo que mantiene los más altos estándares de gobernanza. La integridad moral e intelectual está en el centro de todo lo que hace. Nuestras actividades están moldeadas por una cultura institucional única, fundada en la teoría de las partes interesadas, que afirma que una organización es responsable ante todas las partes de la sociedad. La institución combina y equilibra cuidadosamente lo mejor de muchos tipos de organizaciones, tanto del sector público como del privado, organizaciones internacionales e instituciones académicas. Creemos que el progreso se logra al reunir a personas de todos los ámbitos de la vida que tienen el impulso y la influencia para hacer un cambio positivo".
(2) El autor, Emilio Cervantes, hace un análisis del libro de Darwin "Sobre el origen de las especies" a partir de la crítica del mismo por Pierre Flourens (1794-1867), biólogo y médico considerado uno de los fundadores de la neurobiología experimental. La ilustración es de P. Gustave Doré, dibujo para la edición en 1861 de "Inferno", primer poema de la Divina Comedia de Dante. La leyenda dice: "En medio de esta nuestra vida mortal, me encuentro descarriado en un bosque sombrío".
(3) Emilio Cervantes es biólogo, científico titular del
CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en el
Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca. Encabeza así su blog "Biología y pensamiento" : La buena ciencia no
teme a la historia. La biología es la ciencia de la vida;
pero, .....la vida, impredecible e indefinible, escapa como agua del
cesto de la ciencia".(www.madrimasd.org/blogs/biologia_pensamiento/)
(4)
¿Cómo podemos esperar rigor científico de lo que nos dicen los expertos
que asesoran a los gobiernos en la pandemia, cuando desde la propia
clase científica se reconoce un profundo desacuerdo acerca de lo que es
un virus? Desde hace décadas subyace en la comunidad científica un
debate acerca de si los virus son una forma de vida o son sólo materia
orgánica que interactúa con los seres vivos. Sí es cierto que aunque no
exista un consenso científico absoluto, se tiende a no considerar a los
virus como estructuras biológicas vivas. Se asemejan, porque tienen
genes, se multiplican, tienen una estructura compleja y evolucionan, sim
embargo, existen contundentes contraargumentos, porque al carecer de
una célula no pueden cumplir las funciones vitales que definen la vida,
como metabolismo, homeostasis, irritabilidad, desarrollo, reproducción,
adaptación y autopoiesis. Son entidades mucho más simples que una
célula, compuestas de un tipo de ácido nucleico (ARN o ADN) y proteinas,
en estado inerte. De acuerdo con la teoría celular los virus no son
organismos vivos y por eso la inmensa mayoria de científicos los
excluyen de los sistemas de clasificación biológica. Sin embargo, y
a pesar de este consenso, en la propia definición del National Human
Genome Research Institute se afirma que los virus "necesitan" infectar
células y usar sus componentes para hacer copias de sí mismos...como
dice el biólogo Máximo Sandín: "la atribución de una "necesidad" a
una partícula inerte se enmarca en el esquema mental de las delirantes
afirmaciones que no nos cansamos de oír a los expertos en los medios de
comunicación, sobre las estrategias, la maldad, las intenciones de los
perversos virus".
Máximo Sandín es doctor en Ciencias Biológicas y en Bioantropología ,ahora jubilado, fue profesor de Evolución Humana y
Ecología en el Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de
Madrid. Recomiendo leer sus artículos sobre los virus y la covid-19 en su blog "Somos bacterias y virus", donde aduce argumentos tan inquietantes como éste:
"Si
el SARS CoV2 era sospechoso (más bien imputado), éste
se puede calificar de procesado y declarado culpable de manipulación
tecnológica y social, porque su descripción es prácticamente la
narración de cómo se fabrican en laboratorio los virus
“quimera”. Pero ¿de qué nos quieren convencer? ¿De qué mentes
brillantes salen estas “explicaciones científicas”? ¿Cómo se
pueden ensamblar espontáneamente en la Naturaleza fragmentos de
virus de
aves, cerdos, humanos y “de
otros mamíferos”? Aquí les voy a ahorrar un comentario
humorístico porque el tema es lo suficientemente indignante como
para bromear. ¿De qué hablan cuando especulan con “descendencia
genética” y “linajes” de virus? ¿De reproducción sexual
o asexual de los virus? Resulta, (al menos a mí me resulta)
incomprensible que científicos que saben qué son y cómo son los
virus utilicen estos argumentos. Si intentamos buscar una posible
explicación, tal vez sea que no se puede esperar que alguien
comprenda algo cuando su sueldo depende de que no lo comprenda. Hay
otra alternativa, pero es mucho peor: Que lo comprendan. Que sepan lo
que están haciendo. Ellos sabrán los motivos".
(5) Por supuesto que todo ésto tiene que ver con Ética y Ecología. Como dice Adrián Almazán al hablar de su reciente libro "La batalla por las ideas tras la pandemia", es imposible comparar, sin desesperarse, la imagen de la crisis que ofrecen los medios de masas con la que ofrecen las publicaciones científicas. De su anterior libro ("La economía política del desastre"), el propio autor dice que "pretendía ganar adhesiones ecologistas, mostrando la inevitabilidad de un colapso ecosocial catastrófico", pero reconoce que "el intento era muy complicado habida cuenta del carácter negacionista de nuestra ortodoxia cultural". En "La batalla por las ideas tras la pandemia" dice que ha sido más explícito, "identificando esa cultura medioambiental ortodoxa y poniendo de relieve su desconexión con los hechos y con cualquier interpretación sensata del principio de precaución. La intención no es tanto la de ganar adhesiones -que también, claro- como la de explicar por qué la vaga adhesión ambientalista de la cultura de masas es en el fondo una adhesión a la devastación ambiental".Atención, pues, a la agenda en marcha, la del Green New
Deal, la del liberalismo verde que nos invita a abandonar todo proyecto
de transformación social y a admitir que, para hacer frente a la grave
crisis ecosocial en curso, de la que forma parte esta pandemia, lo que
necesitamos es contribuir a engrasar la maquinaria de las democracias
liberales capitalistas, nada de desconfianza, a callar pues, que este problema de la pandemia y de la crisis sistémica que la envuelve, nada tiene que ver con el Capitalismo ni con el Estado, porque es culpa de la Naturaleza, incluida la naturaleza humana.